Manuel S. Espinoza J.
A pesar de haber quedado demostrado, que la guerra que
dirigió la OTAN contra el régimen de Gaddafy fue la que permitió su
derrocamiento y asesinato, muchos analistas aún insisten en afirmar el carácter
endógeno de las rebeliones calificadas como “revoluciones primavera”. La salida más cómoda para dichos analistas, ha sido diluir en
la confusión a sus lectores al afirmar
que la población en Siria, se encuentra atrapada
entre la dictadura y las facciones fundamentalistas islámicas y que, por lo
tanto, urge la intervención militar de occidente para que instaure un verdadero
régimen democrático.
Por eso en el debate abierto sobre el tema, el enfoque que se
vislumbra como un error común de análisis resulta no ser más que una parte del
pastel mediático, para ablandar a la opinión pública global en función de que,
al final, acepte la intervención militar de Occidente (léase OTAN).
En un análisis anterior, nos atrevimos a afirmar que la guerra en Siria tiene mucho de los esquemas militares aplicados en Nicaragua en los años 80s; cuando en aras de evitar la intervención directa estadounidense que hubiera acabado con la revolución sandinista en poco tiempo, tuvo más lógica someterse a una guerra de desgaste de 10 años, para no desaparecer casi por completo del plano político nacional y regional. Lógicamente ninguna guerra es igual a otra, pero sí muchas de las estrategias surgen casi de un mismo manual de los diferentes ejércitos involucrados. Por lo tanto, muchos afirman que sin la intervención militar directa de Occidente, no se podrá destruir al régimen de Assad, cual si eso fuese un objetivo necesario y hasta deseable. Para Occidente, naturalmente, ello sí resulta tal.
En un análisis anterior, nos atrevimos a afirmar que la guerra en Siria tiene mucho de los esquemas militares aplicados en Nicaragua en los años 80s; cuando en aras de evitar la intervención directa estadounidense que hubiera acabado con la revolución sandinista en poco tiempo, tuvo más lógica someterse a una guerra de desgaste de 10 años, para no desaparecer casi por completo del plano político nacional y regional. Lógicamente ninguna guerra es igual a otra, pero sí muchas de las estrategias surgen casi de un mismo manual de los diferentes ejércitos involucrados. Por lo tanto, muchos afirman que sin la intervención militar directa de Occidente, no se podrá destruir al régimen de Assad, cual si eso fuese un objetivo necesario y hasta deseable. Para Occidente, naturalmente, ello sí resulta tal.
Un análisis del desarrollo de la guerra
en Siria de los últimos tres meses señala hacia una sola dirección: propiciar las excusas necesarias para atacarla abiertamente con el poderío militar
occidental. Por eso, muchas "razones" en pro de esa "salida" aparecen a diario publicadas en los medios de occidente.
En diciembre del 2012, la llegada de los misiles tierra-aire “ patriots”, que se instalaron en la frontera Turco- Siria, se enfocó como una medida de apoyo por parte de la OTAN para la defensa de Turquía y no como una zona de exclusión de avanzada, preludio de los preparativos de una intervención militar. Poco a poco, países como Francia, Holanda y Alemania han expresado su voluntad de enviar este tipo de baterías antiaéreas facilitando así la participación militar compartida de ocidente en contra de Assad.
Desde mediados de ese mismo mes, EE.UU manifestó su
preocupación de que el gobierno sirio hiciera uso de armamento químico. Su supuesta
preocupación radicaba en el temor a que si este tipo de armas cayera en manos
de los extremistas islámicos. Partiendo de ello, se argumenta que así le corresponde a naciones
responsables como las occidentales asegurarse del control y resguardo de este
tipo letal de rmamento.
Mientras se anunciaba que la ONU estudiaba la posibilidad de
enviar una fuerza de pacificación de 4,000 a 10,000 soldados (otra
forma de intervención), el portaviones “D. Eisenhower” se encontraba
cerca de las costas sirias con, por lo menos, una tropa de 8,000 soldados.
Hay muchas otras acciones, efectuadas vía las declaraciones
por los medios de Inglaterra, e Israel, que abiertamente despejan como inevitable la guerra en ese país a nivel de intervención militar directa. Los niveles
de coalición se perciben de diversas maneras, sobre todo cuando abiertamente
países vecinos anuncian el apoyo económico y militar a los opositores al
régimen sirio.
Al cumplirse dos años del inicio de la guerra contra Siria,
en este país han muerto alrededor de 70 mil ciudadanos y se registran 2
millones y medio de refugiados. EE.UU anunció en días pasados que está listo
para otorgarle un financiamiento a la oposición de 60 millones de dólares, tal
y como lo practicó con los “Contras” en Nicaragua. Rusia, por su parte, recién anunció que su
fuerza naval reanudará las tareas
de resguardo de su seguridad nacional patrullando
desde el Mediterráneo y que dicha fuerza estará ubicada en el puerto sirio de
Tartus. Ello genera una lectura clara sobre lo prolongada puede ser aún la
guerra contra este país, mientras occidente siga interviniéndolo militarmente o
peor, si se atreve a aplicar contra el mismo la macabra receta Libia.
* Msc. Manuel S.
Espinoza J.
Presidente Ejecutivo del Centro Regional de Estudios
Internacionales (CREI)
No hay comentarios:
Publicar un comentario