11/1/2013
Chávez va a morir
La construcción
del socialismo no es precisamente una tarea sencilla. No hay planos de antemano
que expliquen cómo construirlo.
No hay libros sagrados e
intemporales que nos vayan advirtiendo si nos estamos equivocando o no. Por muy
trillado que pueda sonar, el socialismo es una construcción que se va
inventando en el camino. No obstante es cierto que algunas ideas previas se
tienen: cualquier poder que se pretenda socialista debe asegurar las
necesidades básicas al pueblo: la gente tiene que vivir. Es decir, hay que
atacar la desnutrición y la mortalidad infantil. El alimento debe estar, al
igual que la salud, al alcance de todos. El techo: fundamental. Y la educación,
por supuesto: pública y de acceso popular genuino.
Estos primeros pasos son
fundamentales, y es evidente que Chávez los dio. No se puede tapar el sol con
la mano, no se puede ser tan obtuso. ¿O habrá que recordar los miles de médicos
cubanos que arribaron a Venezuela para curar ahí donde los médicos venezolanos
no llegaban?1 ¿Será necesario explicar, una vez más, la “Misión Alimenticia”
destinada a garantizar el derecho al alimento a partir de la instalación de
mercados populares a bajo costo?
Se podría escribir un
libro entero sobre el desarrollo y los alcances de las Misiones Revolucionarias
del gobierno de Chávez.2 Por alguna curiosa razón la 'CNN' no se ha ocupado en
difundir la “Misión Robinson” ni la “Misión Sucre” con las cuales aprendieron a
leer y escribir más de un millón de venezolanos y otros tantos accedieron a la
educación terciaria y universitaria. Tampoco la cadena “O Globo” de Brasil le
ha dado importancia al cuidado especial de los niños en situación de calle que
desarrolló el gobierno revolucionario.3 Ni a eso ni al fomento de la música en
los niños que por suerte pudieron resistir el embate de las políticas liberales
y mantenerse en sus hogares con sus padres.4 Los grandes mentirosos de la
información mundial sienten arcadas ante las políticas populares del gobierno
de Venezuela, por eso se han ocupado de esconderlas cuidadosamente durante todo
este tiempo. Por eso “El Mercurio”, “El Universo” y “El Comercio” de Ecuador no
informaron absolutamente nada sobre el progresivo avance de los derechos
indígenas en Venezuela.5 Por eso “Clarín” y “La Nación” se empeñaron en todos
estos años en mostrar una república insegura e inflacionaria en vez de un país inclusivo
y en crecimiento como realmente lo es Venezuela hoy. Por eso en Bolivia “El
Deber” y “Los Tiempos” no han hecho otra cosa que diseñar un Evo Morales bisoño
y títere de un Chávez dictador y entrometido en los asuntos internos.
Sólo en este último año
se construyeron en Venezuela 200.000 viviendas. No son 20 o 30: son 200.000. Es
histórico. Busquemos si algún otro gobierno en el mundo ha logrado algún
objetivo semejante en el último medio siglo. Sin embargo esto no parece ser
noticia para ningún periódico grande de Latinoamérica. Y eso que hasta aquí no
he nombrado las grandes cadenas de comunicación de Chile y Colombia, países
donde el antichavismo proyankee y neoliberal se hacen sentir en sus medios más
que en ninguna otra parte.
Sin embargo, nada de
esto ha logrado derribar a Chávez, ni siquiera el golpe de estado
cívico-militar que sufrió en el 2002, poco tiempo después de iniciada la
“Misión Zamora” destinada a erradicar el latifundio improductivo.
Paradójicamente pareciera que en estos vergonzosos tiempos de concentración y
globalización mediática se reaviva la esperanza del pueblo llano: por suerte la
realidad política sigue prevaleciendo sobre la ficción inventada de los
poderosos.
Sin embargo la política
también tiene sus límites. Se ha dicho que es el arte de lo posible, y es
cierto. No obstante la política es también la imaginación de lo imposible, y
ahí también aparecen los cerebros revolucionarios capaces de plantear desafíos
más allá del cubrimiento de las necesidades básicas. Las misiones “Che Guevara”
y “13 de abril” van en esa dirección, porque se ocupan de la formación política
y la creación de comunas socialistas en cerca de 100 municipios y 200 pueblos.
El desafío es crear estructuras socioterritoriales autosustentables en las que
trabajo manual y cualificado se entrelacen mejorando la calidad de vida de la
población, tomando las decisiones de manera democrática y participativa. Es
decir: producir con otra lógica, decidir entre todos, vivir de otra manera. Tan
sencillo y tan difícil como eso. Tan maravilloso.
Entonces, ¿podría Chávez
haber dado más pasos en la construcción del socialismo? Quizás sí, pero
difícilmente. Ningún presidente del mundo hace lo que quiere. Obama, por
ejemplo, no puede prohibir que en Estados Unidos se vendan armas al público
como si fueran caramelos, y eso después de la masacre de Connecticut y otras
balaceras terribles aunque menos recordadas. En su afición por mantenerse
intactas en el poder las cadenas multinacionales informan banalidades, esconden
lo verdaderamente importante y mandan al olvido lo que la memoria colectiva no
debiera olvidar.
Venezuela no es Cuba, ni
los años 60 son el siglo XXI. No se llega al poder y se hace lo que se quiere,
esa es una errónea lectura del proceso cubano. Las revoluciones no se hacen de
un día para otro, y el que tiene el gobierno no siempre tiene el poder. Es más,
las revoluciones no se hacen. Ocurren, que es diferente. Son un punto de
inflexión en la historia en que fuerzas contradictorias explotan y el que pueda
subirse al caballo que se suba. Pero también es cierto que al potro de la
revolución no se sube cualquiera, se sube el que puede y hace mientras pueda,
si lo dejan hacer. Porque después de todo no hay que olvidarse que ese potro es
el pueblo.
Chávez ha hecho lo que ha
podido, y yo pienso que más. No era necesario hablar de socialismo para sacar
adelante a la destruida Venezuela de los años 90. No hacía falta tanto empeño
en la integración latinoamericana, ni esos geniales discursos internacionales
que horrorizaron a los bienpensantes y maravillaron a la juventud en lucha. No
hacía falta gritar con toda la jeta: “¡Váyanse al carajo yankees de mierda!”…
Esas cosas no se olvidan, porque es precisamente lo innecesario aquello que
vuelve a la política una pasión y un arte por el que algunas mujeres y hombres
de esta tierra se graban para siempre en la memoria de los pueblos.
Chávez va a morir, es
cierto, hoy, mañana o dentro de 20 años, ¿qué importa? Al fin y al cabo todos
nos vamos a morir algún día. Sin embargo tengo la certeza de que él se llevará
a la tumba la imagen de una sonrisa que trascenderá su tiempo y las fronteras
de su Venezuela natal, una sonrisa cordillerana que irá desde Ushuaia hasta el
río Bravo y que estará poblada de rostros multicolores y valles fértiles.
Nosotros nos conformamos con ser parte de esa sonrisa final e imaginaria,
popular e infinita, que el Huracán Hugo se llevará a la tumba.
Notas
1- La llamada “Misión
Barrio Adentro” (iniciada en 2003). Pero también la “Misión Milagro” (2004) que
atacó los problemas visuales sobre todo de la tercera edad. Y también la
“Misión Sonrisa” (2006) destinada a la rehabilitación odontológica y protésica.
2- Cabe destacar que
estas misiones no son simples “obras”. Es decir, no es que Chávez va, pone un
ladrillo y se saca una foto para la prensa. Sino que son, precisamente,
misiones. Es decir, tienen un objetivo, una metodología, un desarrollo, fondos
con los cuales llevarse a cabo, revisión de objetivos, etc. Son planes a largo
plazo, sustentables en el tiempo y, además, pensadas desde la lógica de la
democracia participativa.
3- “Misión Niños y Niñas
del barrio” (2008)
4- “Misión Música”
(2007)
5- “Misión Hábitat” http://www.fmh.gob.ve/ . Las Misiones y obras no se agotan en
las mencionadas, por supuesto. Para ver algunas más: http://www.sistemasfgm.com/bdcncu/odm/Misiones.html
La
Haine
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