Las FARC-EP luchan por la paz. Y el Gobierno simula negociar
Por Miguel Urbano Rodrigues
El próximo día 15 comienzan en la Habana las negociaciones sobre el
“Acuerdo General para el fin del conflicto y la construcción de una paz
duradera y estable” entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia-Ejército del Pueblo y el gobierno de Colombia. Cuba y Noruega auspician la iniciativa.
Las conversaciones previas en Oslo para la fijación definitiva de la
agenda fueron difíciles.
La delegación del gobierno, presidida por el ex vice-presidente de la
República Humberto de la Calle, intentó eliminar del debate las cuestiones
fundamentales. Otro elemento, el general Jorge Mora, ex-comandante en jefe del
Ejército, pretendió retirar de la Agenda las cuestiones militares.
Los 140 periodistas colombianos que cubren el acontecimientos
presentaron- con pocas excepciones- de la Mesa de Dialogo relatos
distorsionados. Las cadenas televisivas Radio Caracol y RCN ignoraron inclusive
la intervención del comandante Iván Márquez.
En el acto público de Oslo el jefe de la delegación de las FARC-EP
pronunció un importante discurso cuyos principales pasajes fueron divulgados
por los media noruegos. Recordó que
las FARC luchan por una paz definitiva, inseparable de “una profunda
desmilitarización del Estado y por reformas radicales” y aclaró que el
70% de la población colombiana vegeta en la pobreza (más de 30 millones). En un
país riquísimo, el latifundio improductivo es responsable de la importación
anual de más de 10 millones de toneladas de alimentos. La restitución de las
tierras robadas a los campesinos es por tanto una exigencia prioritaria de la
organización revolucionaria.
Recordó también que el presupuesto militar de Colombia es
proporcionalmente de los más altos del mundo. Sus Fuerzas Armadas –más de 400
000 hombres- reciben de los EEUU 700 millones de dólares por año y armas que
Washington solo provee a Israel.
Otro tema crucial de la agenda es el control que las trasnacionales
mantienen sobre la riqueza minera del país. “La locomotora minera –son palabras
de Iván Márquez- es como un demonio de destrucción socio-ambiental que si no es
detenido por el pueblo, en menos de una década transformará a Colombia en un
país inviable”.
Una agenda ambiciosa
La agenda aprobada es un ambicioso documento con seis puntos:
1. Proceso de desarrollo acelerado y uso de la tierra
2. Participación política
3. Fin del conflicto armado
4. Solución para el problema de las drogas
5. Victimas
6. Agenda para la implementación y referendo
La mayoría de los puntos se desdobla en capítulos sobre los diferentes
temas a debatir (http://www.odiario.info/?=26o1).
En una clara demostración de apoyo a las negociaciones de La Habana, fue
divulgado en Bogotá un documento que expresa el profundo deseo de paz del
pueblo colombiano. Es firmado por millares de artistas, intelectuales,
profesores, sindicalistas, líderes comunitarios, etc.
La delegación de las FARC –además del comandante Iván Márquez de ella
hacen parte los comandantes Rodrigo Granda, Jesús Santrich, Marco León Calarcá,
Andrés París y la guerrillera holandesa Tanja Nijmeijer- no espero al inicio de
las negociaciones para divulgar comunicados criticando declaraciones de los
representantes del gobierno que perjudican la atmosfera del Proceso de Paz. El general Jorge Mora,
destacadamente, viene insistiendo para una desmovilización inmediata de las FARC.
La Calle quiere reducir al mínimo los debates sobre temas económicos.
El presidente Juan Manuel Santos, un oligarca neofascista, con un pasado
ligado al paramilitarismo y al narcotráfico, sintió la necesidad de abrir el
diálogo de paz con las FARC, opción que al tomar posesión calificaba de
impensable. Cambió de actitud en la convicción de que no hay solución militar
para el conflicto y también alarmado con el éxito alcanzado por la Marcha
Patriótica y con la adhesión de millones de
colombianos a la campaña promovida por el movimiento “Colombianos por la
paz”.
Trata de ganar tiempo. Juan Manuel Santos sabe que Washington se opone a
una paz negociada con las FARC y son fortísimas las presiones de la oligarquía
y de las trasnacionales para impedir que la mesa de dialogo de La Habana
alcance los objetivos del acuerdo signado.
Sabotear la agenda, punto por punto, es ahora la tarea de Humberto La
Calle y del general Mora.
Otra, antagónica, es la actitud de las FARC.
La vida me proporcionó la oportunidad de conocer algunos de los miembros
de la delegación y una amistad profunda me liga al comandante Rodrigo Granda.
Son veteranos comunistas y revolucionarios, empeñados en conquistar la paz y
luchar por una Colombia democrática e independiente.
El comandante Iván Márquez enuncia una evidencia al afirmar: “Mal
aventurados los que en el gobierno ocultan detrás de la bondad de las palabras
la impiedad para con los hombres del pueblo, porque serán apuntados con el dedo
de la vergüenza en las páginas de la Historia”.
Vila Nova de Gaia, 2 de Noviembre de 2012
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