Paz
para ColombiaJuan
J. Paz y Miño Cepeda
La
violencia en Colombia, que dura más de medio siglo, se convirtió en un asunto de
“convivencia”, del que se aprovecharon, con diversos intereses políticos y
económicos, una serie de sectores: autoridades, políticos, militares, guerrilla,
paramilitares, narcotraficantes, delincuentes y también fuerzas militaristas
extranjeras.
El
Presidente Andrés Pastrana (1998-2002) intentó una solución de paz con los
movimientos guerrilleros. En enero de 1999 acordó con las FARC una “zona de
despegue” de 42 mil Km.2 (casi el tamaño de Suiza) en San Vicente del Caguán,
municipio del departamento del Caquetá. El Presidente trató en forma directa con
Manuel Marulanda “Tirofijo” y parecía existir una voluntad común para el
desenlace esperado.
Pero,
desde los inicios las negociaciones tuvieron fuerzas opositoras. A la cabeza los
paramilitares, que desde 1997 quedaron centralizados bajo el mando de Carlos
Castaño. También sectores militares que cuestionaron la entrega de un amplio
territorio que, según su visión, solo fomentó las actividades guerrilleras. Y
por debajo de todo, los interesados en que el conflicto no tenga solución, por
advertir perjuicios a sus habituales “negocios” en torno a la
violencia.
En
febrero de 2002 el presidente Pastrana anunció el fin de los diálogos. El
sucesor, Álvaro Uribe (2002-2010) encaró a las FARC como “criminales” y
“terroristas”. Se apoyó en el “Plan Colombia”, con la idea de
“internacionalizar” el conflicto con decisivo apoyo de los EEUU, bajo la óptica
de que la paz sólo sería viable con la derrota de la “narco-guerrilla” por la
vía militar. El resultado, más allá de ciertas victorias y la muerte de varios
líderes guerrilleros, solo estancó el conflicto, proyectando la violencia en el
tiempo.
Ecuador
ha sido víctima del conflicto colombiano con incursiones, bombardeos,
desplazados y otras tantas secuelas, incluidos enormes recursos para el
resguardo de su frontera. De manera que América Latina no puede menos que
congratularse por el giro impuesto por el presidente Juan Manuel Santos y la
disposición de las FARC para sentarse a una nueva mesa de negociaciones que,
aunque enfrenta obstáculos similares a los del pasado, se encuentra hoy bajo
condiciones históricas más favorables.
Aparecen
como los puntos más sensibles, el relativo al régimen agrario, la
desmilitarización y el narcotráfico. Y este último no podrá tener éxito
definitivo mientras exista el gigantesco mercado de consumo en el norte del
Continente.
EL TELÉGRAFO - Primer Diario PúblicoEcuador, lunes 22 de octubre de 2012
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