22-10-2012
No se necesitaban
armas atómicas para terminar la guerra o salvar vidas
La verdadera razón
por la cual EE.UU. utilizó armas nucleares contra Japón
Washington's Blog. Information
Clearing House
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Como a todos los estadounidenses, me enseñaron que EE.UU. lanzó
bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki para terminar la Segunda Guerra
Mundial y salvar vidas estadounidenses y japonesas.
Henry Stimson, el "pacificador" de Nicaragua en 1907, como Secretario de Guerra de Truman, fue el que dio la orden de bombardear al Japón en agosto de 1945. Nota de Revista Libre Pensamiento
Sin embargo, la mayoría de los altos oficiales militares
estadounidenses de la época dijeron otra cosa.
El grupo de Estudio de Bombardeo Estratégico de EE.UU., asignado
por el presidente Truman para estudiar los ataques aéreos contra Japón, produjo
un informe en julio que concluyó (52-56):
Sobre la base de una detallada investigación de todos los hechos y
con el apoyo del testimonio de los dirigentes japoneses involucrados, el
Estudio opina que Japón se habría rendido ciertamente antes del 31 de diciembre
de 1945 y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945 incluso si las
bombas atómicas no se hubieran lanzado, incluso si Rusia no hubiera entrado a
la guerra, e incluso si no se hubiera planificado o contemplado ninguna
invasión.
El general (y después presidente) Dwight Eisenhower -entonces
comandante supremo de todas las Fuerzas Aliadas, y el oficial que creó la mayor
parte de los planes militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial para
Europa y Japón– dijo:
Los japoneses estaban dispuestos a rendirse y no era necesario
atacarlos con esa cosa horrible.
Newsweek , 11/11/63, Ike on Ike
Eisenhower también señaló (pg. 380)
En [julio de] 1945… el secretario de Guerra Stimson, en visita a
mi oficina central en Alemania, me informó de que nuestro gobierno se preparaba
para lanzar una bomba atómica sobre Japón. Yo era uno de los que pensaban que
había una serie de razones convincentes para cuestionar la inteligencia de un
acto semejante… el secretario, después de darme la noticia del exitoso ensayo de
la bomba en Nuevo México, y del plan de utilizarla, me pidió mi reacción,
esperando al parecer una enérgica aprobación.
Durante su relato de los hechos relevantes, había sido consciente
de un sentimiento de depresión y por lo tanto le expresé mis graves
aprensiones, primero sobre la base de mi creencia en que Japón ya estaba
derrotado y que el lanzamiento de la bomba era totalmente innecesario, y en
segundo lugar porque pensaba que nuestro país debía evitar horrorizar a la
opinión mundial debido al uso de un arma cuyo empleo, pensaba, ya no era
indispensable como medida para salvar vidas estadounidenses. Pensaba que Japón
estaba, en ese mismo momento, buscando alguna forma de rendirse con la menor
pérdida de prestigio. El secretario se mostró profundamente perturbado por mi
actitud…
Harry Truman expresó su satisfacción por el “abrumador éxito del experimento”: el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki.
El almirante William Leahy –el miembro de más alta graduación de
las fuerzas armadas de EE.UU. desde 1942 hasta su retiro en 1949, quien fue el
primer jefe de facto del Estado Mayor Conjunto y que estaba al centro de todas
las principales decisiones militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial–
escribió (pg. 441):
En mi opinión el uso de esa cruel arma en Hiroshima y Nagasaki no
fue una ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban
derrotados y se disponían a rendirse debido al efectivo bloqueo marítimo y los
exitosos bombardeos con armas convencionales.
Las posibilidades letales de la guerra atómica en el futuro son
aterradoras. Mi propio sentimiento era que al ser los primeros en utilizarla,
habíamos adoptado un estándar ético común a los bárbaros de la Alta Edad Media.
No me enseñaron a hacer la guerra de esa manera, las guerras no se pueden ganar
destruyendo a mujeres y niños.
El general Douglas MacArthur estuvo de acuerdo (pg. 65, 70-71):
Los puntos de vista de MacArthur respecto a la decisión de lanzar
la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki fueron totalmente diferentes de lo
que supuso el público en general… Cuando pregunté al general MacArthur sobre la
decisión de lanzar la bomba, me sorprendió escuchar que ni siquiera le habían
consultado. ¿Cuál habría sido su consejo?, le pregunté. Respondió que no veía
ninguna justificación militar para lanzar la bomba. La guerra podría haber
terminado semanas antes, dijo, si EE.UU. hubiera aceptado, como en todo caso lo
hizo posteriormente, que se conservara la institución del emperador.
Además (pg. 512):
La declaración de Potsdam, en julio, exigió que Japón se rindiera
incondicionalmente o se enfrentaría a ‘una rápida y total destrucción’.
MacArthur se escandalizó. Sabía que los japoneses jamás renunciarían a su
emperador y que sin él, en cualquier caso, sería imposible una transición
ordenada a la paz, porque su pueblo no se sometería jamás a la ocupación aliada
a menos que el emperador lo ordenara. Irónicamente, cuando tuvo lugar la
rendición, fue condicional, y la condición fue la continuación del reino
imperial. Si se hubiera seguido el consejo del general, es posible que el
recurso a las armas atómicas en Hiroshima y Nagasaki hubiera sido innecesario.
Del mismo modo, el secretario adjunto de Guerra, John McLoy señaló
(pg. 500):
Siempre he pensado que nuestro ultimátum al gobierno japonés
emitido desde Potsdam [en julio de 1945] lo habría aceptado, si nos hubiésemos
referido al mantenimiento del emperador como monarca constitucional y
hubiésemos hecho alguna referencia al acceso razonable a materias primas de
futuro gobierno japonés. Por cierto, creo que incluso en la forma en la que se
dio dicho ultimátum había una cierta disposición por parte de los japoneses a
considerarlo de manera favorable. Cuando terminó la guerra llegué a esta
conclusión después de hablar con una serie de funcionarios japoneses que habían
estado íntimamente asociados con la decisión del gobierno japonés de entonces
de rechazar el ultimátum tal como se presentó. Creo que perdimos la oportunidad
de lograr una rendición japonesa, completamente satisfactoria para nosotros,
sin necesidad de lanzar las bombas.
El subsecretario de la Armada, Ralph Bird, dijo:
Pienso que los japoneses querían la paz y ya habían contactado a
los rusos y creo que a los suizos. Y esa sugerencia de [dar] una advertencia
[de la bomba atómica] fue una propuesta que les habría permitido salvar las
apariencias y la habrían aceptado de buena gana.
***
A mi juicio, la guerra japonesa ya estaba ganada antes de que
utilizásemos la bomba atómica. Por lo tanto, no habría sido necesario que
reveláramos nuestra posición nuclear y estimular a los rusos a desarrollar lo
mismo mucho más rápido de lo que lo hubieran hecho si no hubiésemos lanzado la
bomba.
War Was Really Won Before We Used A-Bomb, U.S. News and World Report,
15/8/60, pg. 73-75.
También señaló (pg. 144-145, 324):
Me pareció que los japoneses estaban cada vez más débiles.
Rodeados por la armada, no podían recibir ninguna importación ni podían
exportar nada. Naturalmente, a medida que pasaba el tiempo y la guerra se
desarrollaba a nuestro favor era bastante lógico esperar que con el tipo
adecuado de advertencia los japoneses estuvieran en una posición para hacer la
paz, lo que habría hecho que fuera innecesario lanzarla bomba y tuviésemos que
hacer que participara Rusia.
El general Curtis LeMay, el duro “halcón” de la Fuerza Aérea del
Ejército, declaró públicamente poco antes del lanzamiento de las bombas
nucleares sobre Japón:
La guerra habría terminado en dos semanas… La bomba atómica no
tuvo absolutamente nada que ver con el fin de la guerra.
El vicepresidente del Estudio de Bombardeo de EE.UU., Paul Nitze,
escribió (pg. 36-37, 44-45):
Llegué a la conclusión de que incluso sin la bomba atómica, era
probable que Japón se rindiera en cosa de meses. Mi propio punto de vista era
que Japón capitularía en noviembre de 1945.
***
Incluso sin los ataques a Hiroshima y Nagasaki parecía muy poco
probable, en vista de lo que establecimos que era el estado de ánimo del
gobierno japonés, que fuera necesaria una invasión estadounidense de las islas
[programada para el 1 de noviembre de 1945].
El director adjunto de la Oficina de Inteligencia Naval, Ellis
Zacharias, escribió:
Precisamente cuando los japoneses estaban dispuestos a capitular,
seguimos adelante e introdujimos en el mundo el arma más devastadora que había
visto, y en efecto dimos el visto bueno a Rusia para que se extendiera sobre
Asia Oriental.
Washington decidió que Japón había tenido su oportunidad y que era
hora de utilizar la bomba atómica.
Sugiero que fue la decisión equivocada. Fue un error por motivos
estratégicos. Y fue un error por motivos humanitarios.
Ellis Zacharias, How
We Bungled the Japanese Surrender, Look, 6/6/50, pg. 19-21.
El brigadier General Carter Clarke –el oficial de inteligencia
militar a cargo de preparar los resúmenes de los cables japoneses interceptados
para el presidente Truman y sus consejeros– dijo: (pg. 359):
Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos
hacerlo y ellos sabían que no necesitábamos hacerlo, los utilizamos como un
experimento para dos bombas atómicas.
Muchos otros altos oficiales militares estuvieron de acuerdo. Por
ejemplo:
El comandante en jefe de la Armada de EE.UU. y jefe de Operaciones
Navales, Ernest J. King, declaró que el bloqueo naval y el bombardeo anterior
en Japón en marzo de 1945, habían incapacitado a los japoneses y que el uso de
la bomba atómica fue innecesario e inmoral. También, se informó de que el
almirante de la Flota Chester W. Nimitz dijo en una conferencia de prensa el 22
de septiembre de 1945 que “el almirante aprovechó la oportunidad para sumar su
voz a las de los que insistían en que Japón estaba derrotado antes del
bombardeo atómico y del ingreso de Rusia a la guerra”. En un discurso
subsiguiente en el Monumento Washington el 5 de octubre de 1945, el almirante
Nimitz declaró: “Los japoneses, de hecho, habían pedido la paz antes de que se
anunciara al mundo la era atómica con la destrucción de Hiroshima y antes de la
entrada de Rusia a la guerra”. También se supo que el 20 de julio de 1945, o
cerca de esa fecha, el general Eisenhower había instado a Truman, en una visita
personal, a que no utilizara la bomba atómica. La evaluación de Eisenhower era
que “No era necesario atacarlos con esa cosa espantosa… utilizar la bomba
atómica para matar y aterrorizar a civiles, sin intentar siquiera
[negociaciones] fue un doble crimen”. Eisenhower también declaró que no era
necesario que Truman “sucumbiera” ante el [ínfimo puñado de personas que
presionaban al presidente para que lanzara bombas atómicas en Japón].
Los oficiales británicos pensaban lo mismo. Por ejemplo Sir
Hastings Ismay, general y jefe de Estado Mayor del ministerio británico de Defensa,
dijo al primer ministro Churchill que “si Rusia entrara a la guerra contra
Japón, los japoneses probablemente desearían salir bajo casi cualquier
condición que no sea el destronamiento del emperador”.
Al oír que la prueba atómica fue exitosa, la reacción privada de
Ismay fue de “repulsión”.
¿Por qué se lanzaron las bombas en ciudades pobladas y sin valor
militar?
Incluso los oficiales militares que estaban a favor del uso de
armas nucleares preferían que se utilizaran en áreas no pobladas u objetivos militares
japoneses… no en las ciudades.
Por ejemplo el asistente especial del secretario de la Armada, Lewis Strauss, sugirió a su jefe, James Forrestal, que bastaría una demostración no letal de armas atómicas para convencer a los japoneses de que se rindieran… y el secretario de la Armada estuvo de acuerdo. (pg. 145, 325):
Sugerí al secretario Forrestal que se hiciese una demostración del
arma antes de utilizarla. En primer lugar porque era obvio para un número de
personas, incluyéndome a mí, que la guerra casi había terminado. Los japoneses
estaban prácticamente listos para capitular… mi propuesta al secretario fue que
se debía hacer la demostración del arma en un área accesible a observadores
japoneses y donde sus efectos serían dramáticos. Recuerdo haber sugerido que un
sitio adecuado para una demostración de ese tipo sería un gran bosque de cedros
japoneses no lejos de Tokio. El cedro japonés es la versión japonesa de nuestra
secoya… Supuse que una bomba detonada a una altura adecuada sobre un bosque semejante…
esparciría los árboles desde el centro de la explosión en todas direcciones
como si fueran fósforos y por supuesto les prendería fuego en el centro.
Pensaba que una demostración de este tipo demostraría a los japoneses que
podíamos destruir a voluntad cualquiera de sus ciudades… El secretario
Forrestal estuvo completamente de acuerdo con la recomendación…
Me parecía que no era necesaria un arma semejante para acabar con
la guerra, y que una vez que se utilizase se incorporaría a los armamentos del mundo…
El general George Marshall estuvo de acuerdo:
Algunos documentos contemporáneos muestran que Marshall pensaba
que “esas armas se podrían utilizar primero contra objetivos militares
propiamente tales como una gran instalación naval y entonces, si no se lograba
un resultado total con su efecto, pensaba que deberíamos determinar una serie
grandes áreas manufactureras en las que se avisaría a la gente de que se fuera
y advirtiendo a los japoneses de que teníamos la intención de destruir esos
centros…”
Como sugiere el documento sobre los puntos de vista de Marshall,
la pregunta de si se justificaba el uso de la bomba atómica se concentra… en si
las bombas tenían que usarse contra un objetivo mayormente civil en lugar de un
objetivo estrictamente militar, lo que en los hechos era la alternativa
explícita, ya que aunque había soldados japoneses en las ciudades, los
planificadores estadounidenses no consideraban vitales a Hiroshima ni Nagasaki
desde el punto de vista militar. (Es uno de los motivos por los que hasta
entonces no se había bombardeado con fuerza a ninguna de ellas). Además los
ataques [en Hiroshima y Nagasaki] apuntaban explícitamente a instalaciones no
militares rodeadas de viviendas de trabajadores.
Los historiadores están de acuerdo en que la bomba no era
necesaria
Los historiadores están de acuerdo en que no era necesario
utilizar bombas nucleares para detener la guerra o salvar vidas.
Como señala el historiador Doug Long:
El historiador de la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU., J.
Samuel Walker, ha estudiado la historia de la investigación sobre la decisión
de utilizar armas nucleares en Japón. En su conclusión escribe: “El consenso
entre los expertos es que la bomba no era necesaria para evitar una invasión de
Japón y terminar la guerra dentro de un plazo relativamente corto. Es obvio que
existían alternativas a la bomba y que Truman y sus consejeros lo sabían” (J.
Samuel Walker, The Decision to
Use the Bomb: A Historiographical Update, Diplomatic History, Winter 1990,
pg. 110).
Los políticos estaban de acuerdo
Muchos políticos de alto nivel estaban de acuerdo. Por ejemplo,
Herbert Hoover dijo, (pg. 142):
Los japoneses estaban dispuestos a negociar definitivamente desde
febrero de 1945… hasta que se lanzaron las bombas atómicas, … si se hubieran
tenido en cuenta esas señales no habría habido ocasión alguna para lanzar las
bombas [atómicas].
El subsecretario de Estado, Joseph Grew, señaló (pg. 29-32):
A la luz de la evidencia disponible otras personas y yo pensábamos
que si una declaración tan categórica sobre [el mantenimiento de] la dinastía
se hubiera emitido en mayo de 1945, los elementos favorables a la rendición en
el gobierno [japonés] podrían haber obtenido a través de una declaración
semejante una razón válida y la fuerza necesaria para llegar a una decisión
claramente definida.
Si la rendición hubiera tenido lugar en mayo de 1945, o incluso en
junio o julio, antes de la entrada de la Rusia soviética en la guerra [en el
Pacífico] y del uso de la bomba atómica, el ganador habría sido el mundo.
¿Entonces por qué se lanzaron las bombas atómicas en Japón?
Si el lanzamiento de bombas nucleares no era necesario para acabar
la guerra o salvar vidas, ¿por qué se tomó la decisión de lanzarlas?
¿Especialmente a pesar de las objeciones de tantos altos personajes militares y
políticos?
Una teoría es que a los científicos les gusta jugar con sus
juguetes:
El 9 de septiembre de 1945 se citó ampliamente en público al
almirante William F. Halsey, comandante de la Tercera Flota, declarando que la
bomba atómica se usó porque los científicos tenían un “juguete y querían
probarlo…” Además señaló: “La primera bomba atómica fue un experimento
innecesario… Fue un error lanzarla”.
Sin embargo, la mayoría de los científicos del Proyecto Manhattan
que desarrollaron la bomba atómica se oponían a utilizarla en Japón.
Albert Einstein –un importante catalizador del desarrollo de la
bomba atómica (pero que no estaba directamente conectado con el Proyecto
Manhattan)– dijo algo diferente:
“La mayoría de los científicos se opuso a usar de repente la bomba
atómica”. Según Einstein, el lanzamiento de la bomba fue una decisión
política-diplomática más que una decisión militar o científica.
Por cierto, algunos de los científicos del Proyecto Manhattan
escribieron directamente al secretario de Defensa en 1945 para intentar
disuadirlo de lanzar la bomba:
Creemos que estas consideraciones hacen que el uso de bombas
nucleares en un anticipado y no anunciado ataque a Japón no sea aconsejable. Si
EE.UU. fuera el primero en introducir este nuevo medio de destrucción
indiscriminada a la humanidad, sacrificaría el apoyo público en todo el mundo,
precipitaría la carrera armamentista, y perjudicaría la posibilidad de lograr
un acuerdo internacional sobre el control futuro de tales armas.
Political and Social Problems, Manhattan
Engineer District Records, Harrison-Bundy files, folder # 76, National Archives
(contenido también en: Martin Sherwin, A
World Destroyed, edición 1987, pg. 323-333).
Los científicos cuestionaron la capacidad de destruir ciudades
japonesas con bombas atómicas para lograr la rendición cuando la destrucción de
las ciudades con bombas convencionales no lo había hecho y –como algunos de los
oficiales militares antes mencionados– recomendó una demostración de la bomba atómica
en Japón en un área deshabitada.
¿La verdadera explicación?
History.com señala:
A lo largo de los años desde el lanzamiento de las dos bombas
atómicas sobre Japón, una serie de historiadores han sugerido que las armas
tenían un doble objetivo… Se ha sugerido que el segundo objetivo era hacer una
demostración de la nueva arma de destrucción masiva a la Unión Soviética. En
agosto de 1945, las relaciones con la Unión Soviética se habían deteriorado
considerablemente. La Conferencia de Potsdam entre el presidente de EE.UU.,
Harry S. Truman, el líder ruso José Stalin y Winston Churchill (antes de ser
reemplazado por Clement Attlee) terminó solo cuatro días antes del bombardeo de
Hiroshima. La reunión estuvo marcada por recriminaciones y sospechas entre estadounidenses
y soviéticos. Los ejércitos rusos ocupaban la mayor parte de Europa Oriental.
Truman y muchos de sus consejeros esperaban que el monopolio atómico de EE.UU.
ayudase a presionar diplomáticamente a los soviéticos. De esta manera, el
lanzamiento de la bomba atómica en Japón se puede ver como el primer disparo de
la Guerra Fría.
New Scientist informó en 2005:
La decisión de EE.UU. de lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y
Nagasaki en 1945, tenía el propósito de comenzar la Guerra Fría más que de terminar
la Segunda Guerra Mundial, según dos historiadores nucleares que dicen que
tienen nueva evidencia que respalda la controvertida teoría.
Dicen que el objetivo de una reacción de fisión en varios kilogramos de uranio y plutonio y de la matanza de más de 200.000 personas hace
60 años, fue más impresionar a la Unión Soviética que doblegar a Japón. Y el
presidente de EE.UU. que tomó la decisión, Harry Truman, fue el culpable,
agregan.
“Sabía que estaba iniciando el proceso de aniquilación de la
especie”, dice Peter Kuznick, director del Instituto de Estudios Nucleares en
la American University en Washington DC, US. “No fue solo un crimen de guerra,
fue un crimen contra la humanidad.”
***
[La explicación convencional del uso de las bombas para terminar
la guerra y salvar vidas] es cuestionada por Kuznick y Mark Selden, un
historiador de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, EE.UU.
***
Nuevos estudios de los archivos diplomáticos estadounidenses,
japoneses y soviéticos sugieren que el principal motivo de Truman fue limitar
la expansión soviética en Asia, afirma Kuznick. Japón se rindió porque la Unión
Soviética inició una invasión unos días después del bombardeo de Hiroshima, no
debido a las bombas atómicas en sí, dice.
Según un informe de Walter Brown, asistente del secretario de
Estado de EE.UU. de la época, James Byrnes, tres días antes del lanzamiento de
la bomba en Hiroshima, en una reunión Truman reconoció que Japón “busca la
paz”. Sus generales del ejército, Douglas Macarthur y Dwight Eisenhower, y su
jefe de Estado Mayor naval William Leahy, dijeron a Truman que no existía
ninguna necesidad militar de utilizar la bomba.
“Impresionar a Rusia era más importante que terminar la guerra en
Japón”, dice Selden.
John Pilger señala:
El secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, dijo al
presidente Truman que “temía” que la fuerza aérea de EE.UU. hubiera bombardeado
tanto a Japón que la nueva arma no podría “mostrar su fuerza”. Más adelante
admitió que “no se hizo ningún esfuerzo, y ninguno se consideró seriamente,
para lograr simplemente la rendición con el fin de no tener que usar la bomba”.
Sus colegas de la política exterior estaban ansiosos “de intimidar a los rusos
con la bomba en lugar de portarla ostentosamente”. El general Leslie Groves, director
del Manhattan Project, testificó: “Nunca hubo pensé en que Rusia era nuestro
enemigo y que el proyecto se llevó a cabo sobre esa base”. Al día siguiente de
la destrucción de Hiroshima, el presidente Truman expresó su satisfacción por
el “abrumador éxito del experimento”.
Dejamos la última palabra al profesor de economía política de la
Universidad de Maryland, exdirector legislativo en la Cámara de Representantes
y el Senado de EE.UU. y asistente especial en el Departamento de Estado, Gar
Alperovitz:
Aunque la mayoría de los estadounidenses lo ignora, cada vez más
historiadores reconocen ahora que EE.UU. no tuvo necesidad de utilizar la bomba
atómica para terminar la guerra contra Japón en 1945. Además, esta opinión
esencial fue expresada por mayoría de los máximos dirigentes militares
estadounidenses en las tres ramas de las fuerzas armadas en los años
posteriores a la guerra: Ejército, Armada, y Fuerza Aérea del Ejército. Tampoco
fue la opinión de “liberales”, como se piensa a veces en la actualidad. En los
hechos, destacados conservadores fueron mucho más sinceros en el
cuestionamiento de la decisión como injustificada e inmoral que los liberales
estadounidenses en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
***
En lugar de permitir otras opciones para terminar la guerra, como
que los soviéticos atacaran Japón con fuerzas terrestres, EE.UU. se apresuró a
utilizar dos bombas atómicas en torno a la fecha del 8 de agosto en la que
estaba programado un ataque soviético: Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el 9
de agosto. La oportunidad en sí ha provocado obviamente preguntas entre
numerosos historiadores. La evidencia disponible, aunque no concluyente,
sugiere fuertemente que en parte las bombas pudieron utilizarse porque los
dirigentes estadounidenses “prefirieron” –como dice el historiador premiado con
el Premio Pulitzer, Martin Sherwin– terminar la guerra con las bombas en lugar
del ataque soviético. Parece que es probable que también fuera un factor
significativo el intento de impresionar a los soviéticos en las primeras fintas
diplomáticas que finalmente llevaron a la Guerra Fría.
***
La perspectiva más esclarecedora, sin embargo, proviene de altos
dirigentes militares estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. La creencia
generalmente aceptada de que la bomba atómica salvó un millón de vidas está tan
generalizada que… la mayoría de los estadounidenses ni siquiera se han detenido
a considerar algo bastante impactante para cualquiera que se haya preocupado
seriamente del tema: La mayoría de los máximos dirigentes militares de EE.UU.
no solo pensaba que los bombardeos eran innecesarios e injustificados, muchos
se sintieron ofendidos moralmente por lo que consideraron como la destrucción
innecesarias de ciudades japonesas y esencialmente de poblaciones no
combatientes. Además, hablaron del tema de un modo bastante abierto y público.
***
Poco antes de su muerte el general George C. Marshall defendió
tranquilamente la decisión, pero en general consta que dijo repetidamente que
no fue una decisión militar sino política.
Este artículo se publicó originalmente en Washington's Blog
Fuente:
rCR
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