Líderes antizelayistas en 1909, de pie: José María Moncada y Adolfo Díaz; sentados: Luis Mena y Carlos Cuadra Pasos.
Adolfo Díaz
El Menismo en Nicaragua. Pendencias y tendencias políticas de la época (1910-1912). 2da parte
El Menismo en Nicaragua. Pendencias y tendencias políticas de la época (1910-1912). 2da parte
Por: Rafael Casanova Fuertes*
Ver primera parte de este trabajo en el vínculo siguiente:
2-Diferencias y pendencias entre los Revolucionarios
Desde los primeros días del nuevo gobierno, empezaron a aflorar las contradicciones entre Mena y Chamorro. Los amigos del caudillo, en su mayoría pertenecientes a la “Calle Atravesada” de Granada, alertaron a Chamorro sobre el peligro de la popularidad de Mena y las supuestas alianzas de éste con Moncada y los liberales. Sin embargo, había quienes lo alentaban a seguir adelante. Así, en octubre de 1910, David Arellano, en carta a Octaviano César, exaltaba el liderazgo de Chamorro por encima del de Estrada y Mena. (Arellano, octubre1910 en 201007120 BBCN).
Con todo, en sus memorias, Chamorro da a entender que fue engañado por el propio Mena para recomendar, a este mismo personaje, ante Díaz como Ministro de Guerra. A cambio de ello, Mena le ofrecería su apoyo, asunto que el primero aceptó (Chamorro 1966 P.54). Empero, su recomendado tenía su propio proyecto de candidatura sin que para nada se la comunicara. Pese a todo, el caudillo en sus memorias, desconoce la popularidad de Mena y exalta la propia.
La documentación acumulada, principalmente cartas, revelan situaciones y confusiones de la época. En algunos casos, los amigos de Chamorro ligaron a Mena con Díaz y Estrada. Mientras tanto, Mena movió sus tentáculos en todo el territorio para hacerse de adeptos a favor de su campaña presidencial. Desde su posición, logró colocar amigos y partidarios en puestos gubernamentales.
Desde noviembre de 1910, los partidarios de Chamorro lanzaron la alerta de que Mena estaba sustituyendo a los partidarios de Chamorro, en jefaturas políticas por adeptos al Menismo (Wheelock, nov.de 1910 en Doc. 20100721). Puede resultar extraño que una figura tan poco conocida lograra extender sus influencias casi en todo el territorio. Es evidente que Mena estaba explotando su popularidad al máximo en pro de sus planes, pero las fuentes dejan entrever de forma implícita que había un estado de fisuras latentes en las filas del conservatismo. De acuerdo con Robleto un testigo de los acontecimientos “Alrededor de Chamorro estaban los conservadores rancios de familias de abolengo. Rodeaban a Mena los jefes de la campaña triunfante y los conservadores reformistas” (Robleto, 1960.P. 228)
Las situaciones se definieron hasta abril y mayo de 1911, cuando, primero, fue disuelta la constituyente y, posteriormente, se produjo el encarcelamiento de Mena, por orden de Moncada con apoyo de Estrada.
La intervención del ministro norteamericano Northcott, fue determinante en la salida a la crisis, misma de la que derivó la elección provisional de Días como presidente y de Mena, como Ministro General. En estas circunstancias, los conservadores depusieron sus diferencias y se apresuraron a apoyar a Mena y a Díaz.
Desde esta posición, el poder de Mena se vino fortaleciendo al extremo que la nueva Asamblea constituyente lo nombró como virtual candidato presidencial y, por si fuera poco, sus partidarios pasaron a ocupar posiciones claves en los departamentos. Al desaparecer del escenario los ex aliados liberales de la revolución conservadora, quedaron frente a frente Mena y Díaz. Este último más confiado y ecuánime, dadas sus relaciones externas y el apoyo de la Calle Atravesada; Mena tratando de ganar más espacios a lo interno y darle confianza a los representantes de EE.UU.
Díaz, desde su posición provisional, no daba a conocer abiertamente, sus aspiraciones presidenciales. Efectivamente esta lucha se desarrolló, aunque no muy visiblemente porque Adolfo Díaz con su habilidad acostumbrada, ocultaba sus propósitos que eran indudablemente, el buscar como dominar a Mena para evitar que este llegara al poder. (Chamorro, 1966. p. 56)
Chamorro, quien había salido del país hacia Honduras, desde la disolución de la Constituyente en abril de 1911, tornó a Nicaragua en diciembre de este mismo año. Su auto exilio fue una especie de jugada política. Algunos de sus partidarios, lo animaron en distintas ocasiones a tomar las armas (Véase Chamorro, 1966 p.56). Desde Honduras, movió sus influencias en Estados Unidos para desgastar políticamente a Mena y, desde aquí mismo, empezó a tener un acercamiento con Díaz y el también político conservador pro norteamericano Carlos Cuadra Pasos.
Por supuesto, en esas circunstancias, todo se movía a obtener el visto bueno de Estados Unidos, sus altos funcionarios eran los grandes electores “A eso contribuían los trabajos de Moffat, que llegó a Nicaragua muy enemigo de Mena y consiguió formar una atmosfera adversa al Menismo, a lo cual colaboraron otros viajeros que vinieron a Washington…” (Cuadra, agosto 1911. En Doc.201007120)
El paso dado por Mena y los menistas de proclamarlo candidato presidencial, fue considerado una violación de los acuerdos Dawson, en tanto estos acuerdos reflejaban que los candidatos para las próximas elecciones deberían ser selectos entre (y por) los firmantes de los Pactos, razón por la cual Díaz, Cuadra Pasos y Chamorro, quien desde un inicio guardó distancia de Mena, se coligaron en contra de éste. Y bajo este argumento clave, ante los representantes norteamericanos se presentó a Mena como un peligro para la estabilidad política del país.
En la medida en que se agudizaban las contradicciones, algunas publicaciones del desplazado bando liberal zelayista, no ocultaron sus simpatías por Mena y sus partidarios, al percatarse de sus diferencias con el conservatismo tradicional. Un escrito titulado “La muerte del Cacho”, publicado en el Diario Moderno, no podía ser más convincente: Los verdaderos liberales debemos felicitarnos de ver surgir en las filas opuestas jóvenes de la talla de Tomás Martínez, Joaquín Gómez, Eduardo Doña, Federico J Lacayo, Ricardo López Callejas, los Buitrago Díaz y tantos más. (Medina 1912 p.2)
Estas publicaciones y hechos concretos, alertaron al Departamento de Estado, de que no podía darle visa presidencial a alguien que en el futuro pudiera conciliarse con los remanentes del Zelayismo. Sin embargo, los norteamericanos no podían separar bruscamente a Mena, convencidos, como estaban, de su popularidad. Pero tenían que dar muestras de apoyo moral a Díaz y buscar la manera de consolidar la alianza de los sectores tradicionales pro norteamericanos del conservatismo. Los partidarios de Chamorro alentaban esta situación, enviando informes sobre la concesión, por parte de Mena, de puestos en los departamentos del Norte a personas de reconocida filiación liberal (Martínez agosto de 1911en 201007120). Los medios de difusión, a su vez, exacerbaban los actos de corrupción de algunos funcionarios menistas.
Mena y sus amigos trataron de conciliarse con Chamorro en aras de la unidad del Partido y, en agosto de este mismo año, propusieron a Chamorro, a través de un acta de caballeros (firmada por Mena y los amigos de Chamorro) a que fuera el candidato a vicepresidente de Mena (periodo 1912-1916). Pero, además, el segundo, como presidente debía apoyar la candidatura presidencial de Chamorro en el siguiente periodo (1916-1920). Chamorro rechazó esta propuesta basado en la ilegalidad de la candidatura de Mena (acta de agosto de 1911 en Doc. 201007120)
Todo esto pasaba por acuerdos y reuniones con los elementos más representativos de esta fracción dirigida principalmente por el trío Díaz -Chamorro-Cuadra Pasos. Chamorro, en dos momentos, se contuvo de aceptar las propuestas de resolver los problemas con Mena por la vía militar. Primero en abril de 1911 (Chamorro 1966. p. 56) y después en noviembre de este mismo año, cuando sus amigos le propusieron aprovechar que algunos mandos militares le eran leales en Corinto y Chinandega, para ocupar militarmente puestos y plazas claves en Occidente; hacer una concentración de fuerzas en esta parte del país para garantizar su retorno a Nicaragua; iniciar su marcha hacia Managua y desplazar a Mena, con el pretexto de proteger al presidente Díaz de sus ambiciones e intrigas. Hubo dos razones que impidieron a Chamorro aprobar los planes de sus amigos.
1- Estaba claro no sólo del consenso político favorable a Mena, sino también del control que éste tenía sobre el ejército y el armamento.
2- Como la mayoría de los políticos conservadores, estaba pendiente de la aprobación del empréstito que se negociaba con los banqueros estadounidenses. Según sus perspectivas, el empréstito, que incluía la creación de una nueva moneda con paridad del dólar, iba a estabilizar la economía del país. A lo largo de 1911, las cartas de los amigos de Chamorro insisten en que, después del empréstito, la situación política iba a cambiar.
Joaquín Cuadra Z. un partidario de Gral. Chamorro, decía con gran sinceridad: Creo que después de que se firme el empréstito y que este sea en efectivo la situación de Nic. Mejorará (…) cuando existan en Nic. intereses americanos de esa magnitud, este gobierno tomará participación muy inmediata en nuestros asuntos políticos..” (Cuadra, agosto de 1911)
De esta manera, una vez aprobado el empréstito por el poder Legislativo y Ejecutivo, en noviembre de ese año, Chamorro regresa al país y coincide con Díaz en que resuelta la situación económica, se debería pasar a resolver la situación política, en otras palabras la eliminación de Mena, como aspirante presidencial.
3- La guerra de Mena de 1912 y el fin del Menismo
La situación que sigue es más o menos conocida. Chamorro revela en sus memorias que el día 29 de julio le fue entregado por Cuadra Pasos el nombramiento de Gral. en jefe de las fuerzas militares del Gobierno de Díaz y, junto con dicho nombramiento, “se me daba la orden de destituir al General Mena del Ministerio de la Guerra y (…) en caso necesario (…) ponerlo prisionero (Chamorro, 1966. p. 56).
Los hechos demostraron que Chamorro y Díaz le tomaron la delantera a Mena, quien estaba haciendo una sustitución total de las pocas tropas leales que le quedaban a Díaz en Managua. Mena, el propio 29 de julio, escapó de ser capturado por las fuerzas de Chamorro y, con sus amigos, se dirigió a Granada donde tenía concentrada sus recursos militares en el Convento San Francisco, a cargo de su hijo el Coronel Daniel Mena. En estas circunstancias, recurrió a la lógica de la época: al fracasar la negociación política (con los conservadores tradicionales y norteamericanos) recurrió a las armas, lo que le llevó a una alianza con el liberalismo desplazado en 1910. Este hecho materializó de forma total su distanciamiento con el Ministro estadounidense Weitzel y Estados Unidos.
Paradójicamente, en este movimiento decisivo, cuando en el mismo mes de agosto, fuerzas combinadas de Mena y del General en Jefe del Liberalismo Benjamín Zeledón, se lanzaron a la toma de la capital, empezó a opacarse la estrella del primero. Las fuerzas de Mena demostraron suma debilidad, en nuestra opinión muy particular. Mena debió ser quien encabezara las fuerzas de ataque a la capital acompañado de Zeledón, para animar moralmente a sus propios partidarios. Pero el Gral. Mena se declaró enfermo.
En su avance hacia la capital, las fuerzas liberales encabezadas por Zeledón, detuvieron a los desbandados menistas del General Calixto Talavera, quienes huían de Tipitapa, tras ser derrotados por los chamorristas. Los aliados liberales animaron a los menistas a regresar y, en su avance hacia Managua, propinaron una tremenda derrota al General Chamorrista Frutos Bolaños en esta población, puerta hacia Managua. Por tanto, las fuerzas de Zeledón iniciaron el día 11 su ataque a Managua por el borde Oriental.
Los generales menistas, Andrés Murillo y Dionisio Thomas, no cumplieron su parte de presionar desde las Sierras de Managua para realizar el cerco sobre Managua desde Occidente, en combinación con las fuerzas de Zeledón. Al ser sorprendidas y atacadas por las fuerzas conservadores gobiernistas, quienes les infligieron pérdidas en algunos de los mandos, emprendieron la retirada en desorden. Chamorro mismo, quien reconoce en esta fuerza el principal contingente del Menismo, dice que, a partir de la mañana del 13 de agosto, el General Andrés Murillo, no reorganizó sus tropas para continuar el ataque y abandonó a Zeledón, favoreciendo a las tropas del Gobierno, quienes con el flanco Occidental libre de enemigos pudieron concentrar todas sus fuerzas contra Zeledón en el Oriente.
Como se conoce, Zeledón, tras tres días de intensos combates, se retiró de Managua hacia las elevaciones del Coyotepe y la Barranca en Masaya. Fueron también fuerzas liberales las que, en Occidente, asumieron el control de Chinandega y León, y convirtieron esta parte del País, en medio de la escasez de recursos bélicos, en verdaderos bastiones del movimiento. Y Fueron huestes liberales las que llevaron la guerra al istmo de Rivas y al Departamento de Carazo, incluidas algunas poblaciones de Norte, hacia donde fueron liberales leoneses a tratar de coincidir con liberales de esta región (Carta de B. Martínez, 1915).
La situación del Gobierno de Díaz, aún con la victoria de Managua, no era la mejor, los rebeldes tenían la ventaja de ocupar Occidente y Oriente. Solo conservaba el control de Managua y algunas plazas del Norte, donde se esperaba estallidos rebeldes, dado la influencia del liberalismo en las regiones segovianas. Su derrota era, por consiguiente, cuestión de tiempo. El Gobierno de Díaz recurrió, previo pláticas con sus padrinos (amigos y funcionarios norteamericanos) a solicitar la intervención militar para “proteger intereses y vidas de norteamericanos y nicaragüenses” (C. de Rees, 1916). El desembarco de los marines no se hizo esperar en el puerto de Corinto.
Díaz sin mando alguno al principio (…) aún en algunos cuarteles. Entonces fue Importante el papel de la influencia norteamericana en este aumento de prestigio y autoridad (de Díaz). Toda la fuerza moral del Gobierno [norte] americano se puso en su favor. Al hacerlo así no se violaba ningún derecho; antes se acataba su ley constitucional en manos del presidente (Pedro Rafael Cuadra. 1915 p. 15- 16).
El General Luis Mena, quien tenía concentrado en su fortaleza de San Francisco la mayor parte de los recursos bélicos del País, se dejó sorprender por los marinos ocupantes a fines de septiembre… siendo llevado prisionero a la Zona del Canal de Panamá y, con ello, murió el Menismo como fuerza alternativa del conservatismo.
La otra parte de la historia entiendo ha sido -y seguirá siendo- abordada por otros expositores. Corresponde a un capítulo muy conocido en la historia del pendón de la dignidad nacional que va a ser defendido por nuestro héroe nacional Benjamín Zeledón, quien muere heroicamente un 4 de octubre de 1912, tras defender la dignidad nacional en los cerros de la Barranca y el Coyotepe. Con este episodio, finalizó lo que llamamos la Guerra de Mena iniciada el 29 de julio de este año.
4- ¿Fue el Menismo una fuerza alternativa o una premisa del conservatismo progresista?
Como suele suceder en la historia, los protagonistas de los acontecimientos son los impulsores, sin pretenderlo, de cambios sustanciales que trascienden en el campo de las ideas; por tanto, de cambios también esenciales en el procedimiento de otros actores, en la vida política de un país. Es decir, de alternativas políticas diferentes que se cohesionan en determinadas circunstancias. Mena con sus pretensiones presidenciales en aquella situación fue, sin pretenderlo, uno de tales sujetos. Se debe partir del hecho de que fue un movimiento de lo más heterogéneo, incluía desde miembros desprendidos de las familias de la Calle Atravesada, propietarios no tradicionales, oportunistas en busca de posiciones, hasta profesionales progresistas o conservadores evolucionistas.
No se ha localizado un solo comunicado o carta de Mena que permita catalogarlo como un conservador progresista, o dirigente de una alternativa propiamente diferente al conservatismo tradicional. Pero las fuentes dejan en evidencia que, a su alrededor, se vinieron configurando elementos que vinieron guardando distancia del conservatismo tradicional; y el mismo 1912, año de la intervención militar de Estados Unidos, funcionó como una especie de parte aguas, que dividió a los conservadores americanistas, encabezados principalmente por el trío Cuadra Pasos, Díaz y Chamorro; y los conservadores progresistas, facción que incluyó, contradictoriamente, a ex partidarios abiertos de Chamorro, como Bartolomé Martínez, que pasaron a tener una posición abiertamente anti injerencista, derechazo abierto a la intervención norteamericana.
En el Diario Moderno, un medio liberal, Francisco J. Medina, reconocido liberal decía en enero de 1912: “la pérdida del poder ha sido provechosa para el conservatismo evolucionista. Mientras el “Cacho” conspiraba y bregaba con tenacidad digna de mejor causa por reconquistar el mando… en el seno del partido no cachureco seguía fermentando la evolución iniciada por el General Zavala” (Medina, Diario Moderno, 8 de enero de 1912. p.2)
Destaca Medina como ejemplo de conducta, al menista Sebastián Uriza, quien públicamente se arrepintió de haber firmado la concertación de los empréstitos. Medina hizo una larga referencia de la evolución del conservatismo y, en todo, ve como positivo el papel del Menismo. Pero otro conservador, Manuel Calderón Ramírez, en su largo escrito “Un conservador progresista”, dirigiéndose a Medina, estableció implícitamente cuál debería ser la postura de un conservatismo renovado. Partió Calderón de exaltar las virtudes patrióticas de los conservadores de San Jacinto en la Guerra Nacional:
Pide Ud. libertad para que Don Pedro Rafael Cuadra, reviva las perdidas tradiciones de patriotismo de nuestros patriarcas de la honradez y haga el milagro de Lázaro (…) que esa libertad sea el patrimonio de todos sin distingos regionales ni políticos, bajo los pliegues de nuestra bandera…” (Calderón, Diario Moderno, 11 de febrero de 1912)
Es notable que desde una postura cuidadosa, Calderón hizo un llamado a la unidad hasta con los liberales zelayistas, algo inadmisible entre los conservadores tradicionales. Por otra parte, dentro de ese llamado a la unidad, también abogaba por superar los muy arraigados sentimientos localistas y al, mismo tiempo, pedía al americanista P.R. Cuadra que reaccionara, lo que sería una especie de resurrección, adoptando una posición patriótica.
5-Las corrientes políticas de la época
Válido es reseñar que, desde fines de los treinta años conservadores, los partidos tradicionales liberal y conservador no fueron homogéneos ideológicamente, una tendencia que tuvo continuidad a la sombra del modelo reformista, autonomista nacionalista de Zelaya. En el liberalismo emergieron los doctrinarios o constitucionalistas de Occidente quienes, como Francisco Baca y los hermanos Godoy, pasaron a ser opositores al pragmatismo positivista de Zelaya, pero sobre todo al modelo autoritario del caudillo. A fines del periodo de Zelaya, algunos doctrinarios constitucionalistas como el mismo José Madriz, se reconciliaron con Zelaya. También emergieron los liberales nacionalistas quienes radicalizaron su pensamiento hasta rechazar, de forma total, la intervención extranjera en los asuntos internos del país. Además de Zelaya, fueron representativos de esta tendencia elementos jóvenes del liberalismo, como Benjamín Zeledón y Horacio Portocarrero. Casi paralelamente a estas tendencias, una minoría liberal, representada por José María Moncada, vislumbró el desarrollo del país pero reconociendo el liderazgo continental de Estados Unidos, país al que Nicaragua debía obligadamente hacerle concesiones, con base en sus necesidades como potencia. Y, en compensación, EE.UU. debería de proteger a Nicaragua ayudándola a fortalecer sus instituciones. “…he sido amigo de la influencia de los Estados Unidos en Nicaragua para que crezcamos a su sombra en las prácticas republicanas” (Moncada, 1932. RCPCA Nº78 p.33)
En el conservatismo se operó una especie de relativa regresión al evolucionismo, que se había iniciado durante la Administración del Gral. Joaquín Zavala. Esto se expresó cuando jóvenes conservadores granadinos, representados por Adolfo Díaz, Carlos Cuadra Pasos y otros, durante la administración de Zelaya, empezaron a ver con desdén los valores patrióticos que habían configurado la historia del país (un nacionalismo salpicado de sangre) y, desde una óptica que consideraban científica, asumieron que una de las formas de llevar la paz, progreso y desarrollo del país, era el establecimiento de una alianza subordinada a Estados Unidos de América. Esto pasaba, necesariamente, por hacerle concesiones económicas, políticas y sociales a esta potencia, la que, a su vez, debería de asumir el papel de salvaguarda de los intereses del país y de la misma región latinoamericana.
Esta idea se consolidó a partir de que el conservatismo pasó a ser la principal fuerza de oposición a Zelaya. En este sentido, fue muy importante, sobre todo, la relación de Adolfo Díaz con una empresa norteamericana radicada en la Costa Atlántica, para la cual trabajó como contador. Chamorro lo resumía de este modo (…) Creo que Adolfo descartaba las cuestiones muy particulares de patriotismo mal en tendido y enfocaba todo con la crudeza de un científico. (Selser 2001 p.11). En síntesis ellos miraban: a los Estados Unidos como un mundo moral y material muy superior a todo lo pasado, el ápice del progreso y en cierto modo la meta de la historia, un nuevo ensayo de vida justo (Selser Gregorio. 2001. p. 10 del prólogo de Aldo Díaz Lacayo).
Este modelo fue el que los americanistas, encabezados por Adolfo Díaz, pusieron en práctica una vez derrotado Zelaya y consolidada la posición de los mismos con la intervención militar de 1912. Sus iniciativas se materializaron, como se sabe, con hechos muy conocidos como los pactos Dawson del 27 y 30 de octubre de 1910; el tratado Chamorro–Bryan de 1914, los empréstitos de banqueros norteamericanos que tuvieron como garantía, entre otras cosas, las aduanas y los telégrafos, el Plan económico Lansing, la permanencia de un contingente de marines hasta 1925, como fuerza disuasiva y represiva si las circunstancias lo requerían.
En el aspecto político, el candidato electoral de ambos partidos tenía que ser evaluado y aceptado a la conveniencia del Srio. de Estado Norteamericano, pero también se implementaron mecanismos para “modernizar” el sistema político del país, uno de ellos fue la puesta en práctica de La Ley electoral Dods.
Los altos dirigentes del Partido Conservador no ocultaban su satisfacción por la intervención y la presencia militar norteamericana pero, más que eso, la justificaban como un gran logro. Pedro Rafael Cuadra decía en 1915 lo siguiente: Hay razones de alta ciencia política para que el Gobierno de Nicaragua vea con gusto que los Estados Unidos tengan en el país por ahora ese escaso número de marinos (…) que viven en Managua en su Cuartel sin ser perturbados ni perturbar a nadie; pero cuya sola presencia es una educación para nuestro pueblo (Cuadra. (Folleto s.p.i) Managua 1915 p. 23).
6- El Anti intervencionismo Conservador
Como una reacción a este comportamiento, un grupo de conservadores, comenzó a organizarse y a manifestar una tendencia opositora al intervencionismo norteamericano en Nicaragua y, por tanto, su rechazo a la tendencia americanista de la Calle Atravesada. Esta tendencia pasó a denominarse Partido Conservador Progresista o Republicano, representada por Toribio Tijerino, Salvador Calderón Ramírez, Edelberto Torres Espinosa, Candelario Segura y otros. En perspectiva histórica, también rechazaban al Zelayismo porque consideraron a Zelaya el culpable de la intervención norteamericana de 1909-1910. Entonces, hacían un llamado a la unidad de los partidos para impulsar el desarrollo nacional, librar al país de la intervención económica de EE.UU. y lograr acuerdos que permitieran que el país vivera en paz, sin pretextos para que se diera la intervención militar de Estados Unidos.
Esta posición, aunque se empezó desarrollar desde el año 1911, cuando se reunió la Asamblea Constituyente que apoyó y sostuvo la candidatura del General Luis Mena a la presidencia(considerándolo un líder independiente del círculo conservador de la Calle Atravesada de Granada), adquirió forma sólo en los años subsiguientes, propiamente, cuando la figura que esta corriente apoyaba estaba totalmente fuera del escenario político.
Con fecha 1º de abril de 1914, uno de estos conservadores, con las iniciales A.T.M. publicó, en El Diario de El Salvador, un artículo titulado: “A cada uno lo suyo” en el que condena las iniciativas que realizaban Díaz, Chamorro, Cuadra Pasos y otros conservadores que, según su criterio, estaban convirtiendo a Nicaragua en un Protectorado de Estados Unidos, lo cual era condenado por la generalidad de la opinión pública en Centroamérica, y se achacaba al Partido Conservador. Entre sus partes, decía lo siguiente:
La Ruina de Nicaragua no es obra del Partido Conservador, el cual fue hasta cierto punto separado de la gestión de la cosa pública (…) con la disolución del Asamblea Nacional Constituyente (…) fue disuelta a instancias del Señor Ministro Americano (embajador), cuando ya estaba firmada la Constitución de 5 de abril de 1911, que es el verdadero programa del (…) Partido Conservador; y cuando después de haber sondeado a varios de sus miembros más importantes se convenció el círculo pequeño del conservatismo, abandonado en los brazos del Ministro Americano que esos hombres (Los miembros de la Asamblea) no eran instrumentos propicios para el desarrollo de sus traidores fines
Ese pequeño círculo, compuesto de los señores Pedro Rafael y Eulogio Cuadra, Don Diego Manuel Chamorro, Don Alfonso Ayón, Doctor Máximo H. Zepeda, Doctor Salvador Castrillo H, y otros forman el consejo áulico que desde entonces vienen disponiendo a su albedrío de los destinos de la Nación, apoyados en las bayonetas americanas que ocupan el Campo de Marte (Chamorro, RCPCA Nº 78, 1967. p. 55)
Desde esta época, se concibe el surgimiento de una fracción conservadora anti intervencionista que ya es independiente de la línea tradicional. Se destaca en esta fracción, el rol beligerante que jugaron personajes como Toribio Tijerino. A pesar de que el articulista insiste en que la mayoría del Partido Conservador está con ellos y en contra de los desmanes del grupo dominante, lo cierto es que el grupo que rodeaba a los Chamorro–Díaz siguió jugando un papel preponderante en lo interno; contando, además, con el apoyo de Estados Unidos. Por otro lado, identifica a los partidarios del Menismo como los verdaderos conservadores.
El Partido Conservador en su inmensa mayoría ha protestado indignado y enérgicamente contra el actual orden de cosas; el dictamen mismo del senador Báez es la prueba elocuente de la actitud patriótica de uno de tantos; y no solo Báez; allí está en la misma agrupación independiente el Doctor Toribio Tijerino, que protestó enérgicamente contra los empréstitos de 1911 y que prefirió ser preso por las fuerzas americanas que habían desembarcado en Corinto a raíz de la Revolución de 1912, antes que dar un acuerdo como lo pretendía el Cónsul, dejando en poder de éstos, aquel puerto. El Doctor Tijerino lanzó valiente protesta ante los Gobiernos todos, por tan inaudito atentado, pues como Delegado del Ejecutivo en Occidente representaba la Soberanía Nacional. (Chamorro. (RCPCA 1967. p. 55).
El mensaje de este artículo, escrito en el Salvador, iba dirigido a la comunidad intelectual y clase política centroamericana de la época, la cual condenó y protestó por la intervención norteamericana en el país. Tal como lo explicitó, en su conclusión el propio escrito, insistía que:
Conozcan pues los centroamericanos a los verdaderos responsables de la triste situación de Nicaragua, que implora la protección de sus hermanos del Istmo, para ver de conseguir libertarse de tan ominoso yugo, que se lo han puesto para mayor vergüenza unos pocos nicaragüenses desnaturalizados. (Chamorro RCPCA Nº 78, 1967. p.55).
Esta fracción jugó un papel muy importante en los años de 1920, cuando rechazaron a los candidatos de la Calle Atravesada y apoyaron la candidatura de Don Diego Manuel Chamorro, un granadino quien, aún siendo parte del círculo mencionado, en aras de la unidad conservadora, llevó en común acuerdo a un auténtico representante de la clase media, un propietario del Norte del país, Don Bartolomé Martínez como Vicepresidente. Años después, estos conservadores se convirtieron en el principal apoyo ideológico y político de la administración de Don Bartolomé Martínez durante los años de 1923- 1924, cuando falleció don Diego Manuel Chamorro. Fueron, a su vez, los artífices de la fórmula de la transacción en 1924, que consistió en una alianza con el Partido Liberal, que llevó como candidato a Don Carlos Solórzano como Presidente y al liberal Juan Bautista Sacasa, como vicepresidente. Como se sabe, la formación de esta alianza, concretada en enero de 1925, sirvió de motivo al Golpe de Estado de Octubre de este mismo año, por parte de Emiliano Chamorro; golpe que, a su vez, condujo a la Guerra Constitucionalista de 1926 a 1927.
Posteriormente, en el periodo de 1927 1933, algunos de sus dirigentes, además de condenar la intervención, apoyaron la lucha de Sandino y lo acompañaron hasta su muerte en los pactos de febrero de 1934. Incluso Toribio Tijerino se convirtió después en protector de los sobrevivientes del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) en Honduras, y fue uno de los gestores de las acciones de estos veteranos en las intentos de 1948 y 1958 contra la dictadura somocista. Don Toribio, en un artículo que tituló Mi pelea, expresó claramente cuál fue su forma de pensar en esos años:
Debo usar este lenguaje hasta rudo, para que la juventud sepa que no es cierto que nuestras penas fueron inevitables, porque fueron también los conservadores “mengalos” los que entregamos a Nicaragua libre de todo compromiso con los explotadores extranjeros, recuperadas todas las propiedades nacionales y de pie la República ante la pretensión de dictarnos “a quien debía el ignorante pueblo nicaragüense aprender a elegir como buenos” según el decir de Roosevelt, el cazador de fieras y de pueblos. (Chamorro RCPCA Nº 78, 1967. p. 55).
Con respecto a esto último, según Tijerino, desde antes de la fórmula de la transacción que ya fue una unidad abierta con los liberales nacionalistas, ellos lograron imponer, en las elecciones de 1920, la fórmula de Diego Manuel Chamorro y Bartolomé Martínez contra las propuestas reeleccionistas de Emiliano Chamorro u otros candidatos incondicionales del mismo, aceptados por el Departamento de Estado Norteamericano.
Con esto se pretendió la unidad del Partido Conservador dividido en fracciones desde la rebelión de Mena en 1912 y, a su vez, fortalecer la línea del Partido del Conservatismo Progresista, a la sombra de Don Diego.
Según Tijerino, la nueva Administración de Don Diego Manuel Chamorro tenía la tarea: de asegurar el fiel pago de capital e intereses del Plan Lansing, en el cual se fijaba que si la república no pagaba hasta el último centavo en la fecha fijada, los prestamistas de don Adolfo podrían vender en subasta privada las acciones del Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua pignoradas en garantías. B) Preparar el país para la retirada de las fuerzas de ocupación extranjera, creando un clima de convivencia política de los Partidos sobre la base de un programa de proyecciones patrióticas, no de simple repartición de puestos públicos, que hicieran imposible el retorno de los Marinos y sus consecuencias. c) Continuar la obra de la liberación de la “política del dólar” a que estábamos sometidos aún. (Chamorro RCPCA Nº 78, 1967. p. 55).
El conservatismo progresista se debilitó totalmente después de “El Lomazo” de 1925, no solo porque el sucesor de Martínez, Solórzano, no tuvo los bríos y coraje del mismo Don Bartolomé, sino también por los hechos que se sucedieron entre 1926 y 1934, periodo durante el cual se desarrollaron la Guerra Constitucionalista y la Guerra de Liberación que Sandino encabezó. Como señalamos, algunos partidarios de esta corriente progresista del conservatismo se opusieron abiertamente a la nueva intervención militar norteamericana, hasta identificarse con la lucha del Gral. Sandino; mientras que otros retornaron a las raíces del conservatismo tradicional. Por esta razón, hacia fines de la década de 1930, no se mencionaba para nada al conservatismo nicaragüense.
Conclusiones
El General Luis Mena y el Menismo, sus aliados y rivales, se proyectaron en una especie de situación transitoria, un proceso que fue trastocado por la intervención militar de Estados Unidos, país que mediante la intervención militar de 1909-1910, había también truncado anteriormente el modelo nacional de desarrollo, impulsado y defendido por los liberales J.S. Zelaya y J. Madriz.
Los dirigentes “revolucionarios” que emergieron en el escenario de 1909-1910, eran huérfanos de legitimidad ante la opinión pública nacional e internacional, en tanto carecían de méritos propios; razón por la cual pasan por un proceso de contradicciones y pendencias en que, por un lado, trataban de ganar espacios a lo interno pero, por otro lado, trataban de aparecer como más fieles y no tener contradicciones con el gran elector.
Una situación que recuerda la tesis del sociólogo norteamericano Charles Tilly: grupos de actores invierten recursos, a la búsqueda de ganancias, pero este escenario es una especie de mercado en donde los recursos están limitados y en disputa. Las motivaciones individuales llevan a los individuos a participar en la acción colectiva; ellos pueden tener intereses compartidos con otros actores o protagonistas y ponen en función suya los recursos disponibles. Su movilización está supeditada a las oportunidades y la efectividad de decisiones tácticas, en el tipo de movilización adoptada (Jiménez. pp.12 y 13).
En estas circunstancias, los primeros en ser desplazados fueron los liberales Estrada y Moncada. Mena, quien jugó un papel muy importante en la anulación de los anteriores, a pesar del aparente poder que acumuló, no pudo ganarse la confianza ni de la Calle Atravesada, ni de los norteamericanos, entre otras razones, por su origen de clase.
Con más carisma que los demás, Mena logró desplazar a Chamorro pero, al final, esta fue una medida que terminó favoreciendo a Díaz, quien, desde antes de esta situación, gozaba de la confianza y beneplácito de los funcionarios norteamericanos. Una vez libre de los liberales, Díaz estuvo en capacidad de concentrarse en la eliminación de Mena, para lo cual contó con los intereses compartidos de Emiliano Chamorro, de la Calle Atravesada y, además, contó el apoyo moral y material de Estados Unidos. Desde su perspectiva, Díaz fue el gran ganador y Mena el gran perdedor, es decir que, de acuerdo con Tilly, el primero estuvo en mejores posibilidades de invertir recursos a su favor que el segundo.
Esto fue lo que condujo en 1912 a otro escenario, mismo que todos conocemos: la llamada Guerra de Mena, en que este último se vio obligado por las circunstancias a aliarse con el liberalismo nacionalista desplazado en 1910, con cuyos representantes comparte su rechazo a Díaz y Chamorro e implícitamente a los norteamericanos.
Esta decisión táctica fue muy repentina y tardía, imprevista para Mena. La guerra civil, entre julio y septiembre, devino en Guerra de resistencia contra la intervención norteamericana. Movimiento que fue soportado por los liberales al mando del General Benjamín Zeledón, con los resultados conocidos del 4 de octubre de este año.
Finalmente es notorio destacar que si bien el Menismo y Mena no fueron en la práctica un movimiento político, se trazó una alternativa diferente al conservatismo tradicional, pero sin pretenderlo sentó las bases para que, posteriormente, surgiera en las filas del conservatismo una fuerte corriente anti intervencionista que jugaría un rol beligerante en la década de los años veinte y treinta. Los partidarios de la misma llegaron a concebir un modelo autónomo de desarrollo nacional, incluso algunos de ellos como Toribio Tijerino, Edelberto Torres, Salvador Calderón y Candelario Segura se llegaron a identificar plenamente con la lucha del Gral. Sandino, desarrollada entre 1927 y 1934.
*Historiador Nicaragüense. Programa Cultural del BCN
Bibliografía Básica y otras fuentes.
1-Barahona Amaru. Estudio sobre la Historia contemporánea de Nicaragua. INIES.1987.
2- Cole Chamorro Alejandro. 145 años de historia política. NICARAGUA. Editora Nicaragüense. Managua, 1967.
3-Cuadra Pasos, Carlos. Explicación de mi conducta Política.-Opúsculo de 12 páginas-Managua 1948.
4-Cuadra, Pedro Rafael. El Partido Conservador y la Intervención Americana en Nicaragua (folleto s.p.i) Managua 1915.
5-Chamorro, Emiliano. “Autobiografía Completa del General Emiliano Chamorro”. En: Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano (en adelante: RCPCA) Nº 67 (Edición Especial). Publicidad de Nicaragua Managua, abril de 1966.
6- Chamorro, Diego Manuel. “Quien trajo la intervención a Nicaragua” En: RCPCA Nº 78. Marzo ,1967.P.34-55.
7-Esgueva, Antonio. Las Leyes Electorales en la Historia de Nicaragua. Consejo Supremo Electoral. Managua, 1966.Tomo II.
8-Jimenez Solares, Carlos. “Acción colectiva y Movimientos Sociales. Nuevos Enfoques Teóricos” Universidad Autónoma de Chapingo. Depto. de Sociología Rural. E mailcarlosjiro@yahoo.com.mx (sf).
9- Moncada, José María.”Estados Unidos en Nicaragua” (Libro del mes) En: RCPCA Nº119.Managua agosto de 1970.
10- Robleto, Hernán. Nido de Memorias. Libro Mex Editores México, 1960 (Reproducción del Original Managua, BCN. 2011).
11-Selser Gregorio. La Restauración Conservadora y la Gesta de Benjamín Zeledón Managua 2001. p. 10 del prologo de Aldo Díaz Lacayo).
12- Zelaya, JS. La Revolución de Nicaragua y los Estados Unidos. Imprenta Bernardo Rodríguez. Madrid España. 1910.
13-Zelaya, José Santos. “Mensaje del Presidente”. Tipografía Nacional. Managua, 1 de diciembre de 1905.
Documentos y otros materiales.
Cartas
Carta de Bartolomé Martínez a Emiliano Chamorro. Matagalpa 5 de enero de 1911, en: Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Bartolomé Martínez a Emiliano Chamorro 29 de enero de 1911; Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Bartolomé Martínez a Emiliano Chamorro, 7 de marzo de 1912; Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Bartolomé Martínez a Emiliano Chamorro 9 de marzo de 1912; Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Emiliano Chamorro a Philander Knox Granada 1º de diciembre de 1911. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de David Arellano a Octaviano Cesar. Washington D.C. 26 de octubre de 1910. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Joaquín Cuadra Z. a Emiliano Chamorro Washington D.C 19 de agosto de 1911. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Bartolomé Martínez a Emiliano Chamorro 28 de agosto de 1912; Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Salvador Chamorro a Emiliano Chamorro. Managua 17 de mayo de 1911. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Salvador Chamorro a Emiliano Chamorro. Managua 21 de julio de 1911. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Comunicación de George Weitzel al Gral. Luis Mena. 14 de septiembre de 1912. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Luis E. Rivas a Emiliano Chamorro. 15 de julio de 1911.Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de Salvador Castrillo a Emiliano Chamorro. Washington D.C 9 de julio de 1911. Folder de Documentos Nº 201007120 Patrimoniales BBCN.
Carta de James Rees al Presidente Adolfo Díaz.. Pittsburg, EE.UU., 15 de febrero de 1916.
Otros materiales.
1-Artículos Publicados en el Diario Moderno con autoría de FJ, Medina y M. Calderón, en los meses de enero, febrero y marzo de 1912. En Hemeroteca de Archivo Nacional de Nicaragua.
2 Acta del 9 de agosto de 1911 firmada por Pedro Joaquín Chamorro, Fernando Solórzano y Luis Mena, para una propuesta de acuerdos del Gral. Mena al Gral. Emiliano Chamorro. Washington D.C (Copia que envió E. Chamorro a Weitzel, recomendando que no se acepte a Mena como candidato, no se localiza fecha, pero puede ser en los inicios de 1912, al agudizarse las contradicciones entre las facciones conservadoras.
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