Rómulo Pardo Silva
La cumbre en Ginebra elogiada por el gobierno de Putin ha sido un fracaso doble. Sus aliados ahora desconfían de la firmeza de su apoyo y sus contrarios dirigidos por Estados Unidos avanzan sin ceñirse al documento que firmaron.
La experiencia es una nueva advertencia vital para Rusia que sabe que Occidente se dirige a destruirla o someterla. Ya retrocedieron en Libia.
La única razón atendible para su debilidad internacional es que trata de ganar tiempo para desarrollar, como lo está haciendo, la fuerza militar necesaria.
En Suiza Lavrov sin consultarle al gobierno de Damasco propuso o consintió para la ‘cesión del poder en Siria ’la formación de un gobierno interino con plenos poderes ejecutivos’ que iniciara una ‘transición política en un ambiente neutral’. Todas las partes implicadas en el conflicto integrarían ese gobierno y según afirmó Kofi Annan “Ellos decidirán el destino de Al Assad”.
Rusia en Ginebra aceptó que no se incluyera a Irán como participante pero que sí asistieran los enemigos más enconados del gobierno sirio, que éstos se negaran a prohibir la entrega de más armas a los rebeldes, la obligación del retiro de los militares de Assad de las ciudades, que no se dejara constancia explícita de la participación del presidente al mando en esa ‘transición política’.
Occidente y sus aliados aplaudieron el documento y de inmediato exigieron como condición previa al compromiso la salida del presidente Assad. Lavrov argumenta que eso no está en el texto. Inútilmente porque antes de Ginebra sabía el modo occidental de cumplir los acuerdos. La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad sobre Libia nunca dijo que se autorizaba a la OTAN a destruir las fuerzas militares del gobierno libio, que el objetivo de la ONU era cambiar el régimen, sin embargo lo hizo.
En su flanco aliado Rusia se encontró con el rechazo del gobierno sirio al acuerdo de Ginebra reafirmando que los problemas de Siria no los resuelven los enemigos o amigos sino los sirios.
Irán de inmediato inició una demanda en la Corte de Arbitraje Internacional Mercantil e Industrial de Ginebra exigiendo 4 mil millones de dólares a Rusia por incumplir los contratos de venta de sistemas antiaéreos S-300.
Veronika Krasheninnikova, Directora General del Instituto para la Investigación de Política Exterior y de iniciativas en Moscú escribió: “En el caso de Siria, por el acuerdo de Ginebra de Washington se ha puesto en marcha la fase final de la remoción del presidente Assad… Rusia firmó un acuerdo tácito de abandonar Siria… En el ámbito internacional, Moscú pierde credibilidad preciosa con sus aliados estratégicos, con Irán en particular…”.
Después de la cumbre alentada por Rusia el conflicto sigue en dirección a más violencia, guerra civil desbocada, enfrentamiento con Turquía o intervención múltiple extranjera. Además la imagen de Rusia quedó dañada. La URSS llegó hasta el borde de la guerra nuclear junto a Cuba, la Rusia empresarial está lejos de dar esa confianza. Su decisión no pasa del veto, ahora, y la iniciativa diplomática.
Sola es difícil que Siria pueda resistir. Lo mismo pasa con Irán aunque su capacidad de crear una resistencia regional es considerable.
China aparece mucho más atrás de Rusia, casi silenciosa, a pesar de saber que es el segundo blanco estratégico. El fascismo democrático se expande.
Contacto romulo.pardo@gmail.com
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