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jueves, 28 de junio de 2012

¿Menos latín y más deporte?


Las grietas del Plan Bolonia


 ¿Menos latín y más deporte?
José Carlos Bermejo Barrera


Enviado por admin1 o Mér, 27/06/2012 - 09:54

José Carlos Bermejo Barrera: ¿Menos latín y más deporte?

En el año 1974, el Ministro Secretario General del Movimiento, José Solís Ruiz, afirmó que lo que España necesitaba era menos latín y más deporte. Algo se había mejorado desde 1936, año en el que Millán Astray gritó en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca a Miguel de Unanumo, catedrático jubilado de griego: "¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!". Por lo menos el ministro valoraba la salud. Pero ¿por qué en un país en el que se creía que el latín solo servía para decir misa el ministro dijo esto? Pues porque el latín simbolizaba lo que de subversiva podía tener la propia universidad: el estudio, unido a la inteligencia, y a la capacidad de desarrollar el espíritu crítico frente a la autoridad establecida.

En la Galicia del 2012 se pone en duda el valor de una titulación única, filología clásica, basándose en unos índices absurdos y en la apelación al mercado. Veamos por qué. En primer lugar porque la filología clásica española, aun siendo un campo minoritario, fue de los primeros en los que se consiguió un nivel de internacionalización, ya desde fines de los años 50 del pasado siglo. Al ser el latín y el griego estudiados en todos los países y su bibliografía trilingüe en alemán, francés e inglés, los propios estudios exigieron un gran esfuerzo para poder moverse en esos ámbitos a nivel internacional.

El estudio de las lenguas clásicas es esencial para el conocimiento de las lenguas europeas, de sus literaturas medievales, de la historia de la filosofía y de todas las ciencias, por ser el latín el idioma exclusivo de las universidades hasta el siglo XIX. Y no digamos para el estudio de la historia y de la historia de la iglesia. Titulaciones como clásicas, matemáticas, arquitectura u otras no duplicadas son esenciales, aunque no tengan 50 alumnos, y lo son porque son fundamentales, para sus campos propios y cercanos. No son estudios estratégicos, esos se hacen en las academias militares, ni dependen del mercado, pues forman parte en muchos casos del empleo público.

Dicen nuestras autoridades que los nuevos planes de estudio serán consultados con los empleadores, además de depender de unos porcentajes válidos porque sí para cualquier estudio. De ser así, como médicos, enseñantes, jueces, y todo tipo de funcionarios desempeñan empleos públicos, veremos un espectáculo en el que unos empleados públicos, que crearán los nuevos puestos de empleo público, se preguntarán a sí mismos cuánto empleo público deben crear los empleados públicos para otros empleados públicos, según las leyes del mercado.

No es lo mismo cerrar una titulación triplicada porque no tiene alumnos que cerrar otra esencial. Primero serán las clásicas, luego la filosofía, las matemáticas, y todo lo que dictaminen unos índices absurdos. Si se habla del cierre de clásicas, filosofía o matemáticas es porque se es incapaz de comprender que las exigencias de estudio, la capacidad de análisis, de planteamiento y resolución de problemas no estándar, el dominio del lenguaje, de la expresión o del pensamiento abstracto son la base del conocimiento y lo que debe fomentar la universidad. Si eso no se entiende, ni se quiere diseñar un sistema racional en Galicia, entonces se hablará solo de índices, como grupos mínimos de 50 en la universidad, de la importancia estratégica de lo que libremente se quiera llamar estratégico, y del corta y pega de un título con otro, sin atender a la lógica de lo que se estudia y sin la voluntad de cambiar de verdad nada.

El mundo de Bolonia es el mundo de la rebaja del nivel académico, definido por el discurso de las competencias y habilidades, el power-point y el odio al pensamiento y a los libros. Es el mundo de los índices vacíos, llámeseles de calidad o lo que sea. Es un mundo similar al del fútbol que admiraba Solís Ruiz, porque todo es un juego, una liga que se gana moviéndose en un campo cerrado y en el que se desempata a penaltis, también al hacer planes de estudio.

Ya no vocifera Millán Astray y vivimos en democracia, pero eso sí, en una sociedad de la desinformación en la que en la TV, por ejemplo, los deportes ocupan la mitad del tiempo informativo y en la que se incentiva a todo el mundo, en la universidad también, a no pensar y conseguir solo sus puntos. Esperemos que al final no triunfe Solís Ruiz y nos pueda gritar desde su tumba: ¡GOOOOOOOOOOOL!

http://firgoa.usc.es/drupal/node/50913

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