Pedro Echeverría V.
1. Del discurso fuerte, claro y justo de 2005-2006, Andrés Manuel López Obrador ha tenido que crear un discurso de “paz y amor” o de “República amorosa” para que los medios de información, la TV , el empresariado y el clero, puedan escucharlo aunque sea poco. Es por lo menos lo que he visto en viejos videos que me he puesto revisar por Internet con el fin de ver hasta qué grado quienes simpatizamos con las posiciones de izquierda y hasta con la socialdemocracia honesta estamos avanzando o, de plano, vamos para atrás. Porque este no sólo es un problema político de ideología, de buenos deseos y de optimismo; tenemos que hacer comparaciones de fuerzas propias y de los enemigos o contendientes en cantidad y calidad. Ayudamos muy poco, casi nada, si sólo aplaudimos a los amigos y repudiamos a los derechistas; debemos ver cómo logramos aunque sea algunos avances reales en nuestras fuerzas.
2. Siguiendo correos que me van llevando a ver y escuchar en You Tube, me he topado nuevamente con el magnífico discurso de López Obrador en la cámara de diputados en abril de 2005, día en que fue desaforado, y con la polémica que sostuvo AMLO –ese mismo año- con el abogado delincuente panista Fernández de Cevallos. Me encantó –sobre todo en el discurso que escuché entonces en el centro del Zócalo en la ciudad de México, en una gran concentración. Estaba muy radicalizado aquel año López Obrador, es decir en posiciones correctas, contra un gobierno y una clase empresarial que buscaba llevarlo a la cárcel. Días después, el mismo presidente Fox –quien con Fernández de Cevallos, Salinas de Gortari, la SCJN , el PAN y el PRI construyó todo el proceso de desafuero- dio pasos atrás y reconoció la razón a AMLO. Sin embargo Fox se guardó bien el puñal con que daría otro definitivo golpe: el despojo de la Presidencia.
3. López Obrador entonces no tenía temor a nada; estaba convencido –porque llevaba una enorme ventaja en los sondeos- que nada ni nadie podía quitarle la Presidencia. Sus palabras y sus frases eran más fuertes, los pasos que daba eran mucho más firmes, sobre todo en aquellos momentos que los panistas querían sacarle un “juicio de amparo” para que no fuera a la cárcel y él se burló de ellos porque estaba decidido a sufrir el castigo del tirano. Su presencia en manifestaciones, mítines masivos, entrevistas y debates fueron siempre libres, con excepción a aquel “primer debate” oficial en el que comprobó que Televisa buscaba desacreditarlo. Pero su discurso siempre fue “clasista” –aunque no en la categoría y los cánones marxistas- porque siempre denunció las trampas y negocios de los ricos y los millonarios que chupaban la sangre del pueblo trabajador. Estamos hablando de los discursos de hace seis años y un poco más.
4. Después del despojo electoral de 2006, ya en las grandes protestas con las ocupaciones del Paseo de Reforma, avenida Juárez y el Zócalo de la ciudad de México, el discurso de AMLO se fue haciendo más fuerte y más claro, sobre todo cuando mandó al carajo a las instituciones y provocó que el presidente usurpador, Felipe Calderón, lanzará al ejército a ocupar varios estados de la República con el pretexto del “combate al narcotráfico”. Y aunque el narcotráfico hoy esté más fortalecido en México, Centro y Suramérica, la estrategia calderonista dio resultados porque hizo que el ejército apuntalara la figura presidencial. Todo el recorrido de seis años de López Obrador a más de dos mil municipios y comunidades fue silenciado estrictamente (mediante el pago de muchos millones de pesos) por los medios de información; además que AMLO tuvo que soportar seis años de calumnias.
5. La TV y la radio, los empresarios y el clero, nunca dejaron de hacer campañas contra el lópezobradorismo; sobre todo diciendo que su discurso era violento como el de Hugo Chávez, que apoyaba en México el aborto y a los homosexuales, que no dejaba de atacar a los empresarios y que se oponía a que PEMEX recibiera inversiones privadas y extranjeras. Lo que más alarma causó entre la clase política y empresarial es que AMLO estaba organizando miles de comités campesinos en las poblaciones que, según los poderosos, “pronto serían una amenaza contra el sistema”. Pero la consigna de los medios de información y la clase política seguía siendo: ninguna rendija para AMLO porque por donde sea podría colarse. La consigna fue que López Obrador no sea candidato del PRD y que Ebrard, el jefe de gobierno del DF –muy al servicio de la corriente política de los Chuchos- sería el precandidato más adecuado.
6. En esas condiciones, ante la oposición en el PRD al discurso radical lópezobradorista y la oposición de Televisa y demás medios, López Obrador tuvo que inventar el discurso de la llamada “República amorosa” con el fin de que las oposiciones dejen de serlo y los sectores más atrasados de la población vean que se acerca más al lenguaje de la iglesia. Al parecer la clase política se ha aprovechado de que AMLO ha bajado su combatividad para burlarse de él diciendo que es “un lobo con piel de oveja” y que no hay que creerle. Y la realidad es que la Iglesia nunca ha dudado en votar por el partido católico afiliado a la “democracia cristiana” y los empresarios tampoco han dudado de estar los más poderosos con el PRI y los demás con el PAN porque son los dos partidos derechistas. ¿Cómo pueden creer los empresarios en López Obrador si han vivido aterrorizados por el gobierno cubano, el venezolano y el de Bolivia?
7. Mis amigos de “Combate Ya”, otras organizaciones, incluso cristianas, preocupados también como muchos por la unidad de sectores importantes de la izquierda radicalizada (EZLN, Sicilia, CNTE), me han hecho ver que cuando han querido acercarse a platicar sobre compromisos han recibido puras “denostaciones” demostrando un sectarismo a ultranza. En realidad esto de los acercamientos no son problemas fáciles porque hay muchos argumentos para demostrar los grandes motivos de nuestra lejanía. En muchas ocasiones hay confusión entre partidos y políticos, entre lo que hizo el PRD con la política de AMLO. Pero no hay que cansarse ni enojarse a la primera. Tenemos una gran necesidad de escucharnos, de oír argumentos que nos permitan marchar juntos aunque sea una pequeña parte del camino. Quizá 2006 fue una gran oportunidad unitaria perdida, pero veamos qué pasa en 2012.
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