Derechos humanos polarizados
Mario Fulvio Espinosa, 17 de diciembre 2011
En reciente entrevista concedida al diario La Prensa la presidenta vitalicia del CENIDH dijo que la experiencia acumulada en más de veinte años de dirigir esa ONG le habían enseñado a distinguir el bien y el mal, y por tanto a distinguir a los buenos y a los malos.
En resumen, la buena señora dice que el violador de los derechos humanos en Nicaragua es el gobierno de Daniel (los malos), y los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil y los pobrecitos defensores de derechos humanos -eternamente amenazados y perseguidos- son “los buenos”.
En verdad, desde que Daniel asumió la presidencia en el 2006 no han existido variables en el método maniqueo empleado por el CENIDH para dizque defender los derechos humanos en nuestro país. En su visión unilateral extremista todo lo que concierne al presidente y a su esposa y lo que se deriva de sus actividades, incluyendo -como es natural-, las que realizan todos los sandinistas, son acciones malas.
Esa forma de poner las pesas en un solo lado de la balanza, sin reflexión, mesura ni equilibrio y más bien de manera cuadrada, dan lugar a una neurastenia que no oculta su odio contra Daniel, un estado sicológico anormal de suma violencia que la presidenta del CENIDH exhibe en todas sus comparecencias públicas y entrevistas de prensa a las que son tan adictos los funcionarios de ese organismo.
Con tanta alharaca política el CENIDH pretende hacer creer a la ciudadanía que el gobierno y los sandinistas violentan a cada momento la libertad de expresión, sin tomar en cuenta que con sus continuados exabruptos lanzados a los cuatro vientos y cuando les viene en gana, se dan con una piedra en los dientes pues solo reafirman el derecho a la libertad de expresión que protege el estado sandinista.
La falsedad de la afirmación los pone en ridículo cuando, además, la misma presidenta del CENIDH va y viene por donde le da la gana diciendo, aquí y allá, pestes contra nuestro país y su gobierno… Y sigue tan campante, temática y cabezuda afirmando que en Nicaragua se siente perseguida y amenazada… Quizás por los fantasmas de su inquieta conciencia.
Con esta política maniquea el CENIDH se ha convertido en el reducto donde convergen algunos dinosaurios políticos de la derecha, en particular personajes miméticos que antes se decían sandinistas y que hoy no se avergüenzan de comer en el mismo plato de los políticos corruptos que antes consideraban sus enemigos, pero que hoy son sus lideres, sus pipes, sus “pofys” y socios de mafia.
Cómo no recordar que durante los gobiernos neoliberales al CENIDH se le dificultaba encontrar espacios noticiosos o publicitarios en los medios periodísticos derechistas. Hoy, gracias a su proclamada regresión política, aparecen a diario como figurones indispensables de esos medios, que dicen las cosas que no quieren decir por su lengua sus padrinos, dueños de esos medios.
La confusión ideológica que les ocasionó su propio involución hacia el maniqueísmo, los llevó a buscar espacios en las manifestaciones de los partidos políticos y el anhelo de caer en gracia a los líderes corruptos de esas facciones prebendarías. Pero estos los vieron como vagón de cola, sin embargo ya en el despeñadero derechista han tenido que guardar silencio cómplice sobre lo latrocinios de sus nuevos lideres.
Si en el ámbito nacional el CENIDH se calla, lo mismo hacen en el campo internacional sobre sucesos que chorrean sangre, como son los crímenes del imperialismo gringo y europeo. Sus análisis de coyuntura se dirigen a los sucesos de actualidad nacional vistos bajo su propio cristal, sin tomar en cuenta el peso de la historia y las raíces foráneas de las que brotan los nuevos acontecimientos locales.
Esta misma política de ocultar a conveniencia, hace que el CENIDH permanezca indiferente ante monumentales violaciones de derechos humanos que ocurren en el mundo. Las guerras genocidas contra Irak, Afganistán, Serbia y Libia y el que se planea contra Siria e Irán no conmueve en lo mínimo al CENIDH, ni el discurso cínico terrorista de la Clinton y Obama que constituyen un peligro real contra la paz del mundo.
Más cerca, en el ámbito centroamericano, al CENIDH poco le interesa la actitud injerencista del imperio gringo que tantos crímenes tiene a su cuenta en nuestras parcelas. Más bien se regocija al ver el desfile ante el Capitolio de Washignton de sus lideres vende patria, que llegan a pedir con urgencia una intervención bélica contra nuestro pueblo.
Recuerden –y esto es más que significativo- que el CENIDH no ocultó su júbilo por el golpe de estado que depuso al presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, a pesar de ser predicadores de la democracia, el estado de derecho y otras lindezas que sólo resultan expresiones del diente al labio.
En el papel de neoliberales derechistas al CENIDH le ha correspondido expresar o complementar en los medios de comunicación, lo que los líderes de los partidos corruptos dicen a medias contra el gobierno, también son los encargados de aventurar nuevos elementos y levantinas a favor de la cruzada armada que predican ciertos obispos, denigrar al ejercito y a la policía y tratar de socavar la unidad de nuestras instituciones armadas.
El afán de protagonismo y figureo de algunos funcionarios del CENIDH y de su presidenta, se ha vuelto enfermizo. El mejor ejemplo de tal comportamiento fue la actitud servil que desempeño esa ONG al salir a toda carrera a defender de manera sobrada a los dueños de La Prensa, sin tomar en cuenta que estos han violado centenares de veces los derechos humanos de sus trabajadores y periodistas.
Para ganar presencia en los dos diarios de la Carretera Norte, el CENIDH ha inventado su propia y unilateral concepción de la libertad de expresión. Según ese organismo el único violador de la libre expresión de Nicaragua es el gobierno. Jamás se les ha ocurrido tener vela en las perennes violaciones a la libertad de expresión que ocurre en las redes de la derecha mediática, el permanente atentado que ahí se da contra la libertad de conciencia de los periodistas.
Sin mayores escrúpulos el CENIDH es ahora el defensor de los desmanes anti-humanos de la familia Chamorro. Los “expertos en libertad de expresión” del CENIDH sin ningún análisis del contenido manifiesto y latente de ambos diarios, se lanzan a opinar “a ojo de buen cubero”, sobre situaciones que atañen a la comunicación social y a los derechos humanos de los hombres y mujeres de prensa.
Ejemplo de lo anterior, es el silencio que guarda el CENIDH cuando los dueños de medios, de un modo arbitrario, imponen a sus comunicadores la compulsión directa de sus intereses políticos bajo la amenaza del despido y del desempleo. Muchos compañeros periodistas de talento y profesionalismo comprobado, ahora se encargan de editar trivialidades para puros fines comerciales. Ese quehacer frívolo constituye un atentado para el profesionalismo y el porvenir intelectual y ético del periodista. De eso no dicen nada los sabios en libertad de expresión del CENIDH.
De ahí que las violaciones a los derechos humanos de compañeras y compañeros periodistas han pasado de largo ante la insensible conciencia partidaria del CENIDH. No lejos están los casos de las amenazas y acosos sufridos y denunciados por la periodista Eloísa Ibarra, de El Nuevo Diario, y las ofensas calumniosas que sufriera la colega Xochilt Ocampo, más allá y más acá la extensa lista periódica de comunicadores corridos de esos medios, que culminó con los despidos masivos que hubo cuando los dueños de El Nuevo Diario quebraron ese periódico. Aquí el silencio del CENIDH ha sido aliado de la injusticia. ¿Es que no tienen derechos humanos los comunicadores sociales?
En otro aspecto del mismo tenor, el CENIDH se convierte en cómplice de las violaciones que cometen los diarios de la carretera norte contra la Constitución. Ella ordena a los medios de comunicación informar con apego a LA VERDAD y ser instituciones de servicio público y no objetos de manipulación y comercio. Sin embargo, en ningún momento de nuestra historia se ha observado tanto latrocinio moral y ético como el que se comete en los diarios de la carretera norte. Aquí la libertad de expresión ha servido para calumniar, mentir, crispar, aterrorizar, especular, descalificar, trastocar, censurar, manipular, denigrar, ofender y hacer chacota de cualquier persona o grupo de personas no gratas a los intereses de los propietarios de esos medios.
Ahí la libertad de expresión sirve para matar los valores históricos, patrióticos y culturales que forman nuestra identidad nicaragüense. La información que ofrecen es deformante, trivial, chapucera, anti periodística e irresponsable en forma y fondo. Ahí es más noticia un suspiro de la princesa de Gales o la verruga de la artista tal, que los avances que logra el gobierno en su lucha contra la pobreza, los desastres, la enfermedad y la ignorancia.
Otro atentado contra la inteligencia lo constituyen las páginas y suplementos “cherry” donde se presenta la vida, los valores y la nacionalidad como una copia de Hollywood que nada tiene que ver con nuestra idiosincrasia ni con la personalidad común del nicaragüense. Ante esto, verdadera amenaza contra el derecho a la cultura, el CENIDH se cierra el zipper, aunque dice ser defensor de la libertad de expresión de los nicaragüenses.
Nuestro pueblo, que no es tonto, se da cuenta de estas actitudes maniqueas del CENIDH, sabe que tienen como trasfondo hacer méritos ante sus nuevos “pofis” de la derecha y ante los organismos extranjeros que lo subvencionan y les imponen sus criterios políticos so pena de quitarles los denarios de apoyo. Poderoso caballero es Don Dinero, tanto el CENIDH como otras ONG del patio han bajado la cabeza y se han convertido en arlequines manipulados de la política imperialista de sus mecenas extranjeros.
De ahí que muchos que dicen defender los derechos humanos por “vocación” o por “apostolado”, lo que defienden en esencia es su “modus vivendi”: un empleo con jugoso sueldo y continuos viajes a conferencias, talleres, congresos, seminarios, para presentar sus informes y recibir instrucciones globales. Estos funcionarios, viajeros permanentes, saben que cuanto más extremista y denigrante sean sus informes contra nuestra patria, contra su gobierno, más segura será la “ayuda” y mejor su situación como luchadores “honorís causa” de las situaciones más injustas que circulan en la humanidad.
La defensa maniquea de los derechos humanos que practica el CENIDH violenta desde sus cimientos la misma declaración universal de Derechos Humanos de la ONU que ordena que ningún ser humano será discriminado o preterido por sus creencias religiosas, opción política, raza, clase social, condición económica o cultural, y que todos los seres humanos tenemos derechos iguales ante la ley.
Lo anterior, en otras palabras, señala la finalidad ecuménica que debe ser fundamental para la defensa de los derechos humanos, sin embargo el CENIDH ha hecho de esa causa una bandera política que segrega a su clientela humana. Si el cliente es antisandinista es bien recibido y si no, lo es mejor que busque otro asidero.
Nadie le exige al CENIDH ser sandinista. Pero es lastimoso que un organismo que nació para ser libre, ecuménico, justo, ecuánime, ponderado y sabio, sea ahora un adefesio político que defiende los antivalores de los sectores más retrógrados y corruptos del pensamiento nacional e internacional.
http://tortillaconsal.com/tortilla/node/10505
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