Libia: Nunca invites a los Ladrones a entrar en tu Casa
Muchos se imaginaron, que cuando la Guerra contra Libia la iniciaron EE.UU, Inglaterra y Francia, podríamos presenciar la voladura de la Torre Eiffel o la demolición del Big Ben o por lo menos muchos restaurantes McDonald’s u otra empresa representativa norteamericana en cualquier parte del mundo. Mas no fue así. La imagen de Muammar el Gaddafi de terrorista no se vió. Como tampoco se vieron los bombardeos a la población civil, que generó la creación de una zona de exclusión aérea por parte de la Liga de Estados Árabes y dio lugar a la fatídica resolución de la ONU 1973.
Tal como advirtió la diplomacia rusa, la forma en que se elaboró la resolución le dejaba las puertas abiertas al uso indiscriminado de la fuerza, sin poder definir sus límites. Igual lo hizo la diplomacia China al estar contra el uso de la fuerza como medio de resolución de cualquier conflicto y las graves consecuencias que traerán al sistema internacional.
Hoy Libia aparenta ser en los espacios noticiosos occidentales una página que con júbilo y celebración se ha cerrado. Eso aun está por verse, pues como bien dicen, “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde”. Este decir perdurará de por vida en Libia. Cuando profundizas en las estadísticas te darás cuenta del daño irreparable, que ya le han hecho a esa nación y que difícilmente jamás podrá recuperarse.
Para entender la magnitud de la tragedia el horror libio visto como un problema internacional ajeno, pero con una población muy similar a la nuestra, no hay nada mejor que ponerse en los zapatos que aprietan a otro. Para liberar a Nicaragua de la dictadura somocista, en casi 20 años de lucha, (1959 -1979) murieron por lo menos 20,000 (veinte mil) nicaragüenses, a razón de mil muertos por año. En los 10 años de guerra en defensa de la Revolución Popular Sandinista (1980 -1990) murieron por lo menos 50,000 (cincuenta mil) nicaragüenses lo que significa por lo menos 5,000 caídos por año.
En los últimos ocho meses de la guerra dirigida por la OTAN contra Libia se calculan y se especulan dos tipos de cifras. La versión de la OTAN a la cual le convienen presentar la menor cantidad de muertes, establece que murieron alrededor de 25,000 libios. Lo que representa a 3,125.00 libios por mes. (Si esto se compara con los muertos por cada año (5,000) en la Nicaragua de los 80s, se puede calcular que en un año de guerra en Libia iban a morir 37,500 libios. Pero si tenemos en cuenta las cifras que organizaciones y analistas independientes están suministrando sobre la cantidad de muertos los que se calculan en unos 70,000 en los ocho meses, unos 8,750 libios habrían muerto por mes. Prácticamente en cada mes mataban 3,750 libios más que durante todo un año de guerra en los años 80 en Nicaragua. Si la guerra en Libia hubiera durado cuatro meses más el cálculo de muertos en un año según las fuentes citadas hubiesen sido 105,000 caídos.
Para cura es híper–ultra demasiado el precio que han pagado los libios, por derrocar al Gadaffi. Nadie puede decir ni atestiguar, que en todos los más de 40 años de régimen, tal cifra de muertos se haya producido. Y digo que han pagado por que los 2 mil millones de dólares, que gasto la OTAN en los más de 5 mil misiones aéreas no equivalen a los 120 mil millones o más que se rumora le congelaron a Libia. Solo en EE.UU le congelaron 35, mil millones. Con el tamaño de ese botín y con sus países en quiebra, ¿porqué no echarle mano a lo ajeno? pensaron los presidentes del G-8.
Pero si el lector nicaragüense aún no logra asimilar lo que los libios perdieron, simplemente que en Nicaragua el Estado le pague a cada enfermera un salario mensual de mil dólares. Que el Estado le obsequie a los recién nacido 7 mil dólares. Que el Estado le regale a los recién casados 64,000.dolares para la compra del apartamento. Donde la Educación y la medicina son gratuitos. El Pago del Alquiler no existe así como el pago por la energía eléctrica para la población tampoco existe. Los créditos para la compra del automóvil y el apartamento con cero por ciento de interés, y en la compra del automóvil hasta 50 % es pagada por el estado, a los combatientes de la milicia popular se les obsequia hasta el 65 %. La Gasolina cuesta más barato que el agua. Pero ahora todo pertenece al pasado. Los Libios le ayudaron a sus nuevos verdugos a autodestruirse como nación.
O acaso alguien está seguro que los nuevos amos de Libia asegurarán ese nivel de bienestar o inclusive darán más, si ni en sus propios países los mandatarios del G-8 con su sistema democrático de corte occidental han podido generar tantos beneficios a su población?
Lo que sucedió en Libia representa la pasadía más horrenda de inicios del Siglo XXI. Ya superó las guerras norteamericanas en a Iraq y Afganistán. El rostro de los países ricos y su brazo armado europeo la OTAN lo han develado sin ningún pudor. Han hecho esta vez lo necesario para enviarle un mensaje a todo el mundo. ¡No escatimaremos los medios para hacer nuestras sus riquezas!. No importa ni la cualidad (niños, mujeres, ancianos) ni la cantidad de vidas, que esta intención demande. El fin no solo justificó los medios, sino también los muertos. El rostro del nuevo orden internacional y los valores que lo sustentan ya han sido no solo anunciados sino que demostrados en la práctica internacional.
Ahora ya se pueden tipificar diversos niveles y tipos de revoluciones de color o primavera. Las de baja intensidad, donde todas surgen con las protestas (apoyadas con medios de comunicación de todo tipo desde afuera, financiamiento a organizaciones con estos fines) contra gobiernos electos o recién electos, de tal magnitud, que:
A) Obligan a los mandatarios a usar la policía y el ejército y que al final terminan dimitiendo y que de manera rápida se ganan un boleto al tribunal Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad.
B) Los que saben cuál es el fin del plan y dimiten sin el uso de los órganos de control y mantenimiento de la ley y la soberanía.
Hoy bajo, la experiencia de Libia aparecen las Revoluciones de alta intensidad, donde toda la primera parte del guion es el mismo, solo que para hacer realidad la revolución las fuerzas militares de los países ricos entran en acción sin límite sobre el uso de la fuerza, hasta llegar a asesinar a un mandatario de un Estado soberano, rompiendo así toda la Carta de las Naciones Unidad y las normas básicas y leyes del Derecho internacional. Además queda excluida la posibilidad de mandarlos al Tribunal Penal Internacional. Lo peor de esto, es que ahora las reglas del juego de arrestar solamente al rey se termino. Con el ahorcamiento de Sadam Hussein, y el asesinato de Gadafi, los presidentes que entren en guerra contra los más ricos, más que buscar la justicia internacional buscarán cómo procurar los asesinatos de sus homólogos atacantes.
Gadaffi, paso de Terrorista a Socio y de Socio a Tirano. Hoy es tan mártir, como el mismo pueblo libio. Su error es haberse confiado del abrazo de las pitones y abrir suculentos negocios e inversiones, que integraron a Libia a la democracia occidental. Con esa promesa Gadafi se desarmó. Le hicieron creer que era parte de la familia. Hasta un equipo de futbol inglés financiaba.
En su abrir de puertas a sus nuevos amigos de los países ricos bajo la guardia. Su diplomacia, sus servicios de inteligencia, todos los atributos del Estado seguro y soberano, que había construido se debilitó con la convicción de que ya no eran tan necesarias. Mientras los servicios occidentales lograron descubrir sus riquezas, y al mejor estilo mafioso lo asaltaron y lo asesinaron. La moraleja de Libia es única. “Nunca Invites a los ladrones a visitar tu casa”.
Msc. Manuel Salvador Espinoza J.
Decano de la facultad de Ciencias Jurídicas
UNICIT.
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