Los defensores de la mujer y las empresas mediáticas
Por: Mario Fulvio Espinoza
9 febrero de 2011
La presidenta del Cenidh, dama de trasparente ética social y predestinada para defender los derechos humanos, la libertad de expresión y en especial los derechos de la mujer, se muestra indignada contra la señora Ana Julia Guido porque ésta intenta agregar al Proyecto de Ley contra la violencia hacia las féminas, algo muy importante que olvidaron –quizá no por maldad ni por olvido– (¿quién lo creería?), las personas que elaboraron el mencionado proyecto.
El agregado de doña Ana Julia se refiere al respeto que merece la mujer en todos los ámbitos de la vida nacional, pero, en especial, en los medios de comunicación social. Acertada la propuesta por cuanto los medios pueden, tanto enaltecer a la persona humana como destruirla y denigrarla a su antojo sin más cortapisa que una ética mediática de pescuezo elástico, como diría el humorista hermano de la presidenta del Cenidh.
En concreto la propuesta de doña Ana Julia Guido, que apoya la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, condena la violencia mediática contra las mujeres, la que ocurre "cuando el dueño del medio de comunicación, la persona o comunicador social, en el ejercicio del periodismo, ofenda, injurie, satirice, denigre a una mujer por el hecho de ser mujer".
Quizá por exceso de ecuanimidad, la presidenta del Cenidh dice que ese agregado atenta contra la libertad de expresión de los dueños de medios y sus periodistas a sueldo. Es respetable esta opinión viniendo de una dama que en los últimos tempos ha cultivado una entrañable comunión con los dueños de los periódicos de la carretera norte de los que se ha vuelto defensora de oficio. Vaivenes políticos que a veces dan color muy feminista a la mencionada dama, dueña por ahora de una neo–coquetería mimética muy variada, la que por decoro y castidad guardaba muy pudorosa en su caja de cosméticos.
Por esos devaneos y mareos que produce el rejuego político estresante, la presidenta del Cenidh parece que perdió la cuenta de la enorme cantidad de congresos, talleres, seminarios, encuentros, conversatorios y foros que instituciones defensoras de los derechos de las mujeres han realizado para analizar y tratar de enmendar de alguna manera, el tratamiento denigrante que algunos medios de comunicación social dan a los niños, jóvenes, mujeres y ancianos.
Las recomendaciones emanadas de esos cónclaves siempre son tiradas en saco roto por los dueños de medios, de ahí que siga siendo condenable el irrespeto a la privacidad del prójimo, el periodismo amarillo bilis que destila sangre, las imágenes de mutilados y destripados… Y sobre todo los bochinches de vecindad que aparecen en los diarios y televisoras…
En lo que se refiere a la mujer el manoseo y la explotación comercial de la figura femenina siempre ha sido y es "la chapupa de portada" de El Nuevo Diario, que ha contagiado a La Prensa. Recuerdo que antes –gracias a la beatífica y casta actitud de doña Margarita– ese periódico se abstenía de sacar mujeres encueradas. Parece que en aras del "poderoso caballero Don Dinero" le doblaron el brazo a la señora o, a lo mejor, la tienen rezando jaculatorias para que Dios le perdone ese "pecadillo tardío de la modernidad". La realidad es que ahora La Prensa ha superado al Nuevo Diario en eso de presentar en tamaño ocho por diez a muchachas de mínimo atavío.
Pero bueno –diría la presidenta del Cenidh– esas son minucias. Sin embargo, creo que en ese saco de abusos podría caber la manipulación grosera que se efectúa contra la personalidad de la juventud nicaragüense que aparece en sendos suplementos de ambos diarios. Lo trivial es la faceta dominante. Los jóvenes aparecen como un producto "light" de una sociedad absurda, egoísta, consumista, machista, borracha, parrandera y cabeza hueca, sin valores de responsabilidad, familia, seriedad, autenticidad, veracidad, fraternidad social y nacionalismo.
En esos suplementos se insiste que el fin de toda mujer es ser bella para agradar al hombre, única forma de construir su futuro. Extraño que organizaciones como el MAMBO (Movimiento Autónomo de Mujeres) y el Cenidh disimulen y callen estas cosas. A lo mejor porque nada tienen que ver con los derechos humanos, o con los derechos de la mujer que han caído estrepitosamente dentro del figureo de sus defensores.
Quizá tampoco tengan relación con los derechos de la mujer –y por eso el Cenidh se calla–, las descalificaciones, epítetos groseros, caricaturas escatológicas y el vitriolo que a diario escupen los diarios de la Carretera Norte para denigrar e injuriar a la primera dama y a las mujeres funcionarias del Estado. Triste es el papel de los caricaturistas de ambos medios, que desconociendo la ética periodística –por supuesto no son periodistas–, hacen de estas canalladas "su modus vivendi".
Si es sucio el trabajo del "humorista" de La Prensa, el caricaturista de El Nuevo Diario tiene la costumbre de acudir al dibujo del excremento humano para saciar sus ansias de inteligencia, que no tiene. (Lo que natura no da, Salamanca no presta). Qué diferencia más grande existe, entre aquellos humoristas de prensa geniales, ocurrentes y sobre todo respetuosos, que fueron Chilo, Ampié, Gurdián, Toño López, AMO y el recordado y respetado RÓGER, y estos escatológicos dibujantes de su propia frustración y rabia política.
Claro, no se le pueden pedir peras al olmo. Sin ética la libertad de expresión es puro libertinaje, pura chanfaina política. Si en realidad la modernidad le ha dado todas las facilidades tecnológicas a estos medios, no ha podido insuflarles la moral, la ética, la veracidad, la honradez, el uso correcto y adecuado del lenguaje, los valores que derivan hacia el respeto al derecho ajeno, tampoco ha podido erradicar de ellos la doble moral camandulera que exhiben junto con ciertos jerarcas fariseos metidos en política.
Creo que menudo problema sería para la presidenta del Cenidh, tan escrupulosa en asuntos de respeto a los derechos humanos, aunque sean los de la derecha, pedirle a los medios que muestren sus Códigos de Ética. Salvo el diario La Prensa, los demás medios, ya escritos, radiales o televisivos carecen de normas morales y éticas para ejercer el periodismo. Se puede afirmar (pero esto no lo haría la honorable presidenta del Cenidh) que en los reductos mediáticos de la carretera norte el periodismo es un coto de caza donde se pueden lamparear, amenazar, injuriar, difamar, calumniar, denigrar y cazar desde diminutos cervatillos hasta renos de gran envergadura. Y todo gracias a la libertad de expresión que tanto preocupa a la apasionada titular del Cenidh.
Cabe aclarar que La Prensa posee su Código de Ética, pero éste artefacto se rige por la ley del embudo, esto es: todo para la patronal, nada para los periodistas. Por ejemplo, no permite a los periodistas aceptar regalos y donaciones, pero los dueños se reparten esas cosas como lo haría el Rey Minos, y además imploran al Estado para que les sostenga su particular libertad de prensa apelando al Articulo 68 de la Constitución que les otorga un status especial pasando por alto aquello de que "todos somos iguales ante la ley". ¿Discriminación? "Nimiedades", diría la presidenta del Cenidh que es tan meticulosa, pero es verdad que la libre expresión no puede depender de prebendas y dádivas. Eso es corrupción y lo cotidiano y normal en esos medios.
Otra prenda que proclama el Código de Ética de La Prensa prohíbe a los periodistas que ahí trabajan, ser miembros activos de las organizaciones periodísticas nacionales. Y contra todos los derechos humanos relativos al trabajo, les arrebata el derecho de sindicalizarse. La palabra "sindicato" está proscrita en esos medios y es más herejía si la pronuncian sus periodistas.
Enemigos de toda clase de organización que incumba a los hombres y mujeres de prensa, los dueños de ambos medios han interpuesto un recurso "de amparo" contra el Colegio de Periodistas, que según ellos amenazan sus intereses comerciales y empresariales, aunque ellos muy orondos se declaran miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organización con resabios imperiales que se da el caché de intervenir en todos los países de América –menos en USA– cuando ve que la libertad de los gamonales está sujeta, como es natural, a críticas y cuestionamientos.
En estas cosas priva la ambigüedad y el mimetismo de un medio "muy serio" como El Nuevo Diario. Por los años ochenta su director era dirigente de la Unión de Periodistas de Nicaragua que aglutinaba a los periodistas sandinistas que luchaban contra Somoza. En ese papel ese señor director llegó a ser secretario general de la Federación Latinoamericana de Periodistas, vivió en México gozando de los privilegios del cargo. Cuando regresó a Nicaragua fue fundador, junto con el 90 por ciento de los empleados de La Prensa, de El Nuevo Diario.
Como periodista "revolucionario" participo en la elaboración de lo que ahora es la Ley 372 creadora del Colegio de Periodista, que aprobó la Asamblea Nacional en el 2001. Cuando el Colegio procedió a inscribir a sus miembros, el director en referencia firmó junto con todos los periodistas de El Nuevo Diario su tarjeta de inscripción. Sin embargo ya antes de esa maniobra, en contubernio con los directores de La Prensa, había suscrito el recurso de amparo contra la Ley creadora del Colegio. En la actualidad ya los directores de El Nuevo Diario han botado la careta y son miembros –y hasta directivos– de la SIP que antes condenaban.
Como periodista "revolucionario" participo en la elaboración de lo que ahora es la Ley 372 creadora del Colegio de Periodista, que aprobó la Asamblea Nacional en el 2001. Cuando el Colegio procedió a inscribir a sus miembros, el director en referencia firmó junto con todos los periodistas de El Nuevo Diario su tarjeta de inscripción. Sin embargo ya antes de esa maniobra, en contubernio con los directores de La Prensa, había suscrito el recurso de amparo contra la Ley creadora del Colegio. En la actualidad ya los directores de El Nuevo Diario han botado la careta y son miembros –y hasta directivos– de la SIP que antes condenaban.
Claro, esto muestra una carencia absoluta de valores gremiales, éticos y morales de los directores de El Nuevo Diario, y conviene recordar como éste rotativo que nació en 1980 como una cooperativa solidaria de todos sus trabajadores sandinistas, poco a poco a poco fue tragada por sus actuales directores, al punto que de la cooperativa ni el rastro ha quedado.
Ya no se acuerda de estas cosas la directora del Cenidh. Pero no es mala intención, es que ella de vez en cuando "se le chipotean" algunas cosas. Su honorabilidad nadie la pone en tela de juicio.
Sería bueno que agregara estas y otras cosas que tienen que ver con la libertad de expresión al "dossier" que presentará en el extranjero pidiendo se condene al actual gobierno por censurar su elocuente labia y la de sus amigos de los medios… Buen viaje y de mucho provecho le deseamos.
Sobre los periodistas y la libertad de expresión queda mucho por decir para agregar al dossier de la presidenta del Cenidh.
(*) Escrito dedicado al compañero (Al compañero Ervin Jerez)
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