EE.UU. actuó para evitar que países pobres obtuvieran medicinas asequibles
Carta Bodan
Lunes, 7 de febrero, 2011
"Ha sido a lo que más esfuerzos hemos dedicado". Y ganaron. Así relata la Embajada de EE UU en Guatemala su batalla para que el Gobierno vetara una ley que promovía la eliminación de la patente de los medicamentos. Pero no siempre lo consiguen. Tailandia, más desarrollada, consiguió resistir las presiones combinadas de los diplomáticos y la empresa Merck para fabricar sus propios fármacos antivirales, que necesitaba su programa para dar acceso al creciente número de personas con VIH. La Organización Mundial del Comercio (OMC) permitió, en 2003, que un país con una crisis sanitaria no respete la protección intelectual para un fármaco, y fabrique o importe un genérico. Algunas ONG vieron en esos acuerdos (ADPIC en español) la puerta abierta para una de sus grandes reivindicaciones. Pero no contaron con el contrapeso de la presión estadounidense, siempre velando por sus laboratorios. El caso más claro es el de Guatemala. El 11 de marzo de 2005, el embajador cuenta el éxito de su trabajo para que el país reintroduzca la propiedad intelectual sobre medicamentos. "Ha sido el final de un drama que se ha desarrollado durante años, plagados de desinformación, conflictos de intereses, políticos parciales y una gran falta de capacidad de decisión de los líderes políticos. Nos ha llevado más tiempo que ningún otro tema en los últimos meses", presume.
El momento más crítico fue en 2004, con la llegada a la presidencia de Guatemala de Óscar Berger, que se encuentra con "escándalos en la Seguridad Social por millones de dólares". El Gobierno "asumió que las compañías farmacéuticas trasnacionales estaban conspirando con los dirigentes del instituto". El ministro de Sanidad, Marco Tulio Sosa, quiere abolir una ley anterior con "la excusa de que restringe el acceso a los genéricos". Con un agravante para el presidente: "la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú le apoya". Al movimiento se une Médicos sin Fronteras, que "organiza seminarios" y trae de Argentina al "experto" (las comillas son del cable, indicando sus dudas) Carlos Correa, ferviente partidario de abolir las patentes de los fármacos para ciertos países. Tras un intenso tira y afloja, la crisis estalla en noviembre. "Sin aviso, Sosa y Menchú aparecen en el Congreso con un nuevo proyecto para eliminar la protección de datos que se aprobó de manera unánime". "Nadie se atrevió a oponerse por miedo a ser identificado como una herramienta de las multinacionales", narra el cable. El representante estadounidense se pone en acción, e interpela al presidente.
"El embajador les urgió insistentemente a que vetaran la ley". Al final, Berger le comenta "que se había visto obligado a firmar la ley, y lo hizo el 22 a pesar de que el embajador le había llamado el día antes". Esa no fue la última presión. El nuevo embajador, Allgeier, esgrime la posibilidad de que Guatemala quede fuera del acuerdo CAFTA (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana) de una manera "quizá permanente". El diplomático describe que al presidente le habían dicho que "las compañías multinacionales habían trabajado con los funcionarios corruptos y estaban manipulando las condiciones de la protección de datos del tratado ADPIC para impedir el acceso a genéricos baratos". Barger estaba enfadado, pero tenía enfrente a Rigoberta Menchú, "a quien no podía permitirse ignorar", relata. A la vez, hay una intensa campaña mediática ("public diplomacy Blitzkrieg", la llama el cable). Para reforzarla, se buscan los trapos sucios de los protagonistas. Menchú "posee la franquicia de la compañía mexicana Farmacias Similares, y vende la posibilidad de abrir oficinas por 25.000 dólares en efectivo". Al final, el presidente revocó la ley, y Guatemala volvió al redil. Pero, a veces, los EE.UU. no se sale con la suya. Es el caso de Tailandia. Lea reporte completo en El País
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