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Felicidades por siempre
Manuel Moncada Fonseca
Revista Libre Pensamiento
Para todos y todas, feliz noche de paz, mañana de paz, tarde de paz, días de paz, años de paz, décadas de paz; por siempre, una vida entera llena de paz y dignidad.
Para que esa paz llegue, se debe rechazar la paz recetada a los empobrecidos, a los que jamás el sistema permite la dicha, aunque siembre en ellos la vana ilusión de los escaparates repletos; rechazar, por tanto, la que se recetan los enriquecidos pero a costa de las mayorías, razón por lo cual tampoco la alcanzan, por más que la busquen.
No deseamos la paz de las guerras infinitas que el capital transnacional le impone a la humanidad; la de sus amenazas de exterminio a las naciones, territorios y fuerzas a las que endilga el protervo mote colectivo de eje del mal; la del saqueo, el intercambio desigual y la de las mil y una manera de empobrecer al Sur -que no es tal por carencia de educación, sino por carencia de libertad y por el saqueo que en su contra se practica- y, ahora, hasta al mismo Norte –que no es desarrollado por su nivel educativo, sino por suprimir, dentro y fuera de sus confines, la libertad y por apropiarse de la riqueza natural y humana; la de los monopolizados medios de “comunicación” que envenenan al planeta con su información inventada, abultada, malintencionada, descontextualizada o totalmente deformada y diseñan golpes de estados, guerras y mentiras virtuales que, de no haber fuerzas que se lo impidan, terminan encarnándose en el mundo físico; ni la de los que están llevando a la Tierra, con todo lo que en ella vive, a su destrucción.
Tampoco deseamos la paz de los que, cegados por la estulticia, disimulan lo mal que andan las cosas en la siempre perversa modernidad, generadora de la colonialidad y alimentada por ella, porque, en definitiva, no existe modernidad sin colonialidad; ni la de los que, abierta o solapadamente, por comodidad, ignorancia buscada o cobardía, reproducen el discurso de la globalización capitalista.
Debemos pensar en los pueblos intervenidos por la bota imperial yanqui-europea que les arrebata su vida, su riqueza, su libertad, su dignidad y su condición humana. Amor al prójimo es eso y mucho más. No es solo amor a escala familiar. Patria es humanidad, como enseñó Martí.
Nuestros deseos son de paz y dicha para la humanidad en su conjunto, sin exclusiones y sin hipocresías comerciales ni de niguna naturaleza; sin falsos profetas, como sin formalismos, sin modas a seguir y sin malinchismos de ningún tipo. La paz, lo dijo Sandino y lo ha dicho siempre la realidad, no se conquista con flores… Para alcanzarla hay que arrebatarla, luchando decididamente contra la opresión de clase, contra la injusticia social, contra el sistema de libre empresa con toda la basura que procrea y arrastra consigo; uniendo los innúmeros vigores dispersos que poseen los pueblos todos, salvándose unos a otros, tendiéndose la mano, hermanándose, complementándose, superando el egoísmo y la competencia que los divide y los empuja a matarse unos o otros, derrocando a los que gobiernan en función del imperio y de sí mismos.
La vida en el planeta; la dicha entre los seres que en él habitan, es cada vez más un asunto no sólo colectivo, sino del ser humano en su totalidad, ello más allá de las razas, credos políticos, religiosos o de cualquier orden. Sobre estas bases, siguiendo al Libertador Bolívar, podemos desear a todos y todas la “mayor suma de felicidad posible” hoy, mañana y siempre.
Nicaragua cristiana, socialista y solidaria
Excelente escrito prof. Moncada, muy cercano a la realidad, realidad que no todas y todos quieren ver o prefieren hacer caso omiso, indiscutiblemente la paz sólo la logrará la himanidad cuando los oprimidos tengan conciencia de clase, de esta manera arrebatarán la paz.
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