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miércoles, 13 de octubre de 2010

Una huelga de hambre indígena que pudo ser histórica

Una huelga de hambre indígena que pudo ser histórica
 Rómulo Pardo Silva




Casi noventa días sin comer, encarcelados, perdiendo masa muscular, enfrentando al estado de Chile, que por aparecer bien a la opinión pública tuvo finalmente que cambiar en parte sus normas de control. Primero silenciados por los medios, luego informados por temor.  


Antes un grupo y luego los demás aceptaron un acuerdo con el gobierno. Su equivocación fue no difundir claramente la idea con que iniciaron su acción social política.
 

Contra el poder ellos han presentado a la opinión mundial la historia del pueblo mapuche que conservó tres siglos su libertad y territorio frente a españoles y aristócratas chilenos.


Hace algo de 120 años los gobernantes de Chile ordenaron la entrada del ejército y los verdaderos dueños de la tierra perdieron. Extraños se apoderaron de sus campos, los arrinconaron en pocas hectáreas, los humillaron y empobrecieron de pan, salud y cultura.       


Hoy una generación de jóvenes con estudios reivindicó su pasado impulsando un proyecto mapuche para vivir de un modo distinto y propio.
  

Se organizaron, constituyeron direcciones y empezaron acciones rupturistas contra ocupantes de tierras de sus antepasados y agentes públicos. 


Incendiaron galpones, cosechas, maquinarias, acopios, vehículos de transporte público, dispararon a policías y judiciales. Algunos jóvenes murieron a manos de los carabineros pero no mataron.


Varios fueron detenidos con la ayuda de testigos indígenas anónimos pagados.


En prisión iniciaron la huelga que impactó hasta en lejanos países, incluso el secretario general de la ONU expresó su preocupación. Nadie se atrevió a negar las injusticias cometidas contra el pueblo mapuche.


El avance fue fruto de su decisión de arriesgarse a morir o quedar con secuelas permanentes.


Obligados por el apoyo general a su causa los políticos del capitalismo chileno aceptaron iniciar un diálogo. Ahí ellos cometieron el error de no apuntar a lo principal.


Todo luchador acierta y a veces se equivoca.  


Dejaron que a través de la prensa y de sus declaraciones se oscurecieran los objetivos de su acción limitándose a sus exigencias por juicios civiles y no militares y que no se les aplicara la ley antiterrorista.   


Discutiendo mecanismos para acortar los años de cárcel perdieron la oportunidad de explicar y difundir su programa de reivindicación de su pueblo.  


Un antepasado heroico ilustre fue sentado en una pica por los soldados españoles y atravesados sus intestinos hasta muerte. Él los había combatido para expulsarlos y seguramente su pensamiento en el suplicio no fue lograr el cambio del castigo, brutal pero sólo consecuencia de la conquista.  
  

El peligro para los comuneros rebeldes es que su acción colectiva no enraíce el proyecto que proponen y su sacrifico se distancie del objetivo.


Es un hecho que muchos no han podido saber qué forma de vida social, económica, cultural, piensan para sus hermanos.


Tuvieron el valor de pensar y pasar a los actos. Lograron inquietar y confundir a los encargados del estado. Recibieron una enorme solidaridad para su pasado y el presente de carencias. Gracias a ellos creció el orgullo de su raza, de sus apellidos, de su lengua.


Sin embargo faltó manejar mejor los hilos de la política del convencimiento. Porque lo principal es la cultura y el futuro sustentable de su pueblo.



Contacto  romulo.pardo@gmail.com    


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