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martes, 1 de diciembre de 2009

La Historia de los de abajo es la Historia clandestina


01-12-2009

Reflexiones desde la tesis de W. Benjamin “Sobre el concepto de historia”
La Historia de los de abajo es la Historia clandestina
Francisco Bosch
Rebelión

“Desde los tiempos más remotos, vuelan los Ángeles guardianes, siempre celosos de sus votos contra atropellos y desmanes, junto a las tumbas infantiles, junto a los tristes moribundos… pobres los Ángeles urgentes que nunca llegan a salvarnos, será que son incompetentes o que no hay forma de ayudarlos”
“Cita con ángeles”, Silvio Rodriguez

Intentaremos aquí tomar de base las reflexiones de Benjamin sobre la historia, específicamente su tesis IX (la que nos presenta la figura del ángel de la Historia), para realizar una pequeña exposición de la necesidad de un cambio radical de enfoque sobre la idea de la historia.

Parece oportuno comenzar presentando a W. Benjamin como un “critico moderno de la moderna”, un hombre que generó su reflexión en la etapa de entreguerras y en el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Un judío en la Alemania Nazi. Un hombre influenciado centralmente por el romanticismo alemán, el mesianismo judío y el marxismo, pero que logró una síntesis personal que nos lleva a afirmar (junto a muchos intelectuales) que se trata de un filosofo incalificable, fuera de los estándares (lo más cercano a una definición sería llamarlo profeta, en lenguaje teológico). Podríamos decir, a modo de síntesis, que se trata de un anti-sistémico no-sistemático (justamente eso es el corazón de su reflexión, una critica lapidaria a la idea de progreso inherente a la idea de modernidad).

Antes de ingresar directamente en la tesis IX (que es nuclear en las ideas del autor), presentamos a grandes rasgos la concepción de la historia de Benjamin:

Constituye una forma heterodoxa del relato de emancipación: inspirada en fuentes mesiánicas y marxistas, utiliza la nostalgia del pasado como método revolucionario de crítica del presente1

Ahora si, abordamos la Tesis IX en la cual se presenta el “ángel de la Historia”: tiene los ojos desorbitados, la boca abierta, las alas desplegadas y su rostro vuelto al pasado. Este ángel ve en “la cadena de acontecimientos” (de esa historia positivista, hechológica, de grandes personajes, siempre ascendente y progresiva) una sola y única catástrofe. Él es parte de esa tempestad que empuja la historia (el progreso) irremediablemente hacia el futuro. El Ángel quisiera detenerse para socorrer a las víctimas de la historia, pero la tempestad lo arrastra de manera inexorable hacia la repetición del pasado, que son nuevas catástrofes y nuevas desastres, cada vez peores.

Con esta imagen, Benjamin critica directamente la idea de la “necesidad” en la historia. Muchos teóricos, basados en el evolucionismo histórico, han argumentado a favor de los hechos necesarios (sangrientos y crueles) para llegar a una situación mejor. En este punto el autor se coloca en la línea opuesta tanto de Schiller, como de Hegel. Las catástrofes no serían sucesos necesarios para el advenimiento de nada bueno, lo que impulsaría la historia no sería el progreso, sino una lejanía cada vez más grande del paraíso, en camino directo y franco a la barbarie (la historia no solo le daría la razón a Benjamin, sino que la actualidad lo confirma nuevamente).

En esta tesis, es sorprendente el recurso alegórico de Benjamin para presentar con fuerza una situación que él supo ver con mucha claridad: en las raíces de la modernidad (con su idea central de progreso) se encontraba la catástrofe sin tregua (el nazismo).

Resulta esencial, para continuar, resaltar la relación de reversibilidad recíproca y traducción mutua de lo religioso y político, que escapa a cualquier reducción unilateral. Forzar aquí un secularismo moderno, es flagelar el pensamiento del autor. Desde aquí podremos ver con más claridad las alegorías con su doble enfoque: teológico y profano. Por citar algunos ejemplos centrales vemos como: el paraíso tiene su correlación profana en la sociedad sin clases primitiva (el socialismo matriarcal primitivo); la tempestad (recurso lingüístico tomado de su tradición bíblica) sería profanamente el progreso; el Mesías (que haría lo que el ángel no logra hacer) sería evidentemente, en el pensamiento del autor, la revolución (la débil fuerza mesiánica de cada generación es la posibilidad histórica de la revolución).

Con todo esto, vale recalcar dos ideas más, que son centrales: Primero ver cómo Benjamin es un critico del marxismo y presenta la revolución, no como la locomotora de la historia mundial (Marx), sino que la presenta como frenos de emergencia para la humanidad que viaja en esa locomotora (ya que esa marcha llevara al desastre). En segundo lugar, Benjamin no tiene una concepción cíclica de los procesos históricos (como insinúa Scholem) sino mas bien dialéctica: la sociedad sin clases del futuro que él sueña (el nuevo paraíso), contiene en sí, como síntesis dialéctica, todo el pasado de la humanidad (aquí la clave de la memoria como primer instrumento revolucionario).

Para terminar, simplemente me gustaría mostrar cómo esta concepción de la Historia (desde las victimas) se hace realidad (cobra realidad histórica) en el sureste mexicano, en los procesos de los Pueblos de la Tierra Zapatistas. Podemos afirmar esto, porque al haber leído la historia a contra-pelo, los hombres y mujeres insurgentes de México, han comenzado a escribir “la otra historia”, que es esencialmente la HISTORIA CLANDESTINA: la que se teje desde abajo, en silencio, en la clandestinidad de las luchas por la humanidad y se va pariendo en las conquistas diarias de autonomías reales que reconocen la dignidad de los seres humanos y de los pueblos de la tierra.

Por esto, la historia verdadera es la historia clandestina, la que recoge el dolor histórico de las víctimas, y descifra entre ellos los gritos del parto de una nueva sociedad.

La revolución entendida en clave benjaminiana es el verdadero estado de Excepción (el estado de excepción dentro del estado de excepción). Esto es entendido a cabalidad en Chiapas donde, cansados de dialogar con el gobierno y ser traicionados una y mil veces, los hombres y mujeres de pasamontañas tomaron la firme decisión de la construcción de autonomías. Estas son la base de la revolución zapatista y constituyen un verdadero estado de excepción (dentro del estado de excepción que ya viven esos pueblos, que es de hambre, dolor y muerte). La vida se va pariendo desde las bases, desde las victimas históricas, sin implicar una revolución entendida como toma del poder estatal, sino como una construcción alterna de Otro Mundo Posible. Esto nos lleva a dar un paso más que Benjamín, y reconociendo lo acertado de su aviso de catástrofe, diremos también que lo realmente revolucionario es QUE LOS POBRES Y OPRIMIDOS ESCRIBAN SU HISTORIA.

"No morirá la flor de la palabra, podrá morir el rostro oculto de quien la pronuncia hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra no podrá ser acallada por la soberbia de los poderosos. Nosotros nacimos de la noche, en ella vivimos, en ella moriremos, pero mañana la luz será para los más para quienes hoy es negado el día... Nosotros somos la dignidad rebelde, el corazón profundo de la patria... para nosotros nada, para todos todo..."2

Notas:

1 Lowy, Michael “Walter Benjamin: aviso de incendio” pag. 14. Fondo de la cultura económica, 2001
2 Cfr. Declaraciones de la selva Lacandona, EZLN.


Imagen tomada de:

http://www.braungardt.com/Theology/Benjamin/Benjamin.jpg

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