23-10-2012 |
Los nuevos negociantes de la educación
A nivel mundial se promociona un nuevo negocio educativo que se denomina con
el término de e-learnign (que podría traducirse como aprendizaje a través
de la web). Este negocio se sustenta en tres aspectos: utilización masiva en los
procesos educativos de los artefactos tecnológicos, más exactamente en formato
electrónico; los contenidos de los cursos están formateados en consonancia con
las características de las tecnologías, a las que se supedita la pedagogía; y,
se venden servicios complementarios, tales como tutorías, asistencia técnica,
evaluaciones y certificaciones.
PAQUETES TECNOLÓGICOS EN LA EDUCACION
Según la concepción e-learning, en el mundo de hoy la enseñanza sólo es
posible a través de los medios tecnológicos que, en gran medida, vendrían a
sustituir a los profesores, a los que se les asignaría una suerte de
presencialidad secundaria, porque lo importante es el envoltorio tecnológico.
Como lo fundamental son los artefactos, la metodología didáctica debe adecuarse
a la lógica binaria del lenguaje informático y a las características visuales de
la pantalla, por lo que se enfatiza en que los estudiantes deben “explorar la
riqueza de los contextos electrónicos”. Como resultado, se forma en una cultura
tecnológica en donde predomina el aprendizaje instrumental que permita acceder a
las cambiantes Tecnologías de la Información. Ese aprendizaje se mide mediante
sistemas de gestión de corte gerencial, en los que se define con precisión
conductista el tipo de tarea fijada, los logros alcanzados, el tiempo de
ejecución y el rendimiento medido en términos cuantitativos.
Una característica central de la e-learning es su lógica mercantil, de
donde se desprende la importancia de la gestión de la información, lo que se
muestra como un elemento estratégico en la competitividad mundial, como lo exige
la “sociedad del conocimiento”, que beneficiaría a las personas, a las empresas
y a los países. En concordancia, el e-learning como modalidad de
formación está pensado desde la enseñanza y no desde el aprendizaje. Se centra
en la tecnología y no en los seres humanos, y por ello desdeña todo lo que tenga
que ver con la formación integral de la gente, centrándose en el culto al
individualismo y al consumo del capitalismo realmente existente. Se muestra como
un tipo de formación flexible, eficaz, de bajo costo, en donde no se requiere de
la infraestructura básica de cualquier colegio o universidad, sino que los
aprendices deben asumir el proceso y el costo por su cuenta y riesgo.
La e-learning se ha convertido en negocio con extraordinarias
ganancias que ofrece una mercancía peculiar a la que se llama conocimiento, y se
promociona de diversas formas: softwares educativos, tutorías, asesorías,
paquetes informáticos... Para que unos cuantos empresarios del capitalismo
académico obtengan fabulosas ganancias es preciso explotar a un amplio sector de
trabajadores. En efecto, ha sido necesario precarizar al profesorado y a otros
trabajadores relacionados con la educación, imponiendo bajos salarios, contratos
temporales, sobrecarga laboral, subcontratación y mil triquiñuelas por el
estilo, que se ocultan bajo el disfraz de la modernización que acompaña a las
Tecnologías de la Información y la Comunicación. Al mismo tiempo, se estafa a
amplios sectores de la población, sobre todo de la clase media, con el embuste
de brindar educación de alto nivel tecnológico e innovadora, lo que se ha
convertido en una venta masiva de títulos de muy dudoso mérito.
DELIRIOS TECNOCRÁTICOS
Los delirios tecnocráticos alcanzan en el ámbito de la educación la cumbre
del cinismo, como se constata con el caso de Andrew Ng, un verdadero mercachifle
de la estafa educativa que está dictando una clase, léase bien, a cien mil
estudiantes, a los cuales además les vende un título. Tan “brillante” propuesta
dice apoyarse en la informática. El mencionado personaje afirma que ha dado un
salto espectacular en materia de difusión educativa porque de enseñarles a 400
estudiantes en un semestre, pasó en siguiente a enseñarles a 100 mil en un curso
en línea. Agrega que “para llegar a tan grande número de estudiantes antes
habría tenido que enseñar mi clase normal de Stanford durante 250 años”. ¿Cómo
puede producir tan espectacular “revolución” en el arte de robar a nombre de la
educación? Para comenzar, no sorprende que eso se presente en los Estados Unidos
y se afirme que es una contribución para ofrecer educación superior a bajo
costo. Por supuesto, se afirma que esto es posible por la proliferación de
tecnología inalámbrica de alta velocidad que ha conectado el mundo de un extremo
a otro, lo cual ha hecho surgir a la primera generación de seres humanos que “se
siente cada vez más cómoda aprendiendo e interactuando con profesores a través
de plataformas en línea”. Es decir, que las tecnologías de la telecomunicación
son empleadas para crear empresas educativas en las cuales el objetivo exclusivo
es obtener fabulosas ganancias. Por eso, el personaje mencionado ha creado la
empresa Coursera.org, respaldada por capital de riesgo del Silicon Valley. Esta
empresa se promociona a sí misma diciendo que ofrece cátedras gratuitas en línea
a cualquier lugar del mundo, lo que no deja de ser un chiste flojo porque aparte
de que cobra 100 dólares por conceder un certificado (multiplíquese 100 dólares
por 100 mil estudiantes, para ver cuánto se obtiene), lo realmente delirante
estriba en suponer que una persona le puede dictar clase a 100 mil personas, lo
cual rompe con las más elementales normas de la convivencia entre docentes y
alumnos. En otro sentido, no se menciona ni una sola palabra sobre el impacto
que este tipo de “educación” tiene sobre los profesores, porque imaginémonos
cuantos educadores quedan desempleados con la generalización de este tipo de
cursos informáticos, ofrecidos en todo el mundo por prestigiosas universidades,
como quien vende un celular, un champú o una salchicha. Esto evidencia que en la
actividad educativa está en marcha el despojo pleno de los profesores, para
dejar sin empleo a una gran parte de ellos y convertir a otros en meros
apéndices de los artefactos técnicos.
“FILÁNTROPOS” Y ANTISINDICALISTAS
Los grandes empresarios de la informática son los personajes más interesados
en una “reforma educativa” que sea favorable a sus intereses corporativos. Para
sustentar dicha reforma se recita al pie de la letra la cantinela que la raíz de
los problemas y del atraso de una sociedad están determinados por su educación
estancada y no por las desigualdades sociales. Esto es lo que dice continuamente
Bill Gates, el magnate propietario de Microsoft, como lo ha promocionado en una
película que se titula Waitting for Superman (Esperando a Superman) y
como lo ha manifestado en forma reiterada, sin ocultar su odio de clase por los
sindicatos y los profesores organizados. En efecto, la fundación Bill y Melinda
Gates, pretendidamente filantrópica –una denominación que se usa en Estados
Unidos, entre otras cosas, para evadir impuestos- tiene como un objetivo
declarado combatir la educación pública en los Estados Unidos, presentándola
como absolutamente ineficaz, de lo cual responsabiliza a los sindicatos de los
profesores. Además del carácter antisindical de los seudo filántropos
estadounidenses de la informática –entre los cuales también se ubicaba el finado
Steve Jobs, fundador de Apple- una de sus preocupaciones centrales se encuentra
en la poca difusión que los aparatos electrónicos han tenido en el mundo
educativo. Y a partir de allí esbozan la manera como ven la educación del
futuro, una visión profundamente conductista –como la de su padre espiritual
Frederic Skinner- en la que los profesores ya no serían necesarios. En la
biografía de Steve Jobs se cuenta que en una reunión con Bill Gates, el magnate
de Microsoft, éste “esbozó brevemente su visión acerca de cómo iban a
ser las escuelas en el futuro, en las que los alumnos verían por su cuenta las
clases y las lecciones en video mientras utilizaban el tiempo lectivo para las
discusiones y la resolución de problemas”. En esa misma reunión, “ambos
coincidieron en que los ordenadores, hasta el momento, habían tenido un impacto
sorprendentemente insignificante en los centros educativos, mucho menos que en
otros campos de la sociedad como los medios de comunicación, la medicina o el
derecho. Para que aquello cambiara, en opinión de Gates, los ordenadores y los
dispositivos móviles iban a tener que centrarse en la forma de ofrecer lecciones
más personalizadas y una mayor motivación”.
Para Jobs el sistema educativo de los Estados Unidos era muy anticuado y
“se veía entorpecido por los reglamentos laborales sindicales”, y sólo “hasta
que desaparecieran los sindicatos de profesores, no había apenas
esperanzas de lograr una reforma educativa”, porque “según él, los
profesores deberían ser tratados como profesionales y no como trabajadores de
una cadena de montaje industrial. Los directores deberían tener la
capacidad de contratarlos y despedirlos basándose en su calidad”. En el
mismo sentido, “las escuelas deberían permanecer abiertas hasta al menos las
seis de la tarde y funcionar durante once meses al año”. Y, lo más
significativo, desde el punto de vista de un empresario de la informática “era
absurdo que las clases estadounidenses todavía consistieran en un profesor ante
una pizarra y en el uso de libros de texto. Todos los libros, los materiales de
aprendizaje y las evaluaciones deberían llevarse a cabo de manera digital e
interactiva, adaptada a cada estudiante de forma que pudiera recibir información
sobre su progreso en tiempo real”.
Este “diagnóstico” sobre la crisis educativa de los Estados Unidos
comparte el mismo tufillo neoconservador y neoliberal de la derecha más extrema
de ese país, lo cual pone de presente que la modernización tecnológica no es una
garantía de tener posturas de avanzada en términos políticos. Pero lo más
significativo estriba en que, con ofuscamiento por no haberse podido apoderar
por completo de los sistemas educativos como nicho mercantil para vender sus
productos informáticos, los magnates de la informática ataquen a los profesores
y los califiquen como responsables de la crisis educativa.
No sorprende, entonces, que una de las banderas centrales de los
filántropos sea la reforma educativa, como premisa previa para incrementar sus
inversiones y ganancias, en un codiciado mercado de millones de personas en todo
el mundo. Así las cosas, resulta sorprendente que uno de los temas más
importantes para los fondos de inversión de Wall Street no esté relacionado
con los problemas financieros sino con la reforma educativa. Y a la cabeza de
ese proyecto se encuentran tres fundaciones multimillonarias, una de ellas
financiada con la fortuna de Microsoft, otra con la de Wal-Mart y la tercera con
la del imperio de seguros AIG. Esas tres fundaciones (Gates, Walton y Broad)
acusan como principales y únicos responsables de la crisis de la educación de
los Estados Unidos a los profesores o, para ser más exactos, a los sindicatos de
profesores. Añaden que los niños de los Estados Unidos están malogrando sus
capacidades porque los profesores son incompetentes y, por la existencia de
sindicatos, no se les puede echar a la calle cuando un rector lo considere
necesario, como se hace ya en cualquier empresa flexibilizada. Para vencer este
obstáculo es necesario cerrar las malas escuelas públicas, despedir a sus
profesores y suprimir sus sindicatos.
La propuesta que se desprende de este diagnóstico neoconservador es clara:
deben crearse y financiarse las charter schools (lo que en Colombia se
llaman “colegios en concesión”), para que en ellas el capital educacional
privado haga lo que se les venga en gana, sin tener obstáculos sindicales ni
profesores incómodos que piensen y sean críticos, y donde se puedan vender todos
los artefactos técnicos que sean necesarios para aumentar las ganancias de las
grandes empresas, propiedad de los magnates filantrópicos del mundo informático.
Además, como este tipo de educación es conformista y hasta patriotera, propende
porque se formen individuos sin ninguna perspectiva crítica que apoyen las
guerras y agresiones de Estados Unidos en el resto del mundo.
Este pobre diagnóstico sobre la educación, un verdadero proyecto de clase,
elude los problemas estructurales, entre los que sobresalen la pobreza, el
desempleo, la desigualdad social, la crisis familiar, para quedarse solamente
con el culto a los medios tecnológicos como panacea para solucionar los
problemas educativos. Tal es el trasfondo político que se encuentra tras los
intereses aparentemente neutros y desinteresados de introducir computadoras en
el ámbito escolar.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158025
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