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martes, 8 de junio de 2010

Crítica y autocrítica

Crítica y autocrítica
Tomás Borge

 
END - 20:13 - 06/06/2010



El redactor de la columna “Don Procopio y doña Procopia”, refugiada en “EL NUEVO DIARIO,” además de escribir bien, es padre de dos caídos en la lucha contra el somocismo. Por esto último lo he tratado con delicadeza y hasta con respeto. Este veterano periodista se autoproclamó, con la indulgencia del somocismo, arquetipo de la ética. Este intelectual --quien, a mi juicio, es el mejor redactor de su periódico--, ataca con ferocidad en su caravana de todos los días y en otros escritos al FSLN, a Daniel Ortega, a Rosario Murillo, a Lenín Cerna, Payo Solís, a los sandinistas más reconocidos. En una de sus últimas columnas expresa sus dudas --no lo he oído a nadie más-- sobre mi calidad de fundador del FSLN y, además, me enrostra haber escrito una larga entrevista a Carlos Salinas de Gortari.



Ser fundador del FSLN es una casualidad histórica de la cual nunca hago ostentación. Antes de publicar esta entrevista con Salinas consulté con varias personas de buena calidad moral y, por desgracia, nadie, en aquel momento, puso objeciones; por el contrario, me señalaron la amistad del presidente mejicano con Cuba --lo cual para mí siempre es una buena recomendación-- y el haber sido él quien nombrara candidato presidencial a un hombre excepcional, con méritos auténticos: Luis Donaldo Colosio. Colosio fue enemigo, sin concesión alguna, de la mafia de narcotraficantes, lo cual, sin duda, lo condujo a la muerte. Una vez publicado el libro me arrepentí casi de inmediato porque, a todas luces, fue considerado por numerosos compañeros como apología hacia un político cuestionado por su gestión gubernamental, calificada por muchos como corrupta. Fue un error de mi parte. Algunos compañeros respetables de México --incluso algunos no me lo perdonan-- así me lo dijeron, incluyendo mi propia compañera, Marcela. Ahora, me veo obligado a expresar mi arrepentimiento por esta equivocación.



No obstante --y el autor de esa columna, alimentada por el odio y el resentimiento, lo sabe o debería saberlo--, durante mi vida he sido leal a mis principios. Estuve nueve meses esposado, encapuchado y torturado. Durante por lo menos un mes fui golpeado día y noche con ardiente brutalidad y el enemigo no logró arrancarme una palabra comprometedora contra el FSLN. No renuncié a mi partido y así lo reconoció su militancia, incluyendo Carlos Fonseca. El jefe de los torturadores --a quien yo perdoné recién triunfada la revolución, lo cual inspiró la bellísima canción de Luis Enrique Mejía Godoy “Mi Venganza Personal”--, expresó admiración y respeto por esta actitud siendo todavía yo su prisionero. No delaté a nadie. Protegí la ubicación de las casas de seguridad del FSLN, las cuales conocía totalmente. En alguna de ellas estaban refugiados Carlos Fonseca, Pedro Aráuz y otros cuadros del FSLN. Mi terco silencio fue un elemento fundamental para que en aquellas circunstancias no fuese asesinado ningún compañero. En mi vida he cometido, seguro, muchos errores, aunque jamás he caído en el más horrible de los pecados: la deslealtad.



Quisiera saber si el periodista autor de la columna mencionada al inicio de este artículo, puede decir lo mismo. El prestigiado intelectual, el irreprochable Wilfredo López Balladares puede hablar sobre mi conducta en la cárcel y también sobre la conducta del autor de “Don Procopio y Doña Procopia”.
 
 
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/76078


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