Intervención del Presidente de los Consejos
de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en el debate general del
73º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Nueva York,
26 de septiembre de 2018.
Extracto
Señora
Presidenta:
Señor
Secretario General:
Imposible
estar aquí, hablar desde este podio en nombre de Cuba y no evocar momentos históricos
de la Asamblea General que lo son también de nuestra memoria más
entrañable: Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro Ruz y el
canciller de la dignidad, Raúl Roa, por sólo citar los más trascendentes,
trajeron hasta aquí, no sólo la voz de nuestro pueblo, sino la de otros
pueblos latinoamericanos y caribeños, africanos, asiáticos, no alineados, con
los que hemos compartido más de medio siglo de batalla por un orden
internacional justo, que aún está lejos de alcanzarse.
Es
absurdo, pero coherente con la irracionalidad de un mundo en el que el 0,7% más
rico de la población puede apropiarse del 46% de toda la riqueza, mientras el
70% más pobre sólo accede al 2,7% de la misma; 3 mil 460 millones de seres
humanos sobreviven en la pobreza; 821 millones padecen hambre; 758 millones son
analfabetos y 844 millones carecen de servicios básicos de agua potable, cifras
todas, por cierto, que elaboran y manejan habitualmente los organismos
globales, pero que al parecer aún no alcanzan a movilizar suficientemente la
conciencia de la llamada comunidad internacional.
Esas
realidades señora Presidenta, no son fruto del socialismo, como
el Presidente de los Estados Unidos afirmó ayer en esta sala. Son
consecuencia del capitalismo, especialmente del imperialismo y el
neoliberalismo; del egoísmo y la exclusión que acompaña a ese sistema, y de un
paradigma económico, político, social y cultural que privilegia la acumulación
de riqueza en pocas manos a costa de la explotación y miseria de las grandes
mayorías.
El
capitalismo afianzó el colonialismo. Con él nació el fascismo, el terrorismo y
el apartheid, se extendieron las guerras y conflictos, los quebrantamientos de
la soberanía y la libre determinación de los pueblos; la represión de los
trabajadores, las minorías, los refugiados y migrantes. Es opuesto a la
solidaridad y a la participación democrática. Los patrones de producción y consumo que le caracterizan
promueven el saqueo, el militarismo, amenazan a la paz; generan violaciones de
los derechos humanos y constituyen el mayor peligro para el equilibrio
ecológico del planeta y la sobrevivencia de los seres humanos.
Que
nadie nos engañe aduciendo que la humanidad no cuenta con recursos materiales,
financieros y tecnológicos suficientes para erradicar la pobreza, el hambre,
las enfermedades preveniblesy otros flagelos. Lo que no existe es la
voluntad política de los países industrializados, quienes tienen el deber
moral, la responsabilidad histórica y recursos abundantes para resolver los
problemas globales más apremiantes.
La
verdad es que al mismo tiempo que se alega insuficiencia de fondos para cumplir
los objetivos y metas de la Agenda 2030 o enfrentar el creciente impacto del
cambio climático, en el año 2017 se derrocharon en gastos militares 1,74
billones de dólares, la cifra más alta desde el fin de la Guerra Fría.
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discurso completo en: Cuba
Debate
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