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viernes, 27 de julio de 2018

Nicaragua: Caretas del sistema caen por doquier

Nicaragua: Caretas del sistema caen por doquier 
Revista Libre Pensamiento


Presentación 

Es fácil hacer la revolución desde un escritorio, equivalente a no emprenderla nunca; es cómodo para un grupo revolucionario montarse en un triunfo electoral como el de López Obrador, para descalificarlo de antemano, después de que ese grupo se mantuvo mucho tiempo en silencio, coincidiendo con los medios occidentales que han omitido toda referencia a Peña Nieto a la hora de tratar los graves problemas que afectan a México como la violencia criminal, la corrupción y el narcotráfico, pero ahora la emprenden, sin que haya pizca de inocencia, contra un mandatario que aún no se ha estrenado. 

Lo difícil es hacer la revolución bajo acoso permanente desde adentro y desde afuera, tanto de parte de fuerzas oligárquicas, religiosas, genocidas y narcotraficantes, como de pretendidas fuerzas de izquierda. Así lo hacen, por ejemplo, contra el Comandante Daniel Ortega Saavedra en nuestro país, y contra Nicolás Maduro Moros en Venezuela, convertidos por los medios del sistema opresor local, regional y global en gobernantes “desprestigiados”, a lo cual se suma una cadena de medios de “izquierda”. 

Lucha  global, regional y local 

En un plano general, la lucha en Nicaragua nunca ha sido entre bandos. Al contrario, hoy es, mucho más que antes, entre sistemas y clases sociales contrapuestos, a escala local, regional y global. De ahí que la reacción internacional, con todos sus derivados, por enésima vez, pretende desatarse por completo para intentar imponer su dominio incompartido en el mundo. 

No debemos engañarnos ni engañar. Transnacionales imperialistas, con sus monopolizados medios de difusión como la radio, el cine, la televisión y lo relativo a la distracción y la cultura de masas; partidos políticos, organizaciones e instituciones diversas que se han puesto aparentemente del lado de los pueblos, por las razones que sea, por presión del medio social, cooptación, amenazas diversas, promesas de publicación, financiamiento y pertenencia a la corte celestial de adeptos del Capital, y más, se pronuncian al unísono en contra de nuestro país, como lo han hecho contra Venezuela y muchos otros países. 

No en vano, Ernesto Cardenal -que siempre ha tenido un aire “perfumado y aburguesado” como lo caracterizó Carlos Fonseca Amador-, Leonardo Boff, Éric Toussaint y muchos intelectuales más, hacen llamados urgentes desde Nicaragua y fuera de ella que solapan una invitación para que el imperio se entrometa en sus asuntos internos. Y buena parte de ellos por toda fuente de información tienen al ramirismo y al Uruguay socialdemócrata que encabeza el médico Tabaré Vásquez. A este coro, se unen personajes nefastos que pese a su condición reaccionaria, aún gozan de simpatías entre ciertos sectores de izquierda latinoamericana y mundial; el caso de Pepe Mujica, por ejemplo. Del mismo lado se ubican, fuera de nuestro hemisferio, medios como los españoles Rebelión y Sin permiso. 

En el mismo plano, desde nuestro país, los renegados del Sandinismo la arremetan ya no sólo contra Venezuela y Bolivia, sino también contra Cuba. Les arde que ésta, con su inclaudicable vocación socialista y solidaria, haya expresado, desde nuestro país, en la celebración del 39 aniversario de la Revolución Popular Sandinista, su apoyo consecuente, firme y solidario al Gobierno Revolucionario que presiden el Comandante Daniel Ortega y Rosario Murillo. 

La parte esencial del discurso de Bruno Martínez, Canciller cubano, deja claro que los atacantes de Nicaragua Libre son hipócritas autoproclamados defensores de la democracia, mismos que, en el presente siglo, han ejecutado, apoyado y financiado golpes de Estados y que, bajo la sombra del imperio yanqui, han recurrido a la violencia contra nuestros pueblos; son los que mienten y manipulan la realidad, las elecciones y cargan un historial represivo, de asesinatos y desapariciones. 

Por su parte Jorge Arriaza, Canciller de Venezuela expresó que su país luchará al lado de Nicaragua en caso de ser militarmente intervenida. Y con toda razón se preguntó: “¿Qué dirá Mike Pence, qué dirá “Narco” Rubio […], qué dirá Donald Trump, qué dirá Luis Almagro, cuando ven esta Plaza llena, llena, llena, llena, repleta hasta el final? Aquí está el Pueblo de Nicaragua, el Pueblo que impuso la Paz.” 

Arriaza y Martínez fueron testigos de algo que se demuestra día a día: la extraordinaria masividad de las manifestaciones que posee el FSLN y, particularmente, el Gobierno Sandinista. 

No hay peor ciego que el que no quiere ver… 

Es inconcebible que fuera de Nicaragua y aún en su propio territorio, haya gente que, a pie juntillas, cree que en nuestro país existe ahora una feroz dictadura que masacra demencialmente a su propio pueblo. No se cuestiona sobre cómo cada cuadra, barrio, ciudad, municipio, región se llenó en poco tiempo de pintas grotescas contra el mandatario y su compañera de fórmula, porque es más que obvio que un régimen sanguinario impediría sin dificultad cualquier acción semejante. Errónea o deliberadamente, hay quienes separan las manifestaciones antigubernamentales a las que llaman pacíficas, de las violentísimas barricadas que se habían impuesto en muchos rincones del país, como si no conformaran parte de un mismo esfuerzo. 

En verdad, los que juzgan a Nicaragua no ven la realidad ni la quieren ver, simplemente afirman y afirman, sin fundamento real, infinidad de cosas en su contra; no constatan los hechos, cierran los ojos ante las multitudinarias marchas de la nación respaldando abiertamente la gestión que el Gobierno despliega en favor del pueblo en su conjunto; tampoco advierten que en las marchas los policías y el resto de los que a ellas asisten se funden en un todo inseparable; desconocen que, para el pueblo, la presencia policial es garantía ciudadana para desplazarse con seguridad por todas partes. 

Desconocen por completo que doquiera se haga sentir una causa justa es inadmisible e inconcebible interrumpir la libre circulación de personas, vehículos, camiones sea cargando mercancías o vacíos, ambulancias; imponer obstáculos a la gente para acudir a sus centros de trabajo; amenazar de muerte a una población entera por identificarse con una ideología, una política y una gestión gubernamental con las que se identifica plenamente; destruir hospitales, escuelas, universidades, infraestructura productiva o cultural; quemar radios; impedirle a una embarazada, un anciano, anciana o cualquier persona urgida de hospitalización ser atendida sin demora; cobrar peaje a quienes se desplacen en ciudades, caminos o carreteras; ocupar universidades públicas amenazando a poblaciones circundantes o ejecutando en ellas y en sus alrededores crímenes horrendos recurriendo a todo tipo de armamento y al crimen organizado local e internacional, terroristas, narcotraficantes o maras; sitiar casas de habitación, secuestrar a sus habitantes, para luego torturarlos, ejecutarlos o incinerarlos; mantener bajo terror permanente a una nación entera que no comulgue con sus tranques; asesinar policías exigiendo que se acuartelen para matarlos sin que puedan defenderse; amenazar a una población con una intervención extranjera de no someterse a sus desmanes; aliarse con grandes empresarios, descompuestos jerarcas de una iglesia, pandilleros, narcotraficantes; maras de distintos países.

De este mismo orden es que una causa justa reciba apoyo de las fuerzas del imperio, de gobiernos que le son incondicionales, obsecuentes, cipayos… 

Quien viva en Nicaragua o pase por ella, ha visto a los ya fracasados golpistas desplazándose por lugares públicos sin que nadie los moleste. El 19 de julio, en los cafés se mantuvo la tónica de utilizarlos como abiertos centros de conspiración por parte del antisandinismo, sin policías ni sandinistas que estorbaran su “quehacer”. Un joven se arrimó en bicicleta, sin temores de ningún tipo, a una gasolinera cercana a la UCA, portando un estandarte del Vaticano (lo que en sí mismo no es condenable) y la bandera azul y blanco de Nicaragua entendida, eso sí, como bandera de golpistas y no de todos los nicaragüenses. 

Pero claro, para las fuerzas abigarradamente coludidas contra la Nicaragua Sandinista, en esta hay un terrible dictador que actúa como Anastasio Somoza Debayle al que derrocó hace 40 años, llamando a firmar un pronunciamiento internacional que lo obligue a renunciar, como declara Avvas, una ONG financiada por el magnate George Soros. En esta visión acomodada de la realidad nicaragüense también juegan profesionales que valiéndose de su “profunda” “científica” y “neutral” “sapiencia” jurídica, acusan al Gobierno de intensificar la represión y los operativos ejecutados en toda la geografía por la Policía Nacional y sus paramilitares, con el propósito de desmantelar los perniciosos tranques que habían impuesto los complotistas a sangre y fuego a toda la nación, mismos que hoy, dichosamente, ya pasaron a la historia. 

Stella Calloni expresa sin ambages: “Si la oposición más seria al presidente Daniel Ortega en Nicaragua no se diferencia de los mercenarios, que siguen cometiendo crímenes atroces, mediante torturas y flagelación pública contra decenas de sandinistas por apoyar al gobierno, como lo muestran los videos filmados por periodistas y si además no se separan de organizaciones que reciben fondos de Estados Unidos y las derechas europeas, quedarán en la historia como verdaderos traidores a la patria. / “No hay eufemismo posible para decirlo de otra manera, ni “academicismos” que los amparen ante sus acciones, cuando precisamente Estados Unidos avanza en su proyecto recolonizador con una despiadada guerra contrainsurgente, de Baja Intensidad y de Cuarta Generación para controlar directamente a Nuestra América, dentro de lo cual se enmarca el golpe “blando” o suave, disfrazado de “rebelión antidictatorial”.

2 comentarios:

  1. Hola. Siempre estoy pendiente de este blog. Me preocupa mucho mi pais. Considero que esta revista es una excelente fuente de informacion. Sigan adelante!!!

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