«ANTE NUESTRA MIRADA»
por Thierry
Meyssan
Mientras
los dirigentes de la OTAN se regocijan por el golpe de Estado en Kiev,
presentado a la opinión pública de Occidente como una nueva revolución, en el
terreno se invierte la situación. Después de desplazar a un gobierno de
delincuentes que buscaban el mejor postor entre Washington y Moscú, ahora son
los agentes de Estados Unidos quienes se ven obligados –ya en el ejercicio
del poder– a enfrentar los disturbios que anteriormente organizaron. El
problema es que el país está arruinado y nadie, sea quien sea, podrá sacarlo
rápidamente de la bancarrota. Y ahora Rusia puede defender sus intereses
sin tener por ello que asumir las consecuencias de los 20 años de
corrupción que antecedieron la nueva situación.
RED
VOLTAIRE | DAMASCO | 2 DE MARZO DE 2014
Durante
los Juegos de Sochi, Rusia no reaccionó ante los acontecimientos ucranianos [1].
Mientras se producían los graves desórdenes registrados en Kiev y en otras
capitales de provincias ucranianas, la prensa rusa siguió dedicando
sus titulares a las hazañas de sus deportistas. El Kremlin
consideraba, en efecto, que en cualquier momento los enemigos de
Rusia podían tratar aún de convertir la fiesta deportiva en un baño de
sangre.
Tal y
como estaba previsto, para el momento de la clausura de los Juegos, el poder ya
había cambiado de manos en Kiev. Ampliamente desinformada, la opinión pública
occidental tuvo la impresión de que se había producido una revolución
proeuropea.
Sin embargo,
la divulgación de una conversación telefónica entre la secretaria de Estado
adjunta, Victoria Nuland, y el embajador de Estados Unidos en Kiev,
Geoffrey R. Pyatt, no deja lugar a dudas sobre la existencia del
complot estadounidense [2].
A golpe de imágenes falsas, un gobierno de corruptos [3]
fue presentado a la opinión como una banda de torturadores
rusófilos [4].
Como en todas las demás «revoluciones de colores», misteriosos
francotiradores posicionados en los techos dispararon contra la multitud y
también contra la policía, y se responsabilizó al gobierno con esos hechos.
En
medio de la confusión, la opinión pública occidental tuvo la impresión de que «el pueblo»
se había apoderado de los palacios nacionales. La realidad es que,
mientras los activistas –en su mayoría nazis– se batían en la plaza Maidan bajo
los lentes de las cámaras de televisión, en otros lugares de la ciudad eran los
politiqueros quienes penetraban discretamente en los palacios nacionales. Por
ese lado, los europeos pueden dormir tranquilos: no fueron los nazis
quienes se instalaron en el poder.
Los
nazis ucranianos nada tienen que ver con la extrema derecha que se conoce
en Europa occidental, por lo general abiertamente sionista (con excepción del
Frente Nacional francés). Durante la guerra fría, los nazis ucranianos fueron
incorporados a las redes stay-behind de la OTAN para sabotear
la economía soviética. Posteriormente, Polonia [5]
y Lituania se encargaron de arroparlos. Durante los pasados 3 meses
de manifestaciones se les unieron islamistas tártaros especialmente traídos de
regreso desde Siria, donde estaban en plena yihad [6].
Habitantes históricos de Crimea, a los que Stalin decidió dispersar por haberse
unido a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, los tártaros viven hoy
principalmente en Ucrania y Turquía. En la plaza Maidan demostraron
la pericia adquirida en Siria: mutilando policías y sacándoles los
ojos [7].
La
revolución de la plaza Maidan sirve para enmascarar un golpe de Estado
extremadamente clásico [8].
En presencia de «diplomáticos» estadounidenses, la Rada
[parlamento ucraniano] violó la Constitución abrogándola sin referéndum.
Destituyó, sin debate ni proceso, al presidente en ejercicio y puso
los poderes legislativos y ejecutivos en manos del ex jefe de los
servicios secretos, Alexander Turchinov.
Este
nuevo dictador designó como primer ministro a Arseni Yatseniuk, lo cual
coincide –¡Oh casualidad!– con los cálculos expresados desde mucho antes
–en la conversación telefónica anteriormente mencionada– por la secretaria de
Estado adjunta Victoria Nuland. El nuevo primer ministro conformó
un gabinete que fue presentado a los manifestantes en la plaza Maidan.
Estos últimos, ahora mucho más numerosos y en una proporción en la
que los nazis ya vienen siendo sólo una tercera parte, abuchearon a varios
de miembros del nuevo gabinete porque son judíos.
En
Crimea, donde está basada la flota rusa del Mar Negro y la mayoría de la
población es rusa, el parlamento regional, también presa de una «inspiración
revolucionaria», derrocó el gobierno local (fiel a Kiev) y nombró
uno nuevo (pro-ruso). Simultáneamente, hombres uniformados, pero sin bandera
ni insignias, tomaron el control de los edificios oficiales y del
aeropuerto, impidiendo así la posible llegada de fuerzas enviadas por el nuevo
gobierno de Kiev.
En
Kiev, la Rada denunciaba un acto de injerencia rusa y llamaba a que se
respete el Memorándum de Budapest. En 1994,
Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia firmaron un acuerdo sobre el
congelamiento de las fronteras de Ucrania a cambio de su renuncia al arma
nuclear [9].
Para Moscú, sin embargo, ese acuerdo perdió toda vigencia desde que
fue violado por Washington y Londres en el momento de la «revolución naranja»
de 2004 [10]
y, con más razón aún, con el golpe de Estado de la semana pasada.
¿Qué va
a pasar ahora? El 25 de mayo tendrá lugar la elección del Parlamento Europeo y
Kiev organiza una elección presidencial mientras que Crimea realizará un
referéndum de autodeterminación. Cuando Crimea sea independiente podrá
optar por reintegrarse a la Federación Rusa, de la que formó parte hasta 1954.
Por su
parte, la Unión Europea tendrá que ver cómo se las arregla para responder a las
esperanzas que tanto se esforzó por suscitar en Ucrania, y tendrá por lo
tanto que pagar –no se sabe con qué fondos– al menos una parte de los
35 000 millones de deuda ucraniana. Por su parte, los nazis de la plaza
Maidan no regresarán a la clandestinidad sino que van a exigir formar
parte del gobierno.
Pero la
historia no parará ahí porque todavía quedarán por resolver, para el
Kremlin, los problemas de la parte oriental de Ucrania –con una numerosa
población rusa y una importante industria de defensa– y también de Transnitria
(la antigua Besarabia, que sirvió en el pasado de centro de investigación para
la cohetería soviética). Este pequeño país, de población rusa, que
no aparece en los mapas porque no es miembro de la ONU–,
proclamó su independencia en el momento de la disolución de la URSS pero aún
está considerado como parte de Moldavia. Resistió valientemente a la guerra que
contra él desataron en 1992 Moldavia, la fuerza aérea rumana y los consejeros
de la OTAN [11].
Logró
conservar el modelo social soviético, adoptando a la vez instituciones
democráticas, y hoy en día una «fuerza de paz» rusa garantiza su
seguridad [12].
Como mínimo, una veintena de kilómetros cuadrados de territorio ucraniano
podrían sublevarse y unirse a Transnitria, ofreciéndole así una salida al
Mar Negro, pero Ucrania se vería entonces separada de su apéndice
occidental. En el mejor de los casos, para unir territorialmente la
península de Crimea con el territorio de Transnitria habría que tomar varios
cientos de kilómetros de costa, incluyendo la ciudad de Odesa.
Por lo
tanto, continuarán los desórdenes en Ucrania. Con la diferencia de que
Estados Unidos y la Unión Europea se verán ahora en la situación del
«cazador cazado» y será su turno de enfrentar el caos. Además de la
pesada carga financiera, ¿cómo van a arreglárselas para controlar a sus
victoriosos aliados nazis y yihadistas? La demostración de fuerza
orquestada por Washington se halla ahora a punto de convertirse en
un fiasco [13].
Fuente
[1]
«Después de Yugoslavia,
¿le ha llegado el turno a Ucrania?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
6 de febrero de 2014.
[2]
«Conversación entre la
secretaria de Estado adjunta y el embajador de Estados Unidos en Ucrania», Oriental Review/Red Voltaire,
8 de febrero de 2014.
[3]
«L’Ukraine brade son
secteur énergétique aux Occidentaux», por Ivan Lizan, Однако, Red Voltaire,
2 de marzo de 2013.
[4]
«Imágenes falsas en
Ucrania», Red Voltaire, 6 de febrero de 2014.
[5]
«Polonia, nueva cabeza
de playa en el plan desestabilizador de la OTAN», por Andrew Korybko, Oriental Review, Red Voltaire,
28 de febrero de 2014.
[6]
«Yihadistas dan
servicio de seguridad a los manifestantes de Kiev»,Red Voltaire,
4 de diciembre de 2013.
[7]
«Евротвари выкололи глаз и
отрубили руку пленному бойцу»,YouTube, 21 de febrero de 2014.
[8]
«Golpe de Estado
proestadounidense en Ucrania», Red Voltaire, 24 de febrero
de 2014.
[9] “Memorandum on Security Assurances in connection
with Ukraine’s accession to the Treaty on the Non-Proliferation of Nuclear
Weapons”,Voltaire Network, 5 de diciembre de
1994.
[10]
«Moscú y Washington se
enfrentan en Ucrania», por Emilia Nazarenko; «Ucrania: la calle contra
el pueblo», Red Voltaire, 24 y 29 de noviembre de 2004.
[11]
«En 1992,
Estados Unidos trató de aplastar militarmente la Transnistria», por
Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de abril de 2010.
[12]
«Tiraspol, base avancée
de l’armée russe?», por Arthur Lepic,Réseau Voltaire, 15 de
agosto de 2007.
[13]
«¿Puede Washington
derrocar tres gobiernos a la vez?», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire,
23 de febrero de 2014.
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