martes, 24 de julio de 2012

Crisis y caras

02 julio 2012


Crisis y caras 
Por Jesús Barcos* 


Con la de capitalismo que nos estaba cayendo ya antes del rescate, que una ex ministra como Ana de Palacio ensalzase hace un mes y medio la majadería de la "mano invisible" o que el obispo Munilla clamase por más sociedad y menos estado, revela en qué punto estamos por estos lares

Mucha gente poderosa conduce o apoya esta contrarreforma de convertir la educación, la sanidad y otras prestaciones sociales en generosidad benefactora bajo el mantra de la austeridad y de la culpa colectiva. El todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades es una leyenda de altar que engloba por definición a la totalidad de los mileuristas, por ejemplo. Esa cantinela que algunos han esculpido en mármol sirve para orientar la penitencia pública y exculpar muchas privadas, porque culpas de todos, culpas de nadie en particular. Tampoco de los que idearon ese proyecto del miedo que decía compra piso antes de que siga subiendo, que los pisos nunca dejarán de subir y alquilar es tirar el dinero. ¿A quién le convenía que ese relato calase? La falta de memoria histórica en España es también contemporánea, y como antaño se excitó interesadamente la pasión por poseer, ahora, en crisis, se agita la penitencia. Porque en un estado donde el oficial catolicismo se hizo régimen, el sacrificio, la expiación o el castigo divino anidan en el subconsciente popular. Y eso era una oportunidad de oro de cara a construir un relato político adecuado a determinados intereses. La crisis como maldición bíblica ha sido el fermento que cocido con la levadura del miedo y una falta de cultura política ha facilitado un cambio de modelo ideológico en dirección neoliberal. Se trataba de hornear un engrudo, venderlo como baguette y que mucha gente lo comprase a base de difundir y repetir hasta la extenuación determinadas consignas que millones de personas hicieron suyas, con la confianza de que procedían de eficaces expertos panaderos. Dejando a un lado la metáfora, el PP se presentó a las elecciones de noviembre como un partido salvífico y regenerador, obtuvo la mayoría absoluta, y sus previsibles recetas quedaron en un segundo plano hasta que pronto coparon foco. "Luis de Guindos pilotará las reformas necesarias para reactivar la economía" tituló en diciembre Expansión a la vez que presentaba el flamante "Gobierno anticrisis". Han pasado seis meses. Ahí tenemos las consecuencias de las valientes reformas en cuestiones antaño esenciales, penalizando la educación extensora de oportunidades, o limitando otro derecho como el de la salud. Ante eso frases tan manidas como tirar hacia delante (p´alante p´alante) o la de remar todos en la misma dirección (con palitroques unos y con fibra de carbono otros) son de un descarado sarcasmo. Y al estilo del socialista estoloarreglamosentretodos, el queremosdarlelavuelta del bicéfamo Gobierno foral es un eslogan que mirado bajo el prima de los modernísimos ambiciosos y decididos reformistas de derechas, equivale precisamente a eso en lo que están: darle la vuelta al estado de bienestar, y de paso al lenguaje, refundando el capitalismo, Europa, la Constitución o lo que haga falta. 


La España nuclear


En todo caso, el núcleo de la realidad española nos lo aporta Unicef. Un 26% de los menores de 18 años sufría en 2010 pobreza. Un 13, 7% pobreza severa. Y sí, en 2010 España era teóricamente socialista, aún faltaba un año para batirse el cobre en Libia, y para hincharse a vender armas en plena Primavera Árabe. Entonces, qué tiempos, los recortes de Rodríguez Zapatero se catalogaban en ABC de "golpe al estado del bienestar". Veníamos de seis años del discurso gore del España se descuartiza y Zapatero destruye y divide. Relato que hacía correr tinta y en el fondo, seguramente, el tipo de tema que más sigue encendiendo, fútbol aparte. Y lo que sí ocurría mientras, entre mucha desigualdad estructural, es que se desaprovechaba la oportunidad de acometer un reparto más equitativo de la bonanza, empresa que con la crisis ha saltado por los aires. En un informe de 2010 que cien grandes expertos y empresarios, partidarios de "desideologizar la política", qué risa, entregaron a Juan Carlos el campechano, encontramos un pasaje que pone los pelos como escarpias: "El debate no está en tener más o menos derechos, o en disponer de derechos más o menos universales. Este debate es equivocado, además de estéril y generador de fracturas sociales innecesarias". A todo esto lo llamaron "el despertar de la sociedad civil" en la COPE. Prisa, por cierto, estaba entre las empresas que avalaron dicho informe. 


Dos años después, definitivamente, la sociedad se divide más en clases, la política está tutelada por la economía y la economía por unas consultoras y unos intereses políticamente definidísimos. Esos que nos traen noticias como la de que el Estado ha redoblado su compromiso con un escudo antimisiles a la mayor gloria de la OTAN. Como hacen los países serios y maduros, con gobiernos sensatos. En fin, si España tuviese que hacer reformas cada viernes en dirección a una mayor justicia social, aplaudidas por una canciller de izquierdas, ¿Qué no leeríamos o escucharíamos? Como en cambio, la política discurre más bien a la diestra, desde ciertos ámbitos se sacaba pechillo porque Merkel decía que íbamos en la buena dirección. Alemanes os recibimos con alegría, otro relato, además del de la escopeta, de trazos berlanguianos, hasta que llegó la desafección. Y en 2020, tal vez, Olimpiadas en Madrid.


Sección: Relatos de la crisis 

*Jesús Barcos, consultor

http://elultramarinos.blogspot.com/2012/07/crisis-y-caras.html


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