Octubre de 1962: Crecen las tensiones; se desata la guerra mediática (XIX).- La respuesta de la Revolución (XX)
Octubre de 1962: la mayor crisis
de la era nuclear (XIX)
Crecen
las tensiones; se desata la guerra mediática
RUBÉN
G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
Martes 23 de octubre.
Al amanecer ya se encontraban en completa disposición combativa las unidades subordinadas a la división coheteril estratégica. El regimiento de cohetes de alcance medio de la región central podía efectuar técnicamente el lanzamiento de los cohetes dos horas y media después de recibir la orden, pero las cabezas de combate para sus cohetes se encontraban en el almacén central, cercano al poblado de Bejucal, en la provincia de La Habana , a una distancia superior a los 300 kilómetros , por esto en realidad requería un intervalo de 20 horas entre la orden y el lanzamiento. El regimiento emplazado en Candelaria-San Cristóbal y uno de los grupos de combate del emplazado en Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal, aunque no habían terminado todos los trabajos de ingeniería, estaban casi listos para cumplir la misión de combate, teniendo las distintas rampas de lanzamiento diferentes plazos para efectuar el lanzamiento de los cohetes de alcance medio, en dependencia de sus condiciones concretas. Estos dos regimientos estaban a 80- 100 kilómetros del almacén central de cargas nucleares.
EUFEMÍSTICAMENTE AL BLOQUEO, KENNEDY LO LLAMÓ “CUARENTENA”.
Este
día llegó al puerto del Mariel el barco mercante Divnogorsk, con parte del
personal y parte de la técnica especial de aseguramiento de uno de los
regimientos de cohetes de alcance intermedio R-14. Mientras tanto, al puerto de
La Isabela llegaba la motonave Alexandrovsk, que transportaba las cabezas de
combate nucleares de los cohetes R-14 y la parte que faltaba para los cohetes
alados tácticos FKR. Por la noche comenzó la descarga. En aquellos momentos, la
Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba ya contaba con alrededor de 43 mil
efectivos.
Por
su parte, el Gobierno de la URSS , en horas de la mañana de ese 23 de octubre,
dio instrucciones al ministro de Defensa, mariscal Malinovski, para poner en
completa disposición combativa a las Tropas Coheteriles Estratégicas, las
Tropas de la Defensa Antiaérea , las Fuerzas Aéreas, las Fuerzas Submarinas y
las Tropas Guardafronteras, poniendo en alerta las fuerzas restantes. En los
países miembros del Tratado de Varsovia se tomaron medidas similares.
El Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se reunió con el Presidente JFK a las 10:00 a.m., en la Casa Blanca. Según cuenta Robert Kennedy: "Los ánimos estaban menos tensos. El sentimiento que reinaba no era de alegría, pero sí, quizá, de relajamiento. Se había dado el primer paso, y aún seguíamos con vida".1
El director de la CIA , John McCone, informó que hasta aquel momento las fuerzas soviéticas en el mundo no habían sido puestas en estado de alerta y no se tenían noticias de ningún movimiento militar extraordinario de su parte. En Cuba solo permitían la entrada a sus bases de cohetes a su propio personal.
El presidente Kennedy ordenó que se efectuaran los preparativos necesarios para el caso de un posible bloqueo de Berlín. También se discutió detalladamente lo que se haría si uno de los U-2 era derribado; se convino en que, llegado el caso y con la autorización expresa del Presidente, sería destruida la base de cohetes antiaéreos que lo hubiera derribado o una cercana, si no se podía establecer con exactitud cuál lo había hecho. El secretario de Defensa expresó que el ataque se realizaría dentro de las dos horas siguientes al momento en que se tuviera conocimiento del derribo del avión. El Presidente manifestó gran preocupación ante la posibilidad de cualquier error, y dijo que, antes de replicar, debía comprobarse bien el ataque contra los aviones propios. Convino con el secretario de Defensa en preparar la 101 División Aerotransportada para entrar inmediatamente en acción si era necesario. Quería asegurarse de que se habían tomado todas las medidas imprescindibles para el caso de una reacción militar de los soviéticos, y dijo que el ataque contra una de sus instalaciones podría provocar un ataque de respuesta contra nuestros aeródromos. Señaló que si la respuesta de los rusos hacía inevitable una acción militar limitada o la invasión, no tendrían que perder un solo día en los preparativos. Al finalizar la reunión, el Presidente aprobó seis vuelos de reconocimiento a baja altura para obtener más fotos de los emplazamientos de los cohetes soviéticos.
A partir de las 11:30 a.m. se realizaron los primeros vuelos de reconocimiento a baja altura sobre las posiciones soviéticas y cubanas.
Los
medios masivos de información estadounidenses emprendieron una atronadora
campaña publicitaria contra la Unión Soviética y Cuba. Aparecían reportes
comunicando que hacia la Isla se dirigían 25 barcos mercantes soviéticos y que
navegaban a su encuentro 90 buques de guerra norteamericanos, los que los
recibirían en mar abierto. Se divulgaban rumores sensacionalistas de que cerca
del litoral cubano se habían detectado submarinos soviéticos y que el
Presidente había ordenado vigilarlos atentamente y proteger los portaaviones y
otras naves. Se decía que esos submarinos eran perseguidos por destructores,
aviones y helicópteros que, a una orden, podrían lanzarles cargas de
profundidad. En periódicos y revistas comenzaron a aparecer datos del radio de
acción de los cohetes soviéticos que estaban instalados en Cuba, se enumeraban
detalladamente las ciudades que podrían ser impactadas y destruidas por esos
cohetes y se calculaban las posibles pérdidas que se esperaban entre la
población de los Estados Unidos. En el país, como una bola de nieve, crecía el
pánico. Muchos habitantes del sur de los Estados Unidos abandonaban sus casas y
partían hacia regiones norteñas o en dirección al oeste, con la aspiración de
salir del radio de acción de los cohetes; muchos abarrotaban las iglesias con
el objetivo de rogar para que no se produjera la guerra y se dispararon en
flecha las ventas de alimentos en conservas, galletas y otros que no se
deterioraran con rapidez, mientras hacían su agosto los constructores o
vendedores de refugios antiatómicos, de todo tipo de medios de protección, de
medicamentos para prestar los primeros auxilios y de otros más sofisticados.
LA REACCIÓN DE LOS "CAUTIVOS"
Al
mismo tiempo, en Cuba culminaba la fase principal de la movilización del país
preparándose para la guerra, en breve plazo habían sido movilizadas 54
divisiones de infantería (cinco de ellas permanentes, nueve reducidas y 40 de
tiempo de guerra); cuatro brigadas (una de tanques y tres de artillería); 17
batallones independientes (diez para la lucha contradesembarco, seis de
creación de obstáculos y uno de tanques); seis grupos de artillería reactiva
(lanzacohetes múltiples) y tres grupos independientes de morteros de 120 mm ;
20 unidades navales de la Marina de Guerra Revolucionaria; 118 baterías de
artillería antiaérea (100 de ellas de cañones y 18 de ametralladoras) y 47
aviones de combate.2
Al llamado de la Revolución , el pueblo respondió con valentía, firmeza y dignidad. Nunca antes se había sentido tan cercano el peligro de la agresión militar directa; sin embargo, el país se preparó tranquilamente para enfrentar y resistir a pie firme el bloqueo total, los golpes aéreos limitados o masivos y la invasión. Todos los recursos de la nación se pusieron a disposición de la defensa de la Patria amenazada. Dondequiera había gente armada con fusiles, ametralladoras, pistolas y revólveres de los más diversos sistemas y años de fabricación; desde las subametralladoras PPSH soviéticas, fusiles checos, belgas y estadounidenses, automáticos, semiautomáticos y mecánicos, hasta cualquier cosa. Por toda la costa se abrieron trincheras, ocupadas por soldados y milicianos, se emplazaron cañones, tanques y otros armamentos, mientras que por carreteras y caminos se desplazaban interminables columnas de tropas cubanas que se dirigían hacia todas partes. En las ciudades tenían lugar mítines masivos y se organizaban nuevas unidades de milicianos con los voluntarios de última hora; en los edificios habían colocado telas y carteles con consignas y llamados: ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!, ¡Cuba sí, yanquis no!, ¡Todos a las armas! y otros. En caminos y puentes, e incluso en las tuberías del acueducto, en la Carretera Central , había centinelas para no permitir acciones de sabotaje.
En la Isla no existía pánico alguno, funcionaban normalmente la televisión y la radio, eran editados regularmente periódicos y revistas; se llamaba al pueblo al trabajo abnegado, a la vigilancia, al cumplimiento y sobrecumplimiento de los planes de producción en la industria y en la agricultura. A pesar de la alarmante situación y del peligro inminente, en el país reinaban el orden y la tranquilidad. Cada uno se ocupaba de sus asuntos. En todas partes había mucha gente uniformada, armada con frecuencia; en distintos puntos de La Habana y otras ciudades estaban emplazadas baterías de armas antiaéreas. En las famosas playas se abrieron trincheras a lo largo de cientos de kilómetros. El pueblo y su ejército se mantenían muy unidos. En aquellos días no se interrumpió la vida cultural y social del país; al contrario, la gente desarrollaba una elevada actividad. Funcionaban activamente los cines, clubes, teatros e instalaciones deportivas. Tenía gran éxito el Ballet Nacional de Cuba, encabezado por Alicia Alonso, que realizó funciones en las trincheras.
En tales momentos críticos, el pueblo cubano mostró su tradicional fervor patriótico. Miles de personas de todas las edades se inscribieron en las Milicias, ingresaron en las organizaciones de masas o se presentaron en centros hospitalarios para hacer donaciones voluntarias de sangre; cientos de miles de hombres, mujeres y jóvenes acudieron a fábricas y campos para sustituir a los trabajadores movilizados y contribuir a mantener la producción. En las ciudades tenían lugar enormes manifestaciones, el pueblo enjuiciaba la agresión norteamericana y el país se convirtió en un gran campamento militar.
Aquel día Jruschov envió una carta a Kennedy, tenía el mismo carácter duro y decidido que la que había recibido del norteamericano, y en ella planteaba entre otras cosas las siguientes:
—calificaba las medidas tomadas por Estados Unidos de seria amenaza a la paz y a la seguridad de los pueblos;
—evaluaba la declaración del día anterior como una abierta injerencia en los asuntos internos de la República de Cuba, de la Unión Soviética y de otros Estados;
—señalaba que la Carta de la ONU y las normas internacionales no le daban derecho a ningún Estado para establecer el control de buques en aguas internacionales;
—no reconocía derecho a los Estados Unidos para establecer control sobre los armamentos que Cuba consideraba esenciales para el fortalecimiento de su capacidad defensiva;
—confirmaba que los armamentos que estaban en Cuba, independientemente de la clase a la que pertenecieran, estaban destinados exclusivamente a propósitos defensivos, con el objetivo de proteger a Cuba contra el ataque de un agresor externo;
—expresaba el deseo de que el Gobierno de los Estados Unidos mostrara prudencia y renunciara a las acciones planteadas el día anterior, las que conducirían a consecuencias catastróficas para la paz del mundo.
También manifestaba que la Unión Soviética no ordenaría a los capitanes de los barcos que se dirigían a Cuba que obedeciesen las órdenes de las fuerzas navales norteamericanas. Y agregaba que si se hiciera cualquier intento para interceptar los barcos soviéticos "nos veríamos obligados, por nuestra parte, a tomar las medidas que juzgásemos necesarias y adecuadas para proteger nuestros derechos. Para ello, tenemos todo lo necesario". 3
Ese día el comandante Fidel Castro recibió un mensaje de Jruschov en el que consideraba que las declaraciones hechas por Kennedy constituían una insólita injerencia y un descarado acto provocativo, y calificaba las acciones emprendidas por el Gobierno norteamericano de piratescas, pérfidas y agresivas. La dirección cubana interpretó este mensaje como expresión de una clara voluntad de la Unión Soviética de no ceder ante las exigencias de los estadounidenses. Al respecto Fidel planteó posteriormente: "Nunca la idea del retroceso pasó por nuestra mente(...) no nos parecía posible. Jruschov que es el que sabe cuántos cohetes y armas nucleares dispone(...) nos manda esta carta(...) Nosotros, desde luego, dijimos(...) las cosas están claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo".4
La Fuerza de Tarea Charlie, perteneciente a la 1ª División Blindada, inició su traslado desde Fort Hood. En la tarde de ese martes, el Comando Aéreo Estratégico ya había establecido la guardia en el aire de la octava parte de los B-52, con 66 aviones que portaban armas nucleares y tenían la planificación para atacar determinados blancos en la Unión Soviética si se ordenaba.
El 23 de octubre también se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU para escuchar los planteamientos de los representantes de las tres naciones involucradas. El primero en hacer uso de la palabra fue el representante norteamericano. Adlai Stevenson pronunció un largo discurso tratando de presentar el bloqueo como una medida de autodefensa. Acusó a Cuba por recibir armas estratégicas en su territorio y a la URSS por no hacer pública su decisión de enviarlas. Presentó un proyecto que demandaba el desmantelamiento y la retirada inmediata de las armas "ofensivas", el envío de un cuerpo de observadores de la ONU a la Isla y la realización de negociaciones entre los Estados Unidos y la URSS para eliminar la amenaza existente. Querían ignorar a Cuba como una forma de humillarla.
Acto seguido el representante cubano afirmó que la Isla se había visto precisada a armarse ante las reiteradas agresiones de los norteamericanos y negó que las armas de Cuba fueran una amenaza para sus vecinos, si no tenían intenciones de agredirla. Criticó la actitud de los Estados Unidos, de adoptar primero acciones militares para después recurrir a la ONU. Comentó la chocante contradicción de que Estados Unidos era la única nación que poseía una base militar en Cuba, en contra de su voluntad, y, a la vez, la acusaba porque permitía que la Unión Soviética desplegara tropas amigas en su territorio. Planteó la posición de principios de no permitir ningún tipo de inspección del territorio cubano y pidió el inmediato retiro de las fuerzas norteamericanas, el cese de las actividades provocativas en Guantánamo, de los ataques piratas y de todas las medidas intervencionistas en los asuntos internos de Cuba, así como de las violaciones de los espacios aéreo y marítimo de la Isla.
Por su parte Valerian Zorin, representante soviético, señaló que los Estados Unidos habían realizado un acto sin precedentes en las relaciones entre Estados que no estaban en guerra y habían puesto en peligro la navegación de numerosos países, violando abiertamente las prerrogativas del Consejo de Seguridad, único que podía autorizar la realización de cualquier clase de actos coercitivos. Al finalizar su intervención pidió la condena a las acciones emprendidas por los norteamericanos, que los Estados Unidos revocaran su decisión de inspeccionar los buques de otros Estados en aguas internacionales, que cesara toda interferencia en los asuntos internos de Cuba y que los tres países establecieran contactos para normalizar la situación y eliminar la amenaza de guerra.
Simultáneamente con los debates en el Consejo de Seguridad, se reunieron los representantes de 45 naciones, principalmente integrantes del Movimiento de Países no Alineados, para promover actividades dirigidas al arreglo de la Crisis. En ese encuentro se designó un Comité para que se pusiera en contacto con el Secretario General Interino de la ONU , U Thant, y lo persuadiera de que asumiera un papel mediador entre las partes.
LA OEA LEGITIMA EL BLOQUEO
Mientras
tanto, en la mañana de ese día se había reunido el Órgano de Consulta de la OEA
, a insistencia de Washington, para discutir una resolución que respaldara el
bloqueo. En horas de la tarde la misma fue aprobada por 19 votos a favor,
ninguno en contra y una abstención, la de Uruguay. La resolución exigía el
inmediato desmantelamiento y retirada de las armas con capacidad ofensiva de
Cuba y recomendaba que los Estados miembros, basándose en los artículos 6 y 8
del Tratado de Río, tomaran las medidas individuales y colectivas, incluido el
uso de la fuerza armada, para evitar que Cuba pudiera continuar amenazando la
paz y la seguridad del continente.
Cuenta Robert Kennedy que "fue el voto de la OEA lo que dio una base legal al bloqueo. Su voluntad de seguir las directrices de los Estados Unidos(...) cambió nuestra posición, de la del forajido que actúa violando la ley internacional a la del país que obra de acuerdo con 20 aliados y protege legalmente su posición".5
Sin embargo, el consejero legal del Departamento de Estado, Abraham Chayes, dijo que Kennedy había rehusado firmar la proclamación y no había ordenado el bloqueo naval hasta que no consiguiera un acuerdo de la OEA , para de ese modo tener algún basamento para la decisión, pero especialistas en cuestiones jurídicas objetaron la medida. Por ejemplo, Quincy Wright, profesor de la Universidad de Columbia y vicepresidente honorario de la Sociedad Americana de Derecho Internacional, dijo en un seminario celebrado en 1963 que había sido desafortunado que los Estados Unidos establecieran la "cuarentena", porque acudieron a una acción unilateral y de fuerza que no estaba en correspondencia con sus obligaciones por la Carta de la ONU , de acuerdo con la cual había que solucionar las disputas por medios pacíficos y no utilizar la fuerza o amenazar con ella en las relaciones internacionales. Esa acción, agregaba Wright, era inconsistente con el artículo 2, párrafo 4, de la Carta de la ONU , y no se podía aplicar a la URSS , por ninguna de las excepciones que figuraban en la propia Carta o por tratados o resoluciones de la OEA. Esto último era válido solamente para Estados americanos y no para la Unión Soviética. Además, la "cuarentena" era contraria a las obligaciones de los Estados Unidos, contraídas al firmar la Carta de la ONU , de resolver las disputas internacionales por medios pacíficos (artículo 2, párrafo 3) y de someter todas las disputas no resueltas al Consejo de Seguridad o a otros órganos de la ONU (artículos 35 y 37). Es verdad que este problema fue presentado ante las Naciones Unidas, pero solo después que la acción unilateral fue proclamada.6
Al atardecer, el presidente Kennedy envió una nueva carta a Jruschov, pidiéndole que acatase el bloqueo legalmente establecido por votación de la OEA ; declarando que los Estados Unidos no deseaban tener que hacer fuego contra algún barco soviético, y añadiendo para terminar: "Importa que ambos seamos prudentes y no hagamos nada susceptible de hacer el control de la situación más difícil de lo que es en la actualidad".7
A las 6:00 p.m. se efectuó una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, durante la cual se supo que un número extraordinario de mensajes en clave habían sido enviados a los barcos soviéticos que se dirigían a Cuba. Después se discutieron detalladamente las reglas a seguir por la Armada al interceptar un buque mercante en la zona del bloqueo, las que incluían dispararles al timón y a las hélices si se negaba a ser inspeccionado. El Presidente estaba preocupado por la cuestión del abordaje de los barcos, si los rusos oponían resistencia, pues posiblemente se produciría una fuerte lucha y numerosas bajas. El secretario de Defensa opinó que en esos casos los barcos no debían ser abordados, sino remolcados a Jacksonville o a Charleston. Entonces el presidente Kennedy preguntó qué haríamos si después de tanto trabajo resultaba que el barco transportaba alimentos para niños. Todos estuvieron de acuerdo en que solamente se debían interceptar aquellos barcos que transportasen equipos militares de una forma evidente.
Con esas acciones el gobierno de los Estados Unidos ignoraba la Convención de Ginebra sobre el Mar Abierto, de 1958, suscrita también por ese país, en la que decía que: "...un barco de guerra que se encuentre con un barco mercante extranjero en mar abierto no tiene derecho a someterlo a una inspección".8
Posteriormente, el director de la CIA informó que submarinos rusos se estaban dirigiendo hacia el Caribe, por lo que el Presidente ordenó a la Armada que diese prioridad a la localización de los submarinos y que adoptase las mayores medidas de seguridad para la protección de los portaaviones y otros navíos.
A las 7:06 p.m. del 23 de octubre de 1962, el presidente Kennedy firmó la así llamada "Proclamación 3504", en la que se declaraba que la "cuarentena" de Cuba se establecería a partir de las 2:00 p.m. del 24 de octubre (hora de Greenwich). La "zona de intercepción" de los barcos se estableció a la distancia de 500 millas de las costas cubanas, lo que se hizo con el objetivo de que los aviones cubanos no pudieran actuar de una forma eficiente contra los barcos de guerra norteamericanos. En aquellos momentos se encontraban en el Atlántico 21 barcos con cargas del Ministerio de Defensa de la URSS. Adelantándonos a los acontecimientos diremos que cinco de ellos llegaron felizmente a puertos cubanos, mientras que los 16 restantes regresarían a puertos de los mares Báltico y Negro. A los efectos de la "Proclamación 3504" se declaraban prohibidos los materiales siguientes: "Cohetes tierra-tierra; aviones de bombardeo; bombas, cohetes aire-tierra y cohetes dirigidos; cabezas nucleares para cualesquiera de las armas expresadas; equipo mecánico o electrónico para el apoyo o funcionamiento de los artículos expresados, y cualquier otra clase de materiales que en lo sucesivo sean señalados por el secretario de Defensa a los efectos de la efectividad de este Decreto".9(Continuará)
Octubre de 1962: la mayor crisis
de la era nuclear (XX)
La
respuesta de la Revolución
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
El
líder cubano impugnó, uno a uno, los argumentos utilizados por Kennedy para
implantar el bloqueo, y denunció las transgresiones de las normas de
convivencia entre las naciones cometidas reiteradamente por los
estadounidenses, como era el caso de la violación frecuente de los espacios
aéreo y naval cubanos. Además, entre otras cosas planteó las siguientes:
"¿Por qué se ha agudizado la situación, por qué se ha hecho crítica? Sencillamente porque los Estados Unidos han fracasado en todos los intentos realizados hasta ahora contra nosotros".
"¿Qué hemos hecho? Defendernos (...) ¿O pretendían los imperialistas que desde la primera hostilidad que hicieran contra nosotros, la primera acción, ya iban a tener un pueblo rendido, un Gobierno rendido, y una legión de revolucionarios levantando bandera blanca? (...) Lo que nosotros hicimos fue defendernos. Y si tomaron medida tras medida contra nosotros, nosotros tomamos otras".
"Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es nuestra".
"Está claramente definida nuestra opinión sobre las armas. Nosotros adquirimos las armas que nos dé la gana para nuestra defensa, y tomamos las medidas que consideremos necesarias para nuestra defensa. Eso es lo que hemos hecho (...) ¿Quién ha dicho que nosotros tenemos que rendir cuentas a los imperialistas, a los agresores, de las medidas y de las armas que tenemos?
"Ninguna de nuestras armas es ofensiva, como no lo ha sido hasta ahora. ¿Por qué? Porque nunca hemos tenido intenciones agresivas contra nadie (...) Nunca seremos agresores. Nunca seremos ofensores. Por eso nuestras armas nunca serán ofensivas".
"Desde luego, nosotros rechazamos terminantemente todo intento de fiscalización, todo intento de inspección de nuestro país. A nuestro país no lo inspecciona nadie (...) Jamás renunciaremos a la prerrogativa soberana de que dentro de nuestras fronteras somos nosotros los que decidimos y somos nosotros los que inspeccionamos, y nadie más (...)".
"¡Cualquiera que intente inspeccionar a Cuba debe saber que tiene que venir en zafarrancho de combate! Esa es nuestra respuesta terminante a las ilusiones, a las proposiciones de realizar inspecciones en nuestro territorio".
"Este señor plantea que nosotros nos desarmemos. Sentimos mucho decirle que sus esperanzas son fallidas, porque ni ahora ni nunca nos desarmaremos, mientras persista la política de agresión y de hostilidad de Estados Unidos hacia nosotros".
"Podrán rebuscar los archivos y lo que quieran, y como no sea en la historia de la piratería, no encontrarán antecedentes de esto en ninguna parte. ¡Un acto de guerra en época de paz! ¡Señores, esto es yanqui puro! (...) En la historia del fascismo pueden encontrar antecedentes de todos estos actos". (1)
Miércoles 24 de octubre.
Temprano en la mañana hubo una reunión en el puesto principal de mando de las FAR, en la que se analizó que para realizar una invasión el enemigo utilizaría cinco o seis divisiones cuyo traslado requeriría de 120 a 130 barcos de transporte y no menos de seis días para su preparación. En aquellos momentos no existían indicios de que fuera a ocurrir de inmediato, y el incremento del tráfico de comunicaciones que sería necesario, así como los buques y aviones que tomarían parte, serían detectados rápidamente. Se apreció que el ataque aéreo era la acción más probable.
Se informó también que, según los cálculos, los aviones de combate cubanos disponían de combustible y municiones para veinte días de acciones, realizando cuatro misiones diarias. El Comandante en Jefe Fidel Castro indicó que las baterías antiaéreas de reserva debían encontrarse en posibilidad de maniobrar hacia cualquier lugar cuando fuera necesario.
Mientras tanto, en el aeródromo de Santa Clara se recibió la orden de desconcentrar el regimiento aéreo de caza soviético, equipado con los aviones MIG-21 F13. La tercera escuadrilla maniobró hacia el aeródromo de Camagüey y la segunda lo hizo hacia el de San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana. En Santa Clara permanecieron el estado mayor del regimiento y la primera escuadrilla.
Este día, también temprano en la mañana, antes de que se implantara la "cuarentena", McNamara fue al salón donde se controlaba la ubicación de los barcos que se dirigían a Cuba; allí sostuvo una tensa conversación con el almirante Anderson, como resultado de la cual le indicó que no se hiciera un solo disparo sin su permiso expreso, pues aquello no era un simple bloqueo, sino una forma de comunicación entre Kennedy y Jruschov; que no se podía aplicar ningún tipo de medida de fuerza sin su permiso, y que este no se daría sin analizarlo con el Presidente.
Antes de la hora de inicio de la "cuarentena", el Comando Aéreo Estratégico pasó a la situación de DEFCON 2; este aumento de la disposición combativa significaba que el personal estaría disponible las 24 horas del día; se citaba a los efectivos que estuvieran de pase y no se daban pases nuevos; se suspendieron los mantenimientos y entrenamientos no esenciales; los elementos de combate y las unidades de apoyo iniciaron preparativos reales para combatir. Los mandos restantes se mantuvieron en DEFCON 3, pero listos a pasar a DEFCON 2 si se les ordenaba. Este día terminó, además, la dispersión de los bombarderos B-47 en cuarenta aeropuertos civiles.
El
Departamento de Estado solicitó respuesta urgente al Embajador en Turquía sobre
las consecuencias políticas de la retirada de los cohetes Júpiter, sustituyéndolos
por la presencia de un submarino con cohetes Polaris en el área u otras medidas
significativas de la OTAN , como las proyectadas fuerzas nucleares navales
multilaterales.
Se recibió, además, un telegrama de la Embajada en Moscú con la información sobre el encuentro sostenido con Jruschov por el hombre de negocios estadounidense William Knox: el Primer Ministro soviético denostó contra la "cuarentena" y amenazó con hundir los barcos norteamericanos si los transportes soviéticos eran detenidos. Dijo que los Estados Unidos tendrían que aprender a vivir con los cohetes soviéticos en Cuba, como la URSS ha aprendido a vivir con los cohetes norteamericanos en Turquía. Jruschov también aseguró que los cohetes de alcance medio y los antiaéreos en Cuba se encontraban bajo estricto control soviético e hizo una vaga proposición de convocar una cumbre.
A las 10 de la mañana, hora de Washington, entró en vigor la "cuarentena", proclamada la tarde anterior. A esa misma hora comenzó una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional...
EL DÍA EN QUE LA TIERRA DEJÓ DE GIRAR
De
acuerdo con las informaciones existentes al comenzar la reunión del Comité
Ejecutivo, los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar
su marcha; algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas
establecida para la intercepción, así que tendrían que decidir si los detenían
o no.
La
reunión comenzó con el informe del Director de la CIA de que había un rápido
progreso en la construcción de los emplazamientos de cohetes de alcance medio,
sin embargo, no se había detectado la puesta en práctica de medidas intensivas
para alcanzar niveles superiores de disposición combativa por parte de las
fuerzas soviéticas y del Bloque.
Poco
después de las 10 de la mañana llegó el informe de que dos barcos soviéticos,
el "Gagarin" y el "Komiles", se encontraban a pocas millas
de la barrera. La intercepción de ambos se produciría, probablemente, antes del
mediodía. Llegó entonces un inquietante informe de la Armada de que un
submarino soviético había tomado posición entre los dos barcos.
Dejemos
ahora que Robert Kennedy, uno de los participantes en la reunión, nos relate
los tensos minutos que siguieron: "Había llegado el momento para el que
nos habíamos estado preparando, el momento que esperábamos que no llegase
nunca. El peligro y la preocupación que todos sentíamos se cernían como una
nube encima de nosotros y, sobre todo, del Presidente (...).
"Se había enviado un portaaviones apoyado por helicópteros con equipos antisubmarino. El ‘Essex’, portaaviones de propulsión nuclear, tenía que ordenar al submarino, por medio del sonar, que emergiese a la superficie y se identificase. Si se negaba, dijo McNamara, se lanzarían cargas de profundidad de poca potencia hasta que saliera a flote.
"Creo que aquellos pocos minutos fueron los de mayor preocupación para el Presidente. ¿Estaba el mundo al borde de un holocausto? ¿Era por nuestra culpa? ¿Nos habíamos equivocado? ¿Hubiéramos debido hacer otra cosa, o no hacer nada? Se llevó la mano al rostro y se tapó la boca. Abrió y cerró el puño. Parecía tener la cara chupada, doloridos y casi grises los ojos. Nos miramos fijamente por encima de la mesa (...) Las voces seguían zumbando, pero me parece que no oí nada de lo que decían hasta que escuché la voz del Presidente: ‘¿No hay alguna manera de evitar nuestro primer choque con un submarino ruso..., algo que no sea precisamente esto?’ ‘No —respondió McNamara—, el peligro es demasiado grande para nuestros barcos. Los comandantes tienen instrucciones de evitar las hostilidades por todos los medios posibles; pero tenemos que estar preparados para esto, y esto es lo que hemos de esperar que ocurra’.
"Había
llegado el momento de la decisión final (...) Sentí que estábamos al borde de
un precipicio, sin salida posible. El momento era ahora, no la semana próxima;
no mañana, ‘para tener otra reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para
poder enviar otro mensaje a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil
millas de nosotros, en la vasta superficie del océano Atlántico, se tomarían
las decisiones finales en los próximos minutos. El presidente Kennedy había
iniciado el curso de los acontecimientos, pero ya no podía controlarlos. Tenía
que esperar..., teníamos que esperar (...).
"Entonces, un ordenanza trajo una nota a McCone. ‘Señor Presidente, tenemos un primer informe que parece indicar que algunos barcos rusos se han detenido’.
"¿Se
han detenido? ¿Qué barcos son? ¿Se ha comprobado la veracidad del informe?
(...) ‘El informe es exacto, señor Presidente. Seis barcos que se dirigían a
Cuba se han detenido al borde de la línea del bloqueo, o han dado media vuelta
en dirección a la Unión Soviética (...) Al poco rato, llegó el informe, según
el cual los veinte barcos rusos más próximos a la barrera se habían detenido y
permanecían inmóviles o habían dado media vuelta.
"Bueno, no tendremos que detener ni interceptar a ningún barco", dijo el Presidente (...).
"Después, volvimos a los detalles. La reunión se prolongó. Pero todos parecíamos haber cambiado. Por un instante, el mundo se había parado; ahora, volvía a girar". (2)
Más tarde se supo que 16 barcos soviéticos estaban detenidos o regresaban a casa. La mayor parte de los que continuaban la marcha hacia Cuba eran tanqueros. Uno de ellos, el "Bucarest", llegó a la barrera durante el día, se identificó a una de las naves norteamericanas, y se le dejó pasar por ser un petrolero, en el que era poco probable que se transportaran cohetes o alguna otra arma de las prohibidas por el bloqueo. Sin embargo, algunos miembros del Comité Ejecutivo sostuvieron enérgicamente la conveniencia de inspeccionarlo, para que Jruschov no tuviera dudas de la decisión del Gobierno de los Estados Unidos. En definitiva, el Presidente aplazó su decisión y ordenó que fuera seguido por barcos de guerra estadounidenses. En aquel momento se dirigía a Cuba a una velocidad de 17 nudos, por lo que habría que decidir algo antes de anochecer.
Se recibió una carta de Jruschov al presidente Kennedy, con los planteamientos fundamentales siguientes:
—Usted no declara una cuarentena, sino que más bien está lanzando un ultimátum, y amenaza con el empleo de la fuerza. Eso es un reto.
— La OEA no tiene autoridad para adoptar tales decisiones, por lo que no la reconocemos.
—Nos adherimos a los principios de las leyes internacionales y observaremos estrictamente las normas que regulan la navegación en alta mar, en aguas internacionales.
—Las acciones de los Estados Unidos con relación a Cuba constituyen un bandidaje abierto.
En la
reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, U Thant planteó que mediaría en el
conflicto a petición de un grupo de gobiernos, por lo que envió un mensaje con
textos idénticos a Kennedy y Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de
emprender acciones que pudieran agravar la situación y propuso la suspensión
voluntaria, por un periodo de dos a tres semanas, de los envíos de armas y de
la "cuarentena", con el objetivo de que las partes se reunieran para
solucionar la Crisis.
En
esa misma reunión del Consejo, el representante norteamericano exigió al
soviético que diera una respuesta directa a la pregunta de si había en Cuba
cohetes y bombarderos soviéticos. Zorin, sin tener la autorización necesaria y,
posiblemente, sin tener conocimiento oficial y fidedigno de la cuestión, se vio
obligado a rehuir la respuesta directa, diciendo que le sería dada en el
momento oportuno. Entonces Stevenson hizo una señal e introdujeron en la sala
las ampliaciones de las fotos tomadas por los U-2, en las que se veían
claramente los bombarderos y las posiciones de lanzamiento que se construían
para los cohetes. El efecto fue devastador y el lance constituyó un fracaso
total para la diplomacia soviética.
A
pesar de ello, al día siguiente los periódicos de la URSS publicaron la noticia
siguiente: "Valerian Zorin desenmascaró las afirmaciones de los
funcionarios del Departamento de Estado, sacadas de cualquier montón de basura,
acerca de la así llamada ‘instalación de bases de cohetes soviéticos en
Cuba". (3) Y
uno de los comunicados de la Agencia TASS anunciaba: "A la orden de
Stevenson fueron expuestas, en la sala del Consejo de Seguridad, las
falsificaciones fabricadas por la CIA. Después el delegado norteamericano leyó,
como un papagayo, las explicaciones preparadas por la inteligencia
estadounidense". (4)
En
horas de la tarde, el comandante Fidel Castro visitó un grupo coheteril
antiaéreo soviético que se encontraba emplazado al este de la capital cubana.
Allí observó la vulnerabilidad de aquellas unidades ante un ataque de aviones a
baja altura, pues solo poseían para su defensa una ametralladora antiaérea de
dos cañones (ZPU-2) de 14,5 mm . Inmediatamente ordenó que cincuenta baterías antiaéreas
de la reserva maniobraran para dar protección a esos grupos y a las
instalaciones de los cohetes de alcance medio. Además, se destinó una batería
de cañones de 100 mm para proteger el puerto de La Isabela , donde estaba la
motonave "Alexandrovsk" con las cabezas de combate nucleares para los
cohetes de alcance intermedio. El puesto de mando de la división coheteril fue
protegido por dos pelotones de cañones de 23 mm que fueron retirados de los
barcos mercantes soviéticos.
Ya de noche, el Presidente decidió permitir que el Bucarest continuara su viaje a Cuba sin ser inspeccionado. Contra la opinión de los militares y de muchos de sus consejeros, quiso dar más tiempo a Jruschov.
Esa noche, cumpliendo indicaciones del Departamento de Estado, Stevenson se dirigió a U Thant intentando que este hiciera una apelación a Jruschov para que mantuviera los barcos soviéticos fuera del área de la "cuarentena"; el birmano debía hacer la proposición como si fuera una iniciativa propia con el objetivo de evitar una confrontación que podría producirse a corto plazo. Alrededor de la medianoche Stevenson contactó con U Thant y este estuvo de acuerdo con enviar un mensaje con la proposición a primera hora de la mañana, haciéndolo a nombre suyo. Le plantearía la necesidad de que mantuviera sus barcos alejados para evitar una confrontación, porque pensaba que existía la posibilidad de que los norteamericanos estuviesen preparados para discutir las modalidades de una negociación.
Jueves 25 de octubre.
Por
la mañana, el Secretario General Interino de la ONU , U Thant, recibió las
respuestas de Jruschov y Kennedy a su mensaje del día anterior. El dirigente
soviético dio una respuesta positiva, aceptando la proposición de U Thant para
tratar de solucionar la Crisis. Por su parte, la respuesta norteamericana era
ambigua y no contenía ningún compromiso concreto:
"En vuestro mensaje y vuestra declaración al Consejo de Seguridad habéis hecho ciertas gestiones y habéis invitado a garantizar arreglos satisfactorios.
"El embajador Stevenson está listo a discutir prontamente esos arreglos con Usted. Puedo asegurarle de nuestro deseo de llegar a una solución satisfactoria y pacífica de este asunto". (5)
Poco después, U Thant se dirigía de nuevo a Jruschov y Kennedy. Con el objetivo de evitar un enfrentamiento en el mar, pedía a Jruschov que mantuviera los barcos soviéticos fuera de la zona de intercepción por un tiempo limitado, que permitiera la realización de conversaciones sobre un posible acuerdo para solucionar la Crisis. A Kennedy le solicitaba que las fuerzas de los Estados Unidos en el Caribe evitaran un enfrentamiento con los barcos soviéticos, con el objetivo de disminuir el riesgo de cualquier enojoso incidente.
Este día el ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.
A las 10 a .m. se efectuó la reunión del Comité Ejecutivo, en la que se aprobó definitivamente la autorización para que el buque tanque "Bucarest" no fuera interceptado. McNamara recomendó la realización de varios vuelos a baja altura que asemejaran el asestamiento de un golpe aéreo, con lo que podrían observar la marcha de la construcción de los emplazamientos y contribuirían a enmascarar la posibilidad de un ataque posterior a baja altura. Por su parte, Rusk solicitó información a la CIA acerca del efecto que había tenido en Cuba el hecho de que una parte de los barcos hubiera regresado a la URSS , y sobre la reacción de los cubanos en general a las acciones emprendidas por los estadounidenses hasta la fecha: si los cubanos sabían sobre la existencia de los cohetes soviéticos en su país; si habían escuchado el discurso del Presidente y cuál era la moral en la Isla. El Director de la CIA prometió respuestas.
Este
día, como consecuencia de lo tensa que continuaba la situación, la dirección y
el estado mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) en Cuba pasaron al
puesto de mando subterráneo que había sido acondicionado en los alrededores de La
Habana y contaba con todos los medios necesarios para garantizar la seguridad
de la dirección, así como para efectuar la cooperación con las formaciones
militares cubanas.
En la jefatura de la ATS también se recibió el telegrama siguiente:
"Al camarada Pavlov: Debido a que
la Marina de Guerra de los Estados Unidos bloquea los accesos a Cuba, tomamos
la decisión de no enviarles los Regimientos Coheteriles 665 y 668. Ustedes no
deben descargar del transporte ‘Alexandrovsk’ las cabezas de combate para los cohetes
R-14. Si ya fueron descargadas, organice su carga en el ‘Alexandrovsk’ de una
forma oculta. Preparar la motonave para su envío a la Unión Soviética
acompañada por el ‘Almetievsk’. Firmado: DIRECTOR".
ANGUSTIA EN LAS PROFUNDIDADES
Por aquellos días la 69 Brigada de Submarinos, que estaba integrada por las naves B-4, B-36, B-59 y B-130, se encontraba en una situación extremadamente difícil. Desde que se acercaban a las islas Bermudas para ocupar sus posiciones de combate, la brigada había chocado con una fuerte resistencia de los medios antisubmarinos pertenecientes a la Marina de Guerra de los Estados Unidos, los que contaban con una superioridad numérica abrumadora. Como resultado de una prolongada y tenaz persecución, que no permitía subir a la superficie durante días y días para efectuar la recarga de las baterías de acumuladores y ventilar debidamente los compartimientos, las embarcaciones B-36 y B-59 tuvieron que emerger y mantenerse en la superficie durante varias horas, mientras se recargaban las baterías, rodeadas de barcos de guerra, helicópteros y aviones norteamericanos. El B-130 también fue perseguido inicialmente, pero después se pusieron fuera de servicio sus tres motores diesel, por lo que tuvo que abandonar la campaña y ser auxiliado por medios de la Flota del Norte.
Los submarinos eran del modelo 641 y, al parecer, no habían sido probados totalmente en condiciones complejas, por lo que durante la travesía se pusieron de manifiesto serios defectos técnicos, pues no estaban suficientemente acondicionados para efectuar una navegación tan prolongada en condiciones de elevadas temperaturas del agua y el aire, así como en presencia de una incrementada salinidad del mar.
Además de la creciente presión exterior, ejercida por las fuerzas antisubmarino norteamericanas, se dificultó al máximo la situación existente en el interior de las embarcaciones. La temperatura alcanzó los 60-65º C en los compartimientos de los motores diesel y eléctricos, así como en los compartimientos de los acumuladores, mientras que en los compartimientos ubicados hacia los extremos de la nave la temperatura era de alrededor de 40-45 grados, de modo que el personal se desmayaba con frecuencia cuando trabajaba en los compartimientos de temperaturas más elevadas. Además, las reservas limitadas de agua no permitían distribuir más de 250 gramos al día por persona, y esto, en condiciones de fuerte sudoración y deshidratación, conducía a que el personal enfermara de miliaria (fiebre caracterizada por erupciones de pequeñas ampollas, semejantes a los granos de mijo) en una variante supurante especialmente desagradable. Los hombres casi no ingerían alimentos, por lo que las pérdidas de peso llegaron a ser de hasta un tercio aproximadamente.
Cuando había transcurrido cierto tiempo del regreso a la URSS, los comandantes de los submarinos participantes en la campaña fueron llamados a Moscú para informar personalmente al ministro de Defensa, pero Malinovski estaba enfermo y los escuchó el mariscal Grechko, primer viceministro de Defensa de la URSS, quien expresó su inconformidad (o sorpresa) porque los submarinos no eran atómicos y se vieran obligados a emerger para cargar las baterías, no entendía por qué debían hacerlo cada noche, ni escuchó acerca de las deficiencias y dificultades de la campaña. Solo entendió una cosa, que los submarinistas habían violado el carácter oculto de la operación. En las conclusiones del encuentro, el mariscal Grechko se manifestó en el sentido de que si él hubiera estado en el lugar de los jefes de los submarinos, hubiera preferido perecer y hundirse antes que emerger ... Así mismo, ¡ni más ni menos!(Continuará)
(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas
Coheteriles
1 Un pueblo invencible. Editorial José Martí. La Habana , Cuba, 1991, pp. 21-40.
2 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼ Ob. Cit., pp. 67-72.
3 Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 112.
4 Idem, p. 112.
5 Diez Acosta, Tomás: Peligros y Principios... Ob. Cit., p. 160.
1 Un pueblo invencible. Editorial José Martí. La Habana , Cuba, 1991, pp. 21-40.
2 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼ Ob. Cit., pp. 67-72.
3 Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 112.
4 Idem, p. 112.
5 Diez Acosta, Tomás: Peligros y Principios... Ob. Cit., p. 160.
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