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martes, 25 de septiembre de 2012

Octubre de 1962: La clave que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito” (XIII) y La histeria se desencadena (XIV).

UNA DE LAS CIENTOS DE FOTOGRAFÍAS TOMADAS POR EL AVIÓN ESPÍA U-2. ESTA VISTA CORRESPONDE A LOS EMPLAZAMIENTOS EN SAN CRISTÓBAL.


Octubre de 1962: XII-XIV
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIII)
La clave que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito”
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)





Primera parte de este escrito:

Onceava parte de este escrito:
Doceava parte de este escrito:
 
Los U-2 no habían vuelto a volar sobre Cuba desde el 29 de agosto, cuando fueron detectados los primeros emplazamientos de cohetes antiaéreos, por temor a que fueran derribados: el recuerdo del caso de Powers, piloto de U-2 derribado sobre la URSS el 1ro. de mayo de 1960, aún estaba fresco. Además, durante la mayor parte del mes de septiembre y principios de octubre reinó el mal tiempo en Cuba, con muchas nubes sobre la Isla , lo que impedía o hacía poco eficiente la toma de fotografías aéreas del territorio; incluso este vuelo, ya aprobado, fue suspendido durante varios días por las condiciones del tiempo.

El senador Keating presentó el 10 de octubre la acusación de que seis bases de cohetes balísticos de alcance intermedio habían sido construidas en Cuba. Este mismo día un comando de la organización contrarrevolucionaria Alfa 66, radicada con toda libertad en Miami, atacó el poblado de Isabela de Sagua con el resultado de varias personas inocentes muertas y heridas.

Mientras tanto, para esta fecha todas las municiones nucleares habían sido concentradas en las regiones de ubicación de las tropas, guardadas en los depósitos previstos y puestas bajo una protección segura, con lo que culminaba la etapa más compleja y muy peligrosa para la ejecución del aseguramiento técnico-nuclear de la Operación "Anadir": el traslado de las municiones a un territorio distante diez mil kilómetros de sus bases permanentes, el cual se encontraba sometido a la exploración aérea norteamericana y a la actividad de sus agentes clandestinos, prácticamente en estado de guerra.

Las 36 cabezas de combate nucleares de los cohetes R-12, varias decenas de ellas para los cohetes alados tácticos FKR y las seis bombas para los bombarderos ligeros IL-28, fueron guardadas en un polvorín subterráneo que se encontraba no lejos del poblado de Bejucal, unos 20 kilómetros al sur de la ciudad de La Habana. Posteriormente las bombas de aviación fueron trasladadas a un lugar más cercano al aeródromo de San Julián, donde estaban sus posibles usuarios. Las 12 cargas nucleares de los cohetes "Luna" se conservaron en la zona de Managua, mientras que una parte de las cargas destinadas al regimiento de FKR emplazado en la provincia de Oriente, trasladadas también en el "Indiguirka", fueron transportadas por ferrocarril hacia allá por el personal de la base técnica coheteril destinada a aquel regimiento. Esta base se instaló en los cuarteles de una escuela militar en la pequeña ciudad de Mayarí, mientras que las cargas nucleares se ubicaron en unas viejas estructuras de hormigón situadas en la Sierra Cristal.

Comenzó entonces la etapa de mayor importancia en el aseguramiento técnico-nuclear de la Operación "Anadir", su objetivo consistió en la comprobación detallada de las cargas de combate nucleares con la ayuda de los medios de medición especiales, poniéndolas posteriormente en estado de conservación y preparación para su entrega para el empleo combativo si era ordenado por el mando superior. Como la presencia del arma nuclear en Cuba tuvo el objetivo de evitar la realización de las acciones combativas, las misiones planteadas a partir de ese momento fueron las de garantizar la seguridad nuclear, el establecimiento de un riguroso régimen de acceso a las municiones, que excluyera la posibilidad de realización de acciones no sancionadas, así como el enmascaramiento multilateral de los almacenes nucleares para evitar su detección por el enemigo.

Uno de los problemas que hubo que solucionar, en lo relacionado con la conservación de las municiones nucleares en Cuba, fue el referente al clima, pues aquellas requerían una humedad relativa inferior al 50 % y temperaturas no mayores de 20ºC . Sin embargo, en las obras subterráneas en que se mantuvieron las cargas nucleares la temperatura habitualmente no era inferior a los 25ºC y la humedad se mantenía permanentemente por encima del 80 %.

Hubo que emplear sustancias especiales absorbentes de la humedad, las que en combinación con el embalaje hermético garantizaban un bajo nivel de humedad en los contenedores de conservación. No obstante, el peligro principal para las municiones estaba representado por la existencia de temperaturas del medio ambiente superiores a los 20ºC , ya que, teniendo en cuenta el calentamiento natural del material nuclear como consecuencia del proceso espontáneo de división de los núcleos, un gran calentamiento externo podría alterar el ajuste físico del dispositivo nuclear, reduciendo los plazos de garantía para su explotación. Empleando equipos de aire acondicionado y cajas con hielo en los locales de almacenamiento se pudo mantener en ellos una temperatura inferior a los 20º C.

Operadores especialmente asignados controlaban durante las 24 horas las variaciones de la temperatura y la humedad existentes en los depósitos, de modo que se pudieran tomar oportunamente las medidas preventivas que permitieran evitar hechos desagradables. Aquel fue un tiempo de grandes preocupaciones y alarmas en general, y afortunadamente no se produjeron sucesos extraordinarios de ninguna clase con el material nuclear, el cual se mantuvo en Cuba durante dos meses. Las mejores evidencias de que no se produjeron catástrofes de cualquier índole con las municiones nucleares almacenadas, son los saludables habitantes de los alrededores de los puntos de conservación de las mismas y sus descendientes.

En las bases técnicas coheteriles de los regimientos, las cargas nucleares debían conservarse en las obras "20-S", las que no llegaron a terminarse y equiparse a tiempo. En ellas las municiones también debían conservarse por tiempo prolongado, así como el equipamiento tecnológico y los aparejos especiales, se realizarían los trabajos reglamentarios periódicos y su preparación preliminar para el empleo si fuera necesario. En los refugios ubicados directamente en los grupos de combate de los regimientos coheteriles solamente estaba prevista la conservación de las municiones por cortos intervalos de tiempo, desde que la situación requiriera su presencia allí, con el fin de garantizar que el tiempo de lanzamiento fuera el establecido de dos horas y media, a partir del momento en que se recibiera la orden de disparar, después de lo cual se dispondría de dos horas y diez minutos para la preparación final de las cargas, su traslado hasta los cohetes, el montaje en los mismos y su colocación en posición vertical en las rampas de lanzamiento, con lo que quedarían 20 minutos para introducirles las tareas de vuelo hasta los blancos designados y para abastecerlos con el combustible y el oxidante necesarios.

LA DIRECTIVA NO. 1 EMITIDA POR RAÚL

Como una coincidencia histórica, aquel 10 de octubre de 1962, fecha en que se conmemoraban 94 años del inicio de las guerras de los cubanos contra la dominación colonial española, el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Comandante Raúl Castro Ruz, firmó la Directiva Operativa No. 1 para asegurar el despliegue estratégico de las FAR en caso de producirse una agresión norteamericana, con las intenciones reales de convertir otra vez al país en una colonia o neocolonia, esta vez sojuzgada a la nueva metrópoli: los Estados Unidos.

La Directiva establecía las misiones combativas de los ejércitos, armas y tipos de fuerzas armadas durante el rechazo de los desembarcos navales y aéreos del enemigo, así como los contraataques para aniquilar, en breve plazo, a las fuerzas agresoras que hubieran podido desembarcar. El documento precisaba que las unidades militares ocuparían sus posiciones defensivas en dos variantes: la primera sería si se producía un ataque sorpresivo. En este caso estaba previsto que las tropas permanentes y los alumnos de las escuelas militares, organizados previamente en unidades de combate, ocuparían rápidamente las posiciones en las costas para la defensa de las direcciones principales, con la misión de combatir contra los desembarcos navales y aéreos del enemigo, posibilitando la movilización del país; en la medida en que se movilizaran las unidades de tiempo de guerra, estas sustituirían en la defensa del litoral a las tropas permanentes, las que ocuparían el segundo escalón de la defensa para realizar los contraataques en las direcciones necesarias. La segunda variante era cuando existiera tiempo para la movilización y el despliegue planificado de las tropas; en este caso las unidades de tiempo de guerra ocuparían directamente la defensa en las posiciones del litoral, mientras que las permanentes lo harían en el segundo escalón.

Ese día, además, el director de la CIA mostró al presidente Kennedy fotos de los embalajes que presumiblemente contenían bombarderos ligeros a reacción de dos motores del tipo IL-28, los que estaban en la cubierta de un barco llegado a La Habana recientemente. El Presidente expresó que tendrían que hacer algo drástico con Cuba, y solicitó que le mantuvieran informado.

El 12 de octubre el mando de los aviones U-2 que volaban sobre la Isla fue transferido de la CIA al Estado Mayor Conjunto y al Comando Aéreo Estratégico. Mientras en Cuba, otras dos rampas de lanzamiento del regimiento emplazado en la región central de la Isla estaban listas para el combate y se incorporaban a la guardia combativa. Ya había cuatro rampas listas para hacer fuego cuando se ordenara.

Al día siguiente, respondiendo a preguntas de Chester Boules, del Departamento de Estado, el Embajador Dobrinin negó repetidamente cualquier intención de introducir armamentos ofensivos soviéticos en Cuba. Al mismo tiempo, los aviones U-2 fueron trasladados de la base de la Fuerza Aérea Edwards, en California, a la base McCoy en Orlando, Florida, que se encontraba más cerca de Cuba. Este mismo día, en Moscú, el mariscal Malinovski, ministro de Defensa de la URSS , se entrevistó con el general Anatoli Gribkov, quien saldría al otro día hacia Cuba al frente de un grupo de altos oficiales para ayudar a las tropas y supervisar el cumplimiento de las decisiones del Gobierno soviético. Durante la conversación le planteó lo siguiente al general:

"Tan pronto como todas las unidades de cohetes R-12 y R-14 estén listas para el combate, debe notificármelo personalmente, solo a mí, y a nadie más. Su misión es supervisar el estado de preparación de las tropas para cumplir su misión, pero principalmente debe asegurarse de que los cohetes estén listos para entrar en acción.

"Memorice y repita al compañero Pliev que las órdenes que recibió personalmente de Nikita Jruschov sobre la utilización de los R-12 y R-14 y los cohetes tácticos, deben cumplirse estricta y exactamente. Eso significa que los cohetes solo se pueden lanzar, repito, solo, por la orden personal del Jefe Supremo: Nikita Sergueievich Jruschov(...)

"Si no hay forma de comunicarse con Moscú, Pliev puede utilizar los cohetes tácticos a su discreción en caso de un ataque estadounidense, y si las tropas realmente desembarcan en las costas. No obstante, no debe haber apuro por disparar esos cohetes(...)

"Cuando las unidades coheteriles estén listas, comuníquese conmigo utilizando esta frase preconvenida, cuyo significado verdadero lo conoceremos solamente Usted y yo: ‘Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito’"(1).

La decisión del Kremlin de enviar a La Habana un equipo militar de inspección de alto nivel era una señal de alarma relacionada con la situación existente en el Caribe. Lo que más preocupaba a la dirección soviética no era tanto el ritmo de nuestros preparativos defensivos en Cuba, sino la belicosidad de los términos empleados en Washington por los miembros del Congreso, de la Administración y por el propio presidente Kennedy.

Este día, en Cuba, una embarcación pirata atacó con ráfagas de ametralladoras a una lancha deportiva en la que viajaban cuatro cubanos; este hecho sucedió cerca de Cayo Blanco, en las proximidades de Cárdenas, al norte de la provincia de Matanzas. Dos de los cubanos que resultaron heridos, fueron secuestrados por los agresores y llevados a Miami.

SORPRENDIDOS IN FRAGANTI

El 14 de octubre de 1962, en el programa "Preguntas y Respuestas" de la ABC , McGeorge Bundy, asistente Especial del Presidente para Asuntos de la Seguridad Nacional , negó cualquier evidencia sólida de la existencia de armamentos ofensivos soviéticos en Cuba. Aunque aún no lo sabía, lo planteado por él era incierto desde hacía varias horas. Ya había una evidencia sólida de la presencia de los cohetes de alcance medio soviéticos en Cuba. La evidencia era tan sólida como pueden serlo las cintas fotográficas utilizadas por un avión de reconocimiento. Ese día era domingo y reinaba el buen tiempo sobre Cuba; resultaba la oportunidad que esperaban los norteamericanos desde hacía cinco días. En las primeras horas de la mañana un U-2 fotografió, en una trayectoria sur-norte, una franja del territorio occidental de la Isla ; pero no cualquier franja, sino precisamente la sospechosa, la que pasaba sobre la localidad de San Cristóbal, en la provincia de Pinar del Río. Las 928 fotografías obtenidas sobre territorio cubano durante seis minutos brindarían la primera evidencia segura de la presencia de cohetes de alcance medio en Cuba.

Sobre este hecho el comandante Fidel Castro dijo años después: "Los soviéticos cometieron distintos errores tácticos y militares. Uno de ellos fue instalar los cohetes antiaéreos y no usarlos, dejaron que los aviones de exploración volaran. Se debió haber prohibido terminantemente todo vuelo de exploración y no se hizo. Estaban construyendo instalaciones militares estratégicas y no las protegieron de la exploración aérea. Esa fue una vacilación, una duda, hacer las cosas a medias, y las cosas a medias, en todas las circunstancias, cuestan siempre muy caro". (2)

Y en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana en 1992 señaló entre otras cosas: "Porque una pregunta que se puede hacer es ¿por qué estaban los cohetes tierra-aire ahí?, ¿qué hacían?, ¿para qué se ponían cohetes tierra-aire y se permitía que los U-2 volaran?... ¿Qué habría ocurrido si el U-2 no pasa?, si derriban el avión y no retrata(...) Hubo un error político indiscutible y no culpo de eso a los militares... porque indiscutiblemente que ellos tenían órdenes muy estrictas... seguro que también tenían órdenes de no disparar contra los U-2 por cuestiones políticas... hubo concepciones políticas erróneas, cuidados excesivos. Por un lado una audacia indiscutible, una gran audacia de Jruschov..." (3)

Ahora bien, ¿era seguro que los soviéticos podían derribar con sus cohetes al U-2 que tomó las primeras fotos sobre San Cristóbal?

El alcance máximo del complejo SA-75 era de 34 kilómetros , distancia que estaba limitada por el tiempo de vuelo del cohete en que este podía ser dirigido. La cobertura de la zona de San Cristóbal, por ejemplo, donde estaban los dos regimientos de cohetes R-12, era bastante pobre, pues se encontraban casi en el límite de las zonas de destrucción de los grupos de Bahía Honda y Mariel. Ese era, si se quiere, el defecto original de la concepción táctica.

Si el U-2 hubiera volado por la trayectoria de sur a norte, y se hubiera dado la orden de derribarlo, esto podía ser cumplido por el grupo de Bahía Honda después de que fotografiara los emplazamientos de los cohetes de alcance medio, pues la trayectoria del vuelo se adentraba en su zona de destrucción a la altura de 21 kilómetros . La probabilidad de que lo pudiera derribar el grupo del Mariel era prácticamente inexistente.

Ahora bien, si los norteamericanos ya conocían las ubicaciones de esos grupos coheteriles, y sus especialistas debían tener nociones bastante cercanas a la realidad de las posibilidades combativas de los mismos y de las dimensiones de sus zonas de destrucción, pudieron planificar el vuelo siguiendo una trayectoria en la que el U-2 podía fotografiar la zona de San Cristóbal y alejarse sin dificultades, aprovechando el amplio corredor existente entre las zonas de destrucción de los grupos de Bahía Honda, Santa Lucía y La Coloma a la altura de 21 kilómetros , los cuales aunque le hubieran querido tirar docenas de cohetes no hubieran podido derribarlo.

Esta era la realidad de las posibilidades existentes. Es decir, que no había la certeza de poder interrumpir el vuelo aunque se hubiera tenido la voluntad de hacerlo. Es muy probable que en ese caso se hubieran quedado con un palmo de narices.

El lunes 15 de octubre un equipo de interpretación y análisis, perteneciente al Centro Nacional de Inteligencia Fotográfica, identificó en los alrededores de San Cristóbal varios objetos similares a los componentes de los emplazamientos de los cohetes de alcance medio SS-4 (R-12 para los soviéticos), los que, según los norteamericanos, ya habían sido observados en la URSS durante los vuelos de los U-2. En total, por las fotos del primer día se detectaron en la zona tres emplazamientos con cuatro rampas de lanzamiento cada uno.

Años más tarde se supo que el coronel del Ejército soviético Oleg Penkovski, quien espiaba para los estadounidenses desde hacía más de un año, les había entregado un manual balístico soviético muy secreto, con cuya ayuda pudieron concluir que los elementos observados en las fotos correspondían a emplazamientos de cohetes SS-4.

Al mirar las fotos publicadas de las tomadas el día 14, no puede uno dejar de pensar: tanto nadar para ahogarse en la orilla. Con todos los enormes esfuerzos realizados y las medidas de encubrimiento adoptadas, los cohetes habían sido descubiertos cuando faltaba solamente un mes hasta la fecha señalada por Jruschov para revelar su presencia en Cuba. Y hay que decir que si los emplazamientos no se podían ocultar a la fotografía aérea, sí era posible tomar medidas que dificultaran su identificación y no fueron adoptadas. Por ejemplo, si no se podían enmascarar los emplazamientos, estos se debían haber deformado mediante construcciones que se hicieran por fuerzas cubanas en los alrededores, sin guardar ninguna simetría, para que se diluyeran en el fondo del medio ambiente circundante; en Cuba, por aquel entonces, había suficientes equipos y brigadas de construcción de distintos tipos, con capacidad para hacer algo así en los alrededores de todos los emplazamientos. Si se hubiera planteado la necesidad e importancia de aquello, seguramente se hubieran destinado los medios que hicieran falta para lograrlo, pues en el país en aquellos momentos no había cuestión de mayor importancia.

Otra posibilidad: si los asentamientos fotografiados no estuvieron listos hasta unos diez días más tarde ¿qué hacían allí todos aquellos equipos que no eran necesarios entonces?; solo servían para que los fotografiaran y el conjunto pudiera ser identificado con mayor facilidad; me refiero a los erectores, los remolques para cohetes, equipos de abastecimiento y otros medios observados, y surge la pregunta: ¿si allí no hacían falta por el momento, por qué no estaban desconcentrados en otros lugares o guardados en naves de maquinaria agrícola u otros sitios aparentes?

Todavía otra posibilidad: si el campamento de tiendas de campaña era uno de los principales indicios desenmascarantes, ¿qué hacía allí, junto al emplazamiento? Se podían haber preparado en un lugar más distante, tener el personal indispensable para el trabajo y las guardias en el emplazamiento y trasladarlos hasta el campamento en camiones cuando hiciera falta. Esto hubiera constituido una dificultad adicional, una más entre millones, pero era algo insignificante en comparación con todo lo que se había puesto en práctica para mantener el secreto de la Operación "Anadir".

Claro, hay que señalar que todo esto parece evidente ahora, cuarenta años después, cuando ya se sabe cómo se desarrollaron los acontecimientos.

Este día se realizaron dos nuevos vuelos de U-2 sobre la región occidental de la Isla. En horas de la noche Ray Cline, subdirector de Inteligencia de la CIA , llamó por un teléfono no seguro a Roger Hilsman, del Departamento de Estado, y a Bundy, por lo que utilizando un lenguaje críptico les informó que habían sido descubiertos cohetes de alcance medio en Cuba. Hilsman telefoneó a Dean Rusk y Bundy decidió esperar a la mañana para alertar al Presidente. A medianoche fue mostrada al secretario de Defensa, Robert McNamara, la evidencia fotográfica de la presencia de los cohetes en San Cristóbal.

Por aquellos días, en zonas cercanas a la Isla se concentraban importantes fuerzas norteamericanas bajo el pretexto de la realización de varios ejercicios y maniobras militares, como el UNITAS III y el SWEEP CLEAR, pero el propio lunes 15 comenzó el ejercicio PHIBRILEX 62, uno de los más importantes y peligrosos para Cuba. Este se desarrollaría hasta el 30 de octubre con la participación de más de cuarenta buques, 20 mil marinos y 4 000 infantes de marina, e incluía la realización del asalto anfibio de la isla de Vieques, en Puerto Rico, convertida a los fines del ejercicio en la ficticia "República de Vieques", para derrocar al imaginario tirano "Ortsac", que es el apellido de Castro deletreado al revés. No había que hacer un gran esfuerzo para descifrar el objetivo oculto de la maniobra. Cuando este ejercicio militar fue planificado no se tenían pruebas de la existencia de los cohetes de alcance medio en Cuba, pero no se puede olvidar que para la última fase de la Operación "Mangosta" estaba prevista la posibilidad del ataque militar a la Isla, precisamente en el mes de octubre, cuando se pensaba que se produciría la tan ansiada "rebelión popular espontánea". De todos modos, el ejercicio sirvió para encubrir el inicio de la movilización de las tropas necesarias en la nueva situación.

Mientras estas cosas sucedían, en Cuba una embarcación pirata atacaba el poblado de Nueva Gerona, al norte de Isla de Pinos. Por su parte, el coronel Beloborodov, jefe del aseguramiento técnico-nuclear a la Operación "Anadir", al haber concluido las comprobaciones de la técnica que tenía confiada con resultados positivos, informó al ministro de Defensa de la URSS , mariscal Rodion Malinovski, y al jefe de la ATS , general de ejército Pliev, que las municiones nucleares estaban verificadas y listas para ser empleadas en combate si surgía la necesidad.

Así estaban las cosas aquel lunes 15 de octubre de 1962 que algunos llaman el inicio de "El Cronómetro de Armagedón", en referencia a los acontecimientos de los 13 días posteriores. (Continuará)


(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles.
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J. F. KENNEDY (AL CENTRO) CON DEAN RUSK, SECRETARIO DE ESTADO ( A LA IZQUIERDA ) Y ROBERT MCNAMARA, JEFE DEL PENTÁGONO.

Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIV)
La histeria se desencadena
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El presidente Kennedy recibió las fotos tomadas por el avión espía U-2 en la mañana del martes 16 de octubre de 1962. De inmediato ordenó que se apreciara la disposición operacional de los cohetes y exigió que se mantuviera en secreto la información relacionada con la situación existente. Indudablemente se sentía engañado y burlado por los soviéticos.

Kennedy formó un grupo asesor de alto nivel, conocido posteriormente como el Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes.

El Comité Ejecutivo estuvo integrado por las personalidades siguientes: el vicepresidente, Lindon Johnson; el secretario de Estado, Dean Rusk; el secretario de Defensa, Robert McNamara; el presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM), general Maxwell Taylor; el asistente especial del presidente para Asuntos de la Seguridad Nacional , McGeorge Bundy; el director de la CIA , John McCone; el secretario del Tesoro, Douglas Dillon; el fiscal general, Robert Kennedy; el subsecretario de Estado, George Ball; el subsecretario de Defensa, Roswell Gilpatrick; el exembajador en la URSS , Llewellyn Thompson.

Además, incluía de forma no oficial al subsecretario de Estado para Asuntos políticos, Alexis Johnson; al secretario asistente de Defensa para la Seguridad Internacional , Paul Nitze; al exsecretario de Estado, Dean Acheson; los asesores John McCloy y Robert Lovett; al embajador ante la ONU , Adlai Stevenson; al subdirector de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA), Donald Wilson, y al secretario asistente de Estado para Asuntos Interamericanos, Edwin Martin. Otros especialistas tomaron parte en las discusiones según fue necesario.

Este Comité desempeñó un papel capital en las decisiones que tomó Kennedy durante la Crisis. Para que las discusiones se desarrollaran sin trabas, y para no llamar la atención, el presidente no asistió a todas las reuniones del Comité, con lo que contribuyó a disminuir su influencia sobre los demás, pues siempre hay quienes cambian en presencia de los máximos dirigentes y hacen recomendaciones sobre la base de lo que estos desean escuchar. Kennedy pidió al grupo que redactase una serie de consejos sobre uno o varios planes alternativos de acción.

Desconozco si Jruschov contó con algún equipo similar que le ayudara a tomar las mejores decisiones durante los alarmantes días que estaban por llegar, aunque tal vez no tuvo un apoyo parecido. Si le creemos al general Gribkov, las desavenencias con él no eran muy recomendables, y en un libro de su autoría citó el ejemplo de lo sucedido años antes con el mariscal Sokolovski, quien era un prestigioso jefe militar soviético que a la sazón desempeñaba el cargo de jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la URSS. El asunto es que a Jruschov se le había metido entre ceja y ceja, en los últimos años de la década del cincuenta, realizar una reducción unilateral de efectivos del Ejército soviético; mas no era cosa de juego, se querían eliminar más de un millón de hombres y cientos o miles de aviones, tanques, cañones y otros medios militares, aduciendo que ya no eran necesarios debido a las características de los nuevos cohetes nucleares de largo alcance. El mariscal Sokolovski había sido uno de los máximos opositores de semejante proyecto. En definitiva, los hombres tuvieron que buscarse especialidades alternativas en la vida civil; los aviones, tanques y otros equipos fueron convertidos en chatarra, ni siquiera conservados por si de pronto hacían falta en el futuro, práctica aplicada ampliamente por los norteamericanos; mientras que el mariscal Sokolovski fue liberado del cargo poco después y pasado a jubilación.

Así que, si creemos al general Gribkov, no era muy grande la posibilidad de que Jruschov pudiera contar con un equipo dispuesto a jugarse estrellas y cargos manteniendo puntos de vista que le llevaran la contraria. Es posible que esta fuera la causa de muchos de los errores militares y políticos que los soviéticos cometieron durante el desarrollo de los acontecimientos, desde la aprobación inicial de la Operación hasta las últimas decisiones que la liquidaron.

Mientras que el Comandante Fidel Castro, durante los candentes días de la Crisis se pasaba prácticamente todo el tiempo en las unidades, en las trincheras y emplazamientos con los combatientes y los jefes de los distintos niveles, dando ánimos y tomando las decisiones requeridas para que la resistencia fuera más sólida, más encarnizada si llegaba el momento, por lo que no tenía mucho tiempo para reuniones, según expresó en la citada entrevista con la periodista María Shriver.

Sobre la situación creada en aquellos días, el líder cubano expresó: "Esos errores políticos y militares (de los soviéticos) nos llevaron a un peligro grande, a un peligro muy serio, porque después que los norteamericanos conocen lo que se está haciendo, podían tomar la iniciativa; la iniciativa estaba en manos de ellos, la iniciativa diplomática, política y militar". (1)

COMIENZA LA ACTIVIDAD DEL COMITÉ EJECUTIVO

En efecto, se creó una situación muy peligrosa para Cuba, lo cual se verifica en el contenido de los criterios emitidos desde la primera reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense que tuvo lugar a las 11:50 de la mañana del propio 16 de octubre.

El presidente Kennedy explicó la situación que se había creado, ordenó incrementar los vuelos de reconocimiento y solicitó a todos los presentes que abandonaran cualquier otra tarea y concentraran sus esfuerzos en el estudio exhaustivo del problema y en las acciones futuras que se deberían emprender. Con el objetivo de no despertar sospechas, decidió continuar normalmente su participación en las actividades políticas programadas en el marco de la campaña electoral para las elecciones congresionales que se celebrarían a principios de noviembre, y que el Comité no se reuniera siempre en la Casa Blanca , sino que también lo hiciera en el Departamento de Estado, en las oficinas del Fiscal General y en otros sitios de Washington. Asimismo exigió el más estricto secreto hasta que tuvieran una respuesta adecuada.

Seguidamente les mostraron las fotografías. Según Robert Kennedy: "Vinieron técnicos con sus mapas y punteros, y nos dijeron que, si observábamos con atención, veríamos que se estaba construyendo una ‘base de cohetes’ en un campo próximo a San Cristóbal, Cuba. Por mi parte, tuve que limitarme a aceptar su palabra. Examiné cuidadosamente las fotos, y lo que vi no me pareció más que un claro en el campo, dispuesto para construir una granja o los cimientos de una casa. Más tarde, me sentí aliviado al saber que esta había sido la misma impresión que sacaron, virtualmente, todos los reunidos, incluido el presidente Kennedy. Este dijo, incluso, varios días después, cuando se habían realizado algunas otras obras en el lugar, que parecía un campo de fútbol". (2)

Al principio, el sentimiento general fue que había que emprender alguna acción, no obstante, una pequeña minoría estimaba que los cohetes en Cuba no alteraban el equilibrio de fuerzas, por lo que toda acción era innecesaria. Mas la mayoría pensaba que el único camino posible era un ataque aéreo contra las bases de los cohetes. Entonces Robert Kennedy pasó una nota al presidente: "Ahora sé lo que sintió Tojo cuando estaba planeando lo de Pearl Harbour". (3)

A continuación se citan, por su interés, algunos de los planteamientos más importantes y representativos que se hicieron en aquella primera reunión. (4)

Rusk: Yo no pienso que esto en sí requiera una invasión de Cuba(...) Pienso que lo que haremos es eliminar las bases, que es lo que dijimos que haríamos, ¿o es que decidiremos que es hora de eliminar el problema cubano por completo?(...) Esto debe ser llevado a la atención de Castro. Ha llegado la hora en que él debe tomar en cuenta los intereses del pueblo cubano, debe romper claramente con la URSS , evitar que las bases de cohetes lleguen a ser operacionales(...) Debemos reforzar la parte sudeste de los Estados Unidos para ser capaces de dar un golpe demoledor en cualquiera de estas instalaciones y en los emplazamientos de los cohetes antiaéreos, así como contra cualquier MIG o bombardero que pueda llegar al país.

McNamara: En primer lugar, si vamos a dar un golpe aéreo contra estas instalaciones debe ser antes de que los cohetes sean operacionales, pues en caso contrario, si no los destruimos todos, los que queden serán lanzados, y esto creará un caos en la costa este del país, en un radio de 1 200 - 2 000 kilómetros a partir de Cuba. En segundo lugar, un golpe aéreo debe ser también contra los aeródromos y todos los lugares posibles de almacenamiento nuclear.

General Taylor: Después que destruyamos las armas ofensivas debemos impedir que entren otras, lo que implica un bloqueo naval(...) Luego habrá que decidir si invadimos o no. Pienso que esta es la cuestión militar más difícil en todo el asunto y debemos estudiarla minuciosamente antes de poner los pies en ese profundo fanguero que es Cuba.

McNamara: Si hay cabezas nucleares asociadas a los cohetes, debemos asumir que también las habrá asociadas a los aviones.

Rusk: Nosotros tenemos cohetes en Turquía e Italia, y Jruschov puede pensar que también debemos aprender a vivir bajo la amenaza de cohetes de alcance medio, que con esto está estableciendo una especie de equilibrio. También podrían estarnos provocando aquí para ellos responder en Berlín u otro lugar, pero no veo la racionalidad de los soviéticos para presionar tanto.

McNamara: No es probable, pero sí concebible que las cabezas nucleares para estos cohetes no estén en Cuba aún. Hay que precisar dónde están las cabezas nucleares.

Bundy: Si lo comunicamos previamente a la OTAN pueden surgir planteamientos de que ellos pueden vivir con la amenaza de los cohetes soviéticos de alcance medio: ¿por qué nosotros no podríamos soportarlo? Es probable que eso provoque divisiones en la Alianza.

Rusk: Si damos un golpe expondremos a nuestros aliados a grandes peligros, sin la más ligera consulta o aviso o preparación.

John F. Kennedy (JFK en lo adelante): Pero si les avisamos a ellos sería como avisarles a todos.

Johnson: Pienso que la cuestión básica es cuándo eliminamos los cohetes o cuándo hablamos de ellos. Yo escogería eliminarlos. En cuanto a nuestros aliados estoy de acuerdo con Bundy, no estoy muy a favor de circular esto entre nuestros aliados, aunque me doy cuenta de que eso es una falta de fidelidad. No es un asunto para conferencias. No obtendremos mucha ayuda de ellos.

JFK: Hay tres opciones: una, golpe a los cohetes; dos, golpe aéreo más general y tres, invasión.

Debemos comenzar a prepararnos ahora mismo. Sin dudas, vamos a hacer la opción número uno por lo menos.

Bundy: ¿Acaso hemos decidido definitivamente ir en contra de una vía política?

McNamara: Hay que definir si debemos preceder la acción militar con una acción política. Si es así, ¿en que plazo? Creo que lo mejor es tener contactos con Jruschov, indicándole lo que haremos en ciertos plazos si no retira los cohetes.

La reunión fue interrumpida por el mediodía para continuarla más tarde.

Durante el interín, Robert Kennedy se reunió con el Grupo Especial Ampliado y le expresó "la insatisfacción del presidente" con la Operación "Mangosta". Señaló que en un año los resultados eran desalentadores, que no se habían producido sabotajes de importancia. Indicó mejoría notable en la recolección de inteligencia, pero que en general las acciones habían fallado en influir significativamente sobre el curso de los eventos en Cuba. Hizo referencia al cambio de atmósfera que había ocurrido en el Gobierno durante las últimas 24 horas y planteó interrogantes acerca del porcentaje de cubanos que combatiría a favor del régimen si el país era invadido.

Esa tarde se recibió un telegrama en el Departamento de Estado con los resultados de la entrevista que el embajador norteamericano en la URSS había sostenido con Jruschov, quien entre otras cosas había planteado los aspectos siguientes sobre Cuba:

—los Estados Unidos no debían pretender que otros países vivieran según sus deseos o habría guerra;

—los norteamericanos tenían bases militares en países vecinos de la URSS , pero los soviéticos no los atacaban;

—si los Estados Unidos consideraban tener derecho a hacer lo que quisieran en Cuba, ¿por qué la URSS no tendría derecho a hacer lo que quisiera en los países mencionados? Sería la ley del más fuerte. La Carta de la ONU perdería su fuerza. Esa sería la política del bandidaje;

—respetemos los asuntos internos de otros países, no interfiramos en ellos. Dejemos que sea el pueblo cubano el que escoja su propio sistema. Los estadounidenses debían comerciar con Cuba, igual que la URSS lo hace con Turquía y otros aliados suyos, pero los norteamericanos habían perdido toda comprensión real de la historia.

A LA CARGA DE NUEVO

La reunión del Comité Ejecutivo continuó a las 6:30 de la tarde con la participación del teniente general Marshall S. Carter, subdirector de la Inteligencia Central , y estos fueron algunos de los planteamientos principales que se hicieron.

General Carter: Se han detectado tres emplazamientos con cuatro rampas de lanzamiento en cada uno, y por los cohetes que se aprecian se cree que hay dos para cada rampa. Pensamos que serán operacionales dentro de dos semanas; luego parece que podrán ser lanzados en un plazo de seis horas después de recibir la orden (NA: en realidad era en dos horas y media), con un tiempo de repetición de cuatro a seis horas por cada rampa(...) Estimamos que el complejo en general puede estar operacional dentro de dos semanas, aunque rampas aisladas podrían hacerlo en mucho menor tiempo. Los U-2 hicieron dos pases ayer sobre toda la Isla , pero aún no están los resultados, además, había muchas nubes sobre las regiones central y oriental.

Rusk: Esta puede ser la oportunidad en que Castro decida romper con Moscú, si sabe que está en un peligro mortal. Estamos interesados en la posibilidad de un mensaje directo a Castro, al igual que a Jruschov, antes de cualquier golpe.

Edwin Martin: En el mensaje, en primer lugar, hay que decirle lo que sabemos de los emplazamientos. Que esto es de suma gravedad para la seguridad de los Estados Unidos, que mediante esta acción los soviéticos lo han puesto en peligro de ser atacado, que los soviéticos están planteando la posibilidad de cambiar esos cohetes por concesiones en Berlín, que vamos a emprender acciones próximamente y que tendremos que hacerlo a menos que recibamos noticias firmes de que sacará a los soviéticos de Cuba. Que podemos simpatizar con él y ayudarle si surgen problemas al tratar de abandonar la antigua línea comunista y al intentar sacar a los soviéticos. Le daremos 24 horas para la respuesta.

Rusk: Estimamos que los soviéticos tomarán alguna medida de respuesta en otro lugar, por lo que realizar una acción de este tipo sin darlo a conocer a nuestros aliados más cercanos, y someterlos a un peligro muy grande, puede ocasionar que quedemos aislados políticamente y que la Alianza se desmorone.

McNamara: El golpe aéreo más amplio puede asestarse con una alerta de 24 horas a partir del viernes próximo (19 de octubre), es decir, tomar la decisión el viernes para dar el golpe el sábado. La capacidad disponible de la Fuerza Aérea es de unos 700 aviones vuelo diarios, a los que se agregarían los aviones de la Marina. Este golpe sería contra cohetes de alcance medio, aeródromos, cohetes antiaéreos y almacenes de cabezas nucleares si se detectan.

General Taylor: La Junta de Jefe de Estados Mayores considera que no se debe asestar un golpe solo contra los cohetes de alcance medio, sino el más amplio, y que no debemos perder la capacidad de sorpresa del primer golpe haciendo ninguna declaración previa. Tendremos que repetir el golpe durante varios días y fotografiar para controlar, hasta terminar todo el trabajo.

McNamara: Debido a que es muy grande el peligro de comenzar acciones combativas después que ellos adquieran capacidad nuclear en cohetes y aviones, por la probabilidad de una respuesta nuclear con lo que no se haya destruido, consideramos que solo debemos decidir dar el golpe y asestarlo únicamente antes de que adquieran esa capacidad nuclear. Una línea que no hemos analizado todavía es hacer una declaración de vigilancia abierta por tiempo indefinido, establecer un bloqueo contra la entrada de futuras armas ofensivas y proclamar que estaremos preparados para atacar inmediatamente a la URSS si Cuba hace cualquier movimiento ofensivo contra este país.

JFK: Me parece que si hacemos primero una acción política(...) nos aseguraremos un gran apoyo internacional, pero perderemos todas las ventajas del golpe sorpresivo.

General Taylor: La cuestión es que somos muy vulnerables a los ataques aéreos a baja altura en el área de la Florida. Toda nuestra defensa antiaérea ha sido orientada siempre en otras direcciones. Jamás hemos tenido preparativos defensivos de bajas alturas en este país, debido a esto somos muy vulnerables a los aviones a baja altura desde el sur con bombas convencionales o nucleares.

Bundy: Quisiera preguntar: ¿cuál es el impacto estratégico de los cohetes de alcance medio en Cuba para los Estados Unidos?, ¿cómo esto cambia el equilibrio estratégico?

McNamara: En la Junta de Jefes de Estados Mayores dicen que la influencia es sustancial, en mi opinión no es muy grande. Eso fortalece en algo el potencial nuclear soviético en relación con el norteamericano, pero no significa ningún cambio apreciable en la correlación de fuerzas. Además, no hay una diferencia especial en que la Unión Soviética , tratando de alcanzar la paridad estratégica con los Estados Unidos, despliegue una cantidad complementaria de cohetes intercontinentales en su territorio o que instale cohetes de alcance medio en Cuba.

General Taylor: Esos cohetes pueden ser un apoyo y refuerzo muy importante de la capacidad de golpe de la URSS , pero para nuestra nación esto significa mucho más. Todos ustedes están conscientes de ello... ¡están en Cuba!... y no allá en la URSS , muy lejos.

JFK: Es que no hay mucha diferencia entre desaparecer por un cohete que vuele desde la URSS o por uno que está a 90 millas .

General Taylor: Si no los sacamos de allí, en lo adelante siempre tendremos la misma sensación de tener una pistola apuntando a la cabeza; igual a la forma en que tenemos a la URSS actualmente.

Bundy: Sin lugar a dudas, si esto continúa así, tendremos que un ataque a Cuba se convertirá en una guerra general.

JFK: Esto demuestra que lo de la Bahía de Cochinos realmente era correcto, que teníamos la razón.

General Taylor: Solamente que ahora tenemos un plan de guerra que requiere un cuarto de millón de norteamericanos para tomar una isla contra la que lanzamos 1 800 cubanos hace año y medio. Parece que hemos cambiado bastante nuestras evaluaciones.

Robert Kennedy: El otro problema será en Sudamérica dentro de un año. Estas cosas estarán en manos de los cubanos, y entonces, digamos que surge algún problema en Venezuela y usted tendrá a Castro planteando: Si ustedes mueven tropas hacia alguna parte de Venezuela, nosotros dispararemos estos cohetes.

JFK: Esto los hace parecer como si estuvieran equiparados con nosotros y que...

Douglas Dillon: ...estamos temerosos de los cubanos.

JFK: El mes pasado dije en una declaración pública que no aceptaríamos cohetes de alcance medio en Cuba, y ellos continuaron y lo hicieron; no podemos quedarnos sin hacer nada. Digamos que vamos a golpear el sábado, y el viernes declaramos que están los cohetes en Cuba, que representan la más grave amenaza para nuestra seguridad y que tienen que tomarse las medidas pertinentes.

McNamara: Pero ellos pueden alistar los cohetes entre el momento en que decimos que vamos a ir y el momento en que vamos. Esto es un peligro muy grande.

George Ball: ¿De modo que Usted diría que el golpe debe preceder a cualquier discusión pública?

McNamara: Así lo creo. Pienso que antes de hacer ningún anuncio, usted debe decidir si va a golpear o no. Si se decide golpear, entonces no debe hacer anuncio alguno.

Bundy: Las ventajas políticas son muy fuertes a favor del golpe limitado. En este caso el castigo se ajusta al crimen en términos políticos; solo estaremos haciendo lo que advertimos, repetida y públicamente, que tendríamos que hacer en este caso.

JFK: Ahora bien, si estos cohetes no aumentan mucho el poderío estratégico de Rusia, entonces ¿por qué lo están haciendo?

Ball: Jruschov ha dicho que vendrá a la ONU en noviembre. Puede ser que esté actuando así en la suposición, carente de sentido, de que esto no va a ser descubierto de momento. Entonces querrá decir en la ONU que aquí está Cuba armada contra los Estados Unidos, o posiblemente tratará de negociar algo en Berlín, diciendo que a cambio desarmará a Castro.

Bundy: Yo pienso que no es probable que él dé cabezas de combate nucleares a Fidel Castro. No creo que haya ocurrido o que pueda ocurrir.

Robert Kennedy: Otra cuestión es si debemos pensar en alguna otra forma de involucrarnos en esto mediante la Base de Guantánamo, o si hay algún barco que... saben... hundir al Maine de nuevo o alguna otra forma.

JFK: Si vamos a dar el golpe el sábado o el domingo debemos estar en posibilidad de realizar la invasión, en dependencia de lo que ocurra.

Ball: Es probable que ellos nos evaluaron mal y pensaron que esta no era una operación de alto riesgo, lo que se refleja en la forma en que la iban llevando a cabo(...) Lo que sugiere que ellos pensaron que no iba a pasar nada.

McNamara: Lo más probable es que los cohetes no sean operacionales hasta dentro de X días, posiblemente dos semanas, pero no tienen protección.

Ball: Creo que es una alternativa; son una serie de actos aislados, no sorpresivos, porque eso de atacar por sorpresa como en Pearl Harbour, simplemente me espanta en cuanto a la posteridad.

McNamara: En todo caso, si nos decidimos por una acción militar hay aún muchas incógnitas: ¿qué pensamos que Castro hará después del ataque a los cohetes?, ¿sobrevivirá como dirigente político?, ¿será derrocado?, ¿será más fuerte o más débil?, ¿cómo reaccionarán los soviéticos?, ¿cómo podría Jruschov permitirse aceptar una acción como esta sin responder de alguna forma?, ¿dónde lo haría?, ¿cómo reaccionaríamos nosotros a esta respuesta?(...) Creo que debemos delinear esos problemas esta noche y encontrarnos por la mañana para analizar y discutir.

Así terminó la primera laboriosa jornada del flamante Comité Ejecutivo. Aunque durante la misma no se tomaron acuerdos, se plantearon algunas de las ideas esenciales que discutirían durante esa semana. En general, hay que decir que entonces en el Comité existía casi un consenso a favor de una acción militar, pero sus integrantes desconocían en aquellos momentos, cuando dicha acción podía ser inminente, que en Cuba ya había decenas de cargas nucleares para los cohetes tácticos, destinadas a rechazar un desembarco enemigo directo en las costas de la Isla , por lo que en realidad cualquier acción drástica de las fuerzas norteamericanas contra los defensores de la Perla de las Antillas hubiera elevado considerablemente el riesgo del desencadenamiento de una guerra nuclear general, independientemente de que la primera respuesta hubiera sido con armas convencionales o nucleares tácticas. (Continuará)


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