La "Playa Girón" de Obama en Libia: la agresión imperialista pulveriza la Carta de la ONU
x Webster G. Tarpley
Después de los eventos en Túnez y Egipto, está claro que la CIA ha establecido una alianza mundial con la reaccionaría y oligárquica Hermandad Musulmana
El 19 de marzo, los misiles crucero estadounidenses y británicos se unieron a aviones de guerra franceses y de otros países del OTAN en la Operación Amanecer de la Odisea/Operación Ellamy, un bombardeo neoimperialista bajo una falsa cobertura humanitaria contra el Estado soberano de Libia. Actuando según la resolución del Consejo de Seguridad 1973 de la ONU, las fuerzas navales de EE.UU. ubicadas en el Mediterráneo dispararon el sábado por la noche, hora local, 112 misiles crucero contra objetivos que según el Pentágono estaban relacionados con el sistema de defensa aéreo de Libia.
Pero Mohamed al-Zawi, secretario general del parlamento libio, dijo en una conferencia de prensa en Trípoli que el “bárbaro ataque armado” y la “salvaje agresión” habían afectado áreas residenciales y edificios de oficinas así como objetivos militares, llenando los hospitales de Trípoli y Misurata de víctimas civiles. Zawi acusó a las potencias extranjeras de actuar para proteger a una dirigencia rebelde que contiene notorios elementos terroristas. El gobierno libio repitió su solicitud de que la ONU envíe observadores internacionales para que informen objetivamente sobre los sucesos de Libia.
Se espera que las fuerzas atacantes desplieguen más misiles crucero, drones Predator y bombarderos para intentar destruir el sistema de defensa aérea de Libia como preludio de la destrucción sistemática de las unidades terrestres libias. Observadores internacionales han señalado que los informes de la inteligencia estadounidense sobre Libia podrían ser deficientes y que es posible que muchos misiles crucero hayan alcanzado objetivos no militares.
Libia ha reaccionado a la votación en la ONU con la declaración de un alto al fuego, pero Obama y Cameron la ignoraron. El sábado, France 24 y al-Jazeera de Qatar, redes de propaganda internacionales que promocionan exageradamente los ataques, transmitieron informes histéricos sobre presuntos ataques de las fuerzas de Gaddafi al bastión rebelde de Bengasi. Mostraron la foto de un cazabombardero derribado y afirmaron que esto probaba que Gaddafi estaba desafiando a la ONU al continuar sus ataques aéreos. Más adelante resultó que el avión destruido pertenecía a la fuerza aérea rebelde. Unas horas después una cobertura semejante sirvió de justificación para el inicio de los bombardeos. El paralelismo con el engaño del asunto (de los) bebés de las incubadoras de Kuwait en 1990 era obvio. Los leales a Gaddafi dijeron que los combates del sábado fueron causados por ataques rebeldes contra líneas gubernamentales con la esperanza de provocar un ataque aéreo y por residentes locales que se defendían de los rebeldes.
En la votación en la ONU, el delegado indio señaló correctamente que la decisión de iniciar la guerra no se había basado en ninguna información verosímil, ya que el enviado del secretario general de la ONU Ban-Ki-Moon a Libia nunca presentó un informe al Consejo de Seguridad. El bombardeo comenzó poco después de una deslumbrante cumbre en París “en apoyo al pueblo libio”, en la cual se pavonearon y adoptado poses Sarkozy, Cameron, Hillary Clinton, Stephen Harper de Canadá y otros políticos imperialistas.
Se suponía que contingentes simbólicos de Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Arabia Saudí participarían en el ataque, pero no aparecieron por ninguna parte, aunque se esperaba que algunos Estados árabes dieran apoyo financiero. Se estima que el coste mínimo de mantener una zona de exclusión aérea sobre Libia ascenderá a cerca de 15.000 millones de dólares, lo suficiente para financiar durante dos años comidas altas en proteínas para las madres y niños pobres estadounidenses menores de dos años, según el Programa Especial de Nutrición Suplementaria de las Naciones Unidas, [WIC, por sus siglas en inglés].
De zona de exclusión aérea a cambio de régimen
El supuesto propósito de los bombardeos era establecer una zona de exclusión aérea y proteger a una fuerza de rebeldes libios patrocinada por la CIA compuesta de la Hermandad Musulmana, elementos del gobierno libio y del ejército subvertidos por la CIA (incluidos personajes siniestros como el ex ministro de justicia Mustafá Abdel-Jalil y el ex ministro del interior Fattah Younis), y miembros monárquicos de la tribu Senussi, que controlan las ciudades de Bengasi y Tobruk. Pero los ultimátums simultáneos del viernes del presidente Obama y del primer ministro británico Cameron, más un discurso de Harper, dejaron claro que el objetivo era el derrocamiento del coronel Muamar Gaddafi y el cambio de régimen en la nación petrolera del Norte de África, cuyas reservas probadas de crudo son las mayores de ese continente.
Las perspectivas de un éxito militar son inciertas, a pesar de la aparente preponderancia de la OTAN. No se ha articulado ningún objetivo militar claro y es probable que haya desacuerdos sobre el alcance de la guerra. Si los tanques y la infantería de Gaddafi son involucrados en batallas casa por casa con los rebeldes en ciudades como Bengasi y Tobruk, será difícil para OTAN poner en práctica su superioridad aérea sin masacrar a grandes cantidades de civiles.
De esperanza y cambio a conmoción y pavor
Mientras se compara ampliamente la acción de Obama con el ataque de Bush-Cheney a Iraq en 2003, también son fuertes las comparaciones con el fiasco de Playa Girón en abril de 1961. En aquel caso, una fuerza de cubanos opuestos a Fidel Castro, organizada por la CIA, fue derrotada por medios militares en su intento de tomar Cuba, lo que resultó en llamados de Allen Dulles al presidente Kennedy pidiendo ataques aéreos y una invasión terrestre. Kennedy rechazó esos llamados y despidió a la dirigencia de la CIA de Dulles. Obama, enfrentado al colapso militar de la fuerza de la CIA en Libia, ha ordenado los bombardeos, abriendo una segunda fase en la debacle actual de EE.UU.
La región rebelde de Cirenaica ha sido desde hace tiempo escenario de agitación de la Hermandad Musulmana contra Gaddafi, en gran parte fomentada desde el otro lado de la frontera egipcia con ayuda de EE.UU. Después del intento fracasado de asesinato del líder libio en 1995, (por el que MI-6 pagó 100.000 libras a una subsidiaria de al-Qaida) según informó el desertor del MI5 David Shayler, Libia oriental fue escenario de una prolongada insurrección islamista.
Después de los eventos en Túnez y Egipto, está claro que la CIA ha establecido una alianza mundial contra ciertos gobiernos árabes con la reaccionaría y oligárquica Hermandad Musulmana, que fue creada por los servicios de inteligencia británicos en Egipto a finales de los años veinte. Al-Qaida del Magreb Islámico (AQIM), otra fachada de la CIA, pregona en su sitio en la web su pleno apoyo a los rebeldes.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue el primero en reconocer a los rebeldes de Bengasi y llamó a una zona de exclusión aérea y ataques aéreos una semana antes, secundado por el primer ministro británico Cameron. Hasta unas 18 horas antes de la votación en la ONU, altos funcionarios estadounidenses, como la secretaria de Estado Clinton y el secretario de defensa Gates, subrayaron las dificultades de una zona de exclusión aérea. El ministro de Exteriores francés, Juppé, se quejó de que ya era demasiado tarde para una zona de exclusión aérea.
Pero entonces, EE.UU. exigió abruptamente dicha zona más un cheque en blanco para efectuar bombardeos aéreos. Algunos observadores diplomáticos se muestran intrigados por el cambio de opinión de Obama. ¿Fue chantajeado por los británicos y los franceses, la misma coalición imperialista que invadió Egipto para apoderarse del canal de Suez en 1956? Debido a la decisión de Obama, EE.UU. está ahora en guerra con una cuarta nación musulmana después de Afganistán, Iraq y Pakistán. En Pakistán, el conflicto latente amenaza con escalar en cualquier momento después del escándalo del contratista de la CIA acusado por los paquistaníes de ser un controlador de terroristas.
La Liga Árabe, para sorpresa de muchos analistas, votó unánimemente por una zona de exclusión aérea sobre Libia. La Unión Africana, al contrario, se opuso resueltamente a la intervención extranjera. Los diplomáticos occidentales han restado importancia a la posición de la UA, provocando sospechas de racismo, que se refuezan por los informes de que los rebeldes contrarios a Gaddafi han linchado a varios africanos negros afirmando que eran mercenarios contratados por Gaddafi.
La interferencia en los asuntos internos libios viola la Carta de la ONU
Observadores diplomáticos se mostraron escandalizados por la amplitud de la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad, que permite que se utilicen “todas las medidas necesarias” contra Libia. La Carta de las Naciones Unidas limita estrictamente las acciones militares, según el Capítulo 7, a amenazas a la paz y la seguridad internacionales, que nunca han estado amenazadas por Libia, pero excluye la interferencia en los asuntos internos de los Estados miembros. El pretexto citado en este caso fue la protección de civiles indefensos, pero es obvio que los rebeldes constituyen una fuerza militar armada. Ya que ningún Estado puede ser un agresor en su propio territorio, la resolución del Consejo de Seguridad constituye una flagrante violación de la Carta de las Naciones unidas. Rusia, China, Brasil, Alemania, e India se abstuvieron. La resolución contiene un embargo de armas contra Libia que EE.UU. ya está violando al armar a los rebeldes a través de Egipto.
Entre los responsables estadounidenses que piden la agresión, la embajadora ante la ONU Susan Rice, Samantha Power del Consejo Nacional de Seguridad, y la secretaria de Estado Clinton han mostrado que son tan belicosas como cualquier neoconservador de la escuela Rumsfeld-Wolfowitz.
La Fuerza Aérea Libia tiene 13 bases aéreas y unos 374 aviones capaces para el combate, muchos de ellos obsoletos. Los observadores militares estudiarán el desempeño de las defensas aéreas de Gaddafi, de las que se piensa que se basan en gran parte en antiguos SAM rusos. Pero Gaddafi también tiene misiles móviles y manuales tierra-aire. Durante un ataque aéreo contra Trípoli en 1986 con la intención de matar a Gaddafi, EE.UU. perdió un F-111 por fuego libio. El Ministerio de Defensa de Libia ha advertido de que su país tomará represalias contra incursiones atacando el tráfico aéreo y marítimo por el Mediterráneo central. En 1986, Libia lanzó dos misiles Scud contra la estación de guardacostas de EE.UU. en la isla italiana de Lampedusa, pero ninguno de los dos dio en el blanco. Otra pregunta que pronto tendrá respuesta es si Gaddafi ha utilizado sus inmensos ingresos del petróleo para procurarse misiles tierra-mar más modernos y capaces de diseño ruso.
La coreografía propagandística de la actual agresión, diseñada para enmascarar el papel belicista de Obama, requiere la iniciativa de los dirigentes derechistas de Gran Bretaña y Francia, los socios de Suez en 1956. Obama ha mantenido un bajo perfil, al no asistir a la conferencia de París, no pronunciar un discurso formal al pueblo de EE.UU. desde el Despacho Oval y permitiendo que los franceses atacaran primero. Obama visita Brasil. Se supone que esta farsa aplacará el odio de la calle árabe hacia EE.UU. El resultado es que el inferior equipamiento militar anglo-francés y sus estructuras de comando pueden contribuir a desagradables reveses para los agresores, particularmente si las delirantes ilusiones napoleónicas de Sarkozy lo llevan a interferir en decisiones militares.
Los Tornados Panavia que serán desplegados por Londres están obsoletos; siete (6 británicos, 1 italiano) fueron derribados por Sadam Hussein durante la primera Guerra del Golfo hace veinte años. Los Eurofighter Typhoon son aviones ultramodernos, pero nunca se han probado en combates reales. El atribulado portaaviones francés Charles de Gaulle transporta el Dassault Raffale, que en general tampoco se ha probado en combate, aparte del Super-Étendard de 30 años y plagado de accidentes. También se espera ver Mirage F1 de diversas cosechas, ninguna reciente. Este equipamiento es vulnerable a desgaste por las contramedidas de Gaddafi.
La propaganda anglo-estadounidense presenta a Gaddafi como un cleptócrata. En realidad, Libia es uno de los países en desarrollo más avanzados, en el puesto 53 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, convirtiéndolo en la sociedad más desarrollada de África. Libia se encuentra por delante de Rusia (65), Ucrania (69), Brasil (73), Venezuela (75) y Túnez (81). La tasa de encarcelamiento es el número 61 del mundo, detrás de la de la República Checa y muy por debajo de la de EE.UU. (1).
La longevidad ha aumentado 20 años bajo el gobierno de Gaddafi quien, mientras reprimía los cuestionamientos políticos, ha compartido el ingreso del petróleo de la nación mejor que el resto de la OPEP.
La resistencia burocrática en EE.UU. a la expansión imperial involucrándose en una guerra contra Libia además de los tres conflictos existentes también puede haberse superado gracias a la activación de redes pro británicas en el gobierno de EE.UU. Si fuera así, sería una repetición de un modelo establecido hace tiempo. En 1990, Margaret Thatcher afirmó que había realizado un “implante de columna vertebral” de emergencia a George H.W. Bush, al convencerlo de que recuperara Kuwait de las manos de Sadam Hussein. En 1999, Tony Blair presionó por el bombardeo de Serbia y luego por una invasión terrestre; Clinton se negó sabiamente, por lo menos a esta última. En septiembre de 2001, Blair ayudó a convencer a Bush hijo de que utilizara el ataque del 11-S como pretexto para atacar a Afganistán.
El propósito de este ataque, en el contexto de la campaña de golpes de Estado y de palacio, revoluciones de color e insurrecciones de poder popular de la CIA en la primavera de 2011, es incapacitar a los Estados clientes de EE.UU. para buscar soluciones alternativas mediante alianzas con Rusia, China, Irán y otros Estados. La acometida de la CIA toma la forma de un ataque contra la nación Estado en sí. En 2008 se dividió Serbia. Este año se ha partido Sudán en dos, mientras es cada vez más probable que Yemen sufra la misma suerte. La resolución de la ONU sobre Libia menciona específicamente Bengasi, indicando la clara intención de partir y balcanizar esa nación con una división entre este y oeste. Otros países pueden esperar un tratamiento similar. Es hora de terminar ese ciclo destructivo de revoluciones de color antes de que una de ellas se convierta en una guerra civil en un país como Belarús, donde un choque interno se podría convertir fácilmente en una confrontación a gran escala entre Rusia y la OTAN.
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Webster G. Tarpley es un colaborador frecuente de Global Research y uno de los críticos más incisivos de la hegemonía anglo-estadounidense. Es conocido por su libro - George Bush: La biografía no autorizada (1992). Académico y activista de 9/11 Truth. http://tarpley.net/
Global Research. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
http://www.lahaine.org/index.php?p=52363
http://www.lahaine.org/index.php?p=52363