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lunes, 28 de marzo de 2011

La "Playa Girón" de Obama en Libia: la agresión imperialista pulveriza la Carta de la ONU


 28/3/2011


La "Playa Girón" de Obama en Libia: la agresión imperialista pulveriza la Carta de la ONU
x Webster G. Tarpley



Después de los eventos en Túnez y Egipto, está claro que la CIA ha establecido una alianza mundial con la reaccionaría y oligárquica Hermandad Musulmana


El 19 de marzo, los misiles crucero estadounidenses y británicos se unieron a aviones de guerra franceses y de otros países del OTAN en la Operación Amanecer de la Odisea/Operación Ellamy, un bombardeo neoimperialista bajo una falsa cobertura humanitaria contra el Estado soberano de Libia. Actuando según la resolución del Consejo de Seguridad 1973 de la ONU, las fuerzas navales de EE.UU. ubicadas en el Mediterráneo dispararon el sábado por la noche, hora local, 112 misiles crucero contra objetivos que según el Pentágono estaban relacionados con el sistema de defensa aéreo de Libia.


Pero Mohamed al-Zawi, secretario general del parlamento libio, dijo en una conferencia de prensa en Trípoli que el “bárbaro ataque armado” y la “salvaje agresión” habían afectado áreas residenciales y edificios de oficinas así como objetivos militares, llenando los hospitales de Trípoli y Misurata de víctimas civiles. Zawi acusó a las potencias extranjeras de actuar para proteger a una dirigencia rebelde que contiene notorios elementos terroristas. El gobierno libio repitió su solicitud de que la ONU envíe observadores internacionales para que informen objetivamente sobre los sucesos de Libia.


Se espera que las fuerzas atacantes desplieguen más misiles crucero, drones Predator y bombarderos para intentar destruir el sistema de defensa aérea de Libia como preludio de la destrucción sistemática de las unidades terrestres libias. Observadores internacionales han señalado que los informes de la inteligencia estadounidense sobre Libia podrían ser deficientes y que es posible que muchos misiles crucero hayan alcanzado objetivos no militares.


Libia ha reaccionado a la votación en la ONU con la declaración de un alto al fuego, pero Obama y Cameron la ignoraron. El sábado, France 24 y al-Jazeera de Qatar, redes de propaganda internacionales que promocionan exageradamente los ataques, transmitieron informes histéricos sobre presuntos ataques de las fuerzas de Gaddafi al bastión rebelde de Bengasi. Mostraron la foto de un cazabombardero derribado y afirmaron que esto probaba que Gaddafi estaba desafiando a la ONU al continuar sus ataques aéreos. Más adelante resultó que el avión destruido pertenecía a la fuerza aérea rebelde. Unas horas después una cobertura semejante sirvió de justificación para el inicio de los bombardeos. El paralelismo con el engaño del asunto (de los) bebés de las incubadoras de Kuwait en 1990 era obvio. Los leales a Gaddafi dijeron que los combates del sábado fueron causados por ataques rebeldes contra líneas gubernamentales con la esperanza de provocar un ataque aéreo y por residentes locales que se defendían de los rebeldes.


En la votación en la ONU, el delegado indio señaló correctamente que la decisión de iniciar la guerra no se había basado en ninguna información verosímil, ya que el enviado del secretario general de la ONU Ban-Ki-Moon a Libia nunca presentó un informe al Consejo de Seguridad. El bombardeo comenzó poco después de una deslumbrante cumbre en París “en apoyo al pueblo libio”, en la cual se pavonearon y adoptado poses Sarkozy, Cameron, Hillary Clinton, Stephen Harper de Canadá y otros políticos imperialistas.


Se suponía que contingentes simbólicos de Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Arabia Saudí participarían en el ataque, pero no aparecieron por ninguna parte, aunque se esperaba que algunos Estados árabes dieran apoyo financiero. Se estima que el coste mínimo de mantener una zona de exclusión aérea sobre Libia ascenderá a cerca de 15.000 millones de dólares, lo suficiente para financiar durante dos años comidas altas en proteínas para las madres y niños pobres estadounidenses menores de dos años, según el Programa Especial de Nutrición Suplementaria de las Naciones Unidas, [WIC, por sus siglas en inglés].


De zona de exclusión aérea a cambio de régimen


El supuesto propósito de los bombardeos era establecer una zona de exclusión aérea y proteger a una fuerza de rebeldes libios patrocinada por la CIA compuesta de la Hermandad Musulmana, elementos del gobierno libio y del ejército subvertidos por la CIA (incluidos personajes siniestros como el ex ministro de justicia Mustafá Abdel-Jalil y el ex ministro del interior Fattah Younis), y miembros monárquicos de la tribu Senussi, que controlan las ciudades de Bengasi y Tobruk. Pero los ultimátums simultáneos del viernes del presidente Obama y del primer ministro británico Cameron, más un discurso de Harper, dejaron claro que el objetivo era el derrocamiento del coronel Muamar Gaddafi y el cambio de régimen en la nación petrolera del Norte de África, cuyas reservas probadas de crudo son las mayores de ese continente.


Las perspectivas de un éxito militar son inciertas, a pesar de la aparente preponderancia de la OTAN. No se ha articulado ningún objetivo militar claro y es probable que haya desacuerdos sobre el alcance de la guerra. Si los tanques y la infantería de Gaddafi son involucrados en batallas casa por casa con los rebeldes en ciudades como Bengasi y Tobruk, será difícil para OTAN poner en práctica su superioridad aérea sin masacrar a grandes cantidades de civiles.


De esperanza y cambio a conmoción y pavor


Mientras se compara ampliamente la acción de Obama con el ataque de Bush-Cheney a Iraq en 2003, también son fuertes las comparaciones con el fiasco de Playa Girón en abril de 1961. En aquel caso, una fuerza de cubanos opuestos a Fidel Castro, organizada por la CIA, fue derrotada por medios militares en su intento de tomar Cuba, lo que resultó en llamados de Allen Dulles al presidente Kennedy pidiendo ataques aéreos y una invasión terrestre. Kennedy rechazó esos llamados y despidió a la dirigencia de la CIA de Dulles. Obama, enfrentado al colapso militar de la fuerza de la CIA en Libia, ha ordenado los bombardeos, abriendo una segunda fase en la debacle actual de EE.UU.


La región rebelde de Cirenaica ha sido desde hace tiempo escenario de agitación de la Hermandad Musulmana contra Gaddafi, en gran parte fomentada desde el otro lado de la frontera egipcia con ayuda de EE.UU. Después del intento fracasado de asesinato del líder libio en 1995, (por el que MI-6 pagó 100.000 libras a una subsidiaria de al-Qaida) según informó el desertor del MI5 David Shayler, Libia oriental fue escenario de una prolongada insurrección islamista.


Después de los eventos en Túnez y Egipto, está claro que la CIA ha establecido una alianza mundial contra ciertos gobiernos árabes con la reaccionaría y oligárquica Hermandad Musulmana, que fue creada por los servicios de inteligencia británicos en Egipto a finales de los años veinte. Al-Qaida del Magreb Islámico (AQIM), otra fachada de la CIA, pregona en su sitio en la web su pleno apoyo a los rebeldes.


El presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue el primero en reconocer a los rebeldes de Bengasi y llamó a una zona de exclusión aérea y ataques aéreos una semana antes, secundado por el primer ministro británico Cameron. Hasta unas 18 horas antes de la votación en la ONU, altos funcionarios estadounidenses, como la secretaria de Estado Clinton y el secretario de defensa Gates, subrayaron las dificultades de una zona de exclusión aérea. El ministro de Exteriores francés, Juppé, se quejó de que ya era demasiado tarde para una zona de exclusión aérea.


Pero entonces, EE.UU. exigió abruptamente dicha zona más un cheque en blanco para efectuar bombardeos aéreos. Algunos observadores diplomáticos se muestran intrigados por el cambio de opinión de Obama. ¿Fue chantajeado por los británicos y los franceses, la misma coalición imperialista que invadió Egipto para apoderarse del canal de Suez en 1956? Debido a la decisión de Obama, EE.UU. está ahora en guerra con una cuarta nación musulmana después de Afganistán, Iraq y Pakistán. En Pakistán, el conflicto latente amenaza con escalar en cualquier momento después del escándalo del contratista de la CIA acusado por los paquistaníes de ser un controlador de terroristas.


La Liga Árabe, para sorpresa de muchos analistas, votó unánimemente por una zona de exclusión aérea sobre Libia. La Unión Africana, al contrario, se opuso resueltamente a la intervención extranjera. Los diplomáticos occidentales han restado importancia a la posición de la UA, provocando sospechas de racismo, que se refuezan por los informes de que los rebeldes contrarios a Gaddafi han linchado a varios africanos negros afirmando que eran mercenarios contratados por Gaddafi.


La interferencia en los asuntos internos libios viola la Carta de la ONU


Observadores diplomáticos se mostraron escandalizados por la amplitud de la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad, que permite que se utilicen “todas las medidas necesarias” contra Libia. La Carta de las Naciones Unidas limita estrictamente las acciones militares, según el Capítulo 7, a amenazas a la paz y la seguridad internacionales, que nunca han estado amenazadas por Libia, pero excluye la interferencia en los asuntos internos de los Estados miembros. El pretexto citado en este caso fue la protección de civiles indefensos, pero es obvio que los rebeldes constituyen una fuerza militar armada. Ya que ningún Estado puede ser un agresor en su propio territorio, la resolución del Consejo de Seguridad constituye una flagrante violación de la Carta de las Naciones unidas. Rusia, China, Brasil, Alemania, e India se abstuvieron. La resolución contiene un embargo de armas contra Libia que EE.UU. ya está violando al armar a los rebeldes a través de Egipto.


Entre los responsables estadounidenses que piden la agresión, la embajadora ante la ONU Susan Rice, Samantha Power del Consejo Nacional de Seguridad, y la secretaria de Estado Clinton han mostrado que son tan belicosas como cualquier neoconservador de la escuela Rumsfeld-Wolfowitz.


La Fuerza Aérea Libia tiene 13 bases aéreas y unos 374 aviones capaces para el combate, muchos de ellos obsoletos. Los observadores militares estudiarán el desempeño de las defensas aéreas de Gaddafi, de las que se piensa que se basan en gran parte en antiguos SAM rusos. Pero Gaddafi también tiene misiles móviles y manuales tierra-aire. Durante un ataque aéreo contra Trípoli en 1986 con la intención de matar a Gaddafi, EE.UU. perdió un F-111 por fuego libio. El Ministerio de Defensa de Libia ha advertido de que su país tomará represalias contra incursiones atacando el tráfico aéreo y marítimo por el Mediterráneo central. En 1986, Libia lanzó dos misiles Scud contra la estación de guardacostas de EE.UU. en la isla italiana de Lampedusa, pero ninguno de los dos dio en el blanco. Otra pregunta que pronto tendrá respuesta es si Gaddafi ha utilizado sus inmensos ingresos del petróleo para procurarse misiles tierra-mar más modernos y capaces de diseño ruso.


La coreografía propagandística de la actual agresión, diseñada para enmascarar el papel belicista de Obama, requiere la iniciativa de los dirigentes derechistas de Gran Bretaña y Francia, los socios de Suez en 1956. Obama ha mantenido un bajo perfil, al no asistir a la conferencia de París, no pronunciar un discurso formal al pueblo de EE.UU. desde el Despacho Oval y permitiendo que los franceses atacaran primero. Obama visita Brasil. Se supone que esta farsa aplacará el odio de la calle árabe hacia EE.UU. El resultado es que el inferior equipamiento militar anglo-francés y sus estructuras de comando pueden contribuir a desagradables reveses para los agresores, particularmente si las delirantes ilusiones napoleónicas de Sarkozy lo llevan a interferir en decisiones militares.


Los Tornados Panavia que serán desplegados por Londres están obsoletos; siete (6 británicos, 1 italiano) fueron derribados por Sadam Hussein durante la primera Guerra del Golfo hace veinte años. Los Eurofighter Typhoon son aviones ultramodernos, pero nunca se han probado en combates reales. El atribulado portaaviones francés Charles de Gaulle transporta el Dassault Raffale, que en general tampoco se ha probado en combate, aparte del Super-Étendard de 30 años y plagado de accidentes. También se espera ver Mirage F1 de diversas cosechas, ninguna reciente. Este equipamiento es vulnerable a desgaste por las contramedidas de Gaddafi.


La propaganda anglo-estadounidense presenta a Gaddafi como un cleptócrata. En realidad, Libia es uno de los países en desarrollo más avanzados, en el puesto 53 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, convirtiéndolo en la sociedad más desarrollada de África. Libia se encuentra por delante de Rusia (65), Ucrania (69), Brasil (73), Venezuela (75) y Túnez (81). La tasa de encarcelamiento es el número 61 del mundo, detrás de la de la República Checa y muy por debajo de la de EE.UU. (1).


La longevidad ha aumentado 20 años bajo el gobierno de Gaddafi quien, mientras reprimía los cuestionamientos políticos, ha compartido el ingreso del petróleo de la nación mejor que el resto de la OPEP.


La resistencia burocrática en EE.UU. a la expansión imperial involucrándose en una guerra contra Libia además de los tres conflictos existentes también puede haberse superado gracias a la activación de redes pro británicas en el gobierno de EE.UU. Si fuera así, sería una repetición de un modelo establecido hace tiempo. En 1990, Margaret Thatcher afirmó que había realizado un “implante de columna vertebral” de emergencia a George H.W. Bush, al convencerlo de que recuperara Kuwait de las manos de Sadam Hussein. En 1999, Tony Blair presionó por el bombardeo de Serbia y luego por una invasión terrestre; Clinton se negó sabiamente, por lo menos a esta última. En septiembre de 2001, Blair ayudó a convencer a Bush hijo de que utilizara el ataque del 11-S como pretexto para atacar a Afganistán.


El propósito de este ataque, en el contexto de la campaña de golpes de Estado y de palacio, revoluciones de color e insurrecciones de poder popular de la CIA en la primavera de 2011, es incapacitar a los Estados clientes de EE.UU. para buscar soluciones alternativas mediante alianzas con Rusia, China, Irán y otros Estados. La acometida de la CIA toma la forma de un ataque contra la nación Estado en sí. En 2008 se dividió Serbia. Este año se ha partido Sudán en dos, mientras es cada vez más probable que Yemen sufra la misma suerte. La resolución de la ONU sobre Libia menciona específicamente Bengasi, indicando la clara intención de partir y balcanizar esa nación con una división entre este y oeste. Otros países pueden esperar un tratamiento similar. Es hora de terminar ese ciclo destructivo de revoluciones de color antes de que una de ellas se convierta en una guerra civil en un país como Belarús, donde un choque interno se podría convertir fácilmente en una confrontación a gran escala entre Rusia y la OTAN.

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Webster G. Tarpley es un colaborador frecuente de Global Research y uno de los críticos más incisivos de la hegemonía anglo-estadounidense. Es conocido por su libro - George Bush: La biografía no autorizada (1992). Académico y activista de 9/11 Truth. http://tarpley.net/

Global Research. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

http://www.lahaine.org/index.php?p=52363

Imperialistas, subordinados y discusiones de detalles… pero se avanza en el asalto a Libia



Imperialistas, subordinados y discusiones de detalles… pero se avanza en el asalto a Libia  
Rómulo Pardo Silva




La intervención en Libia muestra de nuevo qué países mandan y cuáles obedecen pese a sus manifestaciones de individualidad soberana. El plan inexorable de dominación y petróleo se ejecuta.    


El método imperialista en el mundo es el de siempre, presión, humillación, soborno, castigo, información de propaganda, uso de la ONU; y en el país elegido como blanco, envío de ejércitos, soborno, infiltración.


El nazismo inteligente primero pagó a personas que hoy está en la dirección de los rebeldes libios, entre otros el líder del Consejo Nacional de transición es un oficial entrenado en Estados Unidos. Luego aprovechando el estallido popular del mundo árabe ataca con el pretexto de imponer un cese del fuego como protección a los civiles. A los pocos días destruyen fuerzas militares del gobierno en la estratégica ciudad de Ajdabiya para ayudar a los combatientes de la oposición. Ahora pasan a la invasión por tierra y el Pentágono está enviando tropas de desembarco.


Paralelamente se ha producido un desorden secundario de contradicciones, discusiones, retrocesos, enemistades, cobardías, simulaciones de independencia.


Hubo un gran debate sobre si la dirección de la guerra la mantenía EEUU o la entregaba a la OTAN/EEUU. Francia se oponía temiendo, decía, un rechazo de los países árabes a la organización que ataca Afganistán. No se supo de un pronunciamiento de los gobiernos árabes y Francia acató que la dirigiera EEUU a través de la OTAN.  


Lanzaron un misil a la residencia de Kadafi. El ministro británico Fox estima válido matarlo. Gates, secretario de Defensa de EEUU contestó que sería insensato. 


La ONU declara que la operación es para proteger a los civiles. Robert Gates menciona la partición de Libia como fórmula para poner fin al conflicto.


China y Rusia apoyaron la Resolución 1973 mediante su abstención en el Consejo de Seguridad. Iniciados los bombardeos China lamentó la intervención. El primer ministro Putin advirtió que la resolución de Naciones Unidas “permite una intervención en un país soberano, y esto recuerda las apelaciones medievales a los cruzados”; confirma la necesidad de Moscú de “reforzar su capacidad defensiva”.  


Brasil no se opuso a la intervención militar en Libia. La presidenta horas después que Obama dejó su país sin comprometerse a apoyar su deseo de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad, se mostró molesta porque declaró la guerra durante la visita, expresó que no le gusta ninguna guerra y demandó el cese de los ataques. Días después dio su voto a la política de EEUU de nombrar un relator especial para los derechos humanos en Irán cuando antes siempre se abstuvo.    


La Liga Árabe condenó los ataques aéreos, su secretario general dijo estar “sorprendido” por la intensidad de los bombardeos, afirmó que  “exceden el mandato aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU para mantener una zona de exclusión aérea y proteger a los civiles”. Delante suyo el secretario general de la ONU afirmó que sin el aval de la comunidad árabe hubiera sido imposible la operación contra Libia.


El primer ministro británico, David Cameron, afirmó que la coalición internacional carece de mandato para derrocar a Kadafi. EEUU expresa que debe ser derrocado, que es su objetivo final.


El Comité de la Unión Africana ha objetado en varias ocasiones toda intervención militar, cualquiera que sea su modalidad, contra territorio libio. Gabón y Sudáfrica aprobaron el ataque en el Consejo de Seguridad de la ONU. 


Alemania temía que un ataque en Libia excediera la Resolución de la ONU, pero no se opuso y le deseó éxito. Luego de los bombardeos insiste en lo que había previsto. Francia indignada porque no entrega tropas a la operación la amenaza con no apoyarla para alcanzar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad.   


Turquía que se oponía a que se empleara la fuerza en Libia ayuda al bloqueo marítimo y se hace parte de la guerra, igual que Alemania, como miembro de la OTAN.   


Italia declara que quiere comprobar si las acciones en Libia son conformes a la Resolución 1973. Aviones que bombardean salen de su territorio.



Cuando la ONU habla de un alto al fuego, Egipto con la anuencia de Washington entrega armas a los rebeldes. La IV Internacional hace una declaración en que pide a los gobiernos árabes y principalmente los generales egipcios y tunecinos de Mubarak y de Ben Alí que entreguen ayuda militar a los rebeldes.   



Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, se han pronunciado contra la decisión del Consejo de Seguridad. Chávez ha analizado públicamente la crisis, Raúl Castro no. Quizás para no tener problemas con Brasil, China y Rusia el rechazo de los gobiernos antiimperialista latinoamericanos no se ha hecho con la fuerza esperable.  



El nazismo de hoy es tan inteligente y dosificado que cuesta que incluso personas de izquierda acepten el empleo del término que mejor expresa la voluntad de una cúpula inescrupulosa de lograr la conquista de pueblos y recursos mediante crímenes. Hubo un nazismo burdo; ahora es refinado, hipócrita.    



El drama de hoy es que Libia está siendo atacada sola y puede ser subyugada, que luego siguen otros. No cabe sino oponerse.         


El Premio Nobel de la Paz ya está ayudando en Libia


El Premio Nobel de la Paz ya está ayudando en Libia


Enviado por cortesía de 

andres borsetti
Fecha: 22/03/2011 17:08:28

Demonizando a Nicaragua «por la izquierda»

Demonizando a Nicaragua «por la izquierda»

 Por: Jorge Capelán 28 marzo de 2011

El diario La República de Montevideo, un diario generalmente visto como de izquierda y cercano al Frente Amplio, dedicó el lunes 21 de marzo nada más ni nada menos que un artículo editorial de la pluma de un tal Gustavo González (Analista) dedicado a las lejanas elecciones del 6 de noviembre en la no menos lejana tierra de Sandino.

 
¿A qué se deberá semejante interés por Nicaragua en momentos en los que la potencia planetaria de presidente negro una vez más se echa al hombro el pesado fardo del hombre blanco para bombardear otra tierra, también lejana, en busca de saciar su sed de petróleo?

 
Probablemente se deba al hecho de que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, es uno de los pocos mandatarios del Orbe que se ha atrevido a llamarse amigo del líder del pueblo libio, Muhamar Khadafi, hoy convertido en una caricatura a la que no queda otra cosa que borrar del mapa a punta de bombas inteligentes de uranio empobrecido junto a todo el pueblo que lo apoya (y al que no lo apoya, tambien).

 
Hay que tener ojo con estos artículos y, por favor, no me llamen conspiranoico: Quien quiera podrá leer el excelente estudio "La CIA y los Medios en Uruguay. El caso Árbenz", en el cual el historiador Roberto García Ferreira desmenuza la campaña de artículos redactados por la mano negra de la Agencia con los que en 1954 se sembró los medios uruguayos con el fin de construir un ogro debidamente caricaturizado, igual que el dictador-de-Trípoli-cuyo-nombre-empieza-con-K lo es hoy en día, susceptible a ser desestabilizado y derrocado como efectivamente lo fue el pulcrísimo presidente Jacobo Árbenz y su reforma agraria, dando paso a cuarenta años de dictaduras y genocidios indígenas en la también lejana Guatemala.

 
¿Será que los Estados Unidos quieren hacerle a "Ortega" (para los amigos, Daniel) lo mismo que le están haciendo al "hombre de la letra K"? La verdad es que llevan ya más de 30 años intentándolo sin éxito, y si algún día vienen, bueno, aquí estaremos esperándolos, el "dictador cuyo nombre empieza con D" y unos cuantos millones de sus amigos.

 
En todo caso, ¿qué no se ha dicho todavía sobre el Frente Sandinista de Liberación Nacional y su máximo dirigente, el Comandante Daniel Ortega Saavedra? Así como Galeano nos recuerda cómo los cables de las agencias internacionales sobre Cuba durante todas estas décadas han comenzado con la ritual referencia a "la inminente caída del régimen", en el caso de Nicaragua, es ya un ritual hacer referencia a la "inminente descomposición final" del sandinismo. En fin, a cada loco con su tema, y el que quiera creerle a ciertos locos, allá él (o ella).

Si hemos hecho esta larguísima introducción a nuestra crítica de la nota publicada por La República, ha sido para que se entienda que muy probablemente el editorial al que hacemos referencia sea un texto plantado con un objetivo muy preciso, el de echarle tierra a un gobierno identificado como aliado al del coronel Khadafi en un momento en que el pueblo libio está siendo bombardeado salvajemente sino, además, el de hacerlo por la izquierda - lo que es lógico, ya que la mayoría de los que reaccionan contra la agresión imperialista contra el pueblo libio son gente de esa tendencia. Entonces, ¿por qué no aprovechar y matar (tómelo literalmente, si quiere) dos pájaros con un mismo tiro?

 
El connotado autor de la nota de La República, el señor Gustavo González, es un ilustre... desconocido. Yo no conozco en toda Managua un sólo articulista, o analista político, con ese nombre. Que me disculpen si lastimo a alguien, pero dudo que a algún progenitor o progenitora en este país de poetas se le haya ocurrido ponerle a su hijo un nombre tan, pero tan, desabrido. Sinceramente, parece un nombre hechizo, producto de las aburridas horas de algún funcionario, en una de las Embajadas del país del presidente negro que vive en una Casa Blanca que hay en nuestro continente.

 
La línea argumental del editorial es simple: Los sandinistas van a ganar las próximas elecciones gracias a medidas populistas financiadas con los fondos del ALBA. Es cierto, la oposición es toda de derecha y de todos los políticos juntos no se hace uno. Pero los sandinistas de hoy en día ya no son lo que un día fueron, ya no son revolucionarios. El pueblo, ingenuo, todavía cree en la Revolución, pero terminará rebelándose y derrocando a los traidores. ¡Qué bien! Suena algo a El Cairo y a Túnez, ¿no? ... o a Benghazi.

 
"El próximo 6 de noviembre se realizarán las elecciones nacionales en Nicaragua, el clima político que se vive es de alta polarización..." comienza la nota de Gustavo González. Ojo, porque desde el vamos se incluye en el "análisis" una palabrita clave, la de la supuesta polarización política de Nicaragua.

 
En Nicaragua hoy no existe polarización política en la calle. No hay interrupciones de los servicios públicos (como sí las había durante los gobiernos liberales), no hay represión a las protestas populares (como sí la hubo, aunque hay que reconocer que no a los niveles a los que están acostumbrados muchos otros pueblos de América Latina, durante los gobiernos liberales), no hay peleas en las calles, a no ser por algún incidente aislado montado por algún pequeño grupo de la denominada "sociedad civil" financiada por las ONGs europeas o estadounidenses.

 
Lo que sí, efectivamente hay, es un crecimiento explosivo de las organizaciones populares sandinistas o que se identifican con la política del gobierno. Eso es a lo que la derecha local, en franco proceso de descomposición, y los dos grandes diarios locales, afines a esta derecha y a las embajadas occidentales, le temen y denominan "polarización" esperanzados en crear una imagen caótica hacia afuera que, con hechos violentos provocados desde adentro, pueda justificar una intervención político-militar en Nicaragua.

 
El autor pasa a describir a los principales candidatos de la contienda electoral, el Frente Sandinista que promueve la reelección de Daniel Ortega, y los dos partidos de derecha más grandes, la coalición que corre en la casilla del PLI (Partido Liberal Independiente) y el PLC (Partido Liberal Constitucionalista) del ex-reo por corrupción Arnoldo Alemán. El candidato de la casilla PLI es el ex miembro del PLC (aunque su carta de renuncia a ese partido deja algunas dudas), el empresario radial y ex dirigente de la Contra Fabio Gadea, que lleva como candidato a la vicepresidencia al "renovador sandinista" Edmundo Jarquín.

 
La alianza de Gadea, no lo explica la nota de La República, es la favorita de la embajada estadounidense a estos comicios.


Haciendo todo un alarde de clarividencia política, el autor del editorial "se atreve a pronosticar" una victoria del sandinismo "por un margen mayor al que ganó las pasadas elecciones". Hay que aclarar que esa lucidez del editorialista de La República es compartida por todos los analistas políticos del país independientemente de sus afinidades ideológicas, así como por todas las encuestas de opinión publicadas hasta el momento. Es imposible ocultar el heho de que el respaldo popular al gobierno sandinista es muy importante y ha ido en aumento, especialmente durante los últimos dos años en los que las políticas sociales llevadas adelante con los fondos del ALBA han ido beneficiando a cada vez más nicaragüenses.

 
"Poder entender la política de este país requiere de un gran esfuerzo donde por momentos uno encuentra elementos más del realismo mágico de Gabriel García Márquez, que de un escenario político que aunque no lo parezca es el real", escribe Gustavo González.


Esta es otra frase clave del tipo de textos destinados a la demonización de aquellos gobiernos que son objeto de políticas desestabilizadoras del imperio, da lo mismo que se trate de un Chávez, como de un Sadam, de un Milosevic, de un Evo Morales o, en este caso, de un Daniel Ortega. Aquello que es irracional es legítimamente intervenible.


Como la victoria electoral del Frente Sandinista parece imposible de detener, como el "sufrido pueblo de Nicaragua" parece decantarse por "Ortega", se hace necesario reforzar el ya voluminoso cerco sanitario que las transnacionales de la propaganda disfrazadas de medios informativos han implantado en las conciencias occidentalizadas en torno al sandinismo. Ganarán los sandinistas, pero no como revolucionarios, sino como una caricatura que defraudará al "sufrido pueblo de Nicaragua", razona el editorial de La República.


"Aquella Nicaragua que iluminó con su Revolución a los pueblos de América a fines de la década del 70, no tiene absolutamente nada que ver con la actual situación política" escribe Gustavo González.


"La inversión de Venezuela vía Alba en Nicaragua, es efectivamente millonaria, más de doce empresas, que no las controla el Parlamento Nacional, sino el partido de gobierno", lo que "le permite en estos momentos a Ortega tener una política de 'contención de la pobreza' a través de una serie de subsidios casi totales por parte del Estado a amplios sectores del Movimiento Popular".


Efectivamente, el gobierno nicaragüense ha creado una joint venture con Venezuela por medio de la cual la mitad de la factura petrolera que paga el país es revertida en proyectos sociales de todo tipo, desde un vaso de leche en las escuelas y la alfabetización de más de medio millón de personas declarando al país libre de analfabetismo hasta créditos casi sin interés a más de 90 mil mujeres cabezas de familia (Usura Cero) y la entrega de aves de corral, vacas e insumos a decenas de miles de familias campesinas (Hambre Cero). La batería de programas sociales y productivos con enfoque de género, edad y etnicidad financiados con los fondos del ALBA es demasiado grande para ser siquiera esbozada en este texto, mucho más grande que el bono solidario para los trabajadores del sector público al que hace referencia el autor de la nota y que es de sólo 25 dólares mensuales y no de 50 como él escribe.


Además, de estos fondos y de otros préstamos blandos que Nicaragua gestiona, sobre todo a través del ALBA, el gobierno subsidia el agua, la luz, el transporte urbano, la salud (que es gratuita), la educación (que también es gratuita), programas de construcción de miles de viviendas populares (construidas bajo diversas modalidades, y no solamente "llave en mano" como escribe el autor del artículo), etcétera. Los subsidios no son generales ni, como descuidadamente escribe el autor del editorial de La República, "casi totales". Se trata de subsidios destinados a beneficiar el consumo básico de los sectores populares, no de los ricos.


Asimismo, de los fondos del ALBA, del aumento de las recaudaciones del estado producto de una administración más eficiente y de una nueva ley fiscal que por primera vez desde 1990 introduce el concepto de progresividad, así como de la gestión de préstamos de las más diversas fuentes, y del propio aumento de las exportaciones del país, Nicaragua puede llevar adelante un plan de desarrollo nacional que, entre otras cosas, incluye la meta de ganar la batalla por el sexto y por el noveno grados de educación, el cambio radical de la matriz energética del país para liberarlo de la dependencia del petróleo, e importantes proyectos productivos que van desde la refinería más grande de Centroamérica hasta grandes mataderos, complejos agroindustriales, puertos de aguas profundas, aeropuertos, etcétera.

 
Hace falta demasiada mala fe para ignorar el hecho de que este gobierno sandinista de minoría, que llegó al poder con apenas un 37 por ciento de los votos, le está cambiando la cara al país. Nicaragua sigue siendo un país muy pobre. Sin embargo, por primera vez en 20 años, el pueblo experimenta la sensación de que las cosas están mejorando. Para constatar este hecho no hace falta ver los estudios avalados por los organismos internacionales según los cuales, por ejemplo, el índice de pobreza extrema en el campo ha descendido en más de un 12 por ciento durante el gobierno sandinista. Basta con recorrer el país y ver las nuevas carreteras existentes, o las mejorías que se han hecho en las vías de comunicación, o recorrer los barrios y descubrir cómo aumenta la cantidad de pequeños negocios, etcétera.


El autor del artículo de La República menciona con especial preocupación el hecho de que los fondos de la factura petrolera sean administrados bajo la forma jurídica de empresa privada, lo que la sustrae del control del parlamento y del control del Fondo Monetario Internacional. Es precisamente este colchón económico del ALBA el que le permite al Frente Sandinista ir construyendo una mayoría política que le de un mandato sólido para poder liberar definitivamente al país del yugo del sistema neoliberal; y es ahí donde radica la importancia que las elecciones del 6 de noviembre tienen para Nicaragua. El Frente Sandinista va a ganar, pero necesita ganar con el mayor margen posible para tener una mayoría parlamentaria que le permita acelerar el proceso de cambio de modelo para el país por otro en el que la propiedad social y asociativa-popular jueguen un papel decisivo.


La clase política nicaragüense en su vertiente derechista es profundamente corrupta. Viene de las llamadas "paralelas históricas" de la era somocista en la que liberales y conservadores se repartían espacios de poder, de los grupos cleptoterroristas que florecieron durante la guerra contrarrevolucionaria de "baja intensidad" financiada por Washington, y de una serie de desprendimientos de la élite revolucionaria de los 80s que lograron hacerse su lugarcito bajo el sol del neoliberalismo de los 90s a través de una intrincada red de ONGs financiadas por las mismas potencias euroestadounidenses interesadas en las políticas privatizadoras y los Tratados de Libre Comercio. Demás está decir que el interés de esta clase por los fondos del ALBA no tiene nada que ver con su correcta administración, los resultados de la cual están a la vista de todo aquel con ojos para ver, que del papel que éstos juegan para enterrar el sistema de privilegios que oprime a la mayoría de los ciudadanos.


"En uno de los países con mayores índices de pobreza, estas propuestas sin dudarlo hacen que la gente vea en el gobierno las salidas a su problemática", escribe Gustavo González, que erróneamente explica que sólo basta con tener 5 por ciento de ventaja sobre el más cercano competidor para ganar las elecciones - además hay que obtener como mínimo el 35% de los votos, nivel que todas las encuestas aseguran será ampliamente superado por el Frente Sandinista, que en realidad apunta a obtener más de un 50 o 60 por ciento.


En un desborde de superficialidad azuzada por la mala fe, Gustavo González escribe que "el capital y sus dueños no tienen ningún problema en Nicaragua, los salarios de los trabajadores privados y públicos son miserables pero no pasa nada, el capital no se toca, la redistribución de la riqueza por el momento no se aborda".


Esta es una deformación alevosa de los hechos. Por ejemplo, los salarios de los trabajadores agrícolas han crecido en más del 100 por ciento desde que los sandinistas han llegado al poder. Es cierto que las demandas salariales se han mantenido por debajo de las expectativas de los sindicatos, que también comprenden la importancia de apoyar al gobierno para poder construir las mayorías políticas que les permitan lograr una victoria estratégica. También es cierto que los programas sociales financiados con los fondos del ALBA han funcionado como una especie de colchón que amortigua la presión salarial. Pero es que también los mismos sindicatos y el gobierno entienden que si no se pueden elevar aún más los salarios, sí se puede avanzar en otros aspectos, como los derechos de los trabajadores, la legislación laboral, la lucha contra la tercerización y la flexibilidad laboral, etcétera. Y todo esto es lo que se ha venido haciendo.


La siguiente deformación alevosa del editorial de La República es la de hablar de una "banca sólida, en una plaza financiera que cada vez embolsa más réditos, al punto que el FMI catalogó como mejor calificado al país de toda la región Centroamericana por su corrección fiscal". Es cierto, los bancos hacen grandes ganancias y van a ser puestos en vereda tan pronto el sandinismo obtenga un mandato popular sólido para hacerlo. En realidad, prestan muy poco dinero a los productores, y sólo es la presión de los créditos blandos proporcionados por los fondos del ALBA, la demanda que esos proyectos de inversión en necesidades sociales y productivas genera, la que está lentamente haciendo que los grandes banqueros a regañadientes empiecen a ofrecer créditos en ciertos rubros. Sin embargo, son los políticos de la derecha vinculados al sector financiero los que son apoyados por Washington.


El gran capital nicaragüense se encuentra en una situación muy incómoda. Por un lado, los fondos del ALBA le permiten sustraerse a los peores rigores de la crisis capitalista mundial; por el otro, saben que esos fondos, y el partido que los ha traído al país, son una amenaza para el mismo sistema de privilegios sobre el que descansa su poder. No pueden, como lo hicieron en los 80s, dedicarse a desinvertir a la espera de una derrota del sandinismo, no pueden arriesgarlo todo a la carta de una Casa Blanca que no les promete que en un futuro no serán reemplazados por otros capitales, pero tampoco pueden aceptar pasivamente ver cómo el sandinismo se hace más fuerte con cada día que pasa. No pueden aparecer ante el pueblo como la verdadera mano tras una clase política derechista y desquiciada, ni como los títeres de Washington, pero tampoco pueden renunciar a tener un instrumento político. Son tiempos difíciles para la gran burguesía nicaragüense. La otra burguesía, la pequeña, que no posee bancos o grandes ingenios, se decanta cada vez más por el sandinismo, al menos lo tolera cada vez más. Todo esto genera enormes tensiones a lo interno de la clase capitalista que se expresan en una agudización de sus divisiones y pugnas políticas intestinas.


Este complejo entramado de relaciones sociales es ignorado completamente por el editorialista de La República, que sólo ve que "un discurso confuso, un debate ideológico ausente, políticas clientelares en nombre de la 'Revolución, el cristianismo y la solidaridad', dejan a este pueblo en la más absoluta orfandad política de un cambio profundo a corto plazo". El lector que vea a Nicaragua a través del editorial de La República, verá al país a través de los ojos de un tuerto.


La Nicaragua de hoy no es, evidentemente, la de 1979. La mayoría de los vivos en este país, o eran niños o ni siquiera habían nacido en esa época. El programa sandinista de hoy en día obedece a estos tiempos pero se nutre del mismo aliento que lo ha nutrido siempre: La lucha por la soberanía nacional y el socialismo. La Nicaragua sandinista es, como dice el eslógan, ”cristiana, socialista y solidaria”. ¿Qué tiene de malo eso en un país en el que la gran mayoría de la población es creyente? ¿Qué tiene de malo decir, como lo hace el Comandante Daniel Ortega, que ”la voz del Pueblo es la voz de Dios”?


Al pueblo nicaragüense se le obligó, en 1990, a votar en contra de su revolución con una pistola en la cabeza. La manera elegante de proferir el chantaje se llamó "Paz" con el apoyo de los Estados Unidos. El pueblo nicaragüense no quiere otra guerra como la de los 80s. Pero ya aprendió el costo y el significado de esa "paz" que le prometieron los políticos apoyados por los Estados Unidos. Esa "paz" neoliberal de cederle el país a una banda de delincuentes ya no es viable en Nicaragua. Cuando los sandinistas llegaron al poder, había apagones todos los días porque los neoliberales jamás invirtieron en generación de electricidad, la mayoría de la población no tenía agua potable, el transporte urbano era inaccesible, nada funcionaba. Las palabras de la revolución en la Nicaragua de hoy se llaman pan, paz, trabajo, educación, solidaridad, ese el el "lenguaje confuso y desideologizado" al que sólo puede hacer referencia un observador superficial y fuera de contacto con lo que verdaderamente significa ser pobre en uno de los países más pobres del continente, un país que va empezando a redescubrir conceptos como independencia y dignidad, desterrados con métodos de terrorismo de estado hace 20 años.


El autor de la nota escribe sobre "un debate ideológico ausente, políticas clientelares" cuando ve cientos de miles de almas vestidas de rojo y negro en una plaza llena de mujeres, jóvenes, niños, ancianos, campesinos, trabajadores, desocupados, pobladores originarios, etcétera. No ve, y se horrorizaría de sospechar, que esos cientos de miles cada día se organizan un poco más, cada día aprenden un poco más, cada día se alfabetizan un poco más en todos los sentidos. Los sandinistas están creciendo como los hongos después de la lluvia, van saliendo debajo de cada piedra, en cada cuadra, en cada barrio y en cada comarca del país.


Gustavo González observa correctamente que en Nicaragua "aún la inmensa mayoría de los sectores populares hablan y creen en la Revolución", pero las preguntas que pone en la boca de esos sectores son producto de su pura y exclusiva imaginación o, seguramente, de la necesidad de construir una narrativa demonizadora de la Nicaragua Sandinista: "¿cómo es que ahora el comandante Ortega va a la reelección con la llamada Resistencia (ayer la contra)?", "¿es cierto o no el pacto Alemán-Ortega?", se pregunta. Estupideces puras, desde el punto de vista de las clases populares nicaragüenses, propaganda machacona de los diarios de la derecha y de los sectores aburguesados disociados por la propaganda.


El problema de los sandinistas jamás fue con los contras de a pie, sino con los Estados Unidos que los reclutaron, financiaron, entrenaron y dirigieron. La oligarquía y el imperio, que usó a los contras como carne de cañón, jamás cumplió sus promesas de tierra y trabajo, lo que hizo que en 2006 esos sectores se cansasen y se aliaran con los sandinistas.


Es cierto que hubo pacto, no sólo con Alemán, sino también con su sucesor Bolaños. ¿Qué partido político en el mundo no hace pactos para negociar espacios de poder? ¿Que Arnoldo Alemán es un ladrón que debería estar en la cárcel? Sí, cómo no, y también lo es el liberal Eduardo Montealegre, que se robó decenas de millones de dólares de bancos a los que ayudó a quebrar. A la cárcel irán los dos algún día. La diferencia de catadura moral entre Alemán y Montealegre pasa solamente por el nivel de aceptación de que gocen en la embajada estadounidense.


En 1990, a Nicaragua la obligaron a entregar la administración del estado a una banda de delincuentes. Los sandinistas lograron conservar una influencia sobre la policía y el ejército que impidió la entrega total y final del país, porque a partir del 19 de julio de 1979, Nicaragua dejó de ser un protectorado de los Estados Unidos. Eran esas las condiciones bajo las cuales el Frente Sandinista tuvo que actuar sin promover una nueva guerra que hubiese hecho de Nicaragua un "estado fallido" en manos de los carteles de la droga e intervenido "humanitariamente" como un Haití centroamericano.


"La tarea central está en que esos miles de sandinistas 'a pie', los que la sufren a diario, los que cargan aún a sus muertos y desaparecidos, los que fueron capaces de decirle al mundo en el 79 ¡Cayó Somoza! y viva la revolución sandinista, vuelvan a encontrar un debate a fondo, que les permita desenredar el cúmulo de contradicciones que hoy están planteados en el escenario político", escribe Gustavo González.


Bueno, en eso están, en los cientos de congresos municipales que tuvieron lugar como parte del V Congreso extraordinario del Frente Sandinista hace unas semanas, en los cientos de congresos de mujeres sandinistas que están teniendo lugar en todo el país en estos momentos, en las organizaciones del Poder Ciudadano, que cada vez van siendo más sólidas, en la Federación de Estudiantes de Secundaria, en La Juventud Sandinista 19 de Julio, en los sindicatos, en fin, en todos esos grupos de "sandinistas de a pie" que cada día ponen más gente en las plazas, pero a los que la derecha, igual que en la década de los 80s, despectivamente llama turbas.


Escribe Gustavo González que "no le cabe duda" de que el pueblo nicaragüense tiene una "inmensa reserva moral y política", pero que ese pueblo y los mártires que dieron su vida no luchaban "precisamente por el 'bono solidario'."


En estas líneas creo haber dado suficientes datos que apuntan a que la política sandinista consiste en mucho más que un "bono solidario". Fuera de Nicaragua, el discurso superficial del artículo de La República podrá pasar por izquierdista, pero dentro de Nicaragua, es el mismo de los diarios de la derecha y de una embajada estadounidense que, viendo un inevitable triunfo sandinista, busca las formas de crear el caos para así producir un incidente que les dé los pretextos adecuados para ejercitar su imperialismo humanitario sobre el pueblo de Sandino.


Así como en los 50s la Central de Inteligencia Americana atiborró las páginas de los diarios uruguayos y latinoamericanos con una caricatura del gobierno de Jacobo Arbenz para hacer pasar su intervención militar por un conflicto interno, en la actualidad lo hace para preparar una posible acción desestabilizadora contra Nicaragua, tal y como lo puede hacer con cualquiera de los otros países del ALBA. Como a estas alturas es evidente el desprestigio de la derecha a lo interno del país centroamericano, la tarea de neutralizar la solidaridad de la izquierda en caso de una intervención “humanitaria” de la ”comunidad internacional” se vuelve especialmente crítica. 
 
 
http://www.radiolaprimerisima.com/blogs/542
 

¿Cabe un lugar sagrado en una universidad?

 28-03-2011


¿Cabe un lugar sagrado en una universidad?


“Si esto lo hubieran hecho en una mezquita, habría sido motivo de detenciones y de algo verdaderamente gravísimo.” -Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid-


Si la acción que un grupo de estudiantes hizo en la capilla católica de la Complutense la hubiesen hecho en cualquier otro espacio universitario, el resultado habría sido muy diferente.


Salvo a la mezquita universitaria (pues no existe tal, y por eso acudieron a una capilla que sí existe), podían haber llevado su protesta contra el machismo y la homofobia clericales a un aula, un pasillo, un salón de actos o incluso el despacho del rector, y por mucho revuelo que causasen, estoy seguro de que no serían detenidos en sus domicilios, ni se enfrentarían a penas de cárcel. También habrían sido criticados por la prensa capillita, sí, pero no linchados.


De lo cual se deduce que la capilla no es un espacio como el resto de la universidad, sino un sitio especial, por encima de cualquier otro. Un sitio merecedor de especial protección, intocable. Un sitio sagrado. De hecho, una de las acusaciones que enfrentan es la de profanación, un delito que sólo es posible con las cosas sagradas.


Vaya obviedad, dirán algunos; vaya descubrimiento, que las iglesias son sitios sagrados. Pues sí, es una obviedad; pero una obviedad que revela una anomalía en la que no habíamos caído hasta que la acción estudiantil la puso bajo el foco: la existencia de espacios sagrados, intocables so pena de profanación, en una universidad.


Es una anomalía que en la universidad, que por definición debería ser un espacio de libre pensamiento, de crítica, de controversia, un espacio público potente como pocos, haya un rincón sagrado donde no caben el libre pensamiento, la crítica y la controversia, pues ejercerlos puede llevarte a la cárcel por ofender sentimientos religiosos y profanar lugares de culto. Y para colmo, es un rincón propiedad de la misma iglesia que cuando quiere sale de sus capillas e invade el espacio de todos sin que importe que ofenda los sentimientos de los laicos y de los creyentes de otras confesiones.


Todos los espacios universitarios son respetables, pero ninguno debería ser sagrado. De lo contrario, es la propia universidad la que queda profanada.


Fuente: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/03/27/%C2%BFcabe-un-lugar-sagrado-en-una-universidad/


Tomado de:  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125245

sábado, 26 de marzo de 2011

Libia: Los que hablan de "humanidad"

26/3/2011


Libia: Los que hablan de "humanidad"
x Francesca Borri 



"El Fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Moreno Ocampo, es un imbécil a las órdenes de las grandes potencias"


La ONU es una institución autócrata y la misión internacional en Libia se lleva a cabo en menosprecio del tan manido artículo 7 de la Carta de Naciones Unidas. Entrevista con el filósofo italiano del Derecho Danilo Zolo. Traducido por Gorka Larrabeiti
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En Libia la comunidad internacional, por una vez, ha actuado con rapidez y unión.


La expresión “comunidad internacional” carece por completo de sentido. Las Naciones Unidas no expresan los deseos de ninguna “comunidad” ya que son una institución autocrática que no representa en absoluto a los pueblos del mundo y que atribuye el poder político y militar a las cinco potencias que vencieron en la Segunda Guerra Mundial. Hoy, de hecho, el poder de decisión en el seno del Consejo de Seguridad es un privilegio de los Estados Unidos de América, que usan constantemente su “derecho de veto” para que prevalezcan sus intereses. En cuanto a la Resolución 1973 del 17 de marzo en la que se decide la intervención militar contra Libia, ha de decirse que la deseaban, además de los Estados Unidos, otros dos países occidentales aliados suyos, Francia y Gran Bretaña, mientras que Alemania, Rusia, India, China y Brasil se abstuvieron y luego, aunque de modo tardío, reprobaron la agresión sanguinaria que desencadenaron Francia, Inglaterra y Estados Unidos contra el pueblo libio en nombre de la tutela de los derechos humanos. Una auténtica impostura, tardía y criminal al mismo tiempo, en la que se manchó las manos también el gobierno italiano.


Pero el Consejo de Seguridad tiene potestad para intervenir. Suya es la responsabilidad principal -dice el Estatuto de Naciones Unidas- para el mantenimiento de la paz y la seguridad.


Este es un punto crucial, delicadísimo. Tenga presente que el punto 7 del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas establece que “Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados”. Por tanto, es indiscutible que la guerra civil de competencia interna de Libia no era un suceso del que pudiera ocuparse militarmente el Consejo de Seguridad. Además de esto, el artículo 39 de la Carta de Naciones Unidas prevé que el Consejo de Seguridad pueda autorizar el uso de la fuerza militar sólo después de haber comprobado la existencia de una amenaza internacional a la paz, de un quebrantamiento de la paz o de un acto de agresión (de un Estado contra otro Estado). Esta es, pues, una segunda razón por la que la resolución 1973 del Consejo de Seguridad resulta ilegal, ya que nadie puede pensar que la guerra civil en Libia resulte una amenaza internacional contra la paz.


Sin embargo, los tiempos cambian. Esta es una intervención para apoyar a quienes se baten por la libertad y la democracia. Los derechos humanos no pueden considerarse una cuestión interna de los Estados.


Desde luego. Los tiempos cambian y debería cambiar también el Estatuto de las Naciones Unidas atribuyendo a la Asamblea General, al Consejo de Seguridad y al Tribunal Internacional de Justicia otras funciones bien distintas, más próximas a los valores que se pretende que prevalezcan, como por ejemplo, la libertad, la democracia y la igualdad. Pero está claro que las grandes potencias, empezando por los Estados Unidos no tienen el más mínimo interés -por consiguiente, ninguna intención- de renunciar a los privilegios de los que gozan actualmente. Los Estados Unidos llevan unos veinte años empleando su derecho de veto contra cualquier propuesta del Consejo de Seguridad que ellos consideren mínimamente desfavorable. Está claro que no aceptarán jamás una reforma de las Naciones Unidas que disminuya en lo más mínimo sus privilegios. En cuanto a los derechos humanos, no está claro en qué consisten concretamente, pues la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 es hoy por hoy un trozo de papel mojado sin la más mínima eficacia normativa. Aunque estuviera totalmente claro en qué consisten los “derechos humanos”, la atribución a un organismo unitario y centralizado la tarea defenderlos y fomentarlos daría origen a un estructura cosmopolita absolutamente ingobernable de no ser mediante la violencia.


Pero Gaddafi es culpable de crímenes contra la humanidad. Acabará ante la Corte Penal Internacional.


Gaddafi no es culpable de crímenes contra la humanidad, al menos a la luz de los estatutos de los Tribunales penales internacionales ad hoc y de la propia Corte Penal Internacional. Muy probablemente es responsable de una gestión autoritaria, antidemocrática y violenta de Libia, lo mismo que la gran mayoría de los Estados que forman parte de las Naciones Unidas, empezando por los Estados Unidos: basta con pensar en los crímenes infames que cometieron en Abu Ghraib, Bagram o Guantánamo y los que siguen cometiendo en Afganistán. El Fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Moreno Ocampo, es un imbécil a las órdenes de las grandes potencias: tal vez pueda organizar un proceso contra Gaddafi, si no matan a Gaddafi antes. Pero se tratará de una puesta en escena irrisoria. Por otro lado, quede claro que no hay concepto más vago y huidizo que la noción de “crímenes contra la humanidad”.


Pacifistas como usted critican, pero nunca proponen alternativas.


Que yo sea un pacifista incapaz de proponer alternativas es una opinión personal suya que podría tener algún fundamento, pero que usted debería demostrar. Lo cierto es que es bastante más fácil usar la violencia de las armas que empeñarse en respetar el derecho a la vida de las personas y hacer que todos los hombres logren vivir una vida decorosa. Tengo un gran respeto por la figura de un pacifista como Gandhi mientras que desprecio con toda mi alma a un presidente de los Estados Unidos como George Bush jr., que tiene las manos manchadas de sangre de miles de personas cuya muerte quiso. La alternativa a la guerra no es la paz absoluta, sino la empresa ardua y valiente de reducir cuanto se pueda el empleo de armas, sobre todo las que, en manos de grandes potencias, dan pie a matanzas de miles de inocentes en pocas horas; por poner dos ejemplos recientes: las masacres de Fallujah en Iraq y Gaza en Palestina.


Peace Reporter

http://www.lahaine.org/index.php?p=52364

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