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viernes, 30 de diciembre de 2011

Canción de cuna con música del Big Bang

 
Cultura

Canción de cuna con música del Big Bang

Por: Teresa Campos


A Christian


Un niño duerme plácidamente en su cuna. Aún no sabe que es centro de interrelaciones con el Universo, como el diente de león que crece en el patio de su casa o la ranita azul que vive en el bosque tropical. Aún no sabe que es un animal, pero busca ríos de leche nutriente en el pecho de su madre y me agarra un dedo con su manita prensil legada por chimpancés y gorilas. Desconoce que los nueve meses que vivió en el vientre materno son el resultado de 3,700 millones de años de creatividad de su especie y que su peso de 6.6 libras es el cordón umbilical de amor en gravedad que lo une con su Pacha-Mama. Ignora que es portador del misterio que vive en el segundo anterior a la gran explosión que creó las galaxias; que Tiamat, la supernova, le legó el ritmo de vida que lleva en su corazón y que el primer asomo de conciencia de Gaya en él, le hará sentir el palpitar de todo el Universo. Desconoce que desciende de homínidos adoradores del sol que documentaron su órbita en piedras, inventaron la historia de las estrellas y maravillados con el canto épico del universo lo tradujeron en poesía y arte. Ignora que su especie se asignó derechos de autor sobre el concepto de Dios. Ignora que sus antepasados separaron el yin del yang convirtiéndose en huérfanos del Todo y olvidaron un día la solidaridad hacia las demás entidades vivientes. No sabe que algunos de los animales que cuelgan del móvil en su cuna, aparecen en la lista de especies en peligro de extinción. Un niño duerme plácidamente en su cuna aséptica, confiado de que el universo lo resguarda y cuida; lejos del azul del agua; de las palmeras y los malinches; de las garzas, los azulejos, los manatíes y el velvet de la yerba que crece en la biorregión que lo vio nacer. No sabe que a medida que vaya haciéndose consciente del ecocidio que hemos causado, el dolor, como un abismo negro, perforará su alma. Y entonces cuestionará y querrá saber por qué no detuvimos el ecocidio. Y yo me pregunto, qué par de zapatos, qué par de aretes, qué prenda de mi guardarropa, cuál de las orquídeas de mi colección voy a mostrarle cuando me pregunte qué me detuvo.

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