Raul Isman, Redacción Popular
Abril de 2011-04-05
Tal vez no sea perceptible para algunos observadores no demasiado atentos, pero en cada elección que se realiza en nuestra América se juega mucho más que los cargos eventualmente en disputa. Se dirime en realidad la marcha coyuntural y también general de nuestro proceso emancipatorio; en casi continúa expansión luego de la nefasta década noventista, pero siempre sufriendo el acecho del imperialismo.
Hace aproximadamente dos siglos Carl von Clausewitz definió que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Tal vez la célebre frase debiera ser reformulada en el sentido que, para decidir las opciones concretas, es preciso analizar los grandes objetivos estratégicos (con el sentido militar que corresponde a la verdadera guerra que se vive en Latinoamérica). Tales contenidos no son otros que la ancestral lucha de nuestros pueblos por lograr la independencia para nuestra Patria Grande y el bienestar que merecen los sujetos subalternos. En tal contexto es que hay que debatir los cursos de acción para la primera vuelta presidencial en la patria de Tupac Amarú, Arguedas, Vallejo, Mariátegui y tantos otros. Es decir cual es el candidato que le provoca más daño al imperio y a la servil oligarquía que hace las veces de correa de transmisión para el poder económico globalizado. No hay dudas que el postulante de Gana Perú, comandante Ollanta Humala Tasso, es la figura que puede sintetizar las aspiraciones de las víctimas de tanto latrocinio neoliberal y aportar para encauzar la nave del estado peruano colocándola en la misma senda de los gobiernos populares que florecen en nuestra América. Este es el punto crucial en el debate acerca de cuales son las opciones a seguir.
La derecha- más allá de algunas rencillas menores- demuestra que cuando su dominio puede peligrar se unifica para evitar que el presupuesto nacional peruano se le escape. Todos sus integrantes aceptan sin regañadientes la conducción estratégica y táctica de la embajada norteamericana y libran la batalla con todas las armas mediáticas, herramientas (i)legales e instrumentos políticos disponibles.
Las distintas fuerzas nacionales, populares, de izquierdas y progresistas deben observar el comportamiento de los destacamentos más lúcidos de la sociedad civil; que ya se han encolumnado detrás de Ollanta produciendo “desde abajo” la unidad que todos declaman pero casi nadie practica. El imperio no puede ser derrotado si los destacamentos populares no intentan llegar a una mínima unidad. Semejante unidad es una construcción ardua y compleja; pero en todo opuesta a las prácticas realizadas por Sendero Lumino. Por ejemplo, cuando asesinó a la querida dirigente María Elena Moyano de Villa El Salvador, realizando desde “la izquierda” los deseos más íntimos de la derecha. El imperialismo y la oligarquía se regodean cuando sus víctimas se enfrentan entre si. Y más si es por las armas. Por cierto que no sólo en Perú las prácticas de la guerrilla resultaron en todo funcionales a la reacción. Pero este es un balance posterior. Hoy lo decisivo es continuar y profundizar el camino- ya iniciado al instalar a Ollanta en la segunda vuelta pese a las distintas manipulaciones de las consultoras- para derrotar a los candidatos del poder. Si no se gana la presidencia, al menos cuatro de cada diez peruanos dejarán testimonio en su sufragio de su repulsa a la barbarie neoliberal-imperialista y serán la base para un bloque de resistencia. Y si se triunfa en la segunda vuelta puede abrirse una nueva página en la historia peruana. Cada militante, ciudadano, partido político o movimiento social debe meditar muy bien si quiere sumarse al movimiento general del pueblo peruano; aunque sea como cola de ratón. O si prefiere la eterna maniobra de jugar a ser cabeza de león en un fantasmal ejército de juguete. En este último caso servirían una vez más a los enemigos que dicen enfrentar.
http://www.redaccionpopular.com/articulo/elecciones-2011-en-peru-olllanta-o-el-imperialismo
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