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viernes, 7 de agosto de 2009

NACE LA PATRIA DE EUGENIO ESPEJO


Noticias del ALBA 33:
Ecuador Bicentenario / Nace la Patria de Eugenio Espejo


sábado, 8 agosto, 2009 4:41 AM

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Boletín Informativo NOTICIAS DEL ALBA

Año V, Número 33, 7 de agosto de 2009.

Director Responsable: Fernando Ramón Bossi



10 de agosto de 1809


NACE LA PATRIA DE EUGENIO ESPEJO
Por Fernando Ramón Bossi*


El último tercio del Siglo XVIII encuentra al imperio español en una crisis incontenible. Más allá de los esfuerzos borbónicos por generar algunos cambios “desde arriba”, la situación de la península era calamitosa. Al morir Carlos III, en 1788, había en España 500 mil hidalgos, vale decir, medio millón de nobles parásitos que nada aportaban a la nación y que se sostenían gracias al trabajo de una inmensa masa de campesinos desheredados. La Iglesia y la nobleza eran dueñas del 80 por ciento de la tierra.


La burguesía era una ínfima minoría; todavía se hacía sentir la liquidación a sangre y fuego de las Comunidades de Castilla y las Hermandades de Valencia dos siglos atrás. La España Negra, la de la cruz, el linaje y la espada, seguía imponiéndose ante una tímida España liberal que no terminaba de ponerse los pantalones largos. España, era un imperio con pies de barro.


A esto se sumaba la irrupción de la burguesía y las clases populares a través de la Revolución Francesa, como también la independencia de Norteamérica acaudillada por hombres de pensamiento liberal y progresista. Las ideas de la ilustración se comenzaban a materializar en documentos señeros: la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano por un ejemplo. La era de la Razón comenzaba a desplegar sus rayos.


Mientras tanto en nuestra América la resistencia al poder colonialista español proseguía sin descanso. Nada más lejano a la realidad que creer que en territorio americano reinaba la paz y la concordia. El descontento popular y la lucha fueron creciendo proporcionalmente a los abusos del colonizador. El poder despótico de la monarquía se manifestaba a través de una burocracia peninsular que en nada consideraba a los pobladores nativos. De los 170 virreyes nombrados para gobernar, durante tres siglos de dominio, sólo cuatro habían nacido en América. De los 602 capitanes generales, presidentes y gobernadores, tan solo 14 fueron criollos. Bien señaló en su momento el sabio alemán Alejandro Humboldt: “El más miserable europeo, sin educación y sin cultivo de su entendimiento, se cree superior a los blancos nacidos en el nuevo continente”.


Es así que la población criolla, más allá de las clases sociales, comienza a conspirar contra el poder peninsular. El pensamiento de la ilustración había llegado a América y también se había “americanizado”. No sólo los iluministas europeos se leían en estas tierras, sino que toda una formidable producción autóctona irrumpía con vigor inusitado. Los escritos de Juan Egaña, Camilo Torres, Hipólito Unanue, Juan Manuel Dávalos, Francisco José de Caldas, Juan Pablo Viscardo y Guzmán, entre otros, hacían reflexionar a los americanos sobre el futuro de la colonia. Pero en esta dirección, se alza majestuosa la figura del quiteño Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, que si bien ya había muerto para esa fecha, fue el verdadero autor intelectual de la insurrección del 10 de agosto de 1809.


Seguramente que una de las primeras manifestaciones de protesta popular que se dio en Quito, fue la llamada “Revolución de las Alcabalas”. Pero también hubo otras, como aquella ocasionada por la imposición del Estanco de aguardiente y la Aduana para los víveres, que se hizo bajo la consigna de “¡Mueran los chapetones y abajo el mal gobierno!”. Asimismo no podemos desconocer las insurrecciones indígenas que culminan en el gran levantamiento de Túpac Amaru, conmocionando a gran parte de los tres virreinatos sudamericanos.


La invasión napoleónica a España fue sin duda el detonante del proceso emancipador. Cuando los cien mil soldados del general Murat invaden España, la nobleza española capitula sin ninguna resistencia. Ante el nuevo rey extranjero, José Bonaparte, se inclinan tanto la aristocracia hispánica como muchos liberales afrancesados. Solo el pueblo se levanta en armas en una heroica guerra de liberación nacional, que será escuela también para muchos patriotas americanos, entre otros, el ecuatoriano Carlos Montúfar y el rioplatense José de San Martín.


El poder el rey había caducado, los cobardes e ineptos monarcas Carlos IV y su hijo Fernando, en “cárcel de oro” se hallaban, mientras quienes resistían al poder invasor se habían constituido en juntas populares.


En América, en consecuencia, y tras tres siglos de abusos y arbitrariedades por parte de los peninsulares, se abría la posibilidad de conformar gobiernos propios, rescatando la soberanía, que recaía en el pueblo ante la ausencia del rey.


Así lo entendieron los patriotas quiteños, quienes sin perder tiempo y bajo la influencia de las enseñanzas de Eugenio Espejo, comenzaron a conspirar. Tras varios sucesos de dimes y diretes, en la noche del 9 de agosto de 1809, se levantó la enérgica voz de una patriota como pocas, Manuela Cañizales, quien increpando a los conspiradores dijo: "¡Cobardes… hombres nacidos para la servidumbre! ¿De qué tenéis miedo…? ¡No hay tiempo que perder…!". Y esta mujer, prócer de la emancipación, decidió así a los patriotas para que asumieran su responsabilidad.


El 10 de agosto, se comunicaba al presidente de la Audiencia que su mandato había caducado. Avanzada ya la mañana queda constituida la Junta Suprema de Gobierno cuya presidencia asumía Juan Pío Montúfar, Marques de Selva Alegre. Se desconoció así al gobierno español instalándose un aparato gubernativo integrado exclusivamente por criollos americanos.


La historia posterior es bien conocida por todos. La reacción peninsular no se hizo esperar. Tropas realistas movilizadas desde Nueva Granada y Perú hicieron deponer la Junta criolla. Detenciones masivas de patriotas culminaron en la espantosa matanza del 2 de agosto de 1810. Con la llegada de Carlos Montúfar, comenzaría una nueva etapa de la lucha independentista; las masas populares se incorporarían definitivamente a la lucha anticolonialista que culminaría en la gloriosa Batalla de Pichincha doce años después.


Más la gesta del 10 de agosto fue el inicio de la guerra por la independencia ¡Gloria a aquellos patriotas que con su vida señalaron el camino de una Patria justa, libre y soberana!


* Director del Portal ALBA y Presidente de la Fundación Emancipación para la Unidad y Soberanía de América Latina y el Caribe.


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