Franceses recuerdan a las
víctimas del atentado terrorista del pasado 13 de noviembre en el Monumento a
la República en París. | Foto: EFE
Atentados de París: no es
terrorismo, es geopolítica
Por: Ariel Noyola
Rodríguez y Gabriela Riveros Medina
Publicado
28 diciembre 2015
Gracias
a las redes sociales y los cables desclasificados por Wikileaks, es que la
población mundial sabe hoy que cuando los movimientos populares ponen en
entredicho la presencia hegemónica de Washington y el lobby pro-Israel en sus
países de origen, entonces muy posiblemente se convertirán en víctimas de la
intervención foránea.
El modus operandi imperialista consiste en financiar y
entrenar guerrillas internas y grupos rebeldes locales que, a través de la
insurrección armada, la violación de los derechos humanos y el ataque a
organizaciones y grupos con vocación democrática, consigue destituir los
liderazgos locales y, de paso, atemorizar a la población para que sea ésta
quien clame por la intervención occidental.
Entre
estos grupos armados se encuentra Daesh (ISIS en inglés), secta fundamentalista
sunita que es liderada por el yihadista Abubaker al Bagdadi desde el año 2010,
y que busca consagrar el califato mundial. La ortodoxia de esta minoritaria
organización militar autoriza el castigo y el exterminio de todos los infieles
que no comulguen con la interpretación literal del Corán.
De
esta manera, entre los “infieles” no solamente se encuentran todos aquellos que se
niegan a alabar a Alá (las principales víctimas del mal denominado “Estado
Islámico”), sino los más de dos billones de musulmanes chiítas o sunitas que
entienden al Islam como lo que es: una religión absolutamente pacifista.
Su
entrenamiento, que se remonta a la guerra afgano-soviética (1978-1992), ha sido
similar al que recibieron grupos militares latinoamericanos bajo la denominada
“Doctrina del shock” promovida desde la Escuela de las Américas, que ejercía la
tortura a sangre fría a quienes osaran apoyar a los gobiernos populares en las
décadas de 1970 y 1980.
Esta
organización mercenaria prefabricada ha recibido una instrucción militar brutal
por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en
inglés), el MOSSAD y el M-16 que, al despojarlos de su condición humana, les
permite perpetrar atrocidades bélicas contra todos los “infieles”.
Fundamentalmente,
en contra de quienes están más cerca: el pueblo sirio y su gobernante chiíta,
Bashar al-Assad, confirmado por el electorado nacional como Presidente de Siria
en los años 2000, 2007 y 2014. Esta guerra civil mantiene a la población
atemorizada y luchando desesperadamente por exiliarse en algún país de
Occidente.
Cabe
destacar que para concretar las acciones bélicas de Daesh no sólo se requiere
instrucción, sino también financiamiento. El derribo del avión ruso Su-24 por parte de
Turquía ha develado un torrente de información suministrado por el Gobierno
ruso y sus aliados sobre las estrechas relaciones entre el Daesh y la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), organización en la que
Israel y Turquía juegan un rol clave.
Los
pozos de petróleo incautados al gobierno sirio de Bashar al-Assad y a los
campos petrolíferos iraquíes de la región de Mosul por ISIS, son explotados y
su crudo es enviado a Turquía en caravanas de camiones-cisterna. Una vez en los
puertos de Beirut y Ceyhan, el hidrocarburo es vendido a países de Asia y el
Medio Oriente, principalmente a Israel, a través de la naviera BMZ Group
Denizcilik, entidad de la cual Bilal Erdogan, hijo del actual presidente turco
Recep Tayip Erdogan, es propietario mayoritario con casi un 30% de
participación.
Esta
compra de petróleo a Daesh permite el flujo millonario de dinero que es
destinado a financiar la insurgencia y los atentados perpetrados por los
yihadistas. Es así como se puede comprender entonces por qué ISIS nunca ha
atacado Israel, Turquía, Arabia Saudita, Dubai, Bahrein, Estados Unidos o
Qatar.
¿Quiénes resultan beneficiados de las atrocidades cometidas
por Daesh? Definitivamente, los musulmanes no. La creciente ola de islamofobia
ha incentivado el cierre de fronteras, el agudizamiento de la política
migratoria y la discriminación hacia la población árabe. Además, ha permitido
el surgimiento de grupos racistas que avalan el apartheid y las atrocidades
cometidas por Israel en contra del pueblo palestino. La población mundial,
cegada por la manipulación mediática, contempla con terror a las naciones y
grupos libertarios que componen el Eje de la Resistencia.
El
pasado jueves 17 de diciembre, en una encuesta realizada por la compañía Public
Policy Polling (PPP) de opinión ciudadana estadounidense, un 30% de los
simpatizantes del partido republicano votó a favor de bombardear Agrabah (la
ciudad ficticia de Aladdín). Gracias a la campaña comunicacional global
constante respecto al “islamismo radical” es que la respuesta instantánea de la
población es apoyar la invasión, la protección y el cierre fronterizo, sin
cuestionar el sentido de la acción, ni tomar en cuenta las miles de vidas de
civiles que están en riesgo. Basta con que una palabra suene a origen
árabe para que parezca peligrosa.
Sin lugar a dudas, el acto más representativo de la artillería
comunicacional islamófoba es el haber denominado “Estado Islámico” al principal
grupo insurgente Yihadista-Taliban-Al qaedista, designación ilegítima desde su
origen ya que este grupo de sicarios, tal como lo menciona la corresponsal
argentina Karen Marón “no posee ni la estructura organizacional de un Estado,
ni está sujeto a derecho internacional, es decir que, Estado no es, islámico
tampoco, porque contradice todo lo que señala el Corán y lo que profesa
Mahoma”.
Sus
actos tampoco son terroristas, puesto que el término “terrorismo” hace
referencia a una sucesión de actos de violencia ejecutados con el único
objetivo de infundir terror; mientras que para las cúpulas que están detrás de
los atentados, el fin último de sus actos no es el provocar pánico, sino
generar repercusiones políticas y acciones armamentistas concretas con el
consentimiento de la población acosada por la sensación de vulnerabilidad.
Es
así como el atentado a las Torres Gemelas perpetrado por Al-Qaeda en septiembre
de 2001, así como los atentados a París en noviembre de 2015 por Daesh,
legitiman los bombardeos e invasiones a Irak y a Siria respectivamente. El
leitmotiv de la OTAN por lo tanto, no es tanto detener a Daesh, sino
contenerlo.
En
definitiva, Estados Unidos, Israel, la familia real saudí –que es sionista– y
Turquía, esta última motivada por los intereses económicos y la posibilidad de
ampliar su territorio a Siria, han logrado consagrar que entre los 6 puntos que
estableció la comunidad internacional de las Naciones Unidas en el Plan de
Solución Política a la Crisis en Siria suscrito recientemente en Nueva York, se
le exija a Damasco la elaboración de una nueva constitución política que rija
al país en un plazo máximo de seis meses y celebrar, además, elecciones
presidenciales antes de año y medio.
En
suma, hay que destacar que los atentados son completamente premeditados. A
través de un pretexto, buscan legitimar la intervención, con lo cual,
construyen un nuevo ordenamiento geopolítico acorde a sus intereses. ISIS es
una organización mercenaria instrumentalizada para responder a un mandato
específico.
En los atentados a París la víctima no fue el Estado galo,
sino los ciudadanos franceses utilizados como carne de cañón. Los atentados están
inmersos dentro de un contexto geopolítico bien delimitado, y sobre todo,
guardan un origen espurio que debe combatirse. Nuestra tarea pendiente es
diseñar un mundo más justo y seguro para todos sin intervención imperialista,
sí es posible...
Ariel
Noyola Rodríguez es economista, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de
México.
Gabriela
Riveros Medina es economista, egresada de la Universidad de Santiago de Chile.
http://www.telesurtv.net/opinion/Atentados-de-Paris-no-es-terrorismo-es-geopolitica-20151228-0045.html.
http://www.telesurtv.net/opinion/Atentados-de-Paris-no-es-terrorismo-es-geopolitica-20151228-0045.html.Opinion > Artículos Atentados de París: no es terrorismo, es geopolítica Por: Ariel Noyola Rodríguez y Gabriela Riveros Medina Franceses recuerdan a las víctimas del atentado terrorista del pasado 13 de noviembre en el Monumento a la República en París. | Foto: EFE Publicado 28 diciembre 2015 8 Comentarios 8546 Te Recomendamos Gracias a las redes sociales y los cables desclasificados por Wikileaks, es que la población mundial sabe hoy que cuando los movimientos populares ponen en entredicho la presencia hegemónica de Washington y el lobby pro-Israel en sus países de origen, entonces muy posiblemente se convertirán en víctimas de la intervención foránea. El modus operandi imperialista consiste en financiar y entrenar guerrillas internas y grupos rebeldes locales que, a través de la insurrección armada, la violación de los derechos humanos y el ataque a organizaciones y grupos con vocación democrática, consigue destituir los liderazgos locales y, de paso, atemorizar a la población para que sea ésta quien clame por la intervención occidental. Entre estos grupos armados se encuentra Daesh (ISIS en inglés), secta fundamentalista sunita que es liderada por el yihadista Abubaker al Bagdadi desde el año 2010, y que busca consagrar el califato mundial. La ortodoxia de esta minoritaria organización militar autoriza el castigo y el exterminio de todos los infieles que no comulguen con la interpretación literal del Corán. De esta manera, entre los “infieles” no solamente se encuentran todos aquellos que se niegan a alabar a Alá (las principales víctimas del mal denominado “Estado Islámico”), sino los más de dos billones de musulmanes chiítas o sunitas que entienden al Islam como lo que es: una religión absolutamente pacifista. Su entrenamiento, que se remonta a la guerra afgano-soviética (1978-1992), ha sido similar al que recibieron grupos militares latinoamericanos bajo la denominada “Doctrina del shock” promovida desde la Escuela de las Américas, que ejercía la tortura a sangre fría a quienes osaran apoyar a los gobiernos populares en las décadas de 1970 y 1980. Esta organización mercenaria prefabricada ha recibido una instrucción militar brutal por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), el MOSSAD y el M-16 que, al despojarlos de su condición humana, les permite perpetrar atrocidades bélicas contra todos los “infieles”. Fundamentalmente, en contra de quienes están más cerca: el pueblo sirio y su gobernante chiíta, Bashar al-Assad, confirmado por el electorado nacional como Presidente de Siria en los años 2000, 2007 y 2014. Esta guerra civil mantiene a la población atemorizada y luchando desesperadamente por exiliarse en algún país de Occidente. Cabe destacar que para concretar las acciones bélicas de Daesh no sólo se requiere instrucción, sino también financiamiento. El derribo del avión ruso Su-24 por parte de Turquía ha develado un torrente de información suministrado por el Gobierno ruso y sus aliados sobre las estrechas relaciones entre el Daesh y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), organización en la que Israel y Turquía juegan un rol clave. Los pozos de petróleo incautados al gobierno sirio de Bashar al-Assad y a los campos petrolíferos iraquíes de la región de Mosul por ISIS, son explotados y su crudo es enviado a Turquía en caravanas de camiones-cisterna. Una vez en los puertos de Beirut y Ceyhan, el hidrocarburo es vendido a países de Asia y el Medio Oriente, principalmente a Israel, a través de la naviera BMZ Group Denizcilik, entidad de la cual Bilal Erdogan, hijo del actual presidente turco Recep Tayip Erdogan, es propietario mayoritario con casi un 30% de participación. Esta compra de petróleo a Daesh permite el flujo millonario de dinero que es destinado a financiar la insurgencia y los atentados perpetrados por los yihadistas. Es así como se puede comprender entonces por qué ISIS nunca ha atacado Israel, Turquía, Arabia Saudita, Dubai, Bahrein, Estados Unidos o Qatar. ¿Quiénes resultan beneficiados de las atrocidades cometidas por Daesh? Definitivamente, los musulmanes no. La creciente ola de islamofobia ha incentivado el cierre de fronteras, el agudizamiento de la política migratoria y la discriminación hacia la población árabe. Además, ha permitido el surgimiento de grupos racistas que avalan el apartheid y las atrocidades cometidas por Israel en contra del pueblo palestino. La población mundial, cegada por la manipulación mediática, contempla con terror a las naciones y grupos libertarios que componen el Eje de la Resistencia. El pasado jueves 17 de diciembre, en una encuesta realizada por la compañía Public Policy Polling (PPP) de opinión ciudadana estadounidense, un 30% de los simpatizantes del partido republicano votó a favor de bombardear Agrabah (la ciudad ficticia de Aladdín). Gracias a la campaña comunicacional global constante respecto al “islamismo radical” es que la respuesta instantánea de la población es apoyar la invasión, la protección y el cierre fronterizo, sin cuestionar el sentido de la acción, ni tomar en cuenta las miles de vidas de civiles que están en riesgo. Basta con que una palabra suene a origen árabe para que parezca peligrosa. Sin lugar a dudas, el acto más representativo de la artillería comunicacional islamófoba es el haber denominado “Estado Islámico” al principal grupo insurgente Yihadista-Taliban-Al qaedista, designación ilegítima desde su origen ya que este grupo de sicarios, tal como lo menciona la corresponsal argentina Karen Marón “no posee ni la estructura organizacional de un Estado, ni está sujeto a derecho internacional, es decir que, Estado no es, islámico tampoco, porque contradice todo lo que señala el Corán y lo que profesa Mahoma”. Sus actos tampoco son terroristas, puesto que el término “terrorismo” hace referencia a una sucesión de actos de violencia ejecutados con el único objetivo de infundir terror; mientras que para las cúpulas que están detrás de los atentados, el fin último de sus actos no es el provocar pánico, sino generar repercusiones políticas y acciones armamentistas concretas con el consentimiento de la población acosada por la sensación de vulnerabilidad. Es así como el atentado a las Torres Gemelas perpetrado por Al-Qaeda en septiembre de 2001, así como los atentados a París en noviembre de 2015 por Daesh, legitiman los bombardeos e invasiones a Irak y a Siria respectivamente. El leitmotiv de la OTAN por lo tanto, no es tanto detener a Daesh, sino contenerlo. En definitiva, Estados Unidos, Israel, la familia real saudí –que es sionista– y Turquía, esta última motivada por los intereses económicos y la posibilidad de ampliar su territorio a Siria, han logrado consagrar que entre los 6 puntos que estableció la comunidad internacional de las Naciones Unidas en el Plan de Solución Política a la Crisis en Siria suscrito recientemente en Nueva York, se le exija a Damasco la elaboración de una nueva constitución política que rija al país en un plazo máximo de seis meses y celebrar, además, elecciones presidenciales antes de año y medio. En suma, hay que destacar que los atentados son completamente premeditados. A través de un pretexto, buscan legitimar la intervención, con lo cual, construyen un nuevo ordenamiento geopolítico acorde a sus intereses. ISIS es una organización mercenaria instrumentalizada para responder a un mandato específico. En los atentados a París la víctima no fue el Estado galo, sino los ciudadanos franceses utilizados como carne de cañón. Los atentados están inmersos dentro de un contexto geopolítico bien delimitado, y sobre todo, guardan un origen espurio que debe combatirse. Nuestra tarea pendiente es diseñar un mundo más justo y seguro para todos sin intervención imperialista, sí es posible... Ariel Noyola Rodríguez es economista, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Gabriela Riveros Medina es economista, egresada de la Universidad de Santiago de Chile. Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección: http://www.telesurtv.net/opinion/Atentados-de-Paris-no-es-terrorismo-es-geopolitica-20151228-0045.html. 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