Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

jueves, 27 de febrero de 2014

¡Qué fallo!


LUNES, 24 DE FEBRERO DE 2014

¡Qué fallo!
por Guillermo Rodríguez Rivera

Las verdaderas revoluciones son siempre difíciles. Che Guevara sabía algo de eso y decía que, en las verdaderas, se vence o se muere, porque una revolución no es una tranquila, pacífica obra de beneficencia, como cuando las encopetadas damas de la alta sociedad salen a hacerle caridad a los que no tienen justicia.

Una revolución es un vuelco, una ruptura, un abrupto cambio de perspectiva. Es cuando los oprimidos dejan de creer en que los que mandan –los que los oprimen– tienen la verdad de su lado, y piensan que el mundo puede ser diferente de como ha sido hasta entonces.

Pero claro que los opresores no se resignan a abandonar sus posiciones de dominio y luchan a vida o muerte por ellas, aunque aparentemente, los “otros” sean sus connacionales: enseguida se enajenan de la mayoría del pueblo, porque las revoluciones –no los golpes de estado– siempre son obra de la mayoría.

En un respetuoso diálogo con el presidente venezolano aunque no tanto con sí mismo, el cantautor Rubén Blades, hace años uno de los abanderados de la canción social en América Latina, expone su concepto de revolución:

Para mí, la verdadera revolución social
es la que entrega mejor calidad de vida a
todos, la que satisface las necesidades
de la especie humana, incluida la necesidad
de ser reconocidos y de llegar al estadio
de auto-realización, la que entrega oportunidad
sin esperar servidumbre en cambio.
Eso, desafortunadamente, no ha ocurrido
todavía con ninguna revolución[1].

Ni va a ocurrir en ninguna revolución verdadera, Rubén. No era sino la voluntad de mejorar la calidad de vida de la gente lo que inspiró la Reforma Agraria cubana, que entregó parcelas a miles de campesinos sin tierra y, esencial para procurar mejor calidad de vida, fue la alfabetización cubana de 1961, porque no hay autorrealización sin saber leer– pero enseguida llegaron la invasión de Bahía de Cochinos y el bloqueo económico que es repudiado cada año en la ONU, aunque acaba de cumplir 52.

Me fascina esa idea de que una revolución social “satisface las necesidades de la especie humana”, y claro que eso solo lo hace una revolución cuando se la ve históricamente: no habría democracia ni derechos humanos sin la prédica de los iluministas: sin Voltaire, Montesquieu, Rousseau, pero los que llevaron adelante esas ideas en la práctica social, los que las impusieron como “necesidades de la especie humana” –Danton, Marat, Robespierre, porque las monarquías gobernaban por derecho divino– guillotinaron a la aristocracia francesa que se rebeló contra ellas, la aristocracia que ahogaba en sufrimientos, en miseria los derechos de los sans culottes, acaso los que Evita Perón llamó en su momento “los descamisados” y Martí “los pobres de la tierra”. 

El tiempo ha pasado, nos recuerda Blades, pero los derechistas venezolanos llaman “los tierrúos” a esos pobres sin zapatos que ellos explotan en el siglo XXI. Es imposible que una revolución haga felices a los dos grupos, porque la revolución va a dar justicia, y hacer justicia no es una fiesta de cumpleaños.

Es decir que nunca ha habido una revolución social como entiende Blades que debe ser. ¿Será que él no sabe lo que es una revolución social? Según se deduce de lo que escribe, no lo ha sido ni la inglesa, ni la francesa, ni la rusa, ni la mexicana, ni mucho menos la cubana que lideró Fidel Castro. Presumo que tampoco la venezolana de hace doscientos años, pese a que Blades escribe de esa Venezuela que ama como “el pueblo de Bolívar”. Y ¿qué hizo el Libertador? ¿Una tranquila y plácida obra de bienestar social? No gritó Patria o Muerte, sino que firmó un decreto de guerra a muerte para los enemigos de la patria, que eran los de la revolución.

Blades no sólo lo proclama ahora en esa respuesta a Maduro, sino que lo cantaba en sus canciones latinoamericanistas: “de una raza unida, la que Bolívar soñó”. Entonces, ¿el intento de realizar el sueño de Bolívar no es el proceso integrador que emprendió Chávez, y que enfrenta a un imperio que nos quiere divididos, sino que únicamente servirá para mover el culo bailando salsa? Y cantar a voz en cuello: “A to’a la gente allá en los Cerritos que hay en Caracas protégela”. A “to’a esa gente” la protegen, además de María Lionza, los médicos de Barrio Adentro, porque esos que gritan y agreden en las calles no se ocuparon jamás de la salud de los venezolanos humildes.

Tal vez fue María Lionza la que los mandó a bajar de los Cerritos, cuando el golpe de estado de abril de 2002, para sitiar el ocupado palacio de Miraflores y exigir el regreso del presidente que habían elegido.  No te dejes confundir, Blades, “busca el fondo y su razón”, y trata de entender las revoluciones de la historia, no las que soñamos para tranquilizarnos.

Para Blades, el programa político del chavismo “obviamente no es aceptado por la mayoría de la población”. Lo que quiere decir que la mayoría que eligió a Maduro, no lo es.  Blades ignora las 18 elecciones ganadas por el chavismo y el casi 60% de votantes que el PSUV obtuvo en las elecciones de diciembre que la derecha dijo que sería un plebiscito– y declara mayoría a los representantes de la vieja derecha derrocada por Pablo Pueblo, porque ese hombre –nos recordó Neruda–  despierta cada doscientos años, con Bolívar.

Me recuerdo a mí mismo, en los años setenta, en el antiguo apartamento de Silvio Rodríguez, con su puerta negra en la que había golpeado el mundo, descubriendo los primeros trabajos de Rubén Blades con la orquesta de Willy Colón. Nos encantábamos de encontrar una salsa patriótica, “La maleta”, aunque sabíamos que no eran ideas unánimes entre los latinoamericanos. Ninguna idea hondamente renovadora consigue apoyo unánime, al menos cuando aparece: el poder establecido –eso que los norteamericanos llaman stablishmenttiene muchos resortes, muchas maneras de “convencer”, de imponer sus intereses, y sabe que son pocos los que no ceden ante ellos.

Una cosa es cantar y otra vivir lo que se canta, y cantarlo en todas partes. Tengo vivo el recuerdo de ese extraordinario salsero que es Oscar D’Leòn, cantándole, en los años ochenta, a un público cubano que lo adoraba, que llenaba un coliseo de 15 mil localidades para escucharlo y cantar con él. Lo recuerdo feliz, arrojándose al suelo del aeropuerto de La Habana para besar la tierra de la isla al partir y, a las semanas, lo vi abjurando de su viaje a Cuba, cuando los magnates del disco en el Miami contrarrevolucionario, lo acusaron de comunista por cantar en La Habana, y amenazaron con cerrarle todas sus puertas, que eran también las más lucrativas de su realización como artista.

Oscar sabía que esa derecha, esa burguesía –y mucho menos el poder imperial que tenían detrás– no bromeaban: a Benny Moré, que era el mejor cantante de América Latina, la RCA Víctor no le grabó un disco más cuando decidió quedarse a vivir y a cantar en la Cuba revolucionaria.

Todo me lo explico, pero tengo la tristeza de que ya no podré escuchar a Rubén Blades como ese cantor de nuestra América que quiso ser. 


[1] Respuesta de Rubén Blades a Nicolás Maduro.

Cortesía de:

Nelson Gustavo Blanco Corbella

El Caracazo y el fracaso del golpe fascista en Venezuela

El Caracazo y el fracaso del golpe fascista en Venezuela
Por Ángel Guerra Cabrera

La Habana. Por Ángel Guerra Cabrera/Cubadebate. | 27 febrero de 2014

Hace 25 años Caracas  y otras ciudades venezolanas protagonizaron la primera gran insurrección popular contra el neoliberalismo. No sólo a escala de América Latina y el Caribe, sino planetaria. En un país petrolero, la pobreza alcanzaba a un 80 por ciento.

Espontánea, la protesta estalló en Guarenas, al este de la capital, cuando estudiantes y trabajadores rechazaron el alza estratosférica del transporte público. La chispa se extendió y comenzaron los asaltos a mercados donde el pueblo tomaba algo de lo que siempre le había sido negado. El Caracazo tuvo el enorme mérito  de que las masas venezolanas rompieran colectivamente con el sacrosanto mito burgués de la propiedad privada.

Pero el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez (CAP) impuso  la ley marcial y autorizó a los cuerpos armados a disparar con munición de guerra contra los civiles. El ministerio público cifró el número de fallecidos en 600, aunque cálculos de investigadores establecen la cifra entre 3500 y 5000, además de miles de heridos. Un crimen de lesa humanidad.

Compárense la bárbara respuesta gubernamental a aquellas justísimas protestas de todos los barrios populares del país con la contenida y mesurada que reciben de la Guardia Nacional Bolivariana las esmirriadas marchas actuales de enajenados y enfermos de odio en unas cuantas urbanizaciones de clase media acomodada. Obsérvese la actitud pacífica de las decenas y cientos de miles de chavistas que desde comienzos de febrero inundan las calles de Caracas en apoyo al presidente Maduro.

El que sí ha practicado la violencia feroz ha sido como siempre el sector fascista de la oposición. Su único propósito es derrocar a Maduro, que para eso Washington manda carretadas de dólares (http://www.cepr.net/index.php/other-languages/spanish-op-eds/el-apoyo-de-eeuu-a-un-cambio-de-gobierno-en-venezuela-es-un-error ). No importa si ese derrocamiento implica un baño de sangre ni que hace dos meses el chavismo ganara por 10 puntos las elecciones municipales.

El último año ha sido difícil para el pueblo venezolano. La inflación ha superado el 50 por ciento y ha habido desabasto de productos esenciales, pero tanto los chavistas como muchos que no lo son, comprenden que la causa principal ha sido la guerra económica desatada por Estados Unidos y la oligarquía contra Caracas. No olvidan además las conquistas y derechos conseguidos desde 1999.

El pueblo apoya las medidas del gobierno contra la guerra económica y aplaude que los funcionarios corruptos enriquecidos con la especulación sean llevados ante la justicia. Los sectores populares no se ven representados por los acaudalados líderes opositores y desconfían de ellos porque quieren la paz y conocen su trayectoria golpista desde 2002.

El pueblo aprecia que después de Chávez es poder y que ha sido con la Revolución Bolivariana que ha podido acceder, como nunca antes, a derechos universales como la educación, la salud, la vivienda, la seguridad social y las libertades políticas.

Las jornadas del Caracazo foguearon a las masas para los combates por venir y galvanizaron a los oficiales patriotas que  bajo el liderazgo del entonces teniente coronel Hugo Chávez ya conspiraban para cambiar aquel estado de cosas.  Ese pueblo aguerrido fue el que apoyó el levantamiento del comandante tres años después(1992), el que lo llevó a la presidencia y el que ha mantenido viva la Revolución Bolivariana con su fuerza en las calles y en 18 consultas electorales. Gracias a ese pueblo con alta conciencia política y a su dirección revolucionaria encabezada por el presidente Maduro es que no ha habido más muertos y que el denominado golpe blando se desinfla pese a la falsa visión que ofrece la mafia mediática internacional.

En una actitud de genuflexión ante Estados Unidos el socialdemócrata CAP aplicó las medidas neoliberales que condujeron al Caracazo y acabaron con el ya magro poder adquisitivo de los pobres y de la clase media. Desencadenó una escalada desenfrenada de precios que llevó en horas a 200 por ciento el del transporte público y otras medidas intolerables en un contexto de deterioro acelerado de las condiciones de vida. El abandono por el Estado a su suerte de las grandes mayorías era la regla.

Fue a partir de Chávez (1999) y, sobre todo, de la derrota del golpe petrolero de 2002-2003 que por primera vez la renta petrolera se dedicó al bienestar del pueblo. De allí los extraordinarios logros sociales que reconocen a Venezuela todas las agencias de la ONU y hasta el Banco Mundial.


¿Puede Washington derrocar tres gobiernos a la vez?

¿Y desde cuándo el imperialismo apoya revoluciones?
Imagen captada en la plaza Maidan, Kiev.

«ANTE NUESTRA MIRADA»
¿Puede Washington derrocar tres gobiernos a la vez?
por Thierry Meyssan

El poder de un Estado se mide a la vez por su capacidad para defenderse y por su posibilidad de atacar en uno o varios frentes. Bajo esa óptica, Washington está tratando –por primera vez– de demostrar que es capaz de derrocar tres gobiernos simultáneamente: en Siria, en Ucrania y en Venezuela. Creyendo que, si lo logra, ningún gobierno tendrá ya posibilidades de hacerle frente.

RED VOLTAIRE | DAMASCO | 24 DE FEBRERO DE 2014 


Washington, después de fracasar en 2011 en su intento de bombardear simultáneamente Libia y Siria, está tratando de hacer una nueva demostración de fuerza: organizar cambios de régimen en tres Estados al mismo tiempo y en diferentes regiones del mundo –en Siria (CentCom), Ucrania (EuCom) y Venezuela (SouthCom).

Para lograrlo, el presidente Obama ha movilizado prácticamente todo el equipo de su Consejo de Seguridad Nacional.

Primeramente, la consejera de seguridad nacional Susan Rice y la embajadora ante la ONU Samantha Power. Las dos son maestras en el uso de la jerga «democrática». Y durante años se han especializado en aconsejar la injerencia en los asuntos internos de otros Estados con el pretexto de prevenir genocidios. Sin embargo, y a pesar de sus generosos discursos, a ninguna de las dos les importan las vidas no estadounidenses, como lo demostró la señora Power en el momento de la crisis de las armas químicas en la Ghoutta de Damasco. La señora embajadora de Estados Unidos, quien sabía perfectamente que las autoridades sirias no habían cometido aquel acto, simplemente se fue a Europa para asistir con su esposo a un festival de cine dedicado a Charles Chaplin mientras que su gobierno denunciaba un crimen contra la humanidad atribuyéndolo al presidente Assad.

Están también los tres responsables por regiones: Philip Gordon (Medio Oriente y Norte de África), Karen Donfried (Europa y Eurasia) y Ricardo Zúñiga (Latinoamérica).

  • Phil Gordon (amigo personal y traductor del ex presidente francés Nicolas Sarkozy) organizó el sabotaje de la conferencia de paz Ginebra 2 hasta que la cuestión palestina se resuelva en función de lo que quiere Estados Unidos. Durante la segunda sesión de Ginebra 2, mientras que el secretario de Estado John Kerry hablaba de paz, Phil Gordon reunía en Washington a los jefes de los servicios secretos de Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Turquía para preparar un enésimo ataque contra Siria. Estos conspiradores han reunido en Jordania un ejército de 13 000 hombres, de los que sólo 1 000 han recibido un breve entrenamiento militar para pilotear blindados y tomar Damasco. El problema es que esa columna corre el riesgo de ser destruida por el Ejército Árabe Sirio antes de alcanzar la capital siria. Pero sus padrinos no logran ponerse de acuerdo sobre la manera de defender esa fuerza sin equiparla con armamento antiaéreo, que pudiera ser utilizado después contra la aviación de Israel.

  • Karen Donfried es la ex oficial nacional de inteligencia a cargo de Europa. Dirigió durante mucho tiempo elGerman Marshall Fund en Berlín. Actualmente se dedica a manipular a la Unión Europea para enmascarar el intervencionismo de Washington en Ucrania. A pesar de la reciente revelación del contenido de una conversación telefónica de la embajadora estadounidense Victoria Nuland, la señora Donfried logró hacerles creer a los europeos que el objetivo de la oposición de Kiev era unirse a la Unión Europea y que estaban luchando por la democracia, cuando en realidad más de la mitad de los amotinados de la plaza Maidan son miembros de partidos nazis y agitan retratos de Stepan Bandera, quien colaboró con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

  • Para terminar, Ricardo Zúñiga es nieto del Ricardo Zúñiga que presidió el Partido Nacional de Honduras y que organizó los golpes de Estado militares de 1963 y 1972 a favor del general López Arellano. El nuevo Zúñiga dirigió la estación de la CIA en La Habana, donde reclutó agentes y los financió para fabricar una oposición contra Fidel Castro. Y ahora moviliza a la extrema derecha trotskista en Venezuela para derrocar al presidente Nicolás Maduro acusándolo de stalinismo.

La parte mediática de estas operaciones está en manos de Dan Rhodes, el especialista en propaganda que se encargó en el pasado de escribir la versión oficial de lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 redactando el informe de la comisión presidencial. En ese informe, Rhodes eliminó toda huella del golpe de Estado militar que se produjo aquel día (al presidente George W. Bush se le retiró el poder sobre las 10 de la mañana y no se le devolvió hasta la noche, todo su gabinete y los miembros del Congreso fueron confinados en búnkeres, supuestamente para «garantizar su seguridad») para que sólo quedara el recuerdo de los atentados.

En las operaciones organizadas contra Siria, Ucrania y Venezuela, la narrativa estadounidense reposa exactamente sobre los mismos principios: acusar a los gobiernos de matar a sus propios ciudadanos, calificar a los opositores de «democráticos», adoptar sanciones contra los «asesinos» y, en definitiva, concretar un golpe de Estado.

El movimiento comienza siempre con una manifestación en la que mueren opositores pacíficos y ambos bandos se acusan mutuamente de los hechos de violencia. En realidad, fuerzas especiales o elementos a las órdenes de Estados Unidos o de la OTAN, convenientemente ubicados, disparan a la vez contra la multitud y contra la policía. Así sucedió en Deraa (Siria) en 2011, al igual que en Kiev (Ucrania) y en Caracas (Venezuela) en los últimos días. En el caso de Venezuela, las autopsias practicadas demuestran que 2 víctimas –un manifestante de la oposición y otro favorable al gobierno– fueron baleadas con la misma arma.

Calificar a los opositores de «democráticos» es un simple juego de retórica. En Siria, se trata de takfiristas financiados por la peor dictadura del planeta: la de Arabia Saudita. En Ucrania, son unos cuantos proeuropeos sinceros rodeados de un montón de nazis. En Venezuela, son jóvenes trotskistas de familias acomodadas respaldados por milicias a sueldo de dueños de empresas. Y en todos los casos aparece el seudo opositor estadounidense John McCain para proclamar su solidaridad con los opositores locales, sean verdaderos o falsos.

Del apoyo a los opositores se encarga la National Endowment for Democracy (NED). La NED es una agencia gubernamental estadounidense que se presenta como una ONG financiada por el Congreso de Estados Unidos. La realidad es que la NED fue creada por el presidente Ronald Reagan, en asociación con Canadá, Gran Bretaña y Australia. La dirigen el neoconservador Carl Gershman y Barbara Haig, la hija del general Alexander Haig (ex comandante supremo de la OTAN y posteriormente secretario de Estado bajo la administración Reagan). Es precisamente la NED –en realidad el Departamento de Estado– quien moviliza al senador «de oposición» John McCain.

En este dispositivo no podía faltar la Albert Einstein Institution, «ONG» financiada por la OTAN. Creada por Gene Sharp en 1983, la NED formó agitadores profesionales a través del CANVAS [1] –en Serbia – y de la Academy of Change–en Qatar.

En todos los casos, Susan Rice y Samantha Power adoptan invariablemente la misma pose de justa indignación antes de dictar la adopción de sanciones –a las que rápidamente se suma la Unión Europea– cuando en realidad son ellas mismas quienes se dedican a orquestar previamente los actos de violencia.

Queda entonces por llegar a concretar los golpes de Estados, lo que no siempre funciona.

Así trata Washington de demostrarle al mundo que sigue siendo el amo. Para garantizar los resultados, emprendió las operaciones en Ucrania y en Venezuela mientras se desarrollaban los Juegos de Sochi. Así garantizaba que Rusia no tomara medidas de respuesta, con tal de evitar que algún atentado de los terroristas islamistas le echara a perder la fiesta olímpica.

Pero los Juegos de Sochi terminaron este fin de semana. Y ahora le toca jugar a Moscú.


Fuente


SANDINO: VISIÓN POLÍTICA Y ESPIRITUALIDAD


SANDINO: VISIÓN POLÍTICA Y ESPIRITUALIDAD

Manuel Moncada Fonseca

“-Quién es él -preguntó Sandino.

“-El agente de la Casa Bayer [Cornelio Hüeck], que vino a hacer propaganda en Niquinohomo –se le contestó.

“-Entonces que siga su camino, él anda en negocios de reales y nosotros estamos en negocios de ideales- ordenó Sandino”1

I. A manera de introducción

Las temáticas abordadas en la variada y abundante documentación proveniente del Augusto C. Sandino (18 de mayo de 1895, 21 de febrero de 1934), son muchas. Por ello, centraremos nuestra atención tan sólo en dos asuntos, con pringues de algunos otros: primero, su aguda visión política, lo que haremos basándonos en las razones y circunstancias que impulsaron a Sandino a firmar la paz en 1933; segundo su espiritualidad aterrizada, expresada sobre todo en la forma de interpretar y exponer los asuntos divinos, ya no se diga en su comportamiento siempre ejemplar.

Digamos de entrada que su espiritualidad y su visión política van de la mano. Un asunto es inseparable del otro. Ambos aspectos de su identidad están alimentados, no casualmente, por otros rasgos sobresalientes de su personalidad: su identificación absoluta con los oprimidos y su gran inteligencia natural que, nutriéndose de la experiencia propia y ajena -sobre todo la de los combatientes del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSN)- y de su condición de autodidacta, lo elevan al nivel de un genio militar y político.

Su politicidad es clara, precisa y penetrante. No posee recovecos, ni es pretenciosa. Por lo mismo, es portentosa. Comprende perfectamente las condiciones que reinan en Nicaragua y en Latinoamérica, determinadas por el intervencionismo yanqui y la complicidad de los opresores locales; así como la condición internacional del dominio capitalista internacional. Veamos una muestra palpable de esto último:

“Los piratas yanquees nos están asesinando en plena luz del día y en presencia de todas las naciones que en todas las épocas se han distinguido como conquistadoras y esclavistas, tales como Inglaterra, Alemania, Francia e Italia. / “Parece que todas estas naciones, así como España, tienen algún secreto convenio de hacerse sordas, ante los elementos que exhalan los países débiles cuando se encuentran bajo la bota brutal de alguna de ellas.”2

El héroe aborda de modo lúcido su salida de Nicaragua y su estadía en México, insistiendo, una y otra vez, que ello tiene como propósito esencial ensanchar su lucha convirtiéndola en un movimiento continental y mundial.3

En su correspondencia con diversas personalidades de América Latina y el mundo, habla copiosamente de la perentoria necesidad de unir a nuestras naciones en contra del imperialismo como dominio mundial.

Argumenta con mucha solidez la necesidad de la paz en Nicaragua. Tiene un prodigioso conocimiento del pueblo y una enorme capacidad para aprender del mismo.

Desmitifica sabiamente los asuntos religiosos, sin chocar con la fe de quienes lucharon a su lado. Por eso, estando en Méjico, en carta a Simón Larrache del 3 de marzo de 1930, expresa: “… nuestra conducta, nuestros actos, nuestras determinaciones, serán dentro de los idealismos de esos pueblos…”.4   

Posee un genio indiscutible para dirigir la guerra contra el invasor y para cambiar su estrategia de lucha, en dependencia de las circunstancias. Es sagaz para convertir el liberalismo ingenuo, abrazado por grandes sectores del pueblo, en una posición alejada de los intereses opresores. No se pone, entonces, en un plano doctrinario, sino práctico, lo que, de ningún modo, vinculamos con lo que, a menudo, es llamado pragmatismo.

Asombran su fundamentado Bolivarianismo y su condición socialista que nada tiene que ver con la social democracia.

Todo ello y más está presente en Sandino.

Pero es básicamente su amor al pueblo lo que explica su entrega absoluta a la lucha; su voluntad para morir por su causa y su solidaridad con la lucha de todos los pueblos de la tierra. Ello mismo explica su odio racional contra los invasores y sus secuaces dentro y fuera de Nicaragua. Tal es, a nuestro juicio, el punto de partida de cualquier estudio que se haga del héroe para comprender su lucha y su pensamiento de conjunto.  

Entremos un poco en materia

“Soy artesano, pero mi idealismo campea en un amplio horizonte de internacionalismo, lo cual representa el derecho de ser libre y hacer justicia, aunque para alcanzarla sea necesario constituirla a base de sangre. Que soy plebeyo, dirán los oligarcas o sea las ocas del senegal. / No importa. Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son alma y nervio de la Raza, y que hemos vivido postergados, a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el crimen de alta traición, mostrándose indiferentes al dolor y la miseria del liberalismo al cual perseguían encarnizadamente.”5

Como puede apreciarse en lo que acaba de expresar, su idealismo queda definido como algo basado “en un amplio horizonte de internacionalismo”, con todos los riesgos que ello encierra. Se constata, acá mismo, lo que inspira, da fuerza y razón de ser a su lucha: los oprimidos, quienes son su mayor honra. Y, algo más, la referencia al liberalismo que se acaba de hacer no guarda relación  alguna con más fuerzas que las del pueblo. La miseria no es una condición del opresor, sino del oprimido; el primero la genera; el segundo, la sufre en carne propia. Tampoco ha habido sectores más perseguidos que aquellos que pertenecen a los oprimidos.


Reforzando su condición internacionalista, expresión indudable de amor a la humanidad en su conjunto, acota:

“No importa de que yo sea nacido en el interior de este País, pero eso fue para que yo mismo pudiera tener el conocimiento de todas partes, y de que no me hicieran el desfavor de considerarme Localista.”6

En la misma tónica, en sus conversaciones con Ramón de Belausteguigoitia Sandino expone:

“… no profesamos un nacionalismo excesivo. No queremos encerrarnos aquí solos [...] Tampoco pensamos que en el nacionalismo político, está toda la solución.  Por encima de la nación, la federación, continental, primero; luego más amplia, hasta llegar a la total.”7

Sandino no es ícono del liberalismo ni de ninguna reacción

Mostrándonos una faceta contraria a la que elementos de derecha han vertido de su persona, alejándolo de las concepciones revolucionarias para volverlo un ícono del liberalismo y de toda reacción, Sandino explica:

“Con Farabundo [Martí] conversé muchas veces sobre cuestiones políticas y sociales. Insistía en transformar mi lucha en una lucha por el socialismo.  Estaba de acuerdo con todas sus ideas y admiraba su talento, su sinceridad, pero le explicaba que por el momento, no era eso lo que cabía y que mi lucha debía seguir siendo nacionalista y antiimperialista. Le explicaba que lo primero era defender al pueblo nicaragüense de la garra imperialista, liberarlo de ella echando de nuestro suelo a esos perros y a las compañías yanquis, y que el siguiente paso era organizar a los obreros. Su entusiasmo y buena fe me dejaron una viva impresión y mucho lamenté su muerte.”8

El fundador del FSLN, Carlos Fonseca Amador, resalta estas palabras del héroe referidas a Farabundo Martí: “Nos separamos colmados de tristeza y en la mayor armonía, como dos hermanos que se quieren pero no pueden comprenderse”.9

Si lo anterior no bastara, veamos lo que Sandino expresa en carta a Humberto Barahona, el 27 de mayo de 1933:

“… no he renunciado a los derechos de ciudadano y mi programa está en pie y no liquidado como usted piensa […] / por otra parte, mientras Ud. huye llamarse comunista, yo lo declaro al Universo entero, con toda la fuerza de mi ser, que soy comunista racionalista.”10  
 
En la misma línea de lo arriba apuntado, como destaca Carlos Fonseca Amador, en las filas de Sandino “se entona el himno proletario “La Internacional””.11



II. Visión política. Las razones que l0 impulsaron a firmar la paz en 1933




Desmintiendo a Gustavo Alemán Bolaños


Aunque con lo que ya expuesto asoma con nitidez su gran visión política, deseamos mostrar el gran alcance y profundidad de la misma, valiéndonos de la forma en que Sandino comprende, explica y difunde la necesidad de la paz suscrita el dos de febrero de 1933.
 
A Sandino debe la América no sajona el que la atentatoria política imperialista -antigua política del big stick, llamada también del dólar-, haya sido sustituida por una humana política de buena vecindad.”12  

De esta forma, Gustavo Alemán Bolaños presenta al que llama “el libertador de la América Española”. ¿Hay ingenuidad en el autor de Sandino el Libertador (1980) -uno de los más importantes relatos históricos sobre la gesta de 1927-1934- cuando concibe la Buena Vecindad como política “humana”? No, no la hay, tan sólo está identificándose con el dominio imperialista, al que él da por desaparecido precisamente a partir de esa política. Más adelante, reafirma esta idea diciendo: “El imperialismo yanqui […] yace sepultado para siempre”  gracias a Sandino. 13

Como puede constatarse, a primera vista, hay acá un gran reconocimiento de la labor patriótica de Sandino; en cuanto a que a él se le debe considerar el hombre que hace posible el gran cambio de estrategia de Estados Unidos hacia América Latina. Pero, lo que para unos es tan sólo un cambio en la estrategia de dominación imperial, para Bolaños es el inicio de una auténtica Buena Vecindad. Y es aquí donde el autor enreda las cosas de mod flagrante: 

Primero, porque lo que sobrevino después del asesinato de Sandino no se parece a aquello por lo que él entrega su vida. Segundo, porque lo define como un político sin suficiente visión, lo que obliga al héroe a pronunciarse así: “.... Dentro de poco le probaré que somos visionarios”.14 

Veamos por qué Bolaños caracteriza a Sandino como un personaje sin suficiente visión política. 

El asunto está referido al supuesto que el Libertador no debió firmar el acta de paz de 1933, “torpemente concebida” según el autor. A su entender, Sandino no tuvo representantes  “del ideal que lo mantuvo” en la firma de la paz. Éstos fueron, por el contrario, “derrotistas de su ideal”. Debido a dicha circunstancia, el héroe asistió “a la claudicación que significa ese tratado...”15

Lo más criticable para Bolaños consiste en la participación de los representantes del liberalismo y el conservatismo en las conversaciones preliminares a la firma de la paz, pues cree que ésta debía ser arreglada, exclusivamente, entre Sandino y Sacasa.16 Pero Sandino le reprocha a Bolaños su negativa valoración del acuerdo de paz en los siguientes términos: 

“Es usted un injusto y se convierte en mi asesino moral, porque mata la ilusión que conservo intacta, para la restauración de nuestra autonomía nacional.”  Y concluye así: “… No nos anarquicemos, para que sigamos procurando la independencia efectiva de Nicaragua...”17

Por si esto fuera poco, en esta misma respuesta que Sandino da a Bolaños el 16 de Marzo de 1933, se explica porqué el primero firma la paz: 

Habla de cómo, tras la aparente desaparición de la intervención armada de Estados Unidos en Nicaragua, los ánimos del pueblo nicaragüense se enfrían porque, aunque sufre la intervención política y económica, “no la mira y lo peor, no la cree”. De esta suerte, los soldados del EDSNN se ven colocados en difíciles condiciones. Eso mientras el gobierno de Sacasa “se preparaba para recibir un empréstito de varios millones de dólares y reventarnos la madre a balazos”, afianzándose así la intervención estadounidense en el país, no sólo en el plano político y económico, sino también en el militar; ya supuestamente superado. Por otra parte, como el gobierno electo, el de Juan Bautista Sacasa, se ve favorecido con el voto de los liberales leoneses, las filas sandinistas “tenían que minorarse”, lo que coincide con el agotamiento de recursos económicos y bélicos, así como con la dificultad de seguir utilizando de refugio el territorio hondureño por la guerra que en él ha estallado... Una situación semejante se registra en ese entonces en El Salvador.  Por todo lo señalado, concluye la carta, sus tropas habrían “tenido un fracaso” de continuar, tras el retiro de los marines, manteniendo la lucha en el plano militar.18 

Pero estas circunstancias, como puede constatarse, fueron soslayadas por Alemán Bolaños.

Comentando el abrazo que, tras la paz, Sandino envía a Chamorro, Díaz y Moncada, el mentado autor habla de un líder “embobado”. Más adelante, anota que “observadores  perspicaces” de lo que tiene lugar en América, estiman “que Sandino y su causa fueron burlados […]  por un ardid conservador”. Pero luego dice, sin embargo, que la paz sí tiene frutos: “En Nicaragua no hubo más guerras intestinas, y aunque es verdad que se edificó una tiranía ello es transitorio”.19  

De acuerdo a esto, se puede concluir que la tiranía somocista no es una creación imperialista, sino un fenómeno de raíces internas. 

La interpretación que Alemán Bolaños hace de las declaraciones públicas de Sandino es mecánica y superficial. No puede esperarse que, en un momento trascendental de la historia de un país –Nicaragua, en este caso- se hagan declaraciones públicas comprometedoras que puedan servir de pasto al amarillismo y a la exacerbación de intrigas palaciegas. Sandino no puede hacer declaraciones belicosas que puedan usarse en contra de su causa. En consecuencia, debe cuidar su lenguaje público. 

Por ello, tomar al pie de la letra que, en un momento dado, diga que su “misión como guerrero” ha terminado el dos de febrero de 1933, y que su puesto, en adelante, estará “en la agricultura y el trabajo”20 resulte erróneo; en el mejor de los casos, ingenuo; en el peor de ellos, malintencionado. 

Sandino está más que claro que las cosas están lejos de arreglarse en Nicaragua. Es tan así que a esta pregunta que, el 3 de febrero de 1933, le hace el periodista conservador Adolfo Calero Orozco: “-¿Cree Ud., general, que ya no se disparará un tiro en las Segovias?” Sandino responde: “-No será disparado de parte del Ejército Autonomista.”21

Más aún, Sandino sabe que los firmantes de la paz que representan al Partido Liberal y Conservador en ella, lo hicieron “por fórmula protocolaria y no por voluntad”.22  

Profundicemos nuestra percepción de las cosas para no sacarlas de contexto, ni tomarlas, forzosamente, al pie de la letra, como lo hace Alemán Bolaños.

El peligro que encierra la Guardia Nacional

Sofonías Salvatierra, pese a sus anhelos de paz, en su Sandino o la Tragedia de un Pueblo (1934), no dejaba de advertir que la “Guardia Nacional no era una garantía [para la paz], porque ya, en los primeros días de enero [de 1933], casi inmediatamente después de haber recibido el poder el doctor Sacasa, fué suspendida y desbaratada la primera conspiración subversiva de ese cuerpo militar”,23 mismo al que, en adelante, solo llamaremos por sus siglas [GN].

Y Sandino, justamente porque capta en toda su dimensión que la GN significa un gran peligro para la paz del país en general y para la existencia del gobierno sacasista, en particular; en diciembre de 1932, es decir, poco antes de la conspiración señalada, escribe a Salvatierra una carta expresándole la oportunidad del Presidente para llegar a un entendimiento con su Ejército Libertario, “para no seguir en condiciones de pelele, ya que en otro caso quedará para juguete de los chiquillos.” Sandino buscaba, entonces, un resquicio, la menor posibilidad para aislar a la GN. De ahí que hablara de un factible “entendimiento patriótico”.24 

No se ve acá, entonces, al Sandino sin visión del que antes hablara Alemán Bolaños.

Somoza García contra la Paz

Más significativo que lo arriba señalado, es la posición rotundamente en contra de la paz de 1933 de parte de Anastasio Somoza García. En ella, éste percibe un claro peligro para la existencia de la GN que él encabeza: 

“La paz estaba acordada en el papel, pero no en el alma de los nicaragüenses -escribe-, que contemplaban el rifle homicida en las manos de los viejos soldados de Sandino, autorizados ahora, por un convenio que pudo llevar a Nicaragua a las mayores desgracias...”  Y concluye así: “El calvario de las Segovias continuó, ahora legalizado por los dos partidos históricos”.25 

Lo que Somoza ve en el acuerdo de paz

El resquicio, contemplado por Sandino, de meter en cintura a la GN, mediante una alianza con el Ejecutivo, es razón suficiente para que Somoza se manifieste contrario al convenio de paz que, en parte, contempla la existencia de un resguardo de cien hombres proveniente del Ejército Libertario. Ese resquicio es la base para que Sacasa consienta la creación de una ley orgánica y que los reglamentos que rigen a la GN se corrijan en breve, a fin de que la existencia de este cuerpo se amolde a la Constitución. Mientras tanto, Sacasa dispone mantener  “en los departamentos del Norte un Delegado del Ejecutivo y de la Comandancia General a cuya orden directa daré el encargo especial de recoger todos las armas que se hallan fuera del control del gobierno, así como el de atender con solicitud a la protección de los hombres que militaron bajo el mando de usted” [Sandino].26 

El Delegado del Ejecutivo al que Sacasa hace referencia es el general sandinista Horacio Portocarrero. ¿Cómo interpreta Somoza este nombramiento? Leámoslo:

La reacción de Somoza García

Conociendo sobre el nombramiento acusado, Somoza García se dirige a la Presidencia a expresar su total desacuerdo con ello, puesto que significa poner “toda la fuerza armada, comprendiendo la Guardia Nacional de los cuatro departamentos [los segovianos], bajo las órdenes inmediatas y directas del Delegado del Ejecutivo y de la Comandancia General, señor Portocarrero, o lo que era lo mismo, a las órdenes del propio Sandino, que de esa manera se hacía Jefe de la Guardia Nacional en aquella sección del país...”27 

El nombramiento en cuestión es hecho, ni más ni menos, el veinte de febrero de 1934. ¿Es casual que el asesinato de Sandino se perpetrara al día siguiente? 

Salvatierra propone a Sandino irse del país

Salvatierra refiere que las constantes tensiones que la GN provoca tras la firma de la paz lo llevan a proponerle a Sandino que abandone el país. Este último no acepta, claro está.  Lo interesante del caso, si nos atenemos al relato del autor, es que el mismo Sacasa “tampoco lo quería; el país necesitaba a Sandino en las Segovias, para llevar adelante el plan presidencial de la paz sin sangre”.28

Sandino no confía en Sacasa

Debe señalarse que pese a declaraciones positivas que, en alguno que otro momento, Sandino expresa en torno a Juan Bautista Sacasa, no confía en éste para nada. En enero de 1932, en un Manifiesto sostiene: “esperar la dignidad patria de Chamorro y Díaz, o Espinoza y Sacasa es, compatriotas, la peor majadería…”29

Justo el 1º de febrero de 1933, contemplando la posibilidad que Sacasa tiene de actuar con cordura y pueda, sobre esa base, frenar la guerra interventora, el héroe, en acuerdo con los jefes que le acompañan en el Cuartel General Provisional de su Ejército, decide ir a conferenciar con él la firma de la paz. Y sentencia que de no aceptarse “las patrióticas bases que nuestro Ejército propone, y antes bien optan por querer impedir mi regreso, todo nuestro Ejército continuará la lucha, cayendo las responsabilidades sobre el propio Dr. Sacasa.”30  

Más tarde, en junio del mismo año, siendo consciente del papel criminal de la GN, Sandino observa con agudeza que antes de convertirse en una “ficha jugable” en correspondencia con las conveniencias del Departamento de Estado de EEUU, Sacasa “tiene la obligación de armar a la población civil de la República, y ordenar a cualquier renegado la entrega de armas.”31    

Y el 7 de agosto de 1933, desde Wiwilí, le escribe a Sacasa, en relación con el incendio de los arsenales de guerra de su Gobierno en Managua y León, una carta en la que, en parte, se lee:

“Al recibir la referida noticia, hemos empuñado nuevamente las armas y hemos girado órdenes simultaneas a todas nuestra gente, que ya está lista para marchar donde el deber nos lo impone.” Señala, por otra parte, que tiene “un poco más de seiscientos hombres escalonados en esta montaña.”32  

Consecuentemente, la firma de la paz no encerró para nada el fin de toda lucha por parte de Sandino. Por ello, aclara:  

“Soy independiente del Gobierno y la paz se firmó para evitar el regreso de la intervención armada que apenas estaba detrás de la puerta, esperando regresar antes de un año, porque se imaginaron que continuaríamos la guerra entre nosotros mismos [...] Ese es el secreto por el cual no salgo del norte, para estar pendiente de todos los momentos en que se presente la oportunidad de restaurar también nuestra independencia política y económica.”33

III. Espiritualidad terrenal. Un breve examen




Coincidimos, en general, con el señalamiento que  para tener un conocimiento más profundo de la lucha del héroe de las Segovias debemos partir de lo espiritual, porque es ahí donde está su principal tanque de oxígeno.”34 Sin embargo, debemos precisar, al menos un poco, el asunto; sin mayores propósitos dentro de los límites del presente escrito.

En esta línea, nos parece necesario conocer estos planteos que hace Michael Lowy respecto al pensamiento de José Carlos Mariátegui: Lowy plantea que la palabra “mística”, usada con frecuencia por el segundo, posee un “origen religioso”, empero, acota que posee “una significación más amplia” referida “a la dimensión espiritual y ética del socialismo, a la fe en el combate revolucionario, al compromiso total por la causa emancipadora, a la disposición heroica a poner en riesgo la propia vida.”35

A nuestro modo de ver, lo arriba señalado encaja por completo en el ser, pensamiento y sentir de Sandino. Sin embargo, insistimos en que, por más que se trate de una emoción religiosa, no deja de tener, jamás, una naturaleza terrenal. Por ello, la búsqueda revolucionaria de la felicidad, a nuestro entender, no se produce esencialmente allá en el infinito, sino acá, en el mundo material y social, con todos sus contenidos. Esto no niega que las personas, sean o no revolucionarias, tengan fe, o no, en el más allá. Revolución y fe no tienen por qué, forzosamente, confrontarse. Y la revolución sandinista, probablemente, más que ninguna otra, ha probado esto con creces en todas sus etapas de desarrollo.36  

Lo más importante para un proceso revolucionario es la unidad de sus fuerzas, yendo más allá de sus diferencias en torno a la existencia de dios; más allá, entonces, de la trascendencia que pueda tener la vida después de la muerte.

Espiritualidad asentada en el amor a los pueblos

La comprensión de la espiritualidad, basada en el amor, nos acerca decididamente a la que observamos en Sandino. Sin embargo, mantenemos que la que él expone profusamente en sus documentos, se asienta en su identificación plena con los anhelos, intereses y sueños del pueblo oprimido, cualquiera que éste sea. De ahí que el amor que profesa hacia los obreros, campesinos, artesanos y estudiantes nicaragüenses, lo profese también hacia los explotados de la tierra en su conjunto.

Lejos de actuar como un demagogo del amor al prójimo; del amor a su pueblo, a los pueblos todos; el héroe se muestra como un ejemplo a seguir en función de la felicidad real del género humano, a lo Bolívar, del que se estima hijo. Pero ya veremos que su espiritualidad no tiene como base una mística etérea hacia lo divino, sino, justamente, la entrega total de su vida a los humildes, a los oprimidos a los que han vivido postergados y humillados por los usurpadores de la riqueza. No sólo porque diga diáfanamente que “…ante la Patria y ante la Historia” jura que su “espada defenderá el decoro nacional y dará la redención a los oprimidos”,37 sino porque fundamenta las causas de la opresión:

“La tierra produce todo lo necesario para la alegría y comodidades del género humano, pero, como hemos dicho, por largos millones de siglos la injusticia se enseñoreó sobre la tierra y las grandes existencias de lo necesario para la vida del género humano han estado en manos de unos pocos señorones, y la gran mayoría de los pueblos careciendo hasta de lo indispensable y quizás hasta se han muerto de hambre, después de haber producido con su sudor lo que otros derrochan con francachela, pero ya habrá justicia y la guerra de los opresores de pueblos libres será matada por la guerra de libertadores, y después habrá justicia y como consecuencia habrá paz sobre la tierra.”38

Orlando Núñez Soto expresa que hablar de la ética política y libertaria de Sandino significa hacer referencia “a dos principios que […] sintetizan el ideario sandinista y que han venido ganando cada vez mayor opinión, tanto en Nicaragua como en América Latina […]: la Soberanía Nacional + la Justicia Social.” 39 

Pero sigamos con otros planteos acerca de cómo expresa el héroe su espiritualidad, tan distinta a la que pregona la sociedad opresora:

Negación del fin del mundo

A Ramón de Belausteguigoitia, quien lo interroga con insistencia sobre sus creencias, le expresa: … las religiones son cosas del pasado. Nosotros nos guiamos por la razón. Lo que necesitan nuestros indios es instrucción y cultura para conocerse, respetarse y amarse.”40

En su manifiesto Luz  y Verdad, del 15 de febrero de 1931, explica: “No es cierto que San Vicente tenga que venir a tocar trompeta, ni es cierto que la tierra vaya a estallar y que después se hundirá, no.  Lo que ocurrirá es lo siguiente: / “Que los pueblos oprimidos, romperán las cadenas de la humillación, con que nos han querido tener postergados los imperialistas de la tierra. / Las trompetas que se oirán van a ser los clarines de guerra, entonando los himnos de la libertad de los pueblos oprimidos contra la injusticia de los opresores.”41

Permítasenos una digresión para anotar que carecen de todo fundamento las posiciones de Wolker Wünderich sosteniendo que Sandino, al hablar en los términos expuestos, sólo quería “alcanzar algún efecto con su propaganda nacionalista entre la población de las montañas de las Segovias, [porque] tenía que transmitir de manera práctica y gráfica esta meta social junto con el discurso abstracto acerca de la nación”.42

Sandino, ciertamente, busca ser práctico en todo, incluso a la hora de exponer sus ideas. Su discurso, en cuanto a la forma, varía en dependencia de su interlocutor. De un modo le habla a un mandatario; de otro, a las fuerzas de afuera que respaldan su causa; es cortante con los enemigos; con la prensa -nacional o extranjera-, es cauto; busca la mayor sencillez posible para hablarle a sus compañeros de armas. Pero no escribe, ni dice nada por mera propaganda, mucho menos por demagogia. Es tan así que siempre manifiesta que su vida está llena de peligros, pero que él está dispuesto a sortearlos hasta el fin. Su asesinato es más que prueba fehaciente de ello.

Merece igualmente un mentís que este mismo autor, en toda su obra, coloque como centro de todo el pensamiento de Sandino al liberalismo, mismo que, al parecer, interpreta mecánicamente. No en vano, en carta a Hernán Laborde el héroe dice con nitidez lo que él pretende al hablar de liberalismo:

“…hemos logrado con nuestra actitud –manifiesta el héroe- reorientar la lucha nacionalista por el Partido Liberal, y como usted comprende, el liberalismo reúne en sus filas distintas capas sociales y si en estos momentos hacemos diferenciaciones entre esas capas, solamente iremos contra la lógica en nuestro propio perjuicio.”43

Moral aterrizada

Su interpretación de la moral es también terrenal, no la comprende como algo dado de una vez y para siempre, ni tampoco como única entre los seres humanos. Por lo demás, está intrínsecamente vinculada con todos los aspectos que contienen su pensamiento, su lucha y su sentir. Todo en él conforma, de esta suerte, un solo engranaje que pone en función de los oprimidos.  

En mensaje dirigido a Abraham Rivera, Sandino explica:

“Tengo todo el cabal concepto de la moral inmoral de la actual sociedad de la tierra, pero sin embargo, si hemos de corregir a esos inmorales, necesitamos de llenar los requisitos necesarios para podernos introducirnos en ellos. / No existe más matrimonio ante las leyes divinas que el del amor puro y libre, sin ritos de ninguna clase, pero no podremos salirnos en estos momentos de las leyes de los hombres y tenemos que aceptarlas.”44

Así las cosas, no resulta para nada fortuito o casual que, sin cortapisas, diga en otra carta, también de febrero de 1931, al mismo coronel Abraham Rivera, estas palabras:

“Posiblemente que nosotros llegaremos a tener la oportunidad de controlar militar, civil y religiosamente a nuestra república.  En aquellos felices días para nuestro pueblo tendrá lugar entre nosotros un análisis de todo lo que nos estorbe, para el progreso humano, y eso será barrido por nosotros con escobas de bayonetas. En esta ocasión me refiero a los sacerdotes que estén en el Río Coco.”

Antes, además, le dice:

En lo relativo a los hueviadores, que no le apenen porque es la natural consecuencia de un pueblo que ha vivido oprimido y de que antes nunca tuvo oportunidad de vivir con holgura porque nuestros infelices anteriores Gobiernos consintieron que viviéramos alquilados como mulas a los imperialistas yanquis y algotros [sic] explotadores de mala fe.”45

Y en mayo de 1931, a otro de sus hombres, José Hilario Chavarría, también a través de una carta, le explica:

“Nuestra ignorancia ha sido siempre explotada por los pícaros, quienes han vivido de la sangre del pueblo. / “Nuestra guerra, es guerra de Libertadores, para matar la guerra de los opresores. /La guerra fue creada por los mismos sacerdotes [...] 

“Por eso mismo Ud., verá que en estos momentos el Clero está aliado con los banqueros yanquis, y que por eso han venido muchos canónigos y otra clase de porquerías a las Segovias predicando mansedumbre en los humildes segovianos para que acepten la humillación de los banqueros yanquis”.46

No hay nada que sustente así que el autor Wolker Wünderich diga que Sandino era un hombre religioso, al menos no a la vieja usanza, como él lo da a entender.47




[1] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Editorial Nueva Nicaragua. Managua, 1981. “Conversación en Niquinohomo relatada por Nicolás Arrieta”. Noviembre de 1933. p. 362.
[2] El pensamiento vivo de Augusto C. Sandino. Con introducción, y notas de Sergio Ramírez. 2da. Edición, revisada y ampliada. Tomo 1. Editorial Nueva Nicaragua, Managua. 1984. “A Froylan Turcios”. 8 de mayo de 1928.  pp. 262-263.
[3] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Editorial Nueva Nicaragua. Ob. cit. “Carta a Willy Munsenberg”. 6 de febrero de 1930. pp. 62-63.
[4] Ibíd. “Carta A Simón Larrache”. 3 de marzo de 1933. p. 86.
[5] El pensamiento vivo de Augusto C. Sandino. Tomo 1. Ob. cit. “A los nicaragüenses, a los centroamericanos, a la Raza Indohispana”. Manifiesto.  Minerales de San Albino. 1º Julio 1927. Ob. cit. p. 117.
[6] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Ob. cit. “Carta a José Hilario Chavarría”. 12 de mayo de 1931. p. 175.
[7] Ibíd. “Conversaciones con Ramón de Belausteguigoitia”. Febrero de 1933. p. 300.
[8] Ibíd. “Conversación en Niquinohomo relatada por Nicolás Arrieta”. Noviembre de 1933. p. 366.
[9] Carlos Fonseca. “Síntesis de algunos problemas actuales”. En Obras. Tomo 1. Bajo la Bandera del Sandinismo. Editorial Nueva Nicaragua. Colección pensamiento vivo. 1982. p. 111
[10] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Ob. cit. “Carta a Humberto Barahona”. 27 de mayo de 1933. p. 338.
[11] Carlos Fonseca. “Sandino, guerrillero proletario”. En Obras. Tomo 1. Ob. cit. p. 378.
[12]  Alemán Bolaños, Gustavo. Sandino el Libertador. Editorial Nueva Década. San José, Costa Rica, 1980. p. 9.
[13] ibíd. p. 11.
[14] Ibíd. p. 159.
[15] Ibíd. pp. 155-156.
[16] Ibíd. pp. 159.
[17] Ibíd. p. 160.
[18] Ibíd. pp. 160-161
[19] Ibíd. pp. 164, 167, 172.
[20] Ibíd. p. 211.
[21] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Ob. cit. “Entrevista con Adolfo Calero Portocarrero”. 3 de febrero de 1933. pp. 281-282.
[22] “Manifiesto a los pueblos de la tierra y en particular al de Nicaragua”. 13 de marzo de 1933. Ibíd. p. 306.
[23] Sofonías Salvatierra. Sandino o la tragedia de un pueblo. Talleres Litográficos Maltez Representaciones, S.A. Marzo de 1980.  p. 98.
[24] Ibíd. pp. 108, 115.
[25] Somoza, A. El verdadero Sandino o el calvario de Las Segovias. 2da edición. Edit. y Lito. “San José”. S.A.- Managua, Nic., C.A., 1976.   pp. 454-455.
[26] Ibíd. p. 561.
[27] Ibíd. pp. 561-562.
[28] Salvatierra, Sofonías. Ob. cit. p. 231.
[29] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Ob. cit. “Manifiesto”. Enero de 1933. p. 213.
[30] Ibíd. Proclama. 1º de febrero de 1933.
[31] Ibíd. “Nicaragua Tímida”. 10 de junio de 1933. p. 341. 
[32] Ibíd. “Carta a Juan Bautista Sacasa”. 7 de agosto de 1933. p. 345.
[33] Ibíd. “Carta a Lidia de Barahona”. 15 de marzo de 1933. p. 328.
[34] Augusto Puertas. “SANDINO, ENIGMA PARA UN DEBATE”. http://tortillaconsal.com/tortilla/es/node/12928
[35] Michael Löwy . “Comunismo y religión: La mística revolucionaria de José Carlos Mariátegui”. http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-51/comunismo-y-religion-la-mistica-revolucionaria-de-jose-carlos-mariategui
[36]Al respecto véase, Orlando Núñez Téllez. “Espiritualidad, ética política, mística sandinista”. Revista Correo Nº 29.
[37] A. C. Sandino. El pensamiento vivo. Tomo 1. “A los nicaragüenses, a los centroamericanos, a la Raza Indohispana”. Manifiesto.  Minerales de San Albino. 1º Julio 1927. Ob. cit. pp. 117-119.    
[38] A. C. Sandino. El pensamiento vivo. Ob. cit. Tomo 2. “Carta al coronel Abraham Rivera”. 14 de octubre de 1930. p. 147.
[39] Orlando Núñez Téllez. Ob. cit.
[40] Ibíd. “Conversaciones con Ramón de Belausteguigoitia”. p. 289.
[41] Ibíd. “Manifiesto Luz y Verdad”. 15 de febrero de 1931.pp. 159-160.
[42] Wolker Wünderich. SANDINO. Una biografía política. Editorial Nueva Nicaragua. Managua, 1995. p. 80.
[43] Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 2. Ob. cit. “Carta a Hernán Laborde”, 2 de enero de 1930. p. 31.
[44] Ibíd. “Carta al Coronel Abraham Rivera”. 21 de febrero de 1931. p. 161.
[45] Ibíd. “Carta al Coronel Abraham Rivera”. 22 de febrero de 1931. p. 163.
[46] Ibíd. “Carta a Lidia de Barahona”. 12 de mayo de 1931. pp. 174-175.
[47] Wolker Wünderich. SANDINO. Una biografía política. Ob. cit. p. 130.

Seguidores

Vistas de página en total