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sábado, 19 de enero de 2013

¿QUÉ ES Y QUÉ REPRESENTA EL TSJ EN VENEZUELA?



¿QUÉ ES Y QUÉ REPRESENTA EL TSJ EN VENEZUELA?
Javier Del Valle Monagas Maita


Un País, una Nación, un Estado libre, al igual que una persona natural, es tal cosa, en la medida que su integridad, independencia y soberanía, dependan única y exclusivamente de su voluntad individual.  Como se sabe, un Estado es la unidad conformada por un colectivo humano, que junto a un cuerpo de leyes y un territorio, dan forma específica a un gentilicio. En el caso nuestro: somos venezolanos, porque nacimos y nos desarrollamos en un país llamado Venezuela. Aquí sufrimos, aquí gozamos, aquí reímos, aquí lloramos, aquí cantamos, aquí laboramos, aquí vivimos y aquí morimos.  Pero la colectividad que forma parte de la unidad, a la que se le llama pueblo, decidió por mayoría aplastante ser una nación libre, soberana, e independiente, con sus virtudes y sus defectos. Pero son nuestras virtudes y nuestros defectos. No con normas y  decisiones impuestas desde fuera de nuestras fronteras. Y esa realidad no la pueden alterar ni minorías, ni intereses extranjeros injerencistas


El TSJ: Es el ente, la cabeza, de uno de los poderes soberanos de nuestro estado. Me refiero al poder judicial. Dentro de sus facultades constitucionales está la de ser el órgano que dirime las diferencias interpretativas de las leyes y preceptos constitucionales, que en su momento puedan ser objeto de manoseo  por parte de intereses que quieran desviar alguna interpretación de sus normas para fines diferentes al deber ser.


La jurisprudencia es, por lo tanto, norma que da forma y evita las interpretaciones dubitativas, a los fines que la ley sirva de cauce por donde fluyan las acciones jurídicas. Ese TSJ, sentó jurisprudencia, respecto a una situación que, en circunstancias normales, no tendría trascendencia, si se tratara de posesionar intereses de la derecha o grupos de poderes económicos, serviles de poderes (valga la redundancia) foráneos en nuestro país, refiero al acto de juramentación del Presidente reelecto de Venezuela. Debemos resaltar -por su importancia-,  que la constitución de la que hablo, es la única votada, refrendada, por el pueblo, de forma protagónica y participativa, y que el TSJ, es parte integral de esa constitución para cumplir la función antes señalada. No se puede, por lo tanto, aceptar y acatar las decisiones de ese alto tribunal, cuando nos conviene y desecharlas cuando no es de nuestro interés particular o grupal. Así no funciona un poder de un estado soberano. 


Es público y notorio, que la figura del estado, viene siendo atacada desde hace tiempo por intereses transnacionales políticos, económicos y militares, a los fines de imponer un supra gobierno mundial regido por mafias maquiavélicas que se pretenden: súper poder, súper policías y súper estados transnacionales a los fines de controlar y poseer todo. Esa es la causa de la actual crisis económica mundial, y que ha dado al traste con la capacidad de los pueblos para elegir sus gobernantes – véase Grecia, Italia, Portugal, España, Libia, Siria, Iraq, Afganistán, ETC.


Existen gobiernos que representan a estados domados, sometidos, apresados; cuyo accionar está determinado por intereses foráneos a sus espacios naturales.  Esos estados títeres, con organismos y funcionarios títeres, a lo externo, obedecen  a quienes les mantienen subyugados y, por lo tanto, su voz no es propia, es voz ajena. Así también los vemos como a lo interno, maltratan a sus pueblos, los vejan, los reprimen, les desconocen sus derechos, les imponen leyes contrarias a una verdadera democracia y hasta los proscriben como pueblos.  Esos son los llamados estados parias, estados dependientes y débiles. Son los que sirven de mandaderos de las órdenes del imperialismo sionista yanqui, para atacar a los estados soberanos y dignos que no se postran a los intereses de las mafias económicas internacionales.


¿Por qué esos intereses y personeros (muchos, simples leguleyos) que hoy se baten contra el proceso democratísimo de Venezuela y de la decisión del TSJ. No se rasgaron sus pútridas vestiduras, cuando,  ante un golpe de estado clarísimo y obvio, para salvar el pellejo de los cobardes golpistas asesinos en el 2002, sólo dictaminó cantinflescamente que “hubo vacío de poder y que los cobardísimos estaban preñados de buenas intenciones”?


No voy a defender a quienes, se pueden defender solos,  pero si debo decir que la mayoría de esos esperpentos leguleyistas, desconocedores interesados de las normas -que ante la falta de argumentos jurídicos, atacan a la presidente y demás magistrados del TSJ- no calzan lo suficiente, moral, ética y profesionalmente, para descalificar a la magistrada Luisa Estela Morales. Y créanme o no, eso – modestamente- lo afirma una voz autorizada para decirlo.  Doy gracias también al excelentísimo – aquí si calza el calificativo - embajador Roy Chaderton, por su sapiencia y contundencia al defender a su país y su noble presidente.


Si es entonces legal, debe acatarse la soberana decisión del TSJ, AMEN de que es avalada POR EL PODER CONSTITUIDOR: EL PUEBLO. Por lo tanto, es inapelable y su desconocimiento implica delito. Por otra parte, ese es asunto que atañe única y exclusivamente a los venezolanos, lo demás sobra y estorba.







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