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domingo, 15 de julio de 2012

EL "INSTANTE" DE LA REVOLUCIÓN


Viernes, 13 de julio de 2012 


La historia no contada de Lenin y la Revolución rusa 
EL "INSTANTE" DE LA REVOLUCIÓN
Por Slavoj Zizek 


La primera reacción pública ante la idea de reactualizar a Lenin es, claro, un ataque de risa sarcástica: Marx vale; hoy en día incluso en Wall Street hay gente que le adora. Marx, el poeta de las mercancías; Marx, el que proporcionó perfectas descripciones de la dinámica capitalista; pero Lenin, no, !no puedes ir en serio...! 


La primera reacción pública ante la idea de reactualizar a Lenin es, claro, un ataque de risa sarcástica: Marx vale; hoy en día incluso en Wall Street hay gente que le adora. Marx, el poeta de las mercancías; Marx, el que proporcionó perfectas descripciones de la dinámica capitalista; Marx, el que retrató la alienación y reificación de nuestras vidas cotidianas, pero Lenin, no, !no puedes ir en serio! ¿No representa Lenin precisamente el FRACASO a la hora de poner en práctica el marxismo, la gran catástrofe que dejó huella en la política mundial de todo el siglo XX, el experimento de socialismo real que culminó en una dictadura económicamente ineficaz? 
De modo que, de haber algún consenso en (lo que queda de) la izquierda radical de hoy en día, este estriba en la idea de que, para resucitar el proyecto político radical, habría que dejar atrás el legado leninista: la inquebrantable atención a la lucha de clases, el partido como forma privilegiada de organización, la toma revolucionaria y violenta del poder, la consiguiente "dictadura del proletariado"... no constituyen todos estos ”conceptos zombi” que hay que abandonar si la izquierda quiere tener alguna oportunidad bajo las condiciones del capitalismo tardío a posindustrial?


El problema con este argumento aparentemente convincente es que suscribe con demasiada facilidad la imagen heredada de un Lenin, sabio dirigente revolucionario, que, después de formular las coordenadas básicas de su pensamiento y práctica en el “¿Qué hacer?” se limitó a aplicarlas consiguiente e implacablemente. 


¿Y si hubiera otra historia que contar sobre Lenin? Es cierto que la izquierda de hoy en día está atravesando una experiencia devastadora del fin de toda una época del movimiento progresista, una experiencia que la obliga a reinventar las coordenadas básicas de su proyecto: sin embargo, una experiencia exactamente homóloga fue la que dio origen al leninismo. Recuerden la conmoción de Lenin cuando, en otoño de 1914, todos los partidos socialdemócratas europeos (con la honorable excepción de los bolcheviques rusos y de los socialdemócratas serbios) adoptaron la "línea patriótica". Lenin llegó a pensar que el número de Vorwarts, el diario de la socialdemocracia alemana, que informaba de como los socialdemócratas habían votado en elReichstag a favor de los créditos militares era una falsificación de la policía secreta rusa destinada a engañar a los obreros rusos. En aquella época del conflicto militar que dividió en dos el continente europeo, !que difícil era rechazar la idea de que había que tomar partido en este conflicto y luchar contra el ”fervor patriótico” en el propio país! !Cuantas grandes cabezas (incluida la de Freud) sucumbieron a la tentación nacionalista, aunque solo fuera por un par de semanas!


Esta conmoción de 1914 fue, por expresarlo en palabras de Alain Badiou. un desastre, una catástrofe en la que desapareció un mundo entero: no solo la idílica fe burguesa en el progreso, sino TAMBIEN el movimiento socialista que la acompañaba. El propio Lenin (el Lenin de ¿Qué hacer?) sintió que se hundía el suelo bajo los pies; no hay, en su reacción desesperada, ninguna satisfacción, ningún "!Os lo dije!”. Esta catástrofe abrió el escenario para el acontecimiento leninista, para romper el historicismo evolutivo de la Segunda Internacional, y solo Lenin estuvo a la altura de esta apertura, solo él articuló la Verdad de la catástrofe. En este momento de desesperación nació el Lenin que, dando un rodeo por la atenta lectura de la Lógica de Hegel, fue capaz de identificar la oportunidad única de la revolución. 


Resulta crucial hacer hincapie en esta relevancia de la "alta teoría" para la lucha política más concreta hoy, cuando hasta a un intelectual tan comprometido como Noam Chomsky le gusta recalcar la poca importancia que tiene el conocimiento teórico para la lucha política progresista: ¿de qué sirve estudiar grandes textos filosóficos y socioteóricos para la lucha de hoy en día contra el modelo neoliberal de globalización? ¿No estamos tratando o bien hechos evidentes (que no hay más que hacer públicos, algo que Chomsky está haciendo en sus numerosos textos políticos) o bien una complejidad tan incomprensible que no podemos entender nada? Contra esta tentación anti teórica, no basta con llamar la atención sobre la gran cantidad de presupuestos teóricos existentes acerca de la libertad, el poder y la sociedad, que abundan también en los textos políticos de Chomsky; cabe sostener que es más importante ver cómo, hoy en día, quizá por primera vez en la historia de la humanidad, nuestra experiencia cotidiana (de la biogenética, la ecología, el ciberespacio y la realidad virtual) nos obliga a TODOS a enfrentarnos a los temas filosóficos esenciales sobre la naturaleza de la libertad y la identidad humana, etc. 


Volviendo a Lenin, su libro "El Estado y la revolución" es el correlato estricto de esta experiencia devastadora de 1914. La absoluta implicación subjetiva de Lenin en ella queda clara desde su célebre carta a Kamenev de julio de 1917:


“Entre nous ["entre nosotros"]: si me matan, te pido que publiques mi cuaderno "El marxismo y el Estado" (que abandoné en Estocolmo). Esta forrado con una cubierta azul. Se trata de una recopilación de todas las citas de Marx y Engels, asi como de Kautsky contra Pannekoek. Hay una serie de observaciones y notas, formulaciones. Creo que con una semana de trabajo se podría publicar. Lo considero importante porque no solo Plejanov, sino tambien Kautsky están equivocados. Condicion: todo esto es entre nous”.


La implicación existencial es aquí extrema, y el núcleo de la "utopia" leninista surge a partir de las cenizas de la catástrofe de 1914, en su ajuste de cuentas con la ortodoxia de la Segunda Internacional: el imperativo radical de aplastar el Estado burgués, lo cual significa el Estado COMO TAL, e inventar una nueva forma social común sin ejército, policía o burocracia permanentes, en la que todos pudieran participar en la administración de los asuntos sociales. Esto no era para Lenin un proyecto teórico para un futuro remoto, ya que en octubre de 1917 Lenin proclamó que "ahora mismo podemos poner en marcha un aparato estatal constituido por 10, si no 20, millones de personas". Este impulso del momento es la verdadera utopía. Con lo que habría que quedarse es con la LOCURA (en sentido kierkegaardiano estricto) de esta utopía leninista, mientras que el estalinismo representa, si acaso, un retorno del "sentido común"realista. Es imposible sobrestimar el potencial explosivo de "El Estado y la revolución", en el que "se prescinde abruptamente del vocabulario y de la gramática de la tradición occidental de la política".


Lo que vino a continuación puede llamarse, apropiándonos del título del texto de Althusser sobre Maquiavelo, la solitude de Lenine [la soledad de Lenin]: un periodo en el que este se encontró básicamente solo, luchando contra la corriente en su propio partido. 


Cuando, en sus "Tesis de abril" de 1917, Lenin identificaba el Augenblick, -la oportunidad unica para una revolución -, sus propuestas se toparon primero con el estupor o el desdén de la gran mayoría de compañeros de partido. Dentro del partido bolchevique, ningún dirigente destacado respaldaba su llamamiento a la revolución y Pravda tomó la extraordinaria medida de disociar al partido, y al consejo de redacción en su totalidad, de las "Tesis de abril" de Lenin. Lejos de ser un oportunista que halagaba y explotaba los ánimos imperantes entre el pueblo, las visiones de Lenin eran sumamente idiosincraticas. Bogdanov caracterizo las "Tesis de abril" como"el delirio de un loco" y la propia Nadezhda Krupskaya concluyó que"temo que parezca como si Lenin se hubiera vuelto loco".


En febrero de 1917, Lenin era un emigrante político semianónimo, desamparado en Zurich, sin ningún contacto fiable con Rusia, que se enteraba la mayoría de las veces de los acontecimientos a través de la prensa suiza; en octubre, dirigió la primera revolución socialista exitosa: así que ¿que sucedió entre medias? En febrero, Lenin percibió de manera inmediata la oportunidad revolucionaria, resultado de circunstancias contingentes únicas. Si no se aprovechaba el momento, la oportunidad de revolución se habría perdido, quizá por décadas. En su testaruda insistencia en que había que arriesgarse y pasar a la siguiente fase, es decir, REPETIR la revolución, Leninestaba solo, ridiculizado por la mayorÍa de los miembros del Comité Central de su propio partido: no obstante, por más indispensable que fuera la intervención personal de Lenin, no se debería modificar la historia de la Revolución de Octubre para convertirla en la del genio solitario enfrentado a las masas desorientadas que paulatinamente va imponiendo su visión. Lenin tuvo éxito porque su llamamiento, soslayando a la nomenklatura de partido, encontró eco en lo que uno se siente tentado a llamar micropolítica revolucionaria: la increíble explosión de democracia de base, de comités locales que empezaban a aparecer inesperadamente por todas las grandes ciudades de Rusia y que, al mismo tiempo que ignoraban la autoridad del gobierno "legítimo", tomaban las cosas en sus manos. 


Esta es la historia no contada de la Revolución de Octubre, el reverso del mito del grupo minúsculo de revolucionarios entregados e implacables que llevaron a cabo un golpe de Estado.

http://canarias-semanal.com/not/3446/el__instante__de_la_revolucion/

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