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jueves, 8 de marzo de 2012

Polémicas sobre internacionalismo y Siria


8/3/2012


Polémicas sobre internacionalismo y Siria
x Borroka Garaia



Sectores de izquierda, creyendose en posesión de la verdad pese a no ser partícipes de procesos, se creen con el derecho de hacer dirección política sobre esas realidades


El internacionalismo, incluido el internacionalismo proletario, supone lisa y llanamente solidaridad activa con todos los procesos de liberación nacional. Supone creer en un mundo de pueblos libres y solidarios entre ellos descartando la competividad capitalista y esquemas de sumisión. Supone empatizar con la clase trabajadora de todo el planeta en un proyecto de liberación social emancipatorio mundial. Pueblos y personas libres.


El internacionalismo también es un concepto apasionante y que ha sido fuente de muchos debates dentro de la izquierda. Apasionante en relación a que esa solidaridad realmente supone ternura de y entre los pueblos en un sentido en mi opinión bastante literal.


De entre los debates más absurdos que genera cabría destacar esa corriente de opinión especialmente originada en estados imperialistas donde se quiebran derechos nacionales como el de la autodeterminación donde algunas izquierdas han llegado incluso a contraponer el término internacionalista al nacionalismo. Eso sí, un nacionalismo metafísico que son incapaces de definir con claridad pero lo que realmente se traduce de ello es su negación de realidades nacionales y su posición contraria a proyectos de  liberación nacional.


Confunden inter(entre)-nacionalismo(s) con anti-nacionalismo, pero siempre desde la perspectiva del gran nacionalismo estatal del que se sienten apéndices, aunque sea en algunos casos de una forma involuntaria frente a un nacionalismo o patriotismo de liberación, frente a un nacionalismo revolucionario en muchos casos. No puede existir internacionalismo como el propio término indica sin nación, no puede haber solidaridad entre los pueblos si se niega la existencia de estos y si no se da cobertura a los procesos de liberación nacional de las naciones oprimidas. Y una nación a la que se le niega el derecho de autodeterminación es una nación oprimida. Eso es un axioma fundamental de la izquierda.


El imperialismo no es tonto tampoco, en los últimos tiempos ha intentado reforzar ese concepto de nacionalismo haciendolo sinónimo de “radicalidad”, “luchas étnicas”, “guerra”, “extremismo”… mientras que el nacionalismo de estado, el imperialista, era ocultado. Posiblemente el estado español es uno de los ejemplos mundiales más claros en ese sentido donde no verás prácticamente a ningún ciudadano declararse nacionalista español, cuando el nacionalismo español de carácter imperialista es el eje vertebrador del sistema español tanto para la derecha como para la socialdemocracia y desgraciadamente aún con mucha influencia en sectores de izquierda incluso en los comunistas y anarquistas.


Otro punto de polémica ha sido el carácter que se le da a ese internacionalismo. Algunos sectores de izquierda creyendose en posesión de la verdad pese a no ser partícipes de procesos y de las realidades nacionales de diferentes pueblos se creen con el derecho y el deber de hacer dirección política sobre esas realidades. Algo así como usar un mando a distancia esperando que tenga alguna incidencia en una realidad en la que no se es partícipe. O en su defecto utilizar las realidades de otros pueblos para potenciar su agenda particular en su propio contexto. La cuestión es que no existe realmente una sola verdad. Cada pueblo y movimiento tienen las suyas y están construidas en procesos largos y complejos. Verdades de las que se puede aprender, contrastar, compartir en mayor o menor medida pero muy dificilmente tener la capacidad de profundizar de tal manera en ellas como para dar autos de fe. Estas maneras peligrosas de enfocar el internacionalismo estarían encuadradas más bien en un posible dirigismo e injerencia de dudosa utilidad.


Esto viene a cuento en relación a que gran parte de la izquierda occidental (especialmente la europea) se encuentra dividida y desorientada en torno a las realidades árabes y los acontecimientos de los que hemos sido (des)informados en los últimos tiempos. Y digo hemos sido informados o desinformados y eso significa en cualquier caso no vividos. Resulta muy complicado analizar una realidad lejana de la que no se es partícipe y a veces me llama la atención la solemnidad y contundencia con la que se habla de ciertos temas.

 
Siendo conscientes de la dificultad que esto entraña y paralelamente a lo comentado creo que habría que ser también conscientes de una cosa. Realizar un esfuerzo supremo de análisis dirigido en una dirección concreta en el contexto de una ofensiva imperialista militar objetivamente es munición para esos intereses imperialistas a parte de crear desmovilización anti-imperialista. Siria sería un ejemplo de ello. La audiencia a la que son dirigidos esos mensajes además está bajo el manto de la OTAN en países socios de ese entramado y por lo tanto con capacidad directa dentro de sus posibilidades para interpelar desde las mismas entrañas a esos intereses imperialistas. Sin embargo desde algunos ámbitos se pone el acento y la intensidad en la crítica feroz y en algunos casos criminalizadora y difusa sobre esos contextos políticos. Nuestra verdad es la verdad de la OTAN, esa es nuestra realidad palpable y la que podemos cambiar y esa será la mejor aportación que podemos hacer para mejorar situaciones políticas en otros contextos. Se llegó tarde y mal a Libia, que no ocurra lo mismo con Siria u otros lugares en el punto de mira.


Como recientemente afirmaba Juan Dufflar Amel miembro del FDLP palestino; Siria es un frente de resistencia a los planes imperialistas-sionistas. Siria, es un país querido, un Estado que consideramos también un frente de resistencia a los planes imperialistas-sionista en el Oriente Medio y una agresión militar tendrá consecuencias impredecibles para toda la región por la resistencia a que se produzca una situación como la que Occidente y sus aliados produjeron en Libia para derrocar al gobierno.


Durante mi visita a Damasco pude comprobar que no existe un ambiente de guerra en la capital, la gente desarrolla normalmente su vida cotidiana, los comercios permanecen abiertos, las personas acuden al trabajo y ejercen sus demás actividades sin ningún tipo de limitaciones aunque existen confrontaciones entre los que están a favor o en contra del actual gobierno, pero no apoyan una solución de extrema violencia interna o externa, que pueda desestabilizar al país. (…).Corresponde solo al pueblo sirio la solución de sus asuntos internos.


La oposición externa no quiere el diálogo con el Gobierno porque se siente fortalecida por todo el apoyo que está teniendo de Occidente y sectores reaccionarios árabes, pero el pueblo, a pesar del descontento, las carencias o las divergencias que pueda tener con la gestión política y social del Gobierno sirio no desean una guerra civil y se pronuncian por el diálogo y una solución de paz que estimamos es la vía adecuada para lograr revertir el clima de violencia y alcanzar un acuerdo sin más derramamiento de sangre o pérdidas de vidas humanas.[+]


Y a mí, personalmente, me da más credibilidad la palabra de sectores en procesos reales de liberación que la de algunos intelectuales por muy de izquierda que sean.
 

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