Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

sábado, 29 de enero de 2011

Necesidad de cambiar el sistema

Josetxo Ezcurra


"Un sistema que produce mendigos requiere un cambio fundamental"



rebelion.org

Levantamiento en Egipto: ¡la revolución se está extendiendo!

Levantamiento en Egipto: ¡la revolución se está extendiendo!

Alan Woods


Artículos de Opinión | Alan Woods | 28-01-2011


Acontecimientos dramáticos se están desarrollando en el Oriente Medio. Egipto fue sacudido por una ola de manifestaciones en todo el país exigiendo el fin del régimen de Mubarak, que ha oprimido al pueblo de esta nación orgullosa durante casi 30 años. Este ha sido el mayor movimiento de protesta en Egipto que se ha visto en décadas. En El Cairo y muchas otras ciudades manifestantes anti-gubernamentales se lanzaron a la calle y lucharon con la policía. 


Después del derrocamiento del hombre fuerte de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali, el 14 de enero, los observadores se preguntaban en voz alta si los dramáticos acontecimientos en la nación del norte de África podrían provocar insurrecciones en otros regímenes árabes, aparentemente afianzados. ¡Ahora tienen su respuesta! Las llamas revolucionarias que han barrido el mundo árabe desde Túnez han llegado a Egipto. Los primeros indicios de las repercusiones del levantamiento de Túnez en la conciencia popular surgieron la semana pasada en Egipto, cuando varias personas se prendieron fuego o intentaron hacerlo delante del Parlamento y de la oficina del primer ministro. Sus acciones trataban de imitar el ejemplo del joven vendedor de verduras tunecino cuya auto-inmolación contribuyó a desencadenar las protestas que obligaron al autoritario presidente de Túnez a huir del país. Al igual que en Túnez, las manifestaciones en Egipto llegaron en un contexto de creciente ira por la pobreza generalizada y el desempleo. Casi la mitad de los 80 millones que componen la población egipcia vive por debajo o justo por encima del umbral de la pobreza que las Naciones Unidas han fijado en 2 dólares al día. La mala calidad de la educación y de la sanidad, junto al elevado desempleo, han dejado a un gran número de egipcios privados de sus necesidades básicas. Pero el descontento económico es sólo una parte de un descontento político más amplio. Hay una rabia profunda por las injusticias, las desigualdades y la corrupción del régimen de Mubarak. La pregunta que surge es cuánto tiempo el anciano dictador se aferrará al poder. Nadie sabe si Mubarak volverá a presentarse en las elecciones presidenciales a finales de este año o si pondrá a su hijo en su lugar. Pero el pueblo de Egipto no aceptará nada que no represente un cambio fundamental. El gobierno trató de restar importancia a los intentos de auto-inmolación, con el primer ministro, Ahmed Nazif, diciendo el lunes a los periodistas que los que cometieron este acto fueron inducidos por "cuestiones personales". Pero nadie lo creyó. Al igual que en Túnez, las convocatorias de manifestaciones se hicieron en Facebook y Twitter, con 90.000 personas diciendo que asistirían. Por todas partes Túnez estaba en boca de todos. "Queremos ver un cambio igual que en Túnez", dijo Lamia Rayan, de 24 años, uno de los manifestantes. La convocatoria de protestas fue iniciada por la página de Facebook “El Mártir”, creada en nombre de un joven egipcio, Khaled Said, quien fue matado a golpes por la policía en la ciudad portuaria mediterránea de Alejandría el año pasado. Su caso se ha convertido en una bandera de combate para la oposición. Dos policías están siendo juzgados en relación con su muerte. Sin embargo, por una de esas extrañas ironías con la que la historia es tan rica, las protestas coincidieron con un día de fiesta nacional en honor de la odiada policía del país. Hoy hubo escenas sorprendentes en El Cairo, cuando miles y miles salieron a las calles marchando con aparente libertad en tres grandes manifestaciones en diferentes partes de la capital egipcia. Las cosas empezaron pacíficamente, con la policía mostrando una moderación inusual. A la ruidosa multitud se le unieron coches que hacían sonar sus bocinas. La gente gritaba: "¡Viva Túnez Libre!" y agitaban banderas tunecinas y egipcias, mientras la policía inicialmente se posicionó en la periferia de la multitud. La policía antidisturbios en un principio parecía insegura de qué hacer, ya que cada una de las marchas rompió los cordones policiales. Un testigo presencial escribió las siguientes líneas: "Yo estoy frente a las oficinas de los periódicos del gobierno, donde cientos están gritando ’Mubarak, tu avión está esperándote’ y haciendo llamados a los transeúntes a unirse a ellos, muchos de los cuales están aceptando la oferta". "Ahmed Ashraf, un analista del sector bancario de 26 años de edad, me dijo que era su primera protesta y que había sido inspirado por los acontecimientos en Túnez. ’Nosotros somos los que controlamos las calles hoy en día, no el régimen’, dijo. ’¡Me siento tan libre! Las cosas no pueden permanecer igual después de esto’".


Si la policía parecía no tener idea de qué hacer, en el otro lado también parecía que había poca coordinación entre los líderes de la protesta sobre qué hacer a continuación. Se parecía al comienzo de un combate de lucha libre, con cada uno de los dos contendientes circulando con cautela, mirando a su oponente y tratando de adivinar el siguiente movimiento. No tuvieron que esperar mucho tiempo. En el pasado, las manifestaciones fueron violentamente dispersadas. Ahora, sin embargo, la policía había recibido claramente órdenes del gobierno para evitar cualquier enfrentamiento que pudiera provocar una revuelta de masas al estilo de Túnez. Pero esas cosas tienen una vida y unas leyes propias. A medida que el número de manifestantes siguió aumentando y llenando Tahrir, la plaza principal de El Cairo, las fuerzas de seguridad se pusieron nerviosas. De repente, cambiaron de táctica y la protesta se tornó violenta cuando la policía atacó a los manifestantes con cañones de agua, porras y gas lacrimógeno. Nubes acres llenaron las calles de El Cairo. En el pasado, la gente hubiera huido de la temida policía, presa del pánico. Pero esta vez las cosas eran diferentes. La gente no retrocedió y se defendió. Manifestantes desafiantes se enfrentaron con la policía antidisturbios en el centro de El Cairo. Tiraron piedras y algunos incluso se subieron encima de un camión policial blindado. El Washington Post describió así la escena: "Los manifestantes atacaron el camión policial con cañones de agua, abriendo la puerta del conductor y ordenando al hombre que saliera del vehículo. Algunos lanzaron piedras y arrastraron barricadas de metal. La policía respondió golpeando a los manifestantes con porras cuando trataron de romper los cordones para unirse a los manifestantes del centro principal". "Al norte, en la ciudad portuaria mediterránea de Alejandría, miles de manifestantes también marcharon en lo que se denominó un ’Día de Ira’ contra el Sr. Mubarak, y llamaron a poner fin a la pobreza extrema del país". "[...] Los manifestantes en El Cairo cantaron el himno nacional y portaban pancartas denunciando a Mubarak y el fraude generalizado en las elecciones del país. Los organizadores dijeron que las protestas fueron un ’día de revolución contra la tortura, la pobreza, la corrupción y el desempleo’". "Algunas madres llevando a sus bebés marcharon y gritaron ’¡Revolución hasta la Victoria!’, mientras que hombres jóvenes estacionaron sus autos en la calle principal y ondeaban carteles que decían ’¡Fuera!’, inspirados por las protestas de Túnez de ’¡DEGAGE!’ esta semana. También se veía a hombres escribiendo un graffiti que decía "¡Abajo Hosni Mubarak!". (Washington Times) El régimen se encuentra en un estado de pánico. Testigos oculares informan que Internet, Twitter y las llamadas telefónicas fueron bloqueados en todo Egipto, pero que ahora están volviendo de forma intermitente. Los últimos informes muestran que la insurrección continúa y avanza a niveles superiores. Un informe de un testigo declara:


"Según llega la oscuridad, los miles que han ocupado la plaza central de El Cairo están yendo hacia el edificio del Parlamento, lo cual ha provocado batallas con la policía armada. El aire se llena de gases lacrimógenos y algunos jóvenes están lanzando piedras a las líneas policiales; muchas de las rocas están siendo devueltas por los oficiales de seguridad". "Hace unos momentos una carga enorme de manifestantes hizo correr a la policía antidisturbios, pero ahora se han reagrupado y están lanzando nuevos ataques a los manifestantes, que ahora mismo están recogiendo las barricadas metálicas instaladas por la policía y las están utilizando para montar barricadas ellos mismos. Grandes explosiones sacuden la plaza, aunque no está claro de dónde vienen".


Se están extendiendo informes de que manifestantes están atacando el edificio del consejo de ministros, mientras que varios miles se dice que están marchando hacia el Palacio Presidencial de Mubarak, en Heliópolis. En Dar El Salaam, un barrio densamente poblado en el sur de El Cairo, los manifestantes afirman que han tomado la comisaría de policía.


"Hay un sentimiento de intensa emoción aquí en las calles de Shubra, al norte de El Cairo, con la policía retrocediendo y permitiendo pasar a los manifestantes, pero algunas de las fuerzas de seguridad portan chalecos a prueba de balas, y algunos temen que esta es la calma antes de la tormenta". "Una ex presentadora de noticias de televisión me dijo que no había visto nada como esto desde 1977, cuando un levantamiento sobre los precios del pan casi derribó al gobierno del Presidente Sadat. Sin embargo, las manifestaciones siguen cortadas las unas de las otras, y todavía es demasiado pronto para decir cómo va a terminar esto".


Es cierto que nadie sabe cómo acabará esto. Pero una cosa es cierta. Egipto nunca será igual otra vez. El genio ha salido de la botella y no puede ser metido dentro otra vez. Las masas han podido catar la libertad y han sentido su poder colectivo en las calles. Si poseyeran una organización y una dirección que fueran adecuadas para la tarea, podrían pasar a tomar el poder. Pero en ausencia de la dirección y de unas perspectivas y un plan claros, la situación puede desarrollarse de diferentes maneras. Mientras escribo estas líneas, el destino de la rebelión está en juego. El régimen se encuentra ahora en un terreno muy inestable. La vacilación mostrada por la policía al inicio de la protesta demuestra que no están seguros de usar el aparato de represión para sofocar el movimiento. Habrá divisiones en el régimen entre los que quieren reprimir y los que quieren hacer concesiones para ganar tiempo. ¿Puede el régimen ahogar en sangre la insurrección? Tal resultado no es imposible, pero sería una victoria comprada a un precio muy alto. El odio y el resentimiento hacia el régimen serían duraderos. Envenenaría la vida política del país y descartaría cualquier tipo de solución de compromiso. Mubarak es un hombre viejo y no puede durar mucho tiempo. Su hijo, que él espera que lo sustituya, estará totalmente deslegitimado. La economía se hundirá aún más, agravando el problema del desempleo y la pobreza. Le seguirán nuevas explosiones. Sin embargo, esa no parece la variante más probable. El movimiento de masas está cobrando fuerza de hora en hora. En Alejandría hay informes de ancianas arrojando ollas y sartenes a la policía desde los balcones de sus casas. La clave de la situación es el poderoso proletariado egipcio, que ha organizado huelga tras huelga en los últimos años. Ahora los trabajadores están en las calles. En Mahala, escenario de grandes huelgas obreras textiles, hay noticias de 20.000 en las calles. La comisaría de policía está desbordada. El pueblo revolucionario está ocupando las plazas centrales y se niega a irse. Cada pulgada ha sido conquistada por las masas y no tienen la intención de entregar a nadie lo que han conquistado. Enfrentados a un movimiento de masas de tal escala, las fuerzas de represión estatal, que antes parecían tan formidables, de repente se vuelven vulnerables. En muchos lugares, la policía ha sido simplemente desbordada por las enormes cantidades de gente. Sus cordones han sido rotos por los manifestantes. Los rostros de los policías rasos transmiten nerviosismo y los de sus oficiales, más aún. Ha habido muchos casos de confraternización. Un canal de noticias de la televisión francesa mostró imágenes de un policía (creo que en Alejandría) siendo llevado a hombros por los manifestantes. Ellos están gritando consignas contra el Gobierno y el agente de policía está gritando también. Este pequeño incidente lo dice todo. Toda la historia demuestra que una vez que las masas han perdido el miedo, una vez que todo un pueblo se levanta y dice "no", no hay fuerza en la Tierra que pueda detenerlos. Digan lo que digan los periódicos de mañana, nosotros podemos estar seguros de una cosa: la revolución árabe ha comenzado. Será recibida con entusiasmo por todos los trabajadores y jóvenes de todo el mundo. ¡Movilicémonos en apoyo de nuestros hermanos y hermanas árabes! ¡Exijamos el cese inmediato de la represión! ¡Rompamos toda relación con el régimen criminal de Mubarak! ¡Exijamos todos los derechos para el pueblo de Egipto!


¡Victoria para los trabajadores y jóvenes de Egipto! ¡Abajo Mubarak! ¡Viva la revolución socialista árabe!


 http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article21835

Tensiones entre extractivismo y redistribución en los procesos de cambio de América Latina

29-01-2011
Falta de debate sobre el modelo
Tensiones entre extractivismo y redistribución en los procesos de cambio de América Latina


Voy a tocar cuatro aspectos en relación al tema del vínculo que existe entre el extractivismo y la redistribución de la riqueza, entendiendo que este vínculo implica relaciones de poder.


Falta de debate sobre el modelo


Una primera tensión es la falta de debate que tenemos sobre el modelo. En general, se ha aceptado, se ha asumido, por parte de los gobiernos, de que éste es el modelo viable y posible; de que éste es el modelo necesario para seguir adelante. Y no hay debate. Las izquierdas, nos hemos fortalecido, los movimientos nos hemos fortalecido, en la trayectoria, discutiendo, debatiendo, interpelando, confrontando. No es necesario rebajar el nivel del debate, rehuir el debate para seguir siendo de izquierda o para tener un cierto nivel de apoyo a los gobiernos.


Si no discutimos, si no elevamos la temperatura de los debates, se va a seguir haciendo lo mismo, se va a seguir continuando con un modelo que ya tiene un camino hecho. Podría aceptar si los gobiernos progresistas y de izquierda argumentaran “a fin de mes, el Estado tiene que pagar a los funcionarios, a los maestros, a los médicos, a las enfermeras, a los militares; pagar las obligaciones que tiene todo Estado, pagar los salarios, como mínimo. Y para eso necesitamos ingresos”. Pero no se argumenta así, se nos dice que éste es el modelo bueno, cuando hay una mínima interpelación. Si aceptáramos ese debate, entonces estaríamos en ese otro lugar para decir “hoy esto es lo que hay, pero veamos de qué manera se puede intentar salir de este modelo”. Hay un mínimo avance en ese sentido en el caso del proyecto ITT. Es un espacio interesante pero absolutamente insuficiente. Lo que predomina es la continuidad: la continuidad, sin debate. ¿Cómo vamos a fortalecer alternativas al extractivismo? ¿Diciendo que el extractivismo es bueno, que hay que hacer represas hidroeléctricas gigantes, que hay que continuar con la minería, que hay que continuar con la soja, que hay que continuar con la caña de azúcar para hacer biocombustibles, con la (de) forestación, etc.? Es necesario abrir un debate profundo en los movimientos y entre los movimientos y los gobiernos. Abriendo un debate, ya estaríamos en otro lugar, en otra situación.


Difícil construcción de nuevos actores sociales


El secundo problema que veo, es que aún no hay actores sociales suficientemente consolidados para combatir el modelo extractivista. Voy a dar un ejemplo: durante la fase de privatizaciones del modelo neoliberal, existían actores, por lo menos en el cono sur, en torno al movimiento sindical. Lo que se privatizaba eran empresas estatales. Entonces, los sindicatos y buena parte de los trabajadores del Estado y de otros sectores - aunque no fueran del Estado - ya tenían una clara consciencia de que esas empresas, si se privatizaban, iban a implicar una perdida para los trabajadores y para el país. Y había una consciencia de derechos que giraba en torno a esta propiedad estatal; de las empresas de telecomunicaciones, de petróleo, de gas, de electricidad, de correos y otras. Hoy en día es más complejo: los emprendimientos extractivistas están lejos de la grandes ciudades, en la cordillera andina, o en la Pampa, o en situaciones que no afectan, o solo indirectamente, al grueso de la población; las poblaciones de las grandes capitales (y hoy tenemos una población mayoritariamente urbana en  América Latina), no están inmediatamente afectadas por una concesión minera a quinientos, a mil kilómetros de la cuidad, o porque se abren campos para la soja o para la forestación. Y muchas de esas áreas son territorios poco poblados. El año pasado, estaba en Ecuador. Solamente yendo a las comunidades más afectadas por la contaminación de las nacientes de los ríos, uno puede comprender esa dificultad para que aquella comunidad, que está cerca de cuenca, le transmita a la gente de la cuidad: “a nosotros ya nos llega el agua contaminada, dentro de un tiempo Uds. van a tener un problema gravísimo”. Hay una dificultad enorme que está trancando, trabando, enlenteciendo la constitución de actores sociales.


Entonces es natural que la construcción de actores sociales para enfrentar el extractivismo sea una tarea más compleja, más larga, más dificultosas; porque salvo en el caso de unas cuantas comunidades quienes combaten los efectos inmediatos del extractivismo, estos efectos no son claramente perceptibles para el grueso de la población. Y en este periodo, es imprescindible abrir un debate necesario para la constitución de actores sociales. Los actores sociales no se constituyen sino en conflicto. Y el papel del debate, de la clarificación de ideas, es fundamental. Debate y conflicto van de la mano.


Efecto domesticador de las políticas sociales


La tercera tensión que observo, por lo menos desde el cono Sur, es la cuestión de las políticas sociales. Por un lado, las políticas sociales alivian la pobreza. Han conseguido disminuir la población bajo la línea de pobreza. Han conseguido que las personas tengan más alimentación, más salud, etc. No han sido suficientes para disminuir la desigualdad (en mi país, Uruguay, la desigualdad sigue creciendo, aunque la pobreza bajó de la mitad), lo que es un indicador de que el patrón de acumulación sigue siendo polarizador. Y lo mismo sucede en Argentina, en Brasil y por supuesto en Chile.


Pero además, esas políticas sociales tienen otro problema, y ahí está la tensión y la contradicción. Tienden, y lo voy a decir con todas las letras, a domesticar a los actores sociales, a dificultar el relanzamiento de los conflictos. Tienden a dividir, a cortar, a fragmentar; ya no a dirigentes puntuales sino a organizaciones enteras. Y a los que no se someten a esa domesticación, se los criminaliza.


Entonces tenemos una necesidad de discutir las políticas sociales, que por ahora no están en el debate. Se acepta que ayudan a mejorar la situación de pobreza, pero no se ven los problemas que crean en el debilitamiento de los movimientos. Las políticas del combate a la pobreza no son nuevas; las inventó, a raíz de la derrota del Vietnam, un señor que se llamaba Robert McNamara, que fue presidente de la Ford y después fue ministro de defensa. Después de la guerra del Vietnam, fue durante años presidente del Banco Mundial e inventó el combate a la pobreza, diciendo: “si no combatimos ciertos niveles extremos  de pobreza, nunca ganaremos”. Pensaba como un militar.


Entonces, el Banco Mundial fue el pensamiento duro de las políticas sociales; y los gobiernos de nuestra región, pienso sobre todo en el cono Sur, han asumido el combate a la pobreza con algunos cambios. Las políticas sociales siguen siendo políticas compensatorias y facilitan la acumulación del extractivismo, acumulación por despojo, por robo de los bienes comunes.


¿Hasta qué punto y de qué modo las políticas sociales desarticulan movimientos? Conozco - porque he trabajado con ellos y mantenemos un dialogo desde hace años - el caso del Cauca, de los Nasa, de Colombia. Están siendo atenazados por un lado, por la guerra, feroz, terrible - todo los meses dirigentes indígenas muertos, asesinados - y por el otro lado por políticas sociales. En algunos casos se trata simplemente de repartir dineros y, en otros casos, crear organizaciones sociales que se llaman indígenas que hablan de la “pluri” y de la “multi”, pero que son creadas desde el Ministerio del interior, y eso es política antisubversiva.



Entonces creo que aquí tenemos una contradicción, porque las políticas sociales son duales: mejoran indicadores de pobreza pero domestican. Tenemos un trabajo importantísimo por hacer con algunos de los conductores de esas políticas que son o bien trabajadores y trabajadoras sociales, o bien sociólogos y sociólogas, o bien dirigentes sindicales o dirigentes sociales, ex piqueteros, ex asambleístas o aún piqueteros que son incrustados en los movimientos y que conducen las políticas sociales en el territorio.


En el cono Sur, las políticas sociales de última generación, que se pretenden no compensatorias, son políticas territoriales. Y la usina de pensamiento ya no es el Banco Mundial, sino la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Entonces cuando estamos discutiendo de eso, estamos discutiendo para pelear, en parte, contra nosotros mismos, porque esas políticas nos atraviesan y muchos y muchas estamos implicados en esas políticas. Y creo que hay que tratar de discutir para ver cómo hacemos para que esos flujos faciliten la organización y el conflicto, sirvan para fortalecer a los movimientos, no para debilitarlos. Es una batalla que algunos movimientos ya están desarrollando, en la Argentina y en varios países más. Aquí hay un escenario abierto, una tensión muy fuerte que no sabemos aún cómo manejarla y que muchas veces nos maneja a nosotros.


Nueva élite en el poder



La cuarta y la última tensión es la más complicada de formular. Sospecho que está surgiendo una nueva elite en el poder, que tal vez sea una nueva clase, una nueva nomenclatura, integrada por algunos sindicalistas (sobre todo los vinculados a los fondos de pensión, los que han trabajado en la banca), por cuadros políticos de izquierda (los que han hecho carrera en municipios, en ministerios, que están allí dirigiendo políticas, dirigiendo empresas  públicas, estatizadas en el caso de que han sido privatizadas), y también por viejos funcionarios del Estado, funcionarios de carrera del Estado, cómo Samuel Pinheiro Guimarães que diseña estrategias en Brasil. En algunos países también hay militares en esa nueva elite.


Entonces ahí está formándose algo, que como dice un pensador brasileño, Chico da Ribeira, las categorías que teníamos antes – cooptación, traición, clase dominante, burguesía – tal vez ya no son tan útiles para pensar la nueva realidad que estamos viviendo. Pero miremos la realidad de frente, y muchas veces nos vamos a encontrar con partes nuestras en esa nueva elite. Quizá no nosotros directamente, pero amigos, vecinos, familiares, y nosotros incluso colaborando para eso.


Está surgiendo una elite dominante que maneja nuestro discurso, que maneja nuestras palabras: derechos humanos, etc. Entonces, el continente está transformándose. Radicalmente. En esa transformación, los movimientos están debilitados, surge un nuevo sector dominante que nos conoce muy bien porque viene de nosotros, de nuestros movimientos, que sabe cómo manejarnos y cómo manejar los vínculos.


Hay un conjunto de tensiones que están fortaleciendo un modelo que en sí mismo jamás podrá distribuir, y que en su costado más perverso implica brutales niveles de acumulación. Nuestros países son exportadores de oro, de plata, de materiales que son fundamentales para la acumulación de riqueza. Y en el otro extremo del mismo modelo, políticas sociales que nos debilitan, que hacen que para mucha gente sea más interesante anotarse a un movimiento, ya no para combatir, sino para hacer trámites en un ministerio y entrar en una rosca que finalmente no aporta nada al conflicto social. El conflicto social, el debate social, es lo único que nos puede sacar de este modelo extractivista y abrir las puertas para que – quizá - haya en el futuro un modelo que aún no tenemos claro, pero que sea más justo, más horizontal, más redistribuidor.


Transcripción por Donatien Costa
Intervención de Raúl Zibechi, periodista e investigador uruguayo, en el taller “Tensiones entre extractivismo y redistribución en los procesos de cambio de América Latina”, Foro Social de las Américas, Asunción, Paraguay, agosto 2010.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121268

El criminal “facultado” para asesinar y perdonarse


El criminal “facultado” para asesinar y perdonarse
Por J. Manuel Arango C.


Escozor más allá de la piel, produce saber cómo se envilece a la justicia, y humanidad en general;  con esos criminales dotados de licencia para matar y “jueces” como el colombiano, encubriéndoles.


Se despachan ante Edmundo, aquellas agencias desinformadoras, con la rimbombante noticia: "impuso legalmente el bloqueo naval sobre la Franja de Gazza (...) con el fin primario militar-de seguridad", este putrefacto y  súper nauseabundo “comisión israelí considero legal el ataque a flotilla” refiriéndose sin pudor alguno, cuando el sionista y criminal régimen de Israel –no mi querido pueblo-; en clara alevosía y sabiendo de su supremacía, ataca indiscriminadamente y para matar, -no para entregarles clavelitos en plena mar- a la flotilla de la Libertad en mayo reciente, cuando en esta una brigada de solidaridad internacional compuesta por ONG’s, defensoras de derechos Humanos, se dirigía  a la Franja de Gazza.


Pero es que esperar algo diferente, sería ingenuo de nuestra parte, cuando la misma conformación del tal comité de los cinco entre ellos un Colombiano llamado Álvaro Uribe Vélez, con muy mala reputación por su permanente violación a los derechos Humanos en Colombia; el mismo Israel que será el condenado, la conforma para “investigar”, a sabiendas que es para absolver y no para condenar, ya que como ñapa la desgastada ONU en su consejo de seguridad, refuerza este tipo de posturas que rayan con la criminalidad mas bárbara, colocando también allí a mi querido país Colombia.


Paradójicamente, es el mismo Procurador General de la Nación de Colombia, quien se manifiesta en contra de vincular como asesor desgobierno Colombiano al “!super juez” Baltasar Garzón, argumentando que sería igual que en Colombia vincular a funcionarios del DAS que están siendo investigados por lo de las chuzadas.


Y es que usando un poco de sentido común, esa es la lógica, solo que en este caso, la “lógica” del Ordóñez, no es porque este Baltasar inmerso en algún tipo de investigación , sino porque aquí no sería para hacer igual que lo de Israel vinculando a un “investigador” como Uribe, sino que lo mas probable, es que su veredicto sería condenatorio y no absolutorio.
 

Retomando el tema del sionista israelí, es que además tienen un súper ego que no pueden con el, pues el mismo nombre al tal comité integrado por cinco “personajes” fue denominado como la “comisión Turkel” dizque en honor al nombre de su mismo presidente el ex juez  Jacob Turkel, que haciendo honor entonces a tal engendro del mal, rápidamente emitieron el juicio, con una sentencia por cierto muy cursi cuando afirman que la muerte de los 9 Turcos propalestinos a manos de los israelíes, es “legal”, de acuerdo al “Derecho Internacional”, y que los soldados abrieron fuego contra la flotilla, al ver que sus vidas “corrían peligro”


Pero como si esto fuera poco, entonces resulta que para los cinco mosqueteros, el embargo contra Palestina, contra la Franja de Gazza, dizque también es legal…, ¡que ironías de la vida!, cuando el bloqueo o embargo y el ataque de Israel contra el pueblo Palestino, si que violan el DIH.


Aquí al parecer nunca hubo investigación “tan rápida, veraz y pertinente” acompañada de sentencia condenatoria, como el amigo de marras acostumbra hacer en Colombia, contra las ONG’s y defensores de los DD-HH, lideres políticos de izquierda, o de organizaciones populares, que antes de ocurrir algo, el ya los condena; pero allí solo debió ocurrir una “exhaustiva investigación” en los cafetines o grandes tertuliaderos con los mismos protagonistas del crimen, más de amistad que de investigación.


Es los pájaros tirándoles a las caucheras, y ojala, no vayan a entrar en pánico, cuando mi querido Juan pueblo acceda al poder, porque entonces esas fanfarrias y derroche de la mejor “justicia” serán cuento del pasado, dando inicio a un proceso de lucha frontal contra la intromisión y el crimen; manteniendo bajo buen recado a los contraventores de la ley.



J. Manuel Arango C.
Director, Editor.
Red Independiente de Comunicación Alternativa        CLARIN de Colombia
http://www.clarin.decolombia.info/                            jomarc@etb.net.co
de la Asociación para el Fomento Desarrollo e Integración Social 

Más allá del fraude de la universidad corporativa: La educación superior al servicio de la democracia

22-01-2011


Más allá del fraude de la universidad corporativa: La educación superior al servicio de la democracia
Henry A. Giroux. Global Research


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

"El pensamiento no es la reproducción intelectual de lo que, de todos modos, ya existe. Mientras no se rompa, el pensamiento se aferra firmemente a la posibilidad. Su aspecto insaciable, su aversión a ser rápida y fácilmente satisfecho, rechaza la sensatez estúpida de la renuncia. El momento utópico del pensamiento es más fuerte cuanto menos se objetiva en una utopía saboteando de este modo su realización. El pensamiento abierto apunta más allá de sí mismo" (Theodor W. Adorno) 


A pesar de haber sido desacreditado por la recesión económica de 2008, el neoliberalismo, o fundamentalismo de mercado como lo llaman en algunos sectores, volvió con fuerza una vez más. La Edad Dorada ha vuelto con grandes ganancias para los ricos y cada vez más pobreza y miseria para la clase media y trabajadora. El analfabetismo político ha monopolizado el mercado de la cólera populista, suministrando una ventaja política a los responsables de niveles masivos de desigualdad, pobreza y diversas penurias más. Mientras se desmantelan las protecciones sociales, se denigra a los empleados públicos y los bienes comunes como escuelas, puentes, servicios de atención sanitaria y el transporte público se deterioran, el gobierno de Obama abrazó sin ofrecer disculpas los valores del darwinismo económico y recompensa a sus principales beneficiarios: los mega bancos y el gran capital. El neoliberalismo –revitalizado por la aprobación de recortes tributarios para los ultra ricos, la toma de posesión del derechista Partido Republicano de la Cámara de Representantes y los continuos ataques exitosos contra el Estado del bienestar– procede otra vez, como un zombi, a imponer sus valores, relaciones sociales y formas de muerte social sobre todos los aspectos de la vida cívica. (1)


Con sus inexorables intentos de normalizar la creencia irracional en la capacidad de los mercados de solucionar todos los problemas sociales, el fundamentalismo neoliberal del mercado establece políticas hechas para desmantelar los pocos vestigios restantes del Estado social y de servicios públicos vitales. De un modo más profundo ha debilitado, si no casi destruido, las instituciones que posibilitan la producción de una cultura formativa en la cual los individuos aprendan a pensar de manera crítica, a imaginar otras maneras de ser y hacer y a conectar sus problemas personales con las preocupaciones públicas. Temas de justicia, ética e igualdad han vuelto a ser exiliados a los márgenes de la política. Nunca ha sido más obvio este asalto contra la forma de gobierno democrática, ni más peligroso que en el momento actual en el que se libra una batalla bajo la rúbrica de medidas de austeridad neoliberales sobre la autonomía del trabajo académico, la sala de clases como lugar de pedagogía crítica, los derechos de los estudiantes a una educación de calidad, la vitalidad democrática de la universidad como esfera pública y el papel de las artes liberales y humanidades en la promoción de una cultural educacional que tiene que ver con la práctica de la libertad y el empoderamiento mutuo. (2)


La universidad como ciudadela de la enseñanza democrática se ha reemplazaddo por una universidad ansiosa de definirse en gran parte en términos económicos. A medida que el centro de gravedad se aleja de las humanidades y de la noción de la universidad como bien público, los presidentes de las universidades ignoran valores públicos, mientras se niegan a encarar temas y problemas sociales importantes. (3)


En vez de eso, los administradores exhiben ahora afiliaciones corporativas como una medalla de honor, participan en consejos corporativos y reciben inmensos salarios. Un estudio realizado por The Chronicle of Higher Education informó de que “19 de 40 presidentes de las 40 principales universidades de investigación participan en un consejo de administración por lo menos”. (4) En lugar de tratarlos como una inversión social para el futuro, ahora los administradores de las universidades miran a los estudiantes como una importante fuente de ingresos para los bancos y otras instituciones financieras que suministran fondos para financiar los crecientes pagos de matrícula. Para las generaciones anteriores la educación superior abría oportunidades para la autodefinición, así como para seguir una carrera en el campo elegido por cada cual. Era relativamente barato, riguroso y accesible, incluso para muchos jóvenes de la clase trabajadora. Pero los recientes eventos en EE.UU. y Gran Bretaña dejan claro que ya no es así. En lugar de encarnar la esperanza de una vida y un futuro mejores, la educación superior se ha hecho prohibitivamente cara y excluyente, ofreciendo sobre todo una credencial y, para la mayoría de los estudiantes, pagos de deuda de por vida. La preparación de los mejores y más brillantes ha cedido el paso a la preparación de lo que podría llamarse la Generación de la Deuda. (5)


Lo que es nuevo en la actual amenaza a la educación superior y a las humanidades en particular es que el ritmo creciente de corporatización y militarización de la universidad, el aplastamiento de la libertad académica, el aumento de un contingente en permanente aumento de profesores académicos a tiempo parcial y el punto de vista de que los estudiantes son básicamente consumidores y los profesores proveedores de una mercancía vendible como una credencial o un conjunto de habilidades para el sitio de trabajo. Más impactante todavía es la muerte lenta de la universidad como centro de crítica, fuente vital de educación cívica y del bien público crucial. O, para decirlo de manera más específica, la consecuencia de transformaciones tan dramáticas ha llevado prácticamente a la defunción de la universidad como esfera pública democrática. Muchos profesores están actualmente desmoralizados al perder crecientemente sus derechos y poder. Además, un cuerpo débil de profesores académicos se traduce en uno que es gobernado por el miedo en lugar de responsabilidades compartidas, y que es susceptible a tácticas de abuso laboral como el aumento de la carga de trabajo, la precarización de la mano de obra y la creciente represión del disenso. La desmoralización se traduce frecuentemente menos en indignación moral que en cinismo, acomodo y retiro a formas estériles de profesionalidad. Lo que es también nuevo es que los profesores, que se ven ahora ante un abismo, sean renuentes a encarar los actuales ataques contra la universidad o estén confusos sobre cómo el lenguaje de especialización y profesionalización los ha alejado no sólo de la conexión de su trabajo con temas cívicos y problemas sociales de mayor alcance, sino también del desarrollo de toda relación significativa con una forma de gobierno democrática más amplia.


Ya que los profesores han dejado de sentirse llevados a encarar importantes temas políticos y problemas sociales, se sienten menos inclinados a comunicarse con un público más amplio, apoyar valores públicos, o involucrarse en un tipo de erudición que esté a la disposición de una audiencia más amplia. (6) Obligados por los intereses corporativos, el establecimiento de una carrera y los discursos insulares que acompañan la erudición especializada, demasiados profesoress se han vuelto extremadamente cómodos frente la corporativización de la universidad y los nuevos regímenes de dirección neoliberal. A la búsqueda de subsidios, promociones y sitios convencionales de investigación, muchos se han retirado de los grandes debates públicos y se han negado a encarar problemas sociales urgentes. Asumiendo el papel del profesor desinteresado o de la brillante estrella en formación de la facultad, los llamados empresarios académicos simplemente refuerzan la percepción del público de que en general han llegado a ser irrelevantes. Incapaces, cuando no renuentes, de defender la universidad como una esfera pública democrática y un lugar crucial para aprender cómo pensar de manera crítica y actuar con coraje cívico, muchos profesores han desaparecido en un aparato disciplinario que no ve la universidad como un sitio para pensar, sino como un sitio para preparar a los estudiantes para que sean competitivos en el mercado global.


Esto es particularmente inquietante en vista del giro irredento que la educación superior a tomado en su disposición a copiar la cultura corporativa y congraciarse con el Estado de seguridad nacional. (7) Las universidades enfrentan ahora un conjunto creciente de desafíos que surgen de recortes presupuestarios, disminución de la calidad, reducción de la cantidad de profesores académicos, la militarización de la investigación y la modificación del plan de estudios para que se ajuste a los intereses del mercado. En EE.UU., muchos de los problemas de la educación superior se pueden relacionar con la escasez de fondos, la dominación de las universidades por mecanismos del mercado, el aumento de la cantidad de universidades con fines de lucro, la intrusión del Estado de seguridad nacional y la falta de autogobierno del cuerpo académico, todos los cuales no sólo contradicen la cultura y el valor democrático de la educación superior, sino que además convierten en una burla el sentido mismo y la misión de la universidad como sitio para pensar y para asegurar la cultura formativa y los agentes que posibilitan una democracia. En gran parte se han abandonado las universidades como esferas democráticas públicas dedicadas a suministrar un servicio público que se extiende sobre los grandes logros intelectuales y culturales de la humanidad y eduque futuras generaciones para que puedan enfrentar los desafíos de una democracia global. A medida que se reduce el tamaño y se mercantilizan las humanidades y las artes liberales, la educación superior se ve atrapada en la paradoja de que afirma que invierte en el futuro de los jóvenes mientras les ofrece menos apoyos intelectuales, civiles y morales.


Si la comercialización, mercantilización y militarización de la universidad continúan la educación superior se convertirá en una más de la serie de instituciones incapaces de fomentar la investigación crítica, el debate público, actos humanos de justicia y la deliberación pública. Es especialmente importante defender esos campos públicos democráticos en tiempos en los que cualquier espacio que produce “pensadores críticos capaces de cuestionar instituciones existentes” es sitiado por poderosos intereses económicos y políticos. (8)


La educación superior tiene una responsabilidad no sólo en la búsqueda de la verdad, no importa adónde pueda conducir, sino también de educar a los estudiantes para que hagan que la autoridad y el poder sean política y moralmente responsables. Aunque las preguntas sobre si la universidad debería servir estrictamente intereses públicos en lugar de privados ya no tienen el peso de crítica convincente que tenían en el pasado, esas preguntas siguen siendo cruciales para encarar el propósito de la educación superior y de lo que podría significar que se imaginara la participación plena de la universidad en la vida pública como protectora y promotora de valores democráticos.


Lo que hay que comprender es que la educación superior puede ser una de las pocas esferas públicas restantes donde el conocimiento, los valores y la erudición ofrezcan una idea de la promesa de la educación para nutrir valores públicos, la esperanza crítica y una democracia sustantiva. Puede ser el caso que la vida de todos los días está cada vez más organizada alrededor de principios de mercado; pero confundir una sociedad determinada por el mercado con la democracia socava el legado de la educación superior, cuyas raíces más profundas son morales, no comerciales. Es una perspectiva particularmente importante en una sociedad en la que no sólo la libre circulación de ideas está siendo reemplazada por ideas administradas por los medios dominantes, sino que las ideas críticas cada vez se ven más como banales, cuando no reaccionarias, o simplemente se descartan. Como ha subrayado Frank Rich, la guerra contra la capacidad de leer y escribir y el juicio informado ha quedado suficientemente clara en la furia populista que arrasa el país, una cólera colectiva masiva que “apunta a los educados, no a los ricos”. (9) La democracia plantea demandas cívicas a sus ciudadanos y esas demandas apuntan a la necesidad de una educación de base amplia, crítica, y que apoye valores cívicos significativos, la participación en el autogobierno y en el liderazgo democrático. Sólo a través de una cultura educacional semejante, formativa y de educación crítica, pueden aprender los estudiantes a convertirse en agentes individuales y sociales, en lugar de ser simplemente espectadores aislados, capaces de pensar de otra manera y de actuar ante compromisos cívicos que exigen una reconsideración y reconstitución de configuraciones básicas del poder para promover el bien común y producir una democracia que tenga sentido. Es importante insistir en que como educadores preguntemos, una y otra vez, cómo es posible que la educación superior pueda sobrevivir como esfera pública democrática en una sociedad en la cual su cultura cívica y sus modos de lectura crítica colapsan, mientras se hace cada vez más difícil distinguir la opinión y los estallidos emotivos de un argumento sustentado y del razonamiento lógico. De igual importancia es la necesidad de que educadores y jóvenes encaren el desafío de la defensa de la universidad como un ámbito público democrático. Tony Morrison tiene razón cuando argumenta:


“Si la universidad no toma seria y rigurosamente su papel como guarda de libertades civiles más amplias, como interrogadora de problemas éticos más y más complejos, como sirvienta y preservadora de prácticas democráticas más profundas, algún otro régimen o combinación de regímenes lo hará por nosotros, a pesar de nosotros y sin nosotros.” (10)

La defensa de las humanidades, como Terry Eagleton ha argumentado recientemente, significa más que ofrecer un enclave académico para que los estudiantes aprendan historia, filosofía, arte y literatura. También significa subrayar cuán indispensables son esos campos de estudio para todos los estudiantes, si han de ser capaces de reivindicar de la manera que se sea que son agentes individuales y sociales críticos y comprometidos. Pero las humanidades hacen más. También suministran el conocimiento, las aptitudes, las relaciones sociales y los modos de pedagogía que constituyen una cultura formativa en la cual se puedan aprender las lecciones históricas de democratización, se puedan encarar concienzudamente las demandas de responsabilidad social, se pueda expandir la imaginación y se pueda asegurar el pensamiento crítico. Como adjunta del complejo académico-militar-industrial, la educación superior no tiene nada que decir sobre la enseñanza a los estudiantes de cómo pensar por sí mismos en una democracia, cómo pensar críticamente e involucrarse con otros y cómo considerar a través del prisma de los valores democráticos la relación entre ellos y el mundo en general. Necesitamos una revolución permanente respecto al significado y propósito de la educación superior, en la cual los profesores estén más que dispuestos a ir más allá del lenguaje de la crítica y un discurso de indignación moral y política, tal como sea necesario para una defensa sostenida individual y colectiva de la universidad como un ámbito público vital para la propia democracia.


Un debate semejante es importante para defender la educación superior como un bien público y financiarla como un derecho social. Más importante aún es que tal debate representa una intervención política crucial respecto al sentido del futuro de toda una generación y de su papel en él. Los estudiantes no son consumidores; son ante todo ciudadanos de una democracia potencialmente global y, como tales, se les debería proveer “la gama total del conocimiento humano, del entendimiento y de la creatividad –y asegurar de esa manera que tengan la oportunidad de desarrollar todo su potencial intelectual y creativo, independientemente de la riqueza de su familia” (11) Al ser enlistada la ideología neoliberal para limitar los parámetros del propósito de la educación superior, limita cada vez más –mediante altos costes de matrícula, modos tecnocráticos de enseñanza, la reducción del cuerpo de profesores académicos a la calidad de trabajadores a tiempo parcial, y modos autoritarios de dirección– la posibilidad de muchos jóvenes de ir a la universidad, mientras se niega al mismo tiempo a suministrar una educación crítica a los que lo hacen. No se movilizan suficientes profesores, estudiantes, padres y otros preocupados, dentro y fuera de la universidad, dispuestos y capaces de defender la educación superior como bien público y la pedagogía como práctica moral y política que aumenta la capacidad de los jóvenes de llegar a ser agentes sociales comprometidos.


La necesidad de cuestionar la noción de que el único valor de la educación es impulsar el progreso y la transformación económica en función del interés de la prosperidad nacional es central para cualquiera visión viable y democrática de la educación superior. También debemos reconsiderar cómo la universidad en una era posterior al 11-S está siendo militarizada, y reducida cada vez más a un adjunto del creciente Estado de seguridad nacional. El público ha renunciado a la idea de financiar la educación superior o valorarla como un bien público indispensable para la vida de cualquier democracia viable. Tantos motivos más para que los profesores estén a la vanguardia de una coalición de activistas, empleados públicos y otros en el rechazo al creciente control corporativo de la educación superior y en el desarrollo de un nuevo discurso en el cual la universidad, y en particular las humanidades, puedan defenderse como instituciones vitales social y públicamente en una sociedad democrática.



Si los profesores no pueden defender la universidad como una esfera pública democrática de interés comunitario, ¿quién lo hará? Si no podemos, o nos negamos, a tomar la delantera en la unión con estudiantes, sindicatos, maestros de escuelas públicas, artistas y otros trabajadores culturales en la defensa de la educación superior como la institución más crucial en el establecimiento de la cultura formativa necesaria para una democracia floreciente, entregaremos las humanidades, las artes liberales y la universidad en general a una hueste de fuerzas económicas, políticas, culturales y sociales peligrosamente antidemocráticas. Si la enseñanza liberal y las humanidades colapsan bajo los actuales ataques contra la educación superior, presenciaremos la emergencia de un Estado neoliberal, y desaparecerá el papel cívico y democrático de la educación superior, por más deslucido que esté. Bajo tales circunstancias, la educación superior y especialmente las humanidades, entrarán en una espiral mortífera diferente de cualquier cosa que hayamos visto en el pasado. La universidad no será ni una sombra de lo que era. Simplemente se convertirá en otra institución y programa vocacional en conflicto con los imperativos del pensamiento crítico, el disenso, la responsabilidad social y el coraje cívico.

La defensa de la universidad significa más que la exhibición de una combinación de indignación crítica y moral. Significa desarrollar una cultura crítica y de oposición, un movimiento colectivo dentro de la universidad y la unión con movimientos sociales fuera de sus muros, en gran parte segregados en la actualidad. El alcance a un público más amplio sobre el carácter social y democrático de la educación superior es crucial, sobre todo porque una gran parte del público ha “renunciado a la idea de educar a la gente para una ciudadanía democrática” (12) y a considerar la educación superior como un bien público. Hay más en juego que la profunda responsabilidad de los profesores en la defensa de la libertad académica, del sistema de titularidad y de la autonomía universitaria, por importante que sea. Los verdaderos problemas yacen en otro lugar y tienen que ver con la preservación del carácter público de la educación superior y el reconocimiento de que su defensa como esfera pública democrática tiene que ver en gran parte con la creación de las condiciones pedagógicas cruciales para desarrollar una generación de jóvenes dispuestos a luchar por la democracia como promesa y posibilidad. Walter Benjamin escribió: “El que no puede tomar posición debería guardar silencio”. Si los profesores quieren impedir que la educación sea aún más colonizada por una falange de fuerzas antidemocráticas que va de traficantes de influencias corporativas y de mega millonarios a ideólogos derechistas y los intereses creados del complejo militar-industrial-académico, no pueden permitirse el lujo de guardar silencio o ser observadores distantes. Las apuestas son demasiado grandes y la lucha demasiado importante. Se acaba el tiempo para recuperar la educación superior como ámbito público democrático y un sitio para que profesores y estudiantes piensen críticamente y actúen responsablemente. La cultura militarizada del neoliberalismo está en conflicto total con las condiciones pedagógicas necesarias para la toma imaginativa de riesgos, el disenso, el diálogo, la erudición comprometida, la autonomía de las facultades y los modos democráticos de dirección. La educación superior es uno de los pocos espacios que quedan en los cuales pueden crearse identidades, valores y deseos democráticos. Si el futuro de los jóvenes importa tanto como la propia democracia, se trata de una lucha que tiene que comenzar hoy mismo.


NOTAS


(1) Algunas fuentes útiles sobre el neoliberalismo incluyen: Lisa Duggan, The Twilight of Equality. (Boston: Beacon Press, 2003); David Harvey, A Brief History of Neoliberalism, (New York: Oxford University Press, 2005); Wendy Brown, Edgework: Critical Essays on Knowledge and Politics" (Princeton: Princeton University Press, 2005); Alfredo Saad-Filho y Deborah Johnston, editores, Neoliberalism: A Critical Reader, (London: Pluto Press, 2005); Neil Smith, The Endgame of Globalization, (New York: Routledge, 2005); Aihwa Ong, Neoliberalism as Exception: Mutations in Citizenship and Sovereignty (Durham: Duke University Press, 2006); Randy Martin, An Empire of Indifference: American War and the Financial Logic of Risk Management, (Durham: Duke University Press, 2007); Naomi Klein, The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism, (New York: Knopf, 2007); Henry A. Giroux, Against the Terror of Neoliberalism, (Boulder: Paradigm Publishers, 2008); David Harvey, The Enigma of Capital and the Crisis of Capitalism, (New York: Oxford University Press, 2010); y Gerard Dumenil y Dominique Levy, The Crisis of Neoliberalism, (Cambridge: Harvard University Press, 2011).


(2) Vea por ejemplo, Stanley Aronowitz, Against Schooling: For an Education That Matters, (Boulder: Paradigm Publishers, 2008); Christopher Newfield, Unmaking the Public University, (Cambridge: Harvard University Press, 2008); y Ellen Schrecker, The Lost Soul of Higher Education, (New York: New Press, 2010). Una de las compilaciones más amplias que analizan este ataque se encuentra en: Edward J. Carvalho y David B. Downing, editores, Academic Freedom in the Post-9-11 Era, (New York: Palgrave, 2010); y mi próximo: Henry A. Giroux, Education and the Crisis of Public Values, (New York: Peter Lang Publishing, 2011).


(3) Vea Isabelle Bruno y Christopher Newfield, Can the Cognitariat Speak? E-Flux No. 14 (March 2010). En línea en : http://www.e-flux.com/journal/view/118/


Vea también: Christopher Newfield, Unmaking the Public University, (Cambridge: Harvard University Press, 2008).

(4) Ibíd.


(5) Para una crítica interesante de este tema, vea la edición especial de The Nation llamada "Out of Reach: Is College Only for the Rich?" (29 de junio de 2009).


(6) Se ha usado desde hace bastante tiempo este argumento contra profesores, aunque ha sido olvidado o convenientemente ignorado por muchos de ellos. Vea, por ejemplo, diversos ensayos en C. Wright Mills, The Powerless People: The Role of the Intellectual in Society, en C. Wright Mills, The Politics of Truth: Selected Writings of C. Wright Mills, (Oxford: Oxford University Press, 2008), pp. 13-24; Edward Said, Humanism and Democratic Criticism, (New York: Columbia University Press, 2004); y Henry A. Giroux y Susan Searls Giroux, Take Back Higher Education, (New York: Palgrave, 2004).


(7) Sobre la relación de la universidad con el Estado de seguridad nacional, vea David Price, How the CIA Is Welcoming Itself Back Onto American University Campuses: Silent Coup," CounterPunch (Abril 9-11, 2010). En línea en: http://www.counterpunch.org/price04092010.html


Vea también Nick Turse, How the Military Invades Our Everyday Lives, (New York: Metropolitan Books, 2008); y Henry A. Giroux, The University in Chains: Confronting the Military-Industrial-Academic Complex, (Boulder: Paradigm, 2007).


(8) Cornelius Castoriadis, Democracy as Procedure and Democracy as Regime, Constellations 4:1 (1997), p. 5.


(9) Frank Rich, Could She Reach the Top in 2012? You Betcha, New York Times (20 de noviembre 20, 2010), p. WK8.


(10) Toni Morrison, How Can Values Be Taught in This University, Michigan Quarterly Review (Primavera 2001), p. 278.


(11) Stefan Collini, Browne's Gamble, London Review of Books, Vol. 32, No. 21 (4 de noviembre, 2010). En línea en: http://www.lrb.co.uk/v32/n21/stefan-collini/brownes-gamble


(12) David Glenn, Public Higher Education Is 'Eroding From All Sides, Warn Political Scientists, Chronicle of Higher Education (2 de septiembre de 2010). En línea en: http://chronicle.com/article/Public-Higher-Education-Is/124292/.


© Copyright Henry A. Giroux, truthout, 2011


* Henry A. Giroux, es un crítico cultural estadounidense y uno de los teóricos fundadores de la pedagogía crítica en dicho país. Es bien conocido por sus trabajos pioneros en pedagogía pública, estudios culturales, estudios juveniles, enseñanza superior, estudios acerca de los medios de comunicación y la teoría crítica. Actualmente ocupa la cátedra de Cadenas globales de televisión en la carrera de ciencias de la comunicación en la Universidad McMaster. En mayo de 2005 la Universidad Memorial de Canadá le concedió un doctorado honorífico en letras. (Fuente: Wikipedia)

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120837

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viernes, 28 de enero de 2011

Los 5: Los Mejores Maestros

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Los Mejores Maestros
Por Ricardo Alarcón de Quesada


Agradezco el honor de dirigir unas palabras a los participantes en Pedagogía 2011. Las dedicaré a actualizar la situación de Cinco maestros que son también Cinco Héroes. Sus nombres son Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort y René González Sehwerert. Llevan más de doce años encarcelados en Estados Unidos sin justificación alguna. 

Su inocencia es total. Se les castiga injusta y cruelmente, única y exclusivamente, porque lucharon contra el terrorismo que hace ya más de medio siglo desde allá se realiza contra Cuba. 


La verdad consta en documentos irrefutables de las propias autoridades oficiales que aparecen en el sitio del Tribunal Federal del Sur de la Florida en el caso “Estados Unidos contra Gerardo Hernández”. Pero como este pone al desnudo la naturaleza real de la política norteamericana contra Cuba, el Imperio ha ordenado el silencio absoluto a las grandes corporaciones dueñas de los llamados medios de información que con obediencia lacayuna ocultan la verdad al pueblo norteamericano y a muchos otros en el mundo.  

Si a ese pueblo se le permitiera conocer lo que está escrito en el expediente mencionado descubriría que los Cinco son víctimas de una escandalosa y grosera prevaricación, acusados por cargos inventados cuya falsedad fue reconocida más de una vez por jueces y fiscales. La perpetuación de esta colosal injusticia provoca dolor y sufrimiento a cinco familias. Y a las cubanas y los cubanos nos hace recordar todos los días que el gobierno de Estados Unidos sigue siendo cómplice de un terrorismo que no cesa y frente al cual tenemos que mantener la vigilancia y levantar sin descanso nuestra denuncia y reclamar solidaridad. 


Cuando digo que los Cinco son educadores no exagero nada en absoluto. Lo son, lo han sido ya por más de doce años. Han enseñado a otros a leer y a escribir, a pintar y dibujar, han enseñado matemáticas, computación y literatura y lo han hecho en dos idiomas y sobre todo, han ayudado a sus alumnos a vivir y a buscar la felicidad en un entorno que para ellos habría sido mucho más doloroso si no hubiesen contado con tales maestros. 


Porque su docencia ha sido una hazaña, practicada generosamente, con altruismo insuperable, en algunas de las peores prisiones de Estados Unidos. ¿Cuántas veces no han interrumpido sus clases forzados por los guardias que los han encerrado en confinamiento solitario? ¿Cuántas veces sus alumnos han debido esperar el regreso del maestro secuestrado en el “hueco” infame? 


Más allá de las disciplinas que han facilitado aprender a otros, Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René nos dan cada día lecciones de amor y solidaridad. 


Si concordamos con la definición de Luz y Caballero, aquella de que “enseñar puede cualquiera, educar sólo quien sea un Evangelio vivo”, los cinco compatriotas son nuestros mejores educadores. 


Ellos sufren una enorme arbitrariedad y un trato carcelario especialmente cruel. Solo posible por la férrea censura que hace que millones de personas, sobre todo en Estados Unidos, ignoren completamente este caso. 


Vayamos a la esencia. 

Los Cinco fueron detenidos, acusados y condenados única y exclusivamente porque, a riesgo de sus propias vidas, ayudaron a descubrir los planes terroristas que contra Cuba y su pueblo se llevan a cabo impunemente desde territorio norteamericano con la anuencia y la complicidad de las autoridades norteamericanas. Cumplieron su misión sin armas, jamás emplearon la violencia, no causaron daño alguno a nadie ni pusieron en peligro la seguridad de Estados Unidos o sus ciudadanos.

 
Su única falta fue la de actuar contra los grupos terroristas sin haberse inscrito ante las autoridades norteamericanas para hacerlo. La cuestión clave es determinar si tal conducta estaba justificada o no, si contra Cuba se practica o no el terrorismo, si Estados Unidos ha tolerado o no esos crímenes. 


Permítanme leer un par de párrafos de este libro recientemente publicado en la ciudad de Miami y cuyo autor, Orlando Bosch, ha sido calificado por el Departamento de justicia de Estados Unidos como uno de los terroristas más notorios y empedernidos: “De Nicaragua viaja a República Dominicana (junio de 1976) donde pudo participar a principios de julio y en el pueblito de Bonao, en la convocatoria hecha a las principales organizaciones beligerantes del exilio cubano como Omega 7, la Brigada de Asalto 2506, el Movimiento Insurreccional Martiano, la Alianza Cubana de Organizaciones Revolucionarias, los Comandos Pedro Luis Boitel, el Movimiento La estrella, el Frente Revolucionario y otros grupos anticastristas.


Desde luego lo que he leído se refiere apenas a una fracción, dos meses, en una carrera interminable de crímenes impunes. Nótese, sin embargo, cómo reconoce su responsabilidad en ataques contra otros países de la región y su culpabilidad en el asesinato de tres compatriotas, uno en México y dos en Buenos Aires, cuyas vidas aun exigen justicia.

Aquí aparecen numerosas fotos que ilustran sobre algunos de los crímenes en que participó el autor. Bombardeos contra ciudades, fábricas y embarcaciones cubanas como ésta – página 242- que mató a un maestro e hirió a tres niños y también ataques terroristas que realizó fuera de Cuba, algunos incluso en territorio norteamericano, contra barcos mercantes del Reino Unido, Japón y Polonia (páginas 270-273).


Aquí cínicamente se ofrecen detalles de fechorías que han causado la muerte y el sufrimiento a personas inermes y han provocado cuantiosos daños materiales.



No es un documento secreto. Es un libro que acaba de ser publicado, en diciembre de 2010, en la ciudad de Miami. Su autor no está en prisión. A bombo y platillo presentó su obra en un acto insólito acompañado por otros delincuentes notorios que se ufanaron de los crímenes cometidos y prometieron continuarlos en el futuro.


Para colmo, semejante celebración pública del terrorismo se efectuó en un lugar que allá describen como una Universidad y que unos meses atrás había otorgado al mismo siniestro personaje un infame homenaje que provocó la indignada protesta de varios eminentes académicos de Estados Unidos.

Entre los celebrantes del odio y de la muerte estaba Luis Posada Carriles, asesino convicto y confeso, quien hace años también publicó en Miami sus sangrientas memorias y que con Bosch planeó y dirigió la destrucción con una bomba de un avión civil en pleno vuelo causando la más horrible muerte a 73 personas.

Hace ya casi seis años que Posada entró ilegalmente a los Estados Unidos. Pese a ser un terrorista prófugo de la justicia y a haber ingresado a ese país violando sus normas migratorias, Posada, como Bosch, es un hombre libre y disfruta de la protección y la hospitalidad de las autoridades.


En asombroso escarnio, para protegerlo y ocultar sus verdaderos crímenes, ahora mismo tiene lugar en El Paso, Texas, un vergonzoso proceso en el que sólo se le acusa de mentiroso. La farsa ocurre muy cerca de la frontera por la que cada día miles de inmigrantes son expulsados a patadas, sin trámite judicial alguno. ¿Cuántos millones de infelices han sufrido esa experiencia en los últimos seis años? ¿Qué los diferencia a ellos de Posada desde el punto de vista de la legalidad migratoria? Que aquellos trataban de escapar de la miseria, no eran terroristas fugados de la justicia. Unos, trabajadores honrados, víctimas del subdesarrollo y la explotación imperialista, el otro, Posada, un asesino profesional con un largo historial de crímenes al servicio del Imperio.


Pronto se cumplirán seis años desde que Venezuela solicitó formalmente a Estados Unidos la extradición de Luis Posada Carriles para que compareciera en el juicio que se le seguía en Caracas por la destrucción de un avión civil y que fue interrumpido cuando en 1985 él se marchó de la prisión para reaparecer inmediatamente dirigiendo una operación encubierta de la Casa Blanca en Centroamérica (Iran-Contras). Desde entonces era reclamado por los Tribunales venezolanos, mucho antes de que hubiera irrumpido en la historia el querido compañero Hugo Chávez.


Desde hace seis años el gobierno de Estados Unidos está incurriendo en flagrante violación de sus obligaciones en la lucha internacional contra el terrorismo. Desde marzo de 2005 está violando claramente el Convenio de Montreal sobre la protección a la aviación civil y la Convención Internacional para la represión de actos terroristas cometidos con bombas. Ambos documentos establecen claramente que cualquier persona acusada de atentar contra una nave aérea civil o de emplear explosivos con fines semejantes tiene que ser juzgada por ese delito en el país donde se encuentre o extraditada al país que lo solicite con ese objeto “sin excepción de ninguna clase”. Washington no ha hecho ni una cosa ni la otra. Ni lo juzga como terrorista ni lo extradita a Venezuela para que sea juzgado por sus crímenes.

Al actuar así Estados Unidos viola también la resolución 1373 de septiembre de 2001 adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU a propuesta del gobierno de Bush, según la cual todos los estados están obligados a cumplir esos acuerdos internacionales contra el terrorismo y quien no lo hiciera sería objeto de sanciones. Esa resolución es pieza clave en la llamada “guerra contra el terrorismo” que lleva a cabo Estados Unidos y sirvió de fundamento para la invasión militar de Afganistán.


Todos esos instrumentos legales son letra muerta para Estados Unidos cuando se trata de atacar a Cuba y proteger a los terroristas que han sido sus instrumentos. Por eso a Posada ni lo juzgan ni lo extraditan. Peor aún, lo dejan actuar libremente y para protegerlo llevan a cabo un proceso fraudulento en el que se le acusa sólo de cargos menores.


Pese a todo, para algo ha servido la indecente farsa de El Paso.


La pasada semana, testificando bajo juramento, una funcionaria del departamento de Seguridad (Homeland Security) afirmó que a Posada no se le encausa por sus crímenes porque a ello se ha opuesto la Fiscal federal de Miami, la señora Caroline Heck Miller, la misma que es la principal acusadora de nuestros cinco héroes. Esta  revelación constituye la mejor prueba de la responsabilidad de las autoridades norteamericanas en las acciones terroristas contra Cuba que nuestros compañeros trataron de evitar. ¿Quién puede dudar ahora de su inocencia? ¿Qué más hace falta para comprender el dolo y la prevaricación de una acusadora que es al mismo tiempo la gran protectora del peor terrorista?


Por supuesto que los llamados medios de información nada han dicho sobre lo que fue revelado en El Paso.


Estamos en un momento decisivo cuando la señora Heck Miller tiene que responder a la petición de habeas Corpus a favor de Gerardo Hernández Nordelo, último y extraordinario recurso que a él le queda en el sistema legal norteamericano.


Uno de los argumentos principales de esa petición es precisamente las pruebas recién descubiertas acerca de los pagos que el gobierno federal dio a los medios de Miami para que mintieran y calumniaran a los Cinco en una campaña que sirvió también para atemorizar y presionar al tribunal y a los jurados. Fue precisamente eso lo que la Corte de Apelaciones definiría en agosto de 2005 como una “tormenta perfecta” de prejuicio e ilegalidad que la llevó a anular el juicio inicial contra los Cinco. Ahora sabemos que al mismo tiempo, coincidiendo con ese histórico fallo, la señora Heck Miller impedía que Posada fuera acusado.


En esta fase crucial, cuando están por agotarse las vías judiciales, los medios siguen cumpliendo su perversa tarea. Fuera de Miami ocultan toda información relativa a los Cinco. En Miami calumnian a Gerardo, distorsionan burdamente el contenido y la naturaleza de su petición haciendo gala de inmoral cobardía.


Si los Cinco hubieran hecho algo malo, si su conducta hubiese dañado de alguna manera al pueblo norteamericano, acerca de ellos la prensa y la televisión de ese país habría inundado completamente todos los espacios informativos. Ha sido y es exactamente al revés. El férreo silencio impuesto por más de doce años no es sino una confirmación adicional de su total inocencia.


Esta situación debe terminar ya. El Presidente Obama y su gobierno saben que están cometiendo una injusticia incalificable. Él sabe que puede y debe ponerle fin liberando inmediatamente a Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, a los Cinco. A todos y cada uno de ellos, sin excepción. Hacerlo sería el primer paso indispensable para poder convencer al mundo de que la decencia, finalmente, ha entrado a la Casa Blanca.  


La  Habana, 27 de enero de 2011


Conferencia Especial en Pedagogía 2011


http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/01/27/mejores-maestros/

http://lapolillacubana.blogcip.cu/2011/01/28/los-mejores-maestros/

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