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martes, 8 de marzo de 2011

Gestores honoris causa


Gestores honoris causa
José Carlos Bermejo Barrera:

Enviado por admin1 o Lun, 07/03/2011 - 12:00


http://firgoa.usc.es/drupal/node/48688
Quienes gobiernan las universidades lloran más que el profeta Jeremías anunciando el fin del Reino de Israel. Predicen apocalípticos futuros si no les va bien y prometen el paraíso tanto más cuanto más se beneficien sus instituciones. La universidad, dicen, es un modelo de racionalidad y eficacia, del que deberían aprender la sociedad y las empresas, aunque en realidad la estén convirtiendo en un coto cerrado, en el que el gusto por el ritual, por la alabanza mutua, y la falta de sentido de la realidad y de espíritu crítico parecen invadirlo todo.
En nombre de la eficacia y la gestión se está produciendo un extraordinario aumento del gasto administrativo en procesos muchas veces carentes de sentido, de los que escojo dos ejemplos. En mi universidad, si un profesor pide un permiso justificado para salir de su ciudad debe dejar cubierta su docencia, si la tuviese. Hasta aquí todo va bien. Pero ahora se exige que si un profesor se ausenta por un motivo justificado debe garantizar que la docencia que no tiene quede cubierta del siguiente modo: el profesor que no tiene clases designa a otro para que no imparta las clases que no existen. Ese otro acepta no impartir las clases que no hay con todo su esfuerzo y se lo comunica a la dirección de su departamento que, después de estudiar el caso, informa favorablemente de que no se den por parte de quienes no las iba a dar las clases que ya no existían. De lo que, a su vez, se informa al decano, que expresa su asentimiento a que se designe para no dar las clases que no existen a un profesor que no las dé, pudiendo tener que informar al Rector si el profesor que no iba a dar las clases que no tenía se ausentase más de una semana. Se generan así tres o cuatro pasos en un proceso administrativo.


Del mismo modo, cada año el rectorado finge sorprenderse y decide encargar la docencia de sus titulaciones a los centros que ya las tienen asignadas. Por ejemplo, la carrera de derecho se le encarga cada año a esa facultad y no a la de veterinaria. Se calculan, en un proceso de horas de trabajo y miles de folios, las horas de cada asignatura, sus módulos y grupos, aunque se sabe que en muchos casos es imposible impartirlos (pero eso no importa). Ese encargo lo reciben inesperadamente las facultades y departamentos que ya lo tenían y lo refrendan y corrigen con varias reuniones en las que se generan más papeles. Para al fin, una vez creado esto que se llama PDA (plan docente anual), se le encargue la docencia a los departamentos, que generan su POD (plan de organización docente), que ya conocían y que muchas veces se incumple, por diferentes tipos de razones.


En la universidad se cuidan los procedimientos, pero no importan los contenidos – por ejemplo de los planes de estudio- y ello es así porque cada vez está más lejos de la realidad. Cuanto más se compliquen los procedimientos, más personal y más dinero harán falta. En economía eso se llama featherbedding. Por eso en época de gravísima crisis los nuevos gestores no dejan de pedir cada vez más, diciendo que ellos –los que más gastan – son los creadores de la riqueza. Se dijo alguna vez que “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”. Si queremos entender nuestras universidades, y también nuestra vida política. tendríamos que afirmar que en ellas “lo que no pueder ser, sí puede ser y además es obligatorio.”

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