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martes, 7 de diciembre de 2010

La comunicación en nuestras manos

 

La comunicación en nuestras manos

Raul Isman


Diciembre de 2010-12-03


Nada de lo que ocurre en nuestra América se encamina a desmentir el sentido, los objetivos y las motivaciones que nos llevaron hace ya casi un lustro a crear Redacción Popular. Más bien por el contrario. Para decirlo de modo sintético se trata de la guerra comunicacional que el imperialismo desarrolla, de modo tan sistemático como embustero, contra las masas de todo el orbe. No puede ocultarse que resulta urgente la necesidad que los pueblos tomemos en nuestras propias manos la comunicación: ya que la percepción de la realidad por parte de los explotados y marginados se forja en los massmedia. De manera que lo que desean los opresores es suprimir la libertad de los sujetos para poder interpretar cuales son sus intereses, sus aliados y enemigos. Ni más ni menos que despojarnos de nuestro ser propio para sujetarnos a las necesidades del poder.


En tal contexto puede ser comprendido el afaire de la desclasificación de documentos por parte del sitio WikiLeaks. Un niño diría “el rey está desnudo”, con el mismo tono de obviedad que cualquier observador atento y crítico dijera el imperialismo existe; dicho todo esto más allá si la infidencia fue realizada por demócratas contra republicanos o por estos contra aquellos o ambos tramaron la maniobra para oscurecer la percepción de la terrible crisis que sacude la economía de la meca del capitalismo global.


La exhibición de vulgares operaciones de la gran prensa, dislates de cualquier tipo proferidos por la reacción, comentarios de cuestiones menores, chismografías de culebrón mezclados con alguna confesión de verdades que ya conocíamos- como la intervención golpista en Honduras- sólo puede aparecer como gran triunfo de la libertad de expresión para miradas tan ingenuas como las que creen que E.E.U.U. es la cuna de la democracia; cuando en rigor en tal país sólo existió una republica tan similar, en la ausencia total de participación popular, como su antecesora de la antigüedad romana. En rigor, ambos sistemas políticos se parecen como dos gotas de agua.

 
La rica multiplicidad de medios ligados a movimientos sociales o gobiernos progresistas y revolucionarios, periodistas comprometidos con sus pueblos, blogeros y demás alfiles en esta larga y compleja lucha (guerra mediática) tiene frente a si una tarea tan compleja como inacabada: gestar una comunicación que realice de modo tangible y concreto las necesidades de los pueblos; de modo de poner la necesaria barrera a la mentirosa basura propalada cotidianamente por los lacayos del imperialismo desde sus medios. Pero existe una segunda necesidad no menos imprescindible. Y aquí los militantes comunicacionales tienen mucho que aportar. Se trata de gestar las condiciones culturales para que los valores de solidaridad, justicia, humanismo y tantos opuestos a la cosmovisión del imperio sean el haz que una a todos los pueblos del mundo. Ciertamente se trata de una lucha que excede largamente a una generación; pero no por ello vale menos la pena que lo intentemos una y otra vez.
 
 

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