Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

viernes, 20 de agosto de 2010

México: La asamblea anticapitalista de La Otra rechaza a los partidos burgueses y a la socialdemocracia  
 Por: Pedro Echeverría V
 
 
1.En los últimos años –más que denunciar o demostrar obviedades: de que el capitalismo es explotador, inhumano, profundiza las desigualdades, deja en la pobreza y la miseria a la mayoría de la población, reprime, encarcela y asesina- mi preocupación ha sido encontrar el camino que debemos andar los trabajadores para derrotarlo y enterrarlo. No es “mi preocupación” sino la de muchos cansados de repetir que PRI, PAN, PRD y demás son partidos que están al servicio del poder capitalista, que los procesos electorales en México sólo han sido una farsa para seguir legitimando la terrible desigualdad  y que después de 100 años de “democracia” la situación de país y de la inmensa mayoría de su pueblo ha empeorado. El capitalismo ha creado una inmensidad de bienes materiales para beneficio de una minoría y al mismo tiempo ha destruido las comunidades, el medio ambiente, la vida. El camino es la concientización y el levantamiento del pueblo, pero ¿cómo?

2. De lo único que he estado seguro en los últimos años es que ningún movimiento aislado,  gremialista o político, como los de los electricistas, la APPO, lopezobradorista, zapatistas, minero, CNTE, campesino o estudiantil, puede triunfar o prolongarse sin ser derrotado o sin que “asuma la estrategia política de retiro”. Los únicos que sí triunfan son la clase política y empresarial que bajo la sombra del poder obtienen gigantescos privilegios y riquezas que en corto tiempo logran duplicar o multiplicar sus propiedades. Pero, ¿Qué caso tiene seguir denunciando o quejándose del mal gobierno y la explotación si por lo menos durante un siglo nada hemos avanzado para derrotarla? Por eso, a pesar de inteligentes discursos y exposiciones, de agitación y entusiasmo desbordante, incluso de llegar a acuerdos y tareas, nada sirve si no se adoptan medidas unitarias –aunque sea prendidas con alfileres- para confrontar al poder político y económico. Nada sirve sin fuerza unitaria real y actuante.

3- Durante dos días (14 y 15 de agosto) sesionó en Tlahuac-una de las 16 delegaciones de la ciudad de México- la tercera “Asamblea Nacional Anticapitalista”. La realidad es que yo esperaba una asamblea de masas, pero quizá falló la coordinación, la difusión o –como sucede en todas las organizaciones- las divisiones también están y perjudican al zapatismo. Muchos de los que pensé que estarían no llegaron. En fin, me pareció que en las discusiones reinó la inteligencia y la camaradería, que a pesar que se manifestaron muchas diferencias en los análisis y las propuestas, en lo fundamental hubo mucha unidad alrededor de los principios básicos de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y de La Otra Campaña promulgadas en 2006. Al parecer los objetivos son muy claros y plenamente coincidentes pero en las estrategias y las tácticas suelen chocar. Pienso que la izquierda y los movimientos sociales deben revisar bien estas divisiones que tanto perjudican al avance de las luchas.


4. Al reafirmar la Asamblea que la batalla debe centrarse contra el capitalismo y por el socialismo por la vía de la lucha de clases, rechaza justamente cualquier posibilidad de llegar a acuerdos con la clase política y empresarial, así como todas aquellas organizaciones políticas que están al servicio del Estado en los procesos electorales. Pero no deja siquiera una rendija para que otras organizaciones –también de izquierda o socialistas, con otras estrategias y tácticas de lucha- pudieran acercarse y llegar a acuerdos. Aunque tuve plena libertad para expresarme en la asamblea y mucho respeto hacia mis ideas, la realidad es que observé que el 99 por ciento de los participantes estaba plenamente convencido que las únicas alianzas eran con el pueblo pobre y explotado y que el resto de las organizaciones de izquierda y centroizquierda estaban de hecho transadas por el gobierno y el Estado. Pero lo terrible es que también otras organizaciones se expresan así de los zapatistas. ¿Otra vez confrontaciones entre “oportunistas” y “sectarios”?

 
5. Pareciera, como ha sucedido a través de muchas décadas, que “sólo hay una verdad o una razón” y cada organización o militante la posee en propiedad y nadie más; por tanto, los demás deben subordinarse a los que piense, diga y ordene. Pero además se piensa que la honestidad, la sinceridad y la inteligencia sólo están en una parte y los demás jamás podrán ser tan honestos y honrados como quien así se considera. ¿Es que acaso Marx, por decir, no explicó suficientemente el papel de las clases sociales, los intereses de cada una de ellas, así como las luchas que natural y socialmente deben enfrentar? Es muy claro que los trabajadores explotados y oprimidos tienen enemigos naturales que deben combatir: la burguesía, el imperio, sus aliados y agentes, pero no se puede rechazar a otras organizaciones de trabajadores. ¿Es que acaso no se pueden solidarizar –por necesidad- movimientos? Este  punto debe ser bien discutido y delucidado.

6. Si los zapatistas no quieren nada con los procesos electorales y AMLO repite que las elecciones son el único camino para reformar al país, ¿eso quiere decir que no pueden unirse en batallas de solidaridad concreta como la de los electricistas, mineros o campesinos? Lo que sucede con estas dos organizaciones se registra también en el interior y en la política externa de la APPO, la CNTE, problema grave que de superarse pondrían en jaque al poder. ¿O es que la gran habilidad política del poder llega al interior de las organizaciones para dividirlas? Nunca he tenido duda de la gran capacidad o habilidad de manipulación o control del Estado mexicano. He tenido siempre la convicción que la clase política que surgió de la revolución mexicana y el cardenismo aprendió mucho sobre estrategias de mediatización.

7. En fin, reconozco que la Asamblea anticapitalista produjo ricos debates que reforzaron la convicción de los asistentes en cuanto objetivos y estrategias; que incluso nuestra larga caminata por las faldas del cerro Santa Catarina de Tlahuac, así como las largas explicaciones histórico-agrarias de nuestro compañero Héctor, contribuyeron a fortalecer nuestras ideas y convicciones sobre la razón de parar en seco las obras del Metro línea 12; pero en mí lo que más caló, es no ver posibilidades de realizar algunos procesos de unidad y lucha entre lo que queda de la izquierda social –como el Diálogo nacional- a pesar de que me preguntarían: ¿Cuál izquierda si todos están en la búsqueda de poder, aunque sea de un mendrugo? Y desafortunadamente, sobre todo en estos tiempos electorales, siempre parece asistir la razón a “los sectarios”.




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