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sábado, 6 de marzo de 2010

Los chirridos de la historia. Algunos le dicen crispación. Marx hubiera dicho lucha de clases, choque de intereses


Los chirridos de la historia. Algunos le dicen crispación. Marx hubiera dicho lucha de clases, choque de intereses

Irma Antognazzi*


La “oposición” al gobierno de la presidente Cristina, suma sus votos para oponerse al pago de la deuda externa con reservas del Banco Central y propone hacerlo del presupuesto nacional, recortando gastos, haciendo “ajustes” contra el pueblo. Algunos jueces los avalan en un plan claramente destituyente. La presidenta mantiene con firmeza su proyecto de gobierno.



En realidad como decíamos en una nota anterior de enero de este año (“Están los que quieren ver a Cristina en camisón” aludiendo a que se ha puesto en marcha un proceso destituyente de la Presidenta de la Nación), es necesario en cada caso preguntarse a quién conviene y a quién benefician los hechos que suceden.



También sería conveniente mirar quiénes mueven los hilos, por detrás del escenario en el Congreso de la Nación; quién y cómo con tal arte logró acercar a lo que parecía hasta hace poco y desde hace 60 años de la historia argentina, el vinagre con el aceite. ¿Los une el amor o el espanto? Los unen mezquindades varias, pero más allá de las pequeñas grandes mezquindades como querer hacerse notar, tener prensa para ganar puestos en un próximo juego electoral, están los concientes, los que están tratando de volver a colocar el proyecto neoliberal -unos como mercenarios y otros porque creen que va a beneficiarlos.



Es seguro que los más grandes peces gordos del asunto se beneficien. Nos referimos a la gran oligarquía financiera propietaria de capital industrial, comercial, agrario, bancario, fusionados y concentrados en sentido vertical y horizontal. Todos los demás - además de ser coro no de ángeles sino de demonios- aspiran a ganar cargos pero de tener ellos la manija pronto empezarán a ver que las tensiones sociales aumentan y que el proceso de concentración del capitalismo continúa a pasos tan agigantados que los tragará la ola cual tsunami no avisado de antemano y se llevará puesto los avances que el pueblo ha logrado en estos últimos 7 años de gobierno. La pantalla del conflicto es “defender la institucionalidad”. Sin embargo coinciden en poner en marcha otra vez planes de “ajuste”; llegando a ser barriletes del gran poder financiero que se los tragará a muchos de ellos y a sus incautos seguidores de un bocado. Otros los del Sur, torcerán aún más lo que dicen ser sus convicciones y seguirán dando volteretas a su discurso y a sus caripelas en 180º.



La Presidenta Cristina intenta mantener su proyecto. Un estado nacional en recomposición, una política que intenta dar tranquilidad al capital y de paso a los asalariados y mantener el “mercado” activo en funcionamiento. Quizás no sea conciente de que ese proyecto sin fuerza de masas no logrará imponerse por más que de su parte no se doble ni se tuerce un paso. Es admirable su fortaleza pero así como en la historia no alcanzan los gritos (“que se vayan todos “fue un grito fuerte, pero no alcanzó), ni la guerrilla (en los 70, fue fuerte pero no alcanzó), ni alcanzan multitud de protestas sectoriales y parciales, tampoco alcanzará con las medidas y los discursos de una presidenta valiente. El proyecto, que apuntaría a desarrollar un capitalismo de estado con miradas al mercado interno, que de alguna manera fue posible en el peronismo histórico, hoy no se puede aplicar sin una condición: requiere del pueblo movilizado. Para eso el pueblo debe tener memoria y conocer la historia; debe llegar a tomar conciencia que este proyecto permite colocarlo en mejores condiciones frente a la crisis objetiva del capitalismo. Crea un marco donde es posible dar el paso que se necesita hacia adelante, construcción de poder popular, capacidad de poder HACER LA HISTORIA, desde los intereses de las grandes mayorías. Ese es el contenido revolucionario que advertimos en esta etapa bajo el proyecto de gobierno de la presidenta Cristina.



La presidente no lo tiene en mente, no se atreve, por ahora a convocar al pueblo, no habla ni puede hacerlo todavía desde el balcón. Pero deberá conquistar su derecho a usar el balcón de la Casa Rosada. Todavía no pudo hacerlo pero eso será el símbolo de la fuerza de masas que se necesita. Nada forzado, sino un pueblo que avance en conciencia y en organización hará avanzar la historia a partir de re-conocer esta etapa de puja entre los que quieren volver al ajuste y los que queremos medidas que mejoren las condiciones del pueblo.



Los “otros”, los variopintos del Congreso que quieren volver atrás – a aplicar políticas neoliberales como ya lo han hecho- , tienen frescas las tramoyas que hicieron cercanas en el tiempo. La presidenta se las recuerda, pero ellos se hacen los olvidados. Además cuentan con el poder real económico que los sustenta. No razonan. Ya tomaron posición sumando butacas y números para imponer una nueva mayoría a pesar de que la primera minoría sigue siendo por lejos el Frente Para la Victoria en ambas Cámaras.



En la apariencia el conflicto es de forma. Sin embargo, más allá de las apariencias, el conflicto es de contenido. Recién después que la Presidenta hizo públicamente la pregunta de cómo harían para pagar si no fuese con reservas del Banco Central y sin modificar los planes sociales y de obras públicas, algunos periodistas se atreven a preguntarles. En realidad no pueden responder con todas las letras y tratan de oscurecer la cuestión con críticas formales. Apenas algunos de ellos dejan entrever que debiera revisarse el presupuesto nacional del 2010” y “recortar lo necesario”, “dejar de despilfarrar en gasto público”. Es evidente que quieren evitar que el gobierno sea exitoso con el uso de recursos propios para mantener obra pública y un mercado interno activo. Temen por los resultados electorales del 2011, y temen por sobre todo, aunque no lo digan, que este proyecto se siga profundizando en cuanto el pueblo encuentre que puede avanzar política y organizativamente en estas condiciones propicias con trabajo y mejores niveles de vida.



¿Quién se beneficia y quién se perjudica según fuese la resolución de este conflicto? Una vuelta atrás en manos de cualquiera de los pregoneros de la caída del gobierno sería peor para el pueblo. Pero no solo para los asalariados, jubilados, pensionados. sino para los cuentapropistas y los sectores de la pequeña y mediana empresa que han podido levantar cabeza con un mercado interno e incluso externo de exportaciones no tradicionales que se ha desarrollado en estos últimos 6/7 años. Volverían los “ajustes” de inmediato y los aumentos de impuestos, porque ellos también están seguros que la deuda se debe pagar y si no, no tendrían ningún empacho en endeudar más al país y volver a hacer caer a las grandes mayorías en un cono de sombra como fueron los finales del menemismo, los de de la Rua y la catástrofe que ocasionó para el pueblo la devaluación brutal y repentina hecha bajo el gobierno de Duhalde que significó una gran concentración de capital en beneficio de pocos y la miseria de millones de argentinos. ¿O nos olvidamos de las miles de familias que debieron transformarse en cartoneros de la noche a la mañana y salieron a buscar su sustento en las basuras? ¿O de lo negocios y empresas que quebraron o se transformaron en depósitos de manufacturas importadas? ¿Nos olvidamos que decenas de miles de nuestros hijos emigraron por falta de oportunidades en un país que los cercaba? ¿Nos olvidamos de que las olas de desocupación en fábricas y comercios y la escasa demanda de mano de obra en un agro sojero tecnificado mandó a millones de obreros a vivir a las villas miserias y echó a fuera de su tierra a decenas de miles de campesinos? ¿Nos olvidamos de los ahorristas que era el fruto de su trabajo de toda la vida que vieron perder sus ahorros grandes, medianos o pequeños tragados por los señores de los bancos bajo las reglas del juego del ajuste, megacanje y corralitos? ¿Nos olvidamos del peregrinaje de los jubilados empobrecidos y los que eran estafados por las AFJP? ¿No se acuerdan de las marchas donde se gritaba a vos en cuello “ollas y cacerolas la lucha es una sola”? ¿No se acuerdan de la solidaridad que se creaba en las calles entre tantos sectores sociales víctimas de los sucesivos ajustes y robos al pueblo? ¿NO se acuerdan que empezaban a gestarse algunas formas de asambleas populares en los barrios? Todo eso está en nuestra memoria y si no, debemos recordarlo.



El camino que están dispuestos a recorrer los irresponsables como los pinos solanas y los corresponsales del gran poder financiero sería de más penurias para el pueblo. No les importa. Tratan de negar la memoria y la historia; no tienen sentido de patria, de solidaridad, ni conciencia de ser parte del pueblo argentino, sino una casta de “políticos” especialistas en maniobras a espaldas del pueblo aprovechándose de los recursos que brinda la democracia “ representativa” (¿?).



Para salir del atolladero a que ha llevado el uso distorsionado de las reglas constitucionales por parte de esa “mayoría” circunstancial en el Congreso de la Nación y de ciertos jueces de la República no hay otra salida que construir poder popular. Quizás esa sola palabra en boca de la Presidente, abriría las puertas de la historia que están tabicadas por los miedos de esta burguesía todavía pusilánime, que no se atreve a más. Todavía no hay un pueblo movilizado. Las Madres de Plaza de Mayo llamaron a una movilización; ellas vieron que se necesita eso. Pero solas no es suficiente. La clase obrera con la CGT que hoy 5 de marzo se mostró en Neuquén es una fuerza necesaria, la más fuerte y contundente y la que puede abrir el camino para que otros sectores que no encuentran lugar donde decir lo suyo se sumen y hagan fuerza juntos. Sin embargo hay sectores obreros y estudiantes que necesitarán desprenderse de quienes se erigen en izquierda bochinchera que está apostando a los conflictos de todo tipo porque piensan que derribar al gobierno es una gran oportunidad para lanzar una insurrección (¿?¡!).Es una estrategia también irresponsable esa de echar leña al fuego porque ni siquiera han estudiado la historia pasada ni presente, para caracterizar objetivamente la coyuntura política que se vive. Por eso converjen con la derecha más abyecta en el objetivo destituyente, que está claro aunque ninguno de los golpistas lo diga con todas las letras. Los medios de comunicación todavía no han sido tocados por la nueva ley y siguen siendo la voz de los oportunismos de toda laya. Sólo el pueblo podrá cambiar la historia si lograra entender de qué se trata y meter sus “patas en la fuente”. Lamentablemente TODAVIA no formula el pueblo una demanda como aquella que lanzó al comienzo de nuestra etapa fundacional como nación independiente el 25 de mayo de 1810: “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Y cuando supo, se metió con todo en las guerras de la independencia.



*Directora del grupo de Trabajo hacer la Historia.

Buenos Aires, 5 de marzo de 2010

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