Portada de antigua versión de Revista Libre Pensamiento

lunes, 31 de agosto de 2009

UNASUR: HALCONES, TIMORATOS/AS Y REVOLUCIONARIOS



UNASUR: HALCONES, TIMORATOS/AS Y REVOLUCIONARIOS
Por Carlos Aznárez

Realmente es un gran avance esto de poder ver en directo las grandes cumbres de nuestros presidentes latinoamericanos. Permite observarlos tal cual son, expuestos, con sus grandezas, que las hay, y sus defecciones, que no sobran.

Lo visto y oído en la Cumbre de Unasur en Bariloche es un indudable ejemplo de ello.
Los bloques perfectamente delimitados dentro de lo que se muestra (y en algunos aspectos lo es, por lo menos en su gran mayoría), como la unidad de los que gobiernan en el sur del continente.

Allí está el discurso autoritario de Uribe Vélez, el hombre de la parapolitica, el generador del militarismo ilegal que proviene desde la época en que fundara las “Convivir”, semilla de lo que luego fueron (y aún son) las Autodefensas de Colombia, que tanto terror y muerte sembraron en el país. Se queja Uribe en Bariloche de que los demás presidentes no lo comprenden en su lucha contra el narcotráfico y el “terrorismo”. Precisamente él, que pactó con los grandes carteles colombianos, la inclusión de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales que responden directamente a las indicaciones de los narcos. Gimotea Uribe compasión a sus colegas de Unasur, diciéndoles que las bases gringas son necesarias para terminar con ese flagelo y el de la guerrilla, y como si fuera un mago de circo de pueblo, advierte muy suelto de cuerpo: “necesitamos ese apoyo para terminar con quienes nos han asesinado líderes sindicales”. Lo dice sin pestañar, sabiendo mejor que nadie que esos dirigentes del pueblo fueron ejecutados por su propio ejército, legal o ilegal, qué mas da.

“Con esta situación de inestabilidad, producto de los asesinatos de los terroristas, los que más sufren son los pobres”, dice el mandamás, apuntalado por su canciller Bermudez (otro que debe el cargo a la parapolítica), y no explica por qué son los pobres de toda Colombia los que le reclaman a gritos que no insista con su política de hambre y terror, por qué son los indígenas de los cuatro puntos del país que marchan una y otra vez en mingas de resistencia exigiendo paz sin cementerios, sin desforestación, sin trasnacionales que les arrasan sus tierras ancestrales, sin motosierras ni pelotones de fusilamientos.

Pero es lógico, Uribe fue a Bariloche a jugar un rol y lo cumplió desde la A a la Z, ayudado por otro genocida regional, obeso e insolente. También se dio el lujo de que lo escuchen reivindicar las bases injerencistas de EEUU y sus ironías contra el discurso demoledor pronunciado por Hugo Chávez en el mismo recinto. García tiene a su cuenta las masacres de los penales de Lurigancho, del Frontón y recientemente la del Bagua amazónico, pero como es un “demócrata” (palabra mentirosa que se usa últimamente para disfrazar las peores atrocidades contra los pueblos), tiene luz verde y la usa a discreción. Sin embargo, como todo energúmeno que lleva una camisa negra debajo de su traje de alpaca, se pasa de la raya y quiere quedar tan bien con el amo y con los patrones del amo, que pisa el cordón del ridículo al querer convencer al auditorio de que “Uribe es un gran patriota latinoamericano”, de la talla de Santander.

En esas dos intervenciones del tandem Uribe-García quedó graficado el bloque de los halcones, de quienes rinden pleitesía a Washington y sus directrices, pero también a sus propias oligarquías criollas, que cada tanto, cuando no actúan con la ferocidad que les piden, les propinan un buen tirón de orejas y les amenazan con reemplazarlos por otros como ellos pero menos desgastados.

En realidad, estos halcones eran lo más usual en años anteriores, cuando no existía Unasur ni la Cumbre de Río, pero sobraba con la OEA que un día lejano expulsó de su seno a la Isla de la dignidad y en cuyo recinto, discursos como los de los presidentes de Colombia y Perú, eran moneda corriente.

Ahora, las cosas han cambiado, y esto es lo que siempre hay que tener en cuenta a la hora de hacer balances, para no caer en el derrotismo y seguir embistiendo contra el enemigo principal. Hagamos memoria, y pensemos: ¿cuándo pudimos ver en un foro como el de Bariloche, a un presidente como Hugo Chávez, que sin pelos en la lengua marcó a fuego a las apetencias imperiales citando precisamente un documento del propio gobierno estadounidense, más precisamente el “Libro Blanco del Comando de Movilidad Aérea y Estrategia Global de Bases de Apoyo”. Ese paper al que no han necesitado guardar en secreto, por propia prepotencia, y en el que se explicita la estrategia militar intervencionista de tal forma, que hasta los mandatarios más anodinos de la región tuvieron que abrir la boca sorprendidos y aceptar que la cosa viene brava.
“Palanquero”, dijo Chávez y describió el rol que va a jugar esa base militar yanqui (a la que Uribe no califica de tal) para desde allí amenazar la seguridad de la región. El documento no miente, al decir que es una “localidad de seguridad de cooperación”. Según el Comando Sur, partiendo de Palanquero, aviones de gran alcance y poder destructivo (incluso con capacidad de invisibilizarse) podrán cubrir toda la región, exceptuando algunas zonas en Chile y Argentina.

Siguiendo el hilo de lo que estaba mostrando como evidencia, Chávez sentenció, con lógica, que esta actividad imperial no va sólo contra el narcotráfico (cómo podría ir si los que la amparan son los propios presidentes del narco) ni la insurgencia, sino que es parte del proyecto estadounidense para salvar su propia existencia en función de lo que han hecho siempre: apoderarse de las riquezas naturales de todos los países que controlan.

Con el mismo énfasis y similar coherencia, hablaron luego Rafael Correa y Evo Morales, los que a esta altura pudieran ser calificados como los tres mosqueteros de la dignidad latinoamericana en esa reunión patagónica. Y aquí vale un paréntesis: cuando se tiene claro hacia dónde se marcha en cuestiones de política continental, y a la vez se cuenta con la suficiente audacia y valentía para no amilanarse ante los poderosos, el resultado es un discurso como el de estos tres mandatarios. Con un Correa discutiéndole a Uribe en su propia cara (con luz y taquígrafos) si realmente las FARC son, como él afirma, terroristas o no. Y aclaró: “cuando los colombianos venían por miles, a refugiarse en mi país, se decía que eran fuerzas insurgentes, y ahora se dice que son terroristas”, contestando a la prepotencia uribista que amonestaba tanto a Chávez como a Correa el hecho de considerar a la insurgencia una“fuerza beligerante·.

Mención aparte fue el discurso de Evo, que en el lenguaje llano y sencillo, con que hablan los pueblos originarios, contó al mundo lo que la presencia militar yanqui significó para los bolivianos y sobre todo para el campesinado cocalero. Dio ejemplos propios, contó actuaciones intervensionistas, explicó cómo a los propios hombres y mujeres de su organización sindical les habían asesinado, torturado, detenido, demonizado (“por rojos y comunistas”) estos sujetos que para el presidente Uribe son necesarios para garantizar su gobernabilidad.

Pero como el escenario abarca mucho más que a halcones y revolucionarios, después la audiencia televisiva o radial tuvo que enterarse los matices del otro gran bloque regional. El de los que no son ni una cosa ni otra. O mejor dicho, a veces son anodinos, otras, pisan la raya de la transgresión y hasta parece que se embanderan con los revolucionarios, y en la mayoría de las ocasiones, destilan tal mediocridad en sus discursos y accionar, que se convierten en funcionales de los halcones, o mejor dicho, de los titiriteros de estos últimos.

Claro que hay matices, y vale la pena empezar por los más peligrosos en sus estrategias zigzagueantes. ¿Les suena Lula? ¿Observaron su rostro en Bariloche, sus gestos de enfado con el presidente Correa, o bajar la vista cuando Chávez lo convocaba a unirse al pelotón de los más airados? ¿Escucharon sus desplantes, su impaciencia por irse de alli, porque, claro, la TV lo estaba exponiendo tal cual es, y tal cual lo sufren los campesinos sin tierra de Brasil, o quienes pelean contra la destrucción del medioambiente, o se hacinan en las favelas de la muerte agobiados por la miseria? Desde hace rato, Lula aboga –compite, es la palabra justa- por ser la referencia regional que ensombrezca la gestión de un Hugo Chavez, por ejemplo (aunque por razones de Estado y necesidad de no quebrar la necesaria unidad por la que se aboga, el gobernante venezolano jamás lo va a confesar), Lula hace actuar a Brasil y sus propias multinacionales como Petrobras, en innumerables oportunidades, como un subimperio, y en ese sentido, si tiene que pactar negocios con el imperio (como el de los agrocombustibles) en contra de lo que marca el sentir general de la región, no le tiembla el pulso. Y en esta jornada de Bariloche, Lula jugó mal para el concierto de unidad latinoamericana, actuó ladinamente, detractando a los que quieren cambios en serio, sumando puntos a la canasta de Uribe, dejando en claro que a él le importa tres cominos lo que con tanta paciencia relató Chávez sobre el Comando Sur. Y vaya que le debería importar (y nos consta que a muchos militares brasileños sí les preocupa) porque entre los territorios codiciados por Washington está nada menos que la Amazonia. Lula quiso dejar en ridículo al bloque revolucionario con sus airadas manifestaciones de fastidio, pero finalmente tuvo que incluir su firma en el manifiesto final, que no tuvo –lamentablemente- el tono de radical condena a las bases que exigen las circunstancias.

Dijimos Lula, y también decimos Bachelet. La mujer de hierro contra los mapuches, la que manda los carabineros para asesinar a los comuneros de ese pueblo originario, la que hace encarcelar a los que luchan por sus tierras. Esa misma que hizo apalear a los estudiantes secundarios y universitarios (los famosos pingüinos) o a los obreros levantiscos. Bachelet, la falsa componedora, que abogó en Bariloche (como lo hace en casi todos los foros en que participa) por que los asesinos se amiguen con los que defienden a los pueblos del continente. Discurso hueco, hipócrita, y por lo tanto poco creible, y sumamente desechable.

Y luego están los otros, suficientemente mezclados como para confundir aún más al respetable público: Lugo, el ex sacerdote que juraba dar la vida por el campesinado al que hoy le sigue negando la reforma agraria, y cada tanto autoriza a sus gendarmes para que los apaleen si reclaman tierra y libertad, el jefe de Estado que ha firmado pactos con Uribe para cooperación policial en la lucha contra el narcotráfico, y con el Alba, coalición que integra, para no quedarse fuera de juego en el reparto económico solidario. Lugo, que también quiso oficiar de componedor de lo que no se puede componer, y en su afán de quedar bien con Dios y con el diablo, patinó hacia la nada, desaprovechando la oportunidad de enrolarse en la fila de los que defienden la soberanía de este continente sin cortapisas.

De Tabaré poco y nada se puede decir. Tuvo un acierto, al mencionar Malvinas como ejemplo (algo que también hizo Cristina Fernández), y en condenar las bases, pero su discurso pacifista sonó tan hueco y carente de realidad que, como viene ocurriendo en todo su mandato, quedó sumamente expuesto como el color gris de su traje habitual. Y para colmo, cuando las papas quemaban, y el bando de los halcones arreciaba en sus ataques contra el trio Chávez-Correa- Morales, decidió marcharse anticipadamente, argumentando una excusa baladí (que tenía que inaugurar un instituto contra el cáncer cuyos fondos provienen precisamente de la revolución bolivariana a la que no tuvo el coraje de defender ni estas circunstancias tan álgidas). No sea que se comprometiera demasiado, él, que firmó con los gringos un TLC llamado TIFA o recibió con toda pompa a mister Bush mientras los pueblos del continente y también el uruguayo, lo repudiaban en las calles, o le dio todo el poder a Botnia para contaminar a su gusto las aguas uruguayas y argentinas. Se fue rápido Tabaré y ni siquiera se notó su ausencia.

Cristina Fernández es un capítulo aparte, o un cuarto bloque si se quiere. Lo es la política exterior argentina, que está llena de luces y sombras. Un día, abrazos con Chávez, Correa y Evo, lo que es de aplaudir, y otro, alianza con el discurso imperial en condenar a Irán (por ostensible presión sionista) o reivindicar (otra vez) el retorno al seno del FMI. Y en politica interna, acaba de enviar al Parlamento una ley imprescindible para recuperar el espacio radioléctrico y ponerlo al servicio de la sociedad civil y no de los holdings empresarios como actualmente ocurre.

Con el tema Colombia, Argentina, el gobierno argentino ha jugado correctamente en cuanto a respaldar las gestiones de Piedad Córdoba durante los contactos con las FARC por el intercambio de rehenes, pero desbarranca en igualar, repetidamente en sus discursos, a los asesinos del paramilitarismo con los revolucionarios insurgentes. En Bariloche, Cristina empezó con buen pie, y se sumó al discurso condenatorio de las bases, incluso dando por oficial y creíble el documento del Comando Sur, ante la bravata de un Alan García que lo minimizaba para atacar por elevación a Chávez. Sin embargo, al final, se sumó al sermón “bachelista” de tratar de componer lo incomponible, más preocupada por los tonos de voz y las palabras que se cruzaban los mandatarios, que por el contenido de la discusión. No obstante, de todas y todos los que podríamos encuadrar en el tercer bloque, la presidenta argentina mantuvo el discurso menos hipócrita, lo que no es poco en estas circunstancias, y por eso la colocamos al margen de los tres grupos anteriores.

En fin, Unasur mostró lo que son todos y cada uno de quienes gobiernan este territorio que hoy es tan apetecible a los generales del Pentágono. A diferencia de lo que ocurría hasta ahora, se pudo ver lo que antes se ocultaba y manipulaba. Ese es, un importante avance, sobre todo porque nos permite evaluar posiciones y no esperar que nos la cuente la patria mediática manipuladora.

El resultado de la reunión es un tibio manifiesto, que muestra que la unidad se salva pero que no tiene la consistencia que necesita la difícil hora que vive el continente, en que como bien dice Hugo Chávez, están soplando vientos de guerra, mientras Fidel, el sabio y combatiente, advierte el peligro de las ambiciones desenfrenadas del imperialismo.

Para muchos presidentes y presidentas de la región, el problema no parece tan importante, hay una actitud irritante de “finalmente esto no va con nosotros, son cosas de Chávez”. De alli, que la prensa y el establishment uribista (el de Colombia o el de Argentina, qué mas da) festeje el resultado final de la contienda de Bariloche y en algún articulo se insinúe que esto le permitirá ser reelegido al actual habitante del Palacio Nariño.

Para los pueblos, para quienes pelean a diario contra la prepotencia económica de las trasnacionales y la militarización de la región por parte de EEUU o sus cómplices locales, quedó claro lo que pasó en Bariloche y no tienen dudas en qué lugar de la foto colocarse: bien, pero bien lejos de los halcones y los timoratos. Si se quiere cambiar en serio, el único camino es el de quienes les plantan cara al imperialismo, aunque las consecuencias de ese digno gesto cause sacrificios y no pocos dolores en el cuerpo y en el alma. La resistencia del pueblo hondureño, que ya cumplió dos meses de acciones contra el golpismo, es un ejemplo de esto mismo.

lunes, 31 agosto, 2009 8:57 AM

De: "Dora"
Para: "Koly Bader" , ivankries@gmx.de, "Sara Kries" , "Rafael Kries" CC: "Nestor D'Alessio" , "cecilio manuel salguero" , "José Manuel Moncada Fonseca"


Imágenes tomadas de:

http://lahoradelaverdad.com.co/.storage/public/hugo-chavez.jpg
http://www.infobae.com/adjuntos/imagenes/13/0281335B.jpg

domingo, 30 de agosto de 2009

UNASUR reafirma compromiso con defensa de la soberanía regional


Presidentes posan para foto oficial de la Cumbre extraordinaria de Unasur (foto:teleSUR)

UNASUR reafirma compromiso con defensa de la soberanía regional
Por TeleSUR

A continuación teleSUR transcríbe de forma íntegra el documento aprobado en la Cumbre Extraordinaria de Unasur.

REUNION EXTRAORDINARIA DE JEFAS Y JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DE LA UNASUR ROYECTO DE DECISION

Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) reunidos en sesión extraordinaria el 28 de agosto de 2009 en San Carlos de Bariloche, República Argentina; Reafirmando nuestro compromiso con los principios de Derecho Internacional referentes a la relaciones de amistad y cooperación entre Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas; Reconociendo, igualmente, que los acuerdos de cooperación militar deben regirse por el respeto estricto a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y a los principios fundamentales del Tratado Constitutivo de la UNASUR; Enfatizando que el irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial de los Estados, la no injerencia en asuntos internos y la autodeterminación de los pueblos son esenciales para consolidar la integración regional; Reiterando nuestra disposición de consolidar en Suramérica una zona de paz, fundamento para el desarrollo integral de nuestros pueblos y la preservación de sus recursos naturales, a través de la prevención de conflictos, la solución pacífica de las controversias y la abstención de recurrir a la amenaza o el uso de la fuerza; Subrayando la vocación de la UNASUR por la solución pacífica de las controversias y la promoción del diálogo y el consenso en materia de defensa mediante el fomento de medidas de cooperación, confianza y transparencia;

DECIDEN:

- Fortalecer a Suramérica como zona de paz, comprometiéndonos a establecer un mecanismo de confianza mutua en materia de defensa y seguridad, sosteniendo nuestra decisión de abstenernos de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial de otro Estado de la UNASUR.

- Reafirmar nuestro compromiso de fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la delincuencia transnacional organizada y sus delitos conexos: el narcotráfico, el tráfico de armas pequeñas y ligeras, así como el rechazo a la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley.

- Reafirmar que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad en la región.

- Instruir a sus Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa a celebrar una reunión extraordinaria, durante la primera quincena de septiembre próximo, para que en pos de una mayor transparencia diseñen medidas de fomento de la confianza y de la seguridad de manera complementaria a los instrumentos existentes en el marco de la OEA, incluyendo mecanismos concretos de implementación y garantías para todos los países aplicables a los acuerdos existentes con países de la región y extrarregionales; así como al tráfico ilícito de armas, al narcotráfico y al terrorismo de conformidad con la legislación de cada país. Estos mecanismos deberán contemplar los principios de irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial y no injerencia en los asuntos internos de los Estados; Instruir al Consejo Suramericano de Defensa, para que analice el texto sobre "Estrategia suramericana. Libro Blanco, Comando de Movilidad Aérea (AMC)" y realice una verificación de la situación en las fronteras y eleve los estudios resultantes al Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, a fin de considerar cursos de acción a seguir.

- Instruir al Consejo Suramericano de Lucha contra el Narcotráfico que elabore en forma urgente su Estatuto y un Plan de Acción con el objeto de definir una estrategia suramericana de lucha contra el tráfico ilícito de drogas y de fortalecimiento de la cooperación entre los organismos especializados de nuestros países.

Entre los aspectos que surgieron en la reunión de la Unasur, el presidente de Perú, Álan García, propuso la creación de una comisión de verificación para que analice el acuerdo militar que Colombia cerró con Estados Unidos (EE.UU.). Por su parte, el mandatario venezolano, Hugo Chávez, con respecto al mismo tema, insistió en la creación de una comitiva que de iniciativa para la paz en Colombia.

Los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en la declaración final de la cumbre reiteraron su compromiso en impedir "la injerencia en la soberanía de los pueblos latinoamericanos" y manifestaron su deseo de fortalecer la región como una zona de paz.

En el texto, que consta de cinco puntos, reafirmaron su "compromiso de fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la delincuencia organizada".

Los mandatarios ratificaron "que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede amenazar la paz y la seguridad de la región", por ello decidieron "instruir al consejo suramericano para que analice el libro blanco y realice una verificación de la situación en la frontera".

El llamado libro blanco de Estados Unidos es un documento público sobre Defensa en el que, entre otras cosas, se definen los niveles de las bases militares a las que EE.UU. puede acceder en otros países.

El documento fue leído por el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien destacó el punto 12 del texto donde se afirma que el Comando Sur ha tomado interés en establecer una localidad en el continente suramericano que pudiera utilizarse para operaciones de movilidad.

"Con la ayuda del AMC (Comando de Movilidad Aérea) y el Comando de Transporte, el Comando Sur ha identificado Palanquero, base aérea Germán Olano, una localidad de seguridad de cooperación. A partir de esta localidad, cerca de la mitad del continente puede cubrirse con un C-17 sin reabastecimiento. Un C-17 (avión gigantesco que fabrica la Boeing) puede abarcar todo el continente exceptuando Cabo de Hornos, en el extremo de Chile. Mientras el Comando Sur defina un sólido plan de compromiso de teatro, la estrategia de establecer una localidad de cooperación en Palanquero debería ser suficiente para el alcance de movilidad aérea en el continente suramericano" reza el texto que causó gran preocupación en los mandatarios de la región.

En otro de los puntos del documento los mandatarios acordaron solicitar a la Organización de Estados Americanos (OEA) facilite una comisión "que permita trabajar en un aspecto de paz para Colombia".

Insistieron además en la preservación de los recursos naturales de la región, y subrayaron que uno de los objetivos de Unasur es "la solución pacífica de las controversias".

La Unasur acordó instruir al Consejo de Defensa, integrado por los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de los países integrantes, a diseñar una estrategia de seguridad y garantías para la zona durante la reunión del Consejo de Defensa que se celebrará en el próximo mes de septiembre.

La mayoría de los presidentes que asistieron a la cumbre de Unasur solicitaron conocer los términos del acuerdo de cooperación militar entre Colombia y EE.UU.

También aceptaron una propuesta para solicitar una reunión con el presidente estadounidense, Barack Obama.

El presidente boliviano, Evo Morales, expresó la posición más dura al reclamar un repudio a la instalación de bases militares extranjeras en la región.

"Si nadie quiere una base militar por qué no podemos firmar acá un documento que (indique que) los presidentes de Sudamérica no aceptan ninguna base militar extranjera", sostuvo Morales.

Uribe remarcó que el pacto con Estados Unidos, destinado a combatir "el narcotráfico y el terrorismo", "se rige por la integridad territorial de los Estados" y "dispone" que "no se puede usar para la intervención de otros Estados".

"Estas bases serán de transito" afirmó el presidente Uribe y aseguró que el acuerdo militar con EE.UU. está cerrado.

Por su parte, el presidente venezolano, Hugo Chávez, aseguró que "no hay ninguna duda" de que el pacto que se debatió en la cumbre, forma parte de la "estrategia militar" global de EE. UU. más que de la lucha contra el narcotráfico o el terrorismo.


http://www.clarin.decolombia.info/

Es la hora del recuento y de la marcha unida


Es la hora del recuento y de la marcha unida
27 Agosto 2009
Esta reflexión no va dirigida a los gobiernos sino a los pueblos hermanos de América Latina.

Mañana 28 de agosto se iniciará en Argentina la reunión Cumbre de UNASUR cuya trascendencia no puede ignorarse. En ella se debe analizar la concesión de siete bases militares en territorio de Colombia, a la superpotencia norteamericana. Las conversaciones previas de ambos gobiernos se mantenían en riguroso secreto. El acuerdo debía presentarse al mundo como hecho consumado.

En horas de la madrugada del 1º de marzo del 2008, las Fuerzas Armadas de Colombia, entrenadas y armadas por Estados Unidos, habían atacado con bombas de precisión a un grupo de guerrilleros que penetró en una apartada zona del territorio ecuatoriano. Al amanecer, hombres de las tropas élites colombianas transportados en helicópteros ocuparon el pequeño campamento, remataron a los heridos y se apoderaron del cadáver del jefe guerrillero Raúl Reyes, quien al parecer sostenía en esos días un encuentro con jóvenes visitantes de otras nacionalidades, interesados en conocer las experiencias de la guerrilla que desde la muerte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, hace más de 50 años, sostiene la lucha armada. Entre las víctimas había estudiantes universitarios de México y Ecuador que no portaban armas. El método fue brutal, al estilo yanqui. El gobierno de Ecuador no había recibido advertencia alguna antes del ataque.

El hecho constituyó una acción humillante para el pequeño y heroico país suramericano, envuelto en un proceso político democrático. Se sospechaba fuertemente que la base aérea norteamericana de Manta había ofrecido información y cooperado con los atacantes. El presidente Rafael Correa adoptó la valiente decisión de solicitar la devolución del territorio ocupado de la base militar de Manta, cumpliendo estrictamente los términos establecidos en el convenio militar con Estados Unidos, y retiró su embajador en Bogotá.

La entrega de territorio para el establecimiento de siete bases militares de Estados Unidos en Colombia, amenaza directamente la soberanía y la integridad de los demás pueblos de Sur y Centroamérica con las que nuestros próceres soñaron crear la gran patria latinoamericana.

El imperialismo yanki es cien veces más poderoso que los imperios coloniales de España y Portugal, ajeno por completo al origen, los hábitos y la cultura de nuestros pueblos.

No se trata de estrechos chovinismos. “Patria es humanidad”, como proclamó Martí, pero jamás bajo el dominio de un imperio que ha impuesto al mundo una tiranía sangrienta. En nuestro propio hemisferio los cientos de miles de compatriotas latinoamericanos asesinados, torturados y desaparecidos en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y otros países de Nuestra América, durante las últimas cinco décadas por golpes de Estado y acciones que Estados Unidos promovió y apoyó, demuestran de forma irrebatible lo que afirmo.

Cuando analizo los argumentos con que Estados Unidos pretende justificar la concesión de bases militares en territorio de Colombia, no puedo menos que calificar de cínicos tales pretextos. Afirma que necesita esas bases para cooperar en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de armas, la emigración ilegal, la posesión de armas de destrucción masiva, los desbordes nacionalistas y los desastres naturales.

Ese poderoso país es el mayor comprador y consumidor de drogas del planeta. Un análisis de los billetes que circulan en Washington, capital de Estados Unidos revela que el 95 por ciento pasaron por manos de personas que consumen drogas; es el mayor mercado y a la vez el mayor suministrador de armas para el crimen organizado en América Latina, con ellas están muriendo decenas de miles de personas cada año al Sur de su frontera; es el mayor Estado terrorista que ha existido nunca. No solo lanzó las bombas contra ciudades civiles en Hiroshima y Nagasaki; en sus guerras imperiales como las promovidas en Vietnam, Iraq, Afganistán, Pakistán y otros países ubicados a miles de kilómetros de distancia en las que han muerto millones de personas; es el mayor productor y poseedor de armas de destrucción masiva, incluidas las nucleares, las químicas y las biológicas.

Los paramilitares colombianos, muchos de los cuales proceden de los desmovilizados de las Fuerzas Armadas y constituyen, en parte, sus reservas, son los mejores aliados y protectores de los narcotraficantes.

El llamado personal civil que acompañaría a los soldados en las bases de Colombia son, como norma, ex militares norteamericanos perfectamente entrenados, que son después contratados por empresas privadas como Blackwater, que se hizo famosa por los crímenes cometidos en Iraq y otras partes del mundo.

Un país que se respete a sí mismo no necesita mercenarios, ni soldados, ni bases militares norteamericanas para combatir el narcotráfico, ni proteger la población en los casos de desastres naturales, o brindar cooperación humanitaria a otros pueblos.

Cuba es un país sin problemas de drogas ni altos índices de muertes violentas, cuyo número decrece por año.

El único propósito de Estados Unidos con esas bases, es poner América Latina al alcance de sus tropas en cuestión de horas. La alta jerarquía militar de Brasil recibió con verdadero desagrado la noticia sorpresiva del acuerdo sobre la instalación de bases militares de Estados Unidos en Colombia. La base de Palanquero está muy cerca de la frontera con Brasil. Con esas bases, unidas a las de las Islas Malvinas, Paraguay, Perú, Honduras, Aruba, Curazao y otras, no quedaría un solo punto del territorio de Brasil y del resto de América del Sur fuera del alcance del Comando Sur, donde en cuestión de horas, mediante el empleo de sus más modernos aviones de transporte, puede hacer llegar tropas y otros medios sofisticados de combate. Los mejores especialistas en la materia han suministrado los datos necesarios, para demostrar el alcance militar del acuerdo yanki-colombiano. Tal programa, que incluyó el restablecimiento de la IV Flota, fue diseñado por Bush y heredado por el actual gobierno de Estados Unidos, a quien algunos líderes suramericanos demandan el debido esclarecimiento de su política militar en América Latina. Los portaaviones nucleares no se necesitan para combatir las drogas.

El objetivo más inmediato de ese plan es liquidar el proceso revolucionario bolivariano y asegurar el control del petróleo y otros recursos naturales de Venezuela. El imperio, por otro lado, no acepta la competencia de las nuevas economías emergentes en su patio trasero, ni países verdaderamente independientes en América Latina. Cuenta con la oligarquía reaccionaria, la derecha fascista y el control de los principales medios de difusión masiva internos y externos. Nada que parezca verdadera equidad y justicia social tendrá su apoyo.

La emigración de latinoamericanos hacia Estados Unidos es consecuencia del subdesarrollo, y este es consecuencia del saqueo a que hemos sido sometidos por parte de ese país y del intercambio desigual con las naciones industrializadas.

México fue desgajado de América Latina por el Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. La mayoría de los 12 millones de emigrantes ilegales en el primero de esos países son mexicanos y también la mayor parte de los cientos que mueren cada año en el muro de la frontera con aquel país.

Con una población de 107 millones de habitantes, en medio de la actual crisis económica internacional, el índice de pobreza crítica en México se ha elevado al 18 por ciento y la pobreza general alcanza a más de la mitad de sus habitantes.

Nada perturbó tanto la vida de Martí, el Apóstol de nuestra independencia, como la anexión a Estados Unidos. Desde 1889 venía tomando conciencia de que ese era el mayor peligro para América Latina. Soñó siempre con la Patria Grande, desde el río Bravo hasta la Patagonia; por ella y por Cuba dio su vida.

El 10 de enero de 1891 escribió en La Revista Ilustrada de Nueva York un ensayo titulado “Nuestra América”, en el que expresó inolvidables frases: “… ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”

Cuatro años más tarde, después de su desembarco por Playitas en la provincia oriental de Cuba, cuando ya marchaba por los campos insurrectos, sostuvo un encuentro con el periodista del Herald George E. Bryson, el 2 de mayo de 1895. Este le contó que había entrevistado en la Habana al famoso general Arsenio Martínez Campo. El jefe español le dijo que antes de conceder la independencia a Cuba prefería entregarla a Estados Unidos.

De tal forma impactó la noticia a Martí, que el 18 de mayo escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado la famosa carta póstuma en la que habla del “…camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de Nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia…”

Al día siguiente, desoyendo el consejo del General Máximo Gómez, quien le indicó permanecer en la retaguardia, solicitó a su ayudante un revolver, cargó contra una tropa española bien posesionada y murió en el combate.

“Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas”, sentenció en su última carta.

http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2009/08/27/reflexiones-de-fidel-es-la-hora-del-recuento-y-de-la-marcha-unida/

Imagen tomada de:

http://www.izquierda.info/noticias/cuba/fidel-chavez.jpg

Argentina: Manual del depredador ambiental


Manual del depredador ambiental
Por Oscar Taffetani

25/08/09

(APe).- El gobernador de San Juan, José Luis Gioja, viene cumpliendo en los últimos años con el papel de primer lobbista y espontáneo abogado (pagado por el pueblo, vaya paradoja) de una multinacional minera.

Días atrás concurrió a un programa de televisión (“El juego limpio”, de Nelson Castro) tan sólo para refutar o intentar desmentir al cineasta Pino Solanas, quien lo había acusado de promover y facilitar el depredatorio avance, sobre la naturaleza y sobre las leyes, de la minera Barrick Gold, lanzada tras el oro y la plata de las cuencas cordilleranas.

Poco pudo argumentar en su descargo el gobernador Gioja. El hecho de que su propio hermano César, proveedor minero, sea el actual presidente de la Comisión de Minería del Senado, ya resulta sugestivo, y es imposible de desmentir. Y que el sitio oficial de la Barrick haya puesto avisos de la campaña por la reelección de Gioja, en junio último, también es sugestivo e imposible de desmentir.

Cuando las papas queman, la coartada de estos gobernantes que autorizan alegremente la destrucción del paisaje nativo y la entrega de los recursos minerales, pasa a ser que están generando empleo. “La peor contaminación -declaró demagógicamente Gioja- es pagarle 10 pesos a un obrero rural y que éste no pueda darle comida a su familia…"

Y si acaso un informe independiente -a prueba de sobornos- demostrara que, además de destruir el paisaje, la minera contamina, entonces Gioja apelará al argumento de los votos: "puede ser que haya gente que disienta -Gioja dixit- pero hemos pasado seis años y varias elecciones, y la última vez hemos ganado con más del 50%..."

Las múltiples y variadas argumentaciones del gobernador Gioja están siendo estudiadas por los ejecutivos de Barrick, quienes las exportarán a todo el mundo, como un valor agregado, junto al oro y la plata de San Juan.

Tierra arrasada

“En términos ambientales y sociales -escribió en 1989 el profesor J.P. Vaughan, director de la Escuela de Minería de Australia- ninguna actividad industrial es más devastadora que la minería a cielo abierto”.

Por siglos la industria minera se dedicó a buscar las fallas geológicas y vetas(lugares de alta concentración de mineral) en las montañas. Pero la minería a cielo abierto ya no busca vetas. Trabaja sobre la cantidad y no sobre la calidad. Dinamita montañas, las tritura, somete la materia removida a procesos químicos (con cianuro y otros venenos), lava el mineral utilizando millones de litros de agua potable, y finalmente se retira dejando enormes cráteres, de 150 hectáreas de diámetro y 500 metros de profundidad.

Las cintas transportadoras y los ductos(como el de Bajo La Alumbrera, que va de Catamarca a Tucumán) contaminan el área circundante, envenenan las napas de agua y causan enfermedades y malformaciones en los niños, que son los seres humanos más expuestos.

Hay provincias argentinas (particularmente, las del NOA) donde la falta de agua potable y la inexistencia de redes y acueductos fue por décadas un gran impedimento para el desarrollo humano. Ahora sí les ha llegado el agua potable. Claro que no es para los seres humanos, sino para lavar el oro y la plata que están bajo el suelo.

El diputado nacional Miguel Bonasso calculó que las ganancias de la Barrick Gold, por la concesión de Pascua Lama rondarán en 25 años los 160 mil millones de dólares. ¿Cuánto de esas astronómicas ganancias quedará en la provincia?

Y por si fuera poco, fruto del esfuerzo lobbístico del gobernador Gioja, Pascua Lama ha obtenido una degravación impositiva adicional, que le permitirá a la Barrick ahorrarse casi 460 millones de pesos y obtener más ventajas sobre el resto de las empresas mineras.

La Presidenta de la Nación, respondiendo a las últimas denuncias sobre aumento de los niveles de pobreza en el país, declaró que “el principal problema argentino no es la pobreza, sino la inequidad”.

Barrick Gold escuchaba atentamente esas sabias palabras. Serán incorporadas a su próximo Manual.

jueves, 27 agosto, 2009 4:53 AM

De: "Agencia de Noticias Pelota de Trapo"

Para: "Agencia Pelota de Trapo"

Imagen tomada de:

http://www.huerquenche.com.ar/cheblog/wp-content/uploads/2008/08/mineria.jpg

Los "buenos" y los "malos"



Los buenos y los malos


jueves, 27 agosto, 2009 12:59 AM

De: "tropique@cablenet.com.ni"

Para: Nicaragua_Socialista@yahoogroups.com

sábado, 29 de agosto de 2009

Somoza García contra los patriotas sandinistas


Somoza García contra los patriotas sandinistas*
Manuel Moncada Fonseca

Sandino un “bandolero”

A Anastasio Somoza García (1896-1956), fundador de una de las más sanguinarias y entreguistas dictaduras que América Latina conociera en el siglo XX, se le atribuye la obra El Verdadero Sandino o el Calvario de las Segovias (1936). Durante la presidencia de José María Moncada (1929-1932), dicho personaje se desempeñó como Subsecretario de Relaciones Exteriores. Valiéndose de ese cargo y de sus “habilidades criollas”, plantea Armando Amador en su Origen, Auge y Crisis de una Dictadura (sin fecha de edición), logró convertirse en amante de la esposa del embajador estadounidense Hanna (2. p. 91). Esta circunstancia dirá por su parte el periodista argentino Gregorio Selser, en Nicaragua de Walker a Somoza (1984) y el hecho que Somoza se convirtiera en secretario particular de Moncada, le valieron mucho en su vertiginosa carrera hacia el poder (11. p.229).

El historiador estadounidense Richard Millett, en Guardianes de la Dinastía (1979), cita la recomendación de Hanna al Departamento de Estado, hecha en octubre de 1932, expresando, ante este poder estadounidense, su preferencia por Somoza, en quien descubría al “mejor hombre del país para el cargo de Jefe” de la Guardia Nacional (GN), agregando que nadie trabajaría “tan inteligentemente o tan concienzudamente como él como para mantener el carácter no partidario de la guardia y nadie será tan eficiente en todos los asuntos relacionados con la administración y mando de la fuerza” (7. pp. 183-184).

Abelardo Cuadra, en Hombre del Caribe (1967), participante directo en el asesinato de Sandino, relataría las causas de las rebeliones que estallaron en la GN, en 1934 y 1935, contra el nombramiento de Somoza como jefe de esa entidad castrense:

“Nosotros habíamos cargado con las dificultades de la guerra bien jodida como es esa de andar y andar sin ver al enemigo, expuestos a emboscadas y lo que era peor, una guerra injusta con la que nos habíamos manchado para siempre. Y resultaba ahora que unos burgueses que […] se habían quedado en sus casas, venían a ocupar, por obra y gracia de un acuerdo […] manejado por los yanques las altas jerarquías del ejército; y a nosotros los oficiales, salidos de la Escuela Militar nos dejaban abajo” (3. p. 143).

Hechas estas acotaciones, entremos de lleno al análisis de El Verdadero Sandino o El Calvario de las Segovias, obra en la que se compilan y comentan documentos que, en muy buena parte, pertenecían al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN). Se recogen en ella, igualmente, “testimonios” contra el héroe de las Segovias. Así, la obra entera trata en vano de destruir su imagen.

En su “A manera de prólogo”, Somoza ya la arremete, con fuerza, contra Sandino, al que caracteriza como “individuo sin criterio propio, jefe de varias cuadrillas de hombres […] que se ocupaban […] del saqueo, del incendio y del asesinato, en […] forma despiadada y brutal […] contra los propios nicaragüenses, en su gran mayoría infelices campesinos ajenos por completo a la política”. Esta es una tónica permanente de El Verdadero Sandino o El Calvario de las Segovias: los invasores y la Guardia Nacional por ellos controlada, perseguían y mataban “bandoleros”, hombres puestos al margen de la Ley. Éstos, por su parte, mataban siempre gente “inocente” que jamás se inmiscuía en política, aunque apoyara, indefectiblemente, la intervención extranjera y se beneficiara con el orden por ella impuesto. Así las cosas, Somoza dibuja al héroe “como un espíritu rebelde, un instrumento de mezquinas ambiciones, un jefe de pandilleros, sin ley y sin verdaderos ideales”. Y la muerte del mismo es “consecuencia lógica, inevitable y fatal de su vida inquieta y amenazante para […] la Libertad, la Prosperidad y la Paz de la República”. Esta es otra constante de la obra del tirano: a todo lo largo y ancho de la misma, se pretende inducir en el lector la idea de que la muerte de Sandino fue resultado de la fatalidad, un hecho inevitable.

Al describir la vida de Sandino, Somoza, quien insistía en la incultura de los combatientes sandinistas para explicar su supuesta naturaleza “bandolera”, escribe que al Guerrillero “las primeras letras le fueron enseñadas por su madre, quien lo guió en la lectura, como se lo permitían sus escasos conocimientos”. A los 14 años, su padre se lo llevó consigo para que trabajara, después de tenerlo “en una escuela donde recibió fuertes castigos por su carácter levantisco y agresivo con los discípulos y profesores”. No puede menos que esperarse que, al abordar la biografía de Sandino, Somoza haga referencia al disparo que, en 1920, el primero acertara en una pierna a Dagoberto Rivas (12. pp. 2-7), pero no hace alusión alguna a las circunstancias que le empujaron a ello, tal como sí lo hiciera el periodista José Román, en su libro Maldito País (1983).

En verdad, Sandino relata a Román que, ese año, tuvo “un incidente de gran trascendencia” para su vida, que le dio otro rumbo a su destino: Dagoberto Rivas era un hombre de su pueblo [Niquinihomo] con el que siempre tuvo amistad. Eso hasta que una hermana del último, una viuda, “parecía estar ligada amorosamente” al primero. Eso era, al menos, lo que el vulgo sostenía. El chisme lo propagó un amigo de Dagoberto. Un día, sin saber nada del asunto, Sandino y quien sería su “víctima” se encontraron casualmente en misa. Comenzaron las chifletas de los amigos de Rivas en contra del héroe. El primero dirigió insultos contra el segundo. En un momento dado, hasta se atrevió a abofetearlo. “Acto continuo -relata Sandino- irreflexivamente saqué mi revolver y le disparé. Dichosamente sólo le herí una pierna” (8. p. 54).

Sobre el lenguaje que Sandino empleaba, Somoza sostiene que era el “de gente maleante y tabernaria”. Pretende desprestigiarlo afirmando que durante las actividades armadas, Sandino, “para darle más sonoridad a su nombre, aprovechó la “C” inicial de su apellido materno, y la transformó en el nombre convencional y sonoro de Augusto César Sandino” (12. pp. 7-8). Empero, este jamás ocultó el apellido de su madre, Calderón (8. p. 44). Gregorio Urbano Gilbert, dominicano que peleó en las filas del Libertador, en su obra Junto a Sandino (1979), escribe:

“El nombre del libertador era el de Augusto y sus apellidos los de Sandino y Calderón. Primero era el del padre y el segundo el de la madre, pero como antes de ser legitimado* por sus padres solo usaba el de la madre, seguido de su nombre, al suceder la legitimación no quiso cambiar el sitio que le tenía al apellido de la madre en su firma, aunque nada más la señalaba con la letra inicial, firmando del modo siguiente: A. C. Sandino”. Sandino dice, a su vez, que sus amigos y los de su causa le atribuyen el nombre de César, agregando que él no había tenido nada que ver con ello y que nunca pretendió “parangonearse [sic] con celebridad alguna” (5. pp. 307–308).

Ahora bien, como el héroe, según Somoza, “todo lo hacía de manera bien calculada”, su casamiento con Blanca Aráuz fue debido a que ésta, siendo telegrafista de San Rafael del Norte, suministraba a Sandino “importantes informaciones que ella trasmitía como empleada del Gobierno Conservador”. En verdad, la perversidad somocista para tergiversar el contenido de la lucha de Sandino, no tuvo límites. Ello se expresó claramente en la interpretación antojadiza que daba a la correspondencia del héroe. Porque en todo lo que Sandino hiciera, dijera o escribiera, él miraba una intención malsana, una actitud calculadora, un interés oportunista, un signo de corrupción, una expresión de desquicio o cosa semejante. Después de todo, el ladrón piensa que todos son de su condición. Veamos, a manera de ejemplo, lo que dice sobre el matrimonio del patriota con Blanca Aráuz:

“Contra los muchos que han creído de que Sandino fue un marido ejemplar, en el siguiente documento el guerrillero dice que si se juntó con su esposa fue por conveniencia de su causa en el exterior” (12. pp. 8, 201-202). Pero ¿a qué se refiere realmente Sandino en la carta que Somoza menciona? Comprobémoslo:

“Tengo todo el cabal concepto de la moral inmoral de la actual sociedad de la tierra; pero sinenbargo [sic], si hemos de corregir a esos inmorales necesitamos de llenar los requisitos necesarios para podernos introducir en ellos. No existe más matrimonio ante las leyes divinas que el del amor puro y libre, sin ritos de ninguna clase, pero no podremos salirnos en estos momentos de las leyes de los hombres y tenemos que aceptarlas”.

Y añade:

“…Quien efectivamente goza de mi afecto sin límites es Blanca”.

Y tras exponer las cosas de este modo tan franco, reconoce su gran aprecio por Teresa Villatoro, pero señala que a ésta no la quiere como a su “propia mujer” (10. Tomo 2. pp. 161-162) ¿Hay algo en este escrito que compruebe el supuesto que Sandino se casó por conveniencia? La respuesta sobra. Una cosa es el reconocimiento de los prejuicios sociales -como los relacionados con el matrimonio- y otra, muy distinta, es lo atinente a los sentimientos humanos, como el del amor por la mujer con quien se vive, lo cual acá está fuera de duda.


Farabundo Martí 

Sócrates Sandino


Sandino, entre otros con Pedro Altamirano, a su derecha

Los “incultos y violentos” hombres de Sandino

Sobre los hombres que acompañaron a Sandino en la lucha, las palabras expresadas por el fundador de la tiranía somocista tampoco fueron, ni podían ser, de elogio. Miguel Ángel Ortez “fue uno de los jefes más jóvenes y valerosos que militaron bajo las órdenes de Sandino”. Agustín Farabundo Martí fue un “agitador profesional y candente comunista”, autor intelectual “del movimiento comunista salvadoreño que quiso derrocar al Presidente General Martínez”. Y aunque reconoce en Martí a “uno de los hombres de más acción a quien las masas obedecían con entusiasmo”, esto no es elogio, sino acusación, en este caso, de manipulación de masas. Tal ha sido siempre el sentido que la reacción mundial y, particularmente, la latinoamericana le ha dado al concepto “agitador profesional”.

Abrahán Rivera fue apresado en Bluefields por una denuncia. El simple deseo de venganza lo empujó “a las filas de Pedrón […] pero todo su odio contra los [norte] americanos lo concretó Rivera, en despojar a los pobres y semi-salvajes indios mosquitos de sus pequeñas cosechas y ganado en las márgenes del Río Wanky”. Francisco Estrada “fue un gran enamorado y desobligado en sus deberes conyugales. Había abandonado a su esposa y niños”. Carlos Salgado es un hombre que con dificultad sabe leer y escribir. “Es tahúr profesional y borracho consuetudinario”. José León Díaz es un “fugitivo de la justicia de su tierra”, Honduras. Vino la paz de 1927 “y como él no estaba acostumbrado a esa vida tranquila, buscó las madrigueras de Sandino en las Segovias”.

Marcial Rivera Zeledón era un jornalero jinotegano, “borracho y tahúr; pendenciero y de instintos sanguinarios”. Juan Gregorio Colindres es un hombre que “sabe leer y escribir, tiene bonita letra y regular redacción”. Como se ve, al menos acá, no se utilizan adjetivos denigrantes para caracterizar a un patriota sandinista. Al contrario, parece denotarse que, precisamente por saber leer y escribir y tener una regular redacción, se aleja del carácter de “bandolero” atribuido a sus compañeros de lucha. Simón González, en cambio, es fugitivo de la justicia hondureña, “es completamente analfabeta”. Heriberto Reyes “es campesino ignorante y borracho […] ladrón de ganado y granos […] Es completamente analfabeta”.

Juan Pablo Umanzor, hondureño, tenía “alma emponzoñada y corazón de pantera […] Era prófugo de la justicia hondureña por crímenes cometidos en aquella república”. Ramón Raudales “tiene inteligencia natural despejada y carácter fuerte”. Pedro Altamirano (Pedrón), era un hombre “de color negro y presencia repugnante […]. No sabe leer. Es ladrón y borracho. El más cruel y sanguinario de los soldados de Sandino […] Autor del tremendo CORTE DE CHALECO” (12. pp. 12-16). Pero Gregorio Urbano Gilbert transcribe lo que Sandino expresó sobre su subordinado:

“Pedrón, con todo lo criminal que es, le está prestando a la patria muchos buenos servicios, mientras que todos sus acusadores juntos lo único que hacen es mancillarla” (5. p. 309).

Sobre el vínculo violencia–ignorancia, Somoza dice expresamente: “El temperamento violento de Sandino había sembrado la inquietud en los ánimos sencillos y predispuestos a la violencia por su misma ignorancia” (12. p. 34). Seguramente la ignorancia llevó a Henry L. Stimson, en su calidad de Secretario de Guerra de Estados Unidos, a “ordenar el disparo de la bomba atómica que destruyó Hiroshima” (4. p. 146). Según referencias de Sofonías Salvatierra, Stimson dijo que “uno de los errores de España fue no haber suprimido a todos los indios” (9. p. 63). ¿Sería la ignorancia, acaso, la causa del genocidio que la Dictadura Somocista practicó contra la nación nicaragüense de 1934 a 1979?


José María Moncada 


Adolfo Díaz

Los defensores del orden 

Si la actitud de Somoza García hacia los patriotas sandinistas es de rechazo absoluto, la que adopta hacia los liberales, conservadores e interventores es completamente distinta. José María Moncada es un hombre de “mente previsora”, su cerebro, el “de un político sagaz”. Él “fue el eslabón fuerte que ató el honor de los Estados Unidos de Norte América a la justicia de un pueblo”. Era un “reconocido estratega y valeroso militar”. Y, por supuesto, se refiere al Pacto de Espino Negro de 1927 con los términos entrecomillados de “Imposición Stimson”, con lo cual, probablemente, pretende negar irónicamente que, en efecto, fuera eso. Veamos, sin embargo, lo que el mismo Moncada expresaba sobre sí mismo:

“Yo no tengo deseos de inmortalidad, es decir, no quiero ser un segundo Zeledón. Ya estoy viejo, y si puedo vivir algunos años más cuanto mejor. Les digo esto a propósito de la imposición americana”.

Pero, contumaz, Somoza interpreta así la actitud de Moncada:

“Antes de llevar a sus soldados a una muerte segura e infructuosa, y de sumir a Nicaragua a una ocupación más fuerte y ultrajante para su dignidad, resolvió, con serenidad y alto espíritu de patriota, sacar partido de la situación”. Y Stimson, quien, según Somoza, se comprometió con la justicia del pueblo nicaragüense en nombre de Estados Unidos, simplemente “ofreció en nombre del Presidente Coolidge la supervigilancia de las elecciones presidenciales del año de 1928” (12. pp.17-18,22-23,26-27).

Paradójicamente, no otro que el conservador Carlos Cuadra Pasos es el que desnuda el trasfondo del Pacto del Espino Negro. Éste, a su parecer, fue una doble imposición: la de Díaz y la de Moncada. No hubo trato directo entre las partes beligerantes. Sacasa no aceptó el convenio y más bien abandonó el territorio nicaragüense, como protestante vencido. Y una parte del ejército encabezado por Moncada, desconociendo igualmente lo pactado, se alejó hacia el norte, bajo el mando de Sandino. En Washington, por otra parte, Stimson afirmaba la conveniencia que tenía, para justificar la política de su país en el Caribe, un triunfo del liberalismo en Nicaragua. Más aún, los oficiales de la marina estadounidense abiertamente manifestaban sus simpatías por Moncada, “por el mérito - añade Cuadra Pasos- de haber sido el factor principal para lograr la paz en Nicaragua sin derramamiento de sangre americana” (4. pp.140, 155).

Y lejos de la inocencia y del heroísmo que Somoza le atribuye, Moncada tratando de ocultar su disposición para pactar en su propio provecho con las fuerzas intervencionistas yanquis, decía que una causa noble y generosa lo había puesto “al frente de las fuerzas constitucionalistas”, pero que él no podría “aconsejar a la Nación” que derramara su sangre por la libertad, porque ésta “sucumbiría ante fuerzas infinitamente mayores y la Patria caería más hondo entre las garras del águila norteamericana” (12. p.31).


Moncada era, ciertamente, un patriota cipayo, que quiso perpetuar el Espino Negro, decretando el cambio de nombre de Tipitapa por el de Villa Stimson. No olvidaba que gracias al acuerdo con este representante de Coolidge, en Tipitapa “floreció su presidencia”. Pero el recuerdo del Cacique Tipitapa, agrega con tino Cuadra Pasos, era “más profundo para los nicaragüenses que el que dejó el señor Stimson” (4. p. 146). No debe ignorarse, por otra parte, que Moncada no estaba autorizado por Sacasa para llegar a ese arreglo. Por el contrario, “tenía órdenes terminantes de no pactar y de llegar, caso necesario, hasta el último sacrificio por Nicaragua” (8. p. 16).

Por algo Salvatierra observaría: “Ahora el general Moncada aparecía afiliado al partido liberal a ver qué resultaba”. (9. p. 37). Hablaba del momento en que este personaje comandaba la expedición al Atlántico en agosto de 1926, en contra del Gobierno de Díaz.

Sandino, tal como dice Somoza, se negó a firmar el acuerdo mencionado, aduciendo que él delegaba sus derechos para que Moncada arreglara el asunto como mejor le conviniera, pidiéndole tan sólo que lo pusiera al corriente de los resultados (12. p. 33). “Bien conocía yo a Moncada y sabía que una conferencia con él significaría mi muerte”, refería Sandino a José Román, explicando así porqué había escrito a Moncada, comunicándole que delegaba en él sus derechos para que arreglara la paz a su manera. (8. p. 76)


Anastasio Somoza García junto a Franklin Delano Roosevelt

Infundios versus realidad

Veamos la forma en que Somoza ataca la disposición de Sandino de mantener la lucha contra el dominio imperialista estadounidense y sus adeptos: señala que el héroe siempre buscó un pretexto para dedicarse al vandalismo: primero fue porque no aceptaba a Díaz como presidente; luego, porque debió enfrentarse a la intervención armada estadounidense; tras ello, vino la consideración de que Moncada era un vendepatria; más tarde apareció el argumento de que la Guardia Nacional era controlada por oficiales estadounidense “y en 1933 habiéndose retirado en sus cacerías, [Sandino] continuó en sus asaltos y asesinatos de indefensos nicaragüenses, a pesar de estar al frente del Gobierno el hombre [Sacasa] bajo cuyas banderas empuñó las armas en 1926 y 1927” (12. p. 36).

Dejemos que Adolfo Díaz responda a Somoza. En una entrevista que el primero concediera, en febrero de 1933 a “El Correo de Granada”, leemos:

 “Es un error suponer siquiera que ya se acabó la intervención [norte] americana en Nicaragua; al contrario está latente y más fuerte que nunca; tengo la más absoluta convicción de que lejos de haber concluido está empezando, y el día que menos lo pensemos veremos sentir sus efectos” (1. p. 150). Dada su condición de hombre venal y entreguista, esta convicción que Díaz expresaba, en él era, además, un profundo anhelo. No en vano, Sandino decía que la intervención armada de Estados Unidos sólo en apariencia había desaparecido porque, tras el retiro de los marines, en Nicaragua, subsistía la sujeción no sólo política y económica, sino también militar (10. Tomo 2. pp. 330-331). En el mismo sentido, debe estimarse su consideración de que “los dirigentes políticos conservadores y liberales, son una bola de canallas, cobardes y traidores, incapaces de poder dirigir a un pueblo patriota y valeroso”, así como su concepto de autonomía absoluta que “consiste en que ningún poder extraño, ni directa ni indirectamente, tenga que intervenir en nuestros asuntos de Nación Libre” (10. Tomo 1. pp. 79, 317).

Como afirma Somoza, Sandino, en mayo 1927, envió al Jefe del Destacamento de Marinos en Jinotega, una carta en la que hablaba de que si EEUU había intervenido con buena fe en el país, su condición sine qua non para deponer las armas era que el poder fuera asumido por “un gobernador militar de los Estados Unidos, mientras se realizan las elecciones presidenciales supervigiladas por ellos mismos” (12. p. 36). Otros autores, como el historiador estadounidense Richard Millett, también han reparado en este asunto (7. pp. 90-91). La carta señalada es auténtica y se incluyó en el libro del periodista Emigdio Maraboto Sandino ante el Coloso (1929), quien, a su vez, explica que Sandino, por complacer a su padre (que insistía en que él se desarmara), habló precisamente de tal cosa (6. p. 13). Debe señalarse que el guerrillero conoció la obra de Maraboto y que, indirectamente, corroboró la explicación mencionada, al hacerle sólo dos correcciones menores a la misma: una relativa a su hermano Sócrates Sandino, aclarando que sólo eran hermanos de padre; otra indicando que el ministro de Nicaragua en Washington no era Díaz sino “el pelele Sacasa”. Por lo demás, “es un folleto que contiene en esencia toda nuestra actuación” (1. p. 83).

En el afán de dividir las filas sandinistas, la reacción interna y externa trató de lograr que el “cabecilla sandinista” Carlos Salgado, se desarmara. Sin embargo, no logró nada porque, según Somoza, “Sandino era un dios para estos hombres, y nada se atrevían a resolver sin previa consulta y autorización de él” (12. p. 61). Pero esta afirmación resultaba gratuita para los soldados del EDSNN quienes, al ser entrevistados, sostuvieron:

“No seguimos ciegamente al general Sandino; lo seguimos, porque nos ha dado razones que comprendemos son ciertas, y porque sabemos que la verdad es su norma de conducta” (1. pp. 190-191).

El autor de El Verdadero Sandino o El Calvario de las Segovias, dice en esta obra que al héroe le encantaba hacerse publicidad, “haciendo fantásticos relatos de encarnizadas batallas en las que siempre salía triunfante” (12. p. 82). Sin embargo, Sandino hablaba de sus victorias, pero también de sus derrotas; jamás ocultó la crudeza de los enfrentamientos no sólo para los invasores y los soldados de la Guardia Nacional, sino también para sus propios hombres. “Siguió la lucha enconada y hubo alternativas. Vencimos y nos Vencieron”, señala. Más aún, confiesa que, en un momento dado, “la escuela militar [la de los marines] se impuso sobre la táctica primitiva de los sandinistas” (1. p. 32). “Para Nicaragua –relata a José Román- está fue una guerra de desolación, pues ambos bandos nos empeñábamos en aniquilarnos. La principal diferencia está en que ellos [los del bando enemigo] lo hacían por esclavizarnos y nosotros por liberarnos…” (8. p. 166).

El fundador de la tiranía somocista, con el ánimo de desprestigiar al héroe segoviano, habla de un Sandino que deseaba establecer un poder proletario en Nicaragua, agregando que, por ello, lograba despertar simpatías “en muchos elementos malsanos” y, por lo mismo, poseía un “poderoso sistema de espionaje, entre las clases bajas”, lo que le permitía vivir permanentemente informado de todas las operaciones que el enemigo llevara a efecto. Agrega que otro factor que contribuyó “a engrosar sus filas fue la distribución entre el pueblo de las mercaderías que robaban sus tropas, después de tomar lo que necesitaban”. Y después de transcribir una circular de Sandino, en la que éste hablaba de que su ejército estaba preparándose para tomar el poder, a fin de que los obreros y campesinos organizados en cooperativas pudieran explotar las riquezas naturales del país “en provecho de la familia nicaragüense en general”, Somoza se pregunta: “¿Es este […] el patriota desinteresado, que decía empuñar las armas, sin otra mira que obtener la libertad de Nicaragua?” (12. pp. 354-355). Sin que de nuestra parte haya de por medio espíritu positivista alguno, debe decirse: la respuesta es obvia, la pregunta estúpida.

*. Artículo publicado inicialmente en cinco entregas en El Nuevo Diario, en sus ediciones del 21, 22, 23, 24 y 26 de febrero de 2001, en la sección Página de Opinión. Posteriormente, apareció en la revista del Departamento de Historia de la UNAN-Managua Historia y Ciencias Sociales, Nº 3.

Imágenes tomadas de:

http://www.latinamericanstudies.org/sandino/sandino13.gif
http://www.latinamericanstudies.org/somoza/somoza-roosevelt.jpg
http://www.fmln-ny.org/images/farabundo.jpg
http://www.radiolaprimerisima.com/cms/pic/350/galeria/1154040291_CoronelSocratesSandino.jpg
http://www.sandinorebellion.com/images/PedronSandino.jpg
http://www.grupoese.com.ni/1999/bn/12/especial/Moncada.jpg
http://www.latinamericanstudies.org/nicaragua/adolfo-diaz.jpg

Bibliografía citada:

1. Alemán Bolaños, Gustavo. Sandino el Libertador. Editorial Nueva Década. San José Costa Rica. 1980.

2. Amador, Armando. Origen, Auge y Crisis de una Dictadura. Guatemala, Centroamérica. Sin fecha de edición.

3. Cuadra, Abelardo. Hombre del Caribe. Memorias presentadas y pasadas en limpio por Sergio Ramírez Mercado. EDUCA, Centroamérica. 1967.

4. Cuadra Pasos, Carlos. Historia de Medio Siglo. Ediciones El Pez y la Serpiente. Julio de 1964.

5. Gilbert, Gregorio Urbano. Junto a Sandino. Editora “Alfa y Omega, Santo Domingo, República Dominicana. Marzo de 1979.

6. Maraboto, Emigdio E. Sandino ante el Coloso. Managua. Ediciones Patria y Libertad. Febrero de 1980.

7. Millett, Richard. Guardianes de la Dinastía. EDUCA, Centroamérica. 1979.

8. Román, José. Maldito País. Ediciones El Pez y la Serpiente. Managua, Nicaragua, 1983.

9. Salvatierra, Sofonías. Sandino o la Tragedia de un Pueblo. Talleres Litográficos Maltez Representaciones, S.A. Marzo de 1980.

10. Sandino, Augusto C. El Pensamiento Vivo. Tomo 1 y 2. Selección, introducción y notas de Sergio Ramírez. 2ª ed. Revisada y ampliada. Managua: Nueva Nicaragua. 1984.

11. Selser, Gregorio. Nicaragua de Walker a Somoza. Mex-Sur Editorial S.A. 1984.

12. Somoza, A. El verdadero Sandino o el Calvario de las Segovias. 2da. Edición. Edit. Y Lito. “San José”, S.A. Managua, Nic. C.A. Abril 1976.

miércoles, 26 de agosto de 2009

El espejo de Uribe



El espejo de Uribe
Atilio A. Boron


ALAI AMLATINA, 26/08/2009.- La Cumbre de la UNASUR en Bariloche tendrá que enfrentar dos gravísimos problemas que abruman a América Latina: el golpe militar en Honduras y la militarización de la región como resultado de la instalación no de una sino de siete bases militares norteamericanas en Colombia.

En relación a lo primero la UNASUR deberá exigirle a Barack Obama coherencia con sus propias declaraciones a favor de una nueva era en las relaciones interamericanas. Como lo hemos reiterado en numerosas oportunidades este golpe es un globo de ensayo para testear las respuestas de los pueblos y los gobiernos de la región. Y si tiene lugar en Honduras es precisamente porque fue ese el país más meticulosamente sometido a la influencia ideológica y la dominación política de Washington.

Fracasada la negociación de la OEA Washington procedió a suspender la emisión de visas para los ciudadanos de Honduras. Medida tibia, muy tibia, pero síntoma de que está tomando nota del clima político imperante en la región. Pero Obama debe hacer mucho más, y dejar de lado el falaz argumento que expresara hace unos pocos días cuando se refirió a la contradicción en que incurrirían los críticos del imperialismo al exigirle ahora que intervenga en Honduras. Es "irónico" -dijo en esa ocasión- "que algunos de los que han criticado la injerencia de Estados Unidos en América Latina se quejen ahora de que no está interfiriendo lo suficiente".

Sabemos que Obama no está demasiado informado de lo que hacen sus subordinados civiles o militares, para ni hablar de los servicios de inteligencia. Pero debería saber, por ser tan elemental, que Estados Unidos viene interviniendo en Honduras desde 1903, año en que primera vez los marines desembarcaron en ese país para proteger los intereses norteamericanos en un momento de crisis política. En 1907, en ocasión de la guerra entre Honduras y Nicaragua, tropas estadounidenses se estacionaron durante unos tres meses en las ciudades de Trujillo, Ceiba, Puerto Cortés, San Pedro Sula, Laguna y Choloma. En 1911 y 1912 se reiterarían las invasiones, en este último caso para impedir la expropiación de un ferrocarril en Puerto Cortés. En 1919, 1924 y 1925 fuerzas expedicionarias del imperio volverían a invadir Honduras, siempre con el mismo pretexto: salvaguardar la vida y la propiedad de ciudadanos norteamericanos radicados en este país. Pero la gran invasión ocurriría en 1983, cuando bajo la dirección de un personaje siniestro, el embajador John Negroponte, se establecería la gran base de operaciones desde la cual se lanzó la ofensiva reaccionaria en contra del Sandinismo gobernante y la guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí.

Obama no puede ignorar estos nefastos antecedentes y por lo tanto debe saber que el golpe contra Zelaya sólo fue posible por la aquiescencia brindada por su gobierno. Lo que se le está pidiendo es que Estados Unidos deje de intervenir, que retire su apoyo a los golpistas, único sustento que los mantiene en el poder, y que de ese modo facilite el retorno de Zelaya a Tegucigalpa.

La Casa Blanca dispone de muchos instrumentos económicos y financieros para disciplinar a sus compinches. Si no lo hace es porque no quiere, y los gobiernos y pueblos de América Latina deberían sacar las conclusiones del caso.

En relación al segundo problema, las bases norteamericanas en Colombia, es preciso decir lo siguiente. Primero, que el imperio no tiene diseminadas 872 bases y misiones militares a lo ancho y largo del planeta para que sus tropas experimenten las delicias del multiculturalismo o de la vida al aire libre. Si las tiene, a un costo gigantesco, es porque tal como lo ha dicho Noam Chomsky en numerosas oportunidades, son el principal instrumento de un plan de dominación mundial sólo comparable al que en los años treintas alucinara a Adolf Hitler.

Pensar que esas tropas y esos armamentos se desplegarán en América Latina para otra cosa que no sea asegurar el control territorial y político de una región que los expertos consideran como la más rica del planeta por sus recursos naturales -acuíferos, energéticos, biodiversidad, minerales, agricultura, etcétera- constituye una imperdonable estupidez.

Esas bases son la avanzada de una agresión militar, que puede no consumarse hoy o mañana, pero que seguramente tendrá lugar cuando el imperialismo lo considere conveniente. Por eso la UNASUR debe rechazar enérgicamente su presencia y exigir la suspensión del proceso de instalación de las bases. Y, además, aclarar que este no es un "asunto interno" de Colombia: nadie en su sano juicio puede invocar los derechos soberanos de un país para justificar la instalación en su territorio de fuerzas y equipamientos militares que sólo podrán traer destrucción y muerte a sus vecinos.

Cuando en los años treinta Hitler rearmó a Alemania los Estados Unidos y sus aliados pusieron el grito en el cielo, sabedores que el paso siguiente sería la guerra, y no se equivocaron. ¿Por qué ahora sería diferente?

Segundo: mientras Uribe sea presidente de Colombia no habrá solución a este problema. Él sabe, como todo el mundo, que Estados Unidos ha venido confeccionando un prontuario que no cesa de crecer en donde se lo califica de narcotraficante y de cómplice de los crímenes de los para militares. En 2004 el Archivo Federal de Seguridad de Estados Unidos dio a conocer un documento producido en 1991 en el que se acusa al por entonces senador Álvaro Uribe Vélez de ser uno de los principales narcotraficantes de Colombia, referenciado como el hombre número 82 en un listado cuyo puesto 79 ocupaba Pablo Escobar Gaviria, capo del cartel de Medellín. El informe, que puede leerse en http://www.gwu. edu/%7Ensarchiv/ NSAEBB/NSAEBB131 /dia910923. pdf asegura que el hoy presidente colombiano "se dedicó a colaborar con el cartel de Medellín en los más altos niveles del gobierno. Uribe estaba vinculado a un negocio involucrado en el tráfico de narcóticos en Estados Unidos. Su padre fue asesinado en Colombia por su conexión con los narcos. Uribe trabajó para el Cartel de Medellín y es un estrecho amigo personal de Pablo Escobar Gaviria ...(y) fue uno de los políticos que desde el Senado atacó toda forma de tratado de extradición".

Por lo tanto, Uribe no tiene ningún margen de autonomía para oponerse a cualquier pedido que provenga de Washington. Su misión es ser el Caballo de Troya del imperio y sabe que si se resiste a tan ignominiosa tarea su suerte no será distinta de la que corrió otro personaje de la política latinoamericana, presidente también él: Manuel Antonio Noriega, quien una vez cumplida con la misión que la Casa Blanca le asignara fue arrestado en 1989 luego de una cruenta invasión norteamericana a Panamá y condenado a 40 años de prisión por sus vinculaciones también con el cártel de Medellín. Cuando Noriega dejó de ser funcional a los intereses del imperio pasó velozmente y sin escalas de presidente a prisionero en una celda de máxima seguridad en los Estados Unidos. Ese es el espejo en que día y noche se mira Uribe, y eso explica su permanente crispación, sus mentiras, y su desesperación por volver a ser elegido como presidente de Colombia, convirtiendo a ese entrañable país sudamericano en un protectorado norteamericano, y a él mismo en una suerte de procónsul vitalicio del imperio, dispuesto a enlutar a todo un continente con tal de no correr la misma suerte que su colega panameño.
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Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina
www.centrocultural. coop/pled http://www.atiliobo ron.com

jueves, 27 agosto, 2009 12:05 AM

De: "ALAI-AmLatina"
Para: Nicaragua_Socialista@yahoogroups.com

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Agencia Latinoamericana de Información

Imágenes tomadas de:

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